Adviento de Iglesia, la gran Conversión: De la Menorah al Oficio de Tinieblas

Casi más que Navidad celebramos el Adviento: Tiempo de luces que se encienden en las calles como signo de la Gran Luz que se espera... Desde la liturgia cristiana esa luces son las Cuatro Velas de la Corona de Adviento. Desde el judaísmo son las Siete Candelas de la Menorah o Candelabro judío. La liturgia antigua de la Iglesia ha transformado esas siete luces en las quince de los Candelabros del Oficio de Tinieblas

   En la línea de la postal de ayer expongo hoy el sentido de las Siete Luces judías, cristianas, universales, de la transformación de la Iglesia, entendida como promesa y camino de recreación de la humanidad, en un camino que pasa de la Quince Luces del Oficio de Tinieblas (en este tiempo de pandemia), que debería convertirse  en exigencia y compromiso radical de transformación de la Iglesia. Pensemos en esto cuando veamos las luces encendidas de nuestra Navidad de Mercado (quizá de nostalgia) de nuestras calles de Adviento

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(Siete candelas de la Menorah judía; museo de Jerusalén)

1. Recuperar el AT, camino de Israel

Propongo como signo de renovación de la Iglesia las siete luces de Adviento (de la Menorah Judía), el gran candelabro que es signo y presencia de la luz de Dios entre los hombres, y de la luz de los hombres ante Dios. No están mal como he dicho las cuatro candelas caseras de colores folklóricos de Adviento (cuatro domingo, cuatro semanas…). Pero el signo primordial de Adviento son las Siete Luces del Candelabro…

      Con genial y soberbia afirmación de su poder… los soldados romanos de la guerra del 70 d.C. llevaron el candelabro de Jerusalén (cf. imagen) a su casa imperial de Roma, como diciendo que ellos, el imperio romano, eran la luz del mundo. Más tarde, cierta iglesia romana se ha sentido heredera del imperio de Roma (más que de la esperanza sufrida y luminosa) de Israel, de forma que ella, la iglesia, se ha creído portadora de la luz de Dios. 

   Pero ahora, Adviento 2020, descubrimos que la luz originaria que queremos encender en este adviento no es la nuestra, sino la de Israel (cf. también imagen del Candelabro  y la Cruz, en mi libro sobre Dios judío, Dios cristiano (dedicado por entero a este motivo: El paso de la Menorah a la Cruz, un paso que no es de sustitucion, sino de plenificación). Por eso, el principio del Adviento es la recuperación de la fe y la esperanza israelita. Es como si en adviento dejáramos de ser cristianos “cumplidos”, sino que empezáramos de nuevo siendo israelita.

2. Recuperar a Jesús, carne judía y universal del Cristo, hijo de María

Adviento es  tiempo para recuperar (preparar) el camino e historia de  “la carne” de Jesús. En un mundo sin certezas racionales impuestas y de imposiciones político-sociales de tipo ideológico, los cristianos deben ofrecer y proclamar el mensaje de Jesús, como experiencia encarnada y gozosa de vida, testimonio de trascendencia y compromiso de humanidad, al servicio de los más necesitados, empezando por los excluidos de todos los caminos, hambrientos y sedientos, exiliados, desnudos…

RONQUIELLES, MATRAQUES Y OFICIO DE TINIEBLAS

(Las 15 velas,7+7+1, del Candelabro cristiano del Oficio de Tinieblas, Semana Santa)

    Ese mensaje de no sirve para confirmar lo que existía (un orden superior ya dado), ni para sacralizar el orden existente, sino para  encender una luz segunda luz, junto a la primera, y ofrecer una experiencia alternativa de humanidad, siempre en camino ilusionado de Dios, en camino encarnado de humanidad solidaria. La Iglesia sólo puede ofrecer ese mensaje a través de su palabra y con el testimonio de su vida, como portadora de una luz que no es suya, la luz del Candelabro del Dios, de Jesús, en el camino de la historia de los hombres. Esa luz puede encenderse en la Menorah que quizá tengamos en casa… pero ha de encenderse en el corazón de todos los hombres,  desde Israel, con los pobres de la tierra.

