Ave, Cesar. Los que van a morir te saludan

Así decían los gladiadores del circo de Roma, que caían en la arena de “colosos”, Coliseo,  que  aun sigue en pie (año 2023) para asombro de turistas de la tierra entera: Ave Cesar, morituri te salutant.

Morían por vanidad y gloria de un cesar auto-divinizado y para desahogo de un pueblo-plebe (Senatus populusque romanus: SPQR).

      Pero ya no morimos por Roma (ni por Dios, por la Patria y el Rey), ni por la Madre de todas las Guerras, ni por nuestra democracia secuestrada, sino por la trilogía Capital-Empres-Mercado que describió de forma clásica (actualísima) el Apocalipsis de Juan, a finales del siglo I d.C., cuando se construía el Coliseo por mandaro de los flavios (Vespasiano, Tiro, Domiciano…).

ESBIRROS DE IBERDROLA OBLIGAN A SEGUIR TRABAJANDO CON LA COMPAÑERA TELEOPERADORA MUERTA EN LA SILLA

Roma construía su coliseo eterno (tras haber vencido a los judíos), mientras el  Apocalipsis anunciaba la destrucción de Roma, con su trinidad de  Capital-Empresa-Mercado, que sigue dominando sobre el mundo de forma brutal-mortal a principios del siglo XXI, como muestra la muerte de una trabajadora del sistema.

    Me ha mandado con su blog esta noticia mi amigo Eugenio Rodriguez de Salamanca-Canarias. Al final,  para situar el tema de manera socio-religiosa ofreceré mi reflexión sobre los tres poderes de muerte del sistema. 

Una tele-trabajadora se desploma, y la dejan muerta en su silla, para gloria del  sistema

       La gran cadena de capital-empresa-mercado tiene que continuar como Dios Leviatán-Behemot del mundo. Ella, una persona concreta,  muere como un gladiador más de la empresa del capital-mercado, para gloria del nuevo cesar, como  simple escoria. No se molestan ni en parar la máquina un momento, ni en detener la cadena... Que siga, que siga el teatro macabro del mundo. Sucedió el 13 de junio del 2023: fallecía en su puesto de trabajo nuestra compañera teleoperadora Inma.

Trabajaba en la campaña de Iberdrola para la empresa de Telemarketing Konecta en la plataforma de San Romualdo en Madrid. Trabajaba en el fondo para un circo de muerte como el coliseo de Roma, teatro falso de (para) colosos, no para seres humanos.

El Coliseo, ¿un circo de turistas?

No conocía personalmente a Inma, aunque también trabajo de teleoperador para Konecta en otro lugar y en otra campaña diferente. Pero como compañero de profesión no puedo evitar emocionarme y sentirme triste y apenado por su fallecimiento. También desde ese día me siento indignado y enrabietado por la actitud y el procedimiento seguido por los responsables de la campaña de Iberdrola en la que trabajaba Inma. 

Durante ese fatídico día 13 de junio, yo y mis compañer@s de campaña no paramos de recibir noticias de lo ocurrido, y no dábamos crédito con cada detalle que íbamos conociendo de lo sucedido.

No es de recibo ni de buena persona, que los superiores o supervisores de la campaña de Iberdrola mantuvieran el cuerpo sin vida de nuestra compañera en el mismo puesto de trabajo y obligasen al resto de sus compañer@s cercanos a seguir atendiendo llamadas. No soy capaz de imaginar lo que también sufrieron esos teleoperadores/as con la presencia cercana de su fallecida compañera.

La única escusa que dieron los responsables de la campaña de Iberdrola para que se siguiera atendiendo llamadas era que es un «servicio esencial». Si por casualidad, algun@s de esos responsables me estuvieran leyendo en estos momentos, me gustaría comunicarles y decirles a la cara que no tenéis decencia ni vergüenza, que no sabéis lo que es el respeto a un difunto ni a los demás compañer@s de trabajo, que no sabéis diferenciar lo importante de lo irrelevante, que sois alimañas y no os podéis considerar ni siquiera seres humanos.

Ojalá quede para siempre en vuestras conciencias el recuerdo de vuestra negligente actuación, y que sobre vosotr@s caiga la mayor de las sanciones y responsabilidades. Lo único esencial en la vida es la propia vida y no el trabajo, y ante la falta de vida, lo siguiente más esencial es el respeto a esa persona fallecida, a sus familiares y allegados, y también a sus compañer@s de trabajo cercanos.

Falta de prevención en las empresas de Telemarketing

Desconozco si Inma ha fallecido como consecuencia de realizar nuestro trabajo, o si hubiera fallecido igualmente en otro lugar, en otro momento o haciendo otras labores diferentes. Pero sí estoy convencido que el estrés, ansiedad y agobio que padecemos asiduamente los teleoperadores/as es un agravante y un posible origen de su muerte. No es la primera vez que ocurre un fallecimiento en una empresa de Telemarketing, y estoy harto de ver en mi centro de trabajo la llegada de ambulancias para recoger a compañer@s por desmayos y desvanecimientos, crisis de ansiedad, ictus y ataques al corazón.  

