Santiago es entender la vida en clave de peregrinaje

La Iglesia celebra hoy la solemnidad del apóstol Santiago y en España la fiesta de su patrón. Lo que los Evangelios nos dicen sobre Santiago es que era miembro de una familia de pescadores y hermano de Juan “el Evangelista como lo llamamos” y ambos apodados Boanerges (‘Hijos del Trueno’), por sus temperamentos impulsivos. Sabemos también que fue uno de los tres discípulos más cercanos a Jesucristo. El apóstol Santiago no solo estuvo presente en dos de los momentos más importantes de la vida de Jesús (la transfiguración en el monte Tabor y la oración en el huerto de los Olivos), sino que también formó parte del pequeño grupo que fue testigo de su último milagro, su aparición ya resucitado a orillas del lago de Tiberíades.

En la primera lectura de hoy se nos narra que fue Herodes el que mandó decapitar a Santiago tras el valiente testimonio de aquellos discípulos de Jesús valientes que ante la prohibición de anunciar al Cristo ellos respondieron:

“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.”

Santiago está presente también en una de las enseñanzas más hermosas de Jesús y que hemos proclamado en el evangelio: ante el deseo humano de aspirar a puestos altos, a cargos y poderes mundanos… el Señor nos recuerda que en la comunidad de discípulos el que quiera ser grande sea el servidor, y el que quiera ser primero se haga el esclavo de todos. Todo un proyecto de vida al servicio.

Hablar de Santiago es entender la vida también en clave de peregrinaje. Aquí estamos de paso, nuestra mirada está en el cielo y por eso esforcémonos en ir ligeros de equipaje sin entretenernos ni enquistarnos en las cosas de aquí abajo
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