3.  Adviento de solidaridad humana, en la línea de conversión de Juan Bautista

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(Luces de Adviento, que llenan ya las calles de Vigo: ¿Alegría, solidaridad, olvido?

Adviento es tiempo de esperanza solidaria, ésta es la tercera luz, el tercer día de la nueva creación de Dios, de la Palabra que se hace carne en la carne y vida de los hombres. Debo repetir esta experiencia y tarea: El mensaje de Jesús ha de entenderse como luz  de solidaridad, dirigida a superar un tipo de sufrimiento impuesto, en medio de esta gran pandemia de la vida, ofreciendo y compartiendo unos estímulos de vida, unas vacunas de amor solidario, extendido a todos los hombres y mujeres de la tierra.

Los cristianos no podemos apelar a una verdad antecedente para imponerla desde arriba (la verdad no se prueba, ni refuta con razones o con armas), pero podemos (y debemos) ofrecer un camino compartido de experiencia y esperanza sanadora, que nos permite superar la angustia de la muerte, para así abrirnos a la esperanza de la “resurrección”, que es la vida de los pobres y excluidos, como dice el profeta con palabras retomadas por Jesús en Lc 4, 18: He venido para liberar a los oprimidos, para ofrecer pan a los hambrientos, para anunciar el Año de la Vida de Dios. 

 4. Cuarta candela: Iglesia de Dios que camina a paso de hombre

Cruz cristiana y un Menorah judío Fotografía de stock - Alamy

Cuarta luz de Adviento: Un Dios que camino a paso de hombre, es decir, un Dios hecho carne en la carne dolorida, esperanzada,  ilusionada de la nueva humanidad. Este Dios de Adviento ya no aparece como Señor impositivo (dominando desde arriba la historia de los hombres, a través de una iglesia tronante de Zeus), sino como principio de encarnación, al servicio del despliegue de la vida, desde el interior de la historia, como Dios hecho historia, humanidad, Luz que alumbra en la vida de los hombres.

  El dios de un tipo de filosofía y práctica ontológica (como poder superior de un tipo de Iglesia imperial) no responde al evangelio de Adviento de la Menorah que “robaron” y llevaron consigo los soldados imperiales a la Roma de los poderes político-religiosos del mundo. El nuevo cristianismo ha de insistir en lo que la kénosis de Dios, que es presencia creadora y redentora en el interior de la vida de los hombres: Dios no está sobre el mundo (creación) para dominarlo desde arriba, ni en sus bordes para limitarlo, sino en su mismo centro, para así animarlo, siendo de esa forma su alma, en gesto de participación, sufrimiento compartido y transformación.

     Esta es la candela del centro del Adviento,  en la parte más alta de la Menorah. Este Dios más alto de la revelalción es el Dios más pequeño de la encarnación. Por eso, en el Adviento, como he dicho, los cristianos tenemos que empezar a ser y ser judíos, en línea de encarnación esperanza, comprometida, gozosa, en amor. Según eso, el Dios de la Iglesia de Cristo es el Dios del mismo camino de la historia de los hombres.

5. El Dios que baja: De la Teocracia a la comunión  

Esta es la quinta candela de la Menorar, que nos lleva del Dios encarnado al Dios universal de comunión. Así pasamos del Dios teo-crático (autoridad dominadora)  al Dios interior y compañero de la solidaridad personal y de la comunicación libre entre los hombres, como habían descubierto los israelitas en su camino de desierto y como supieron los cristianos al situarse ante Jesús, descubriendo en la Cruz sus brazos abiertos a todos los pueblos y lenguas, a todas las personas de la historia, empezando por los más pequeños. 

    El Dios teo-crático dominaba sobre el hombre y le imponía su pretendida verdad desde arriba. Por el contrario, el Dios del Adviento judío y universal de penetra en la vida de los hombres y mujeres, potenciando su diálogo (su vida en comunión de amor), superando así el poder de la muerte (en esperanza de resurrección). Sólo en ese contexto se puede hablar de un designio “encarnado” de Dios, que  no se impone por ley física o social, sino que abre un camino de futuro (resurrección) por desbordamiento gratuito de vida, como Luz que se hace torrente de miles y millones de Dios… Dios no traza (ni impone) un designio establecido de antemano, sino que abre un camino, que él mismo recorre  con (a través) de los hombres. Este es el tema clave del Apocalipsis.

6. Un descenso hecho presencia: Dios se sigue encarnando en la historia del Cristo.

Dios judío Dios cristiano el Dios de la Biblia / Xabier Pikaza

La luz de la Iglesia, encarnación de Dios (por/en el Espíritu). El Cristo de Dios no es por tanto una especie de emperador supremo, que podría conceder su potestad a un tipo de Iglesia, para dominar así sobre todos los hombres, sino el hombre Jesús, aquel en quien Dios ha encarnado de manera privilegiada su proyecto de amor, comprometido en el despliegue de la historia  universal. Por eso, el Adviento de Jesús es adviento en esperanza de la Humanidad Nueva, que es el Reino de Dios.

 Ese Cristo de Dios no sobre-viene sobre un  mundo ya hecho, para dirigirlo desde arriba, sino que intro-viene, se introduce como hombre de amor en el mismo despliegue de la historia, tal como sintieron y vivieron sus primeros discípulos en Galilea y en Jerusalén en el siglo I. d.C. Dios nace así en la historia humana, realizando humanamente su designio de amor creador, esto es, haciéndose carne en la carne de los hombres, en un camino de resurreció.  Eso significa que el cristiano, seguidor de ese Jesús, no querrá (ni podrá) imponer su verdad sobre nadie, pero querrá (deberá) ofrecer su testimonio, su propuesta, en diálogo creador con los hombres y mujeres de su entorno. No condenará a los que piensan de otra forma, sino que dialogará con ellos, ofreciéndoles una experiencia y camino de humanidad cristiana, en la línea del Jesús del Evangelio.  Según eso, los cristianos mismos (como judíos universales, por medio de Jesús) quiere ofrecerse humildemente como luz de Adviento en el mundo

7. Última candela, una humanidad de comunión "resucitada" 

La Palabra se hizo Carne. Teología de la Biblia

Luz de Adviento, luz de humanidad… El Candelabro o Menorah de las siete luces de la tradición judía y del evangelio (Ap 1) es signo de comunión entre todos los pueblos y religiones de la tierra.  No hay una luz, sino “siete” que son signo de todas las luces, de todos los “espíritus”, de todas las iglesias, como sabe y ha dicho el Apocalipsis de Juan.  Por eso, el adviento, siendo tiempo que lleva a Jesús es, con Jesús, tiempo y camino de encuentro para todos los hombres, no para imponerse sobre otros, sino como experiencia y camino de solidaridad y amor para todos.

Menorah Del árbol De Navidad, De Jánuca Y Creciente En Haifa, Israel Foto  de archivo - Imagen de haifa, navidad: 133396480

Desde el fondo anterior ha de entenderse la nueva visión de la Iglesia, que se despliega y entiende como experiencia de comunión, una iglesia hecha de siete iglesia, una religión compuesta por siete religiones, una luz que acoge en su Menorah a todas la luces de los hombres y mujeres que creen en la vida, es decir, que aceptan y promueven el misterio de la vida en actitud de  encuentro mutuo, sin imposición intelectual ni moral (ni social), pero con una gran creatividad. Hoy, por vez primera, tras muchos siglos de ontología impositiva de Cristiandad, es posible exponer y abrir el cristianismo (la Iglesia) en esa línea de Adviento (Menorah de siete luces), como proyecto y camino de humanidad kenótico-redentora, abierta por Jesús a la culminación pascual de Dios (es decir, de la Humanidad). 

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