Desconozco con certeza si se actuó con rapidez en la solicitud de los servicios de emergencia, si en el centro de trabajo había alguien con los suficientes conocimientos médicos para haberla salvado, si existía o no desfibrilador automático en ese centro, pero desde luego que no fue suficiente para salvar la vida de nuestra compañera Inma. Las empresas de Telemarketing, los servicios de prevención y los sindicatos tienen que buscar soluciones para que esto no vuelva a suceder. No puede volver a ocurrir. No puede volver a morir ningún teleoperador/a en su puesto de trabajo.

La insensibilidad de Konecta e Iberdrola

Konecta e Iberdrola han mostrado una actitud indecente y falta de sensibilidad y humanidad por el fallecimiento de nuestra compañera. Ni una empresa ni la otra han dado el pésame público a los familiares y seres queridos. Konecta no ha emitido ni un mísero comunicado interno informándonos a las demás campañas de otros zonas de España de lo ocurrido y lamentando lo sucedido. Ni siquiera en su pagina web oficial hay referencia alguna, ni se ha realizado un acto de reconocimiento, minuto de silencio o parón por su fallecimiento.

Y tampoco Iberdrola, como empresa cliente de Konecta e interesada en ofrecer un servicio de atención telefónica a sus consumidores, ha emitido ningún comunicado al respecto. Al fin y al cabo, Inma y el resto de teleoperadores/as de esa campaña son la voz de Iberdrola, son lo que hablan en nombre de Iberdrola y la representan al teléfono cuando llaman sus clientes.

Para estas dos empresas somos mero ganado, carne de cañón, kleenex de usar y tirar, reemplazables en cualquier momento. Se caracterizan por su indecencia, falta de escrúpulos, insensibilidad y falta de empatía hacia los teleoperadores/as.

Los teleoperadores/as también somos responsables

La automoción también busca Call Centers

 Pero nosotr@s, los teleoperadores/as, también tenemos nuestra parte de responsabilidad en lo sucedido. No podemos permitir que ante la situación que se vivió en esa plataforma, los compañer@s de Inma siguieran atendiendo llamadas, sin rechistar y obedeciendo las órdenes de sus superiores, con el cuerpo aún caliente de su compañera en el suelo. Por respeto a Inma deberían de haberse levantado de sus puestos de trabajo, haber colgado los cascos e haberse ido inmediatamente del edificio, sin tener miedo a posibles sanciones o despidos. Porque ese día fue Inma, pero mañana puedes ser TÚ.

Nuestros valores son más importantes que nuestro trabajo. Solo respetándonos a nosotr@s mismos y a los nuestros, dignificaremos nuestra profesión. Acatar órdenes que sean contrarias a nuestros valores y a nuestra ética, solo nos hace ser peores personas. E igualmente, el resto de teleoperadores/as de Konecta, entre los que me incluyo yo mismo, o los teleoperadores/as de cualquier otra empresa de Telemarketing que tuvieran constancia de este fallecimiento, tendríamos que habernos levantado de nuestros puestos de trabajo, haber realizado algún pequeño acto de homenaje en memoria de Inma o incluso un minuto de silencio por respeto a nuestra compañera. El día 13 de junio le tocó a Inma, pero mañana puedes ser TÚ o YO. INMA, ALLÁ DONDE ESTÉS, DESCANSA EN PAZ

Os animo a que reflexionéis sobre este tema y dejéis vuestras opiniones y comentarios al respecto, así como rebloguear, compartir, o pinchar en el botón de «Me gusta». Igualmente, podéis seguirme a través de twitter o facebook.

 Pikaza.

Los tres poderes del sistemamuerte que ha dejado muerta a la teleoperadora del nuevo coliseo 2023.

Dios o el dinero

La noticia anterior me ha hecho volver a la página central de mi libro  Dios o el  dinero. Los antiguos gladiadores del coso romano morían con cierta dignidad… y la plaza se paraba ante su muerte. En este momento, los gladiadores reducidos a simples tele-operadores de un sistema anónimo de capital-empresa-mercado mueren en silencio, en guerras impuestas por el mismo capital, el sillas de trabajo de una aséptica oficina de tele trabajadores… tras una mampara, sin ver a la gente que vive y muere con/por ellos. 

En vez de Dios Padre-padre (persona) hemos puesto Capital. Parece providente, ofrece beneficios tangibles a sus siervos y devotos, pero, conforme a la acepción que judíos y cristianos daban a ese término, es un «ídolo»: No es fuente de gracia (creador), ni comunicación real, sino Mamona sobre todos los grupos y personas (cf. Mt 6, 24). Vale en sí: es el principio al que todo lo demás se subordina. En ese plano, contra los posibles ensueños politeístas post-modernos, parece que sólo hay un Dios imperante, que no es Yahvé, Allah, ni Padre, sino el Capital todopoderoso.

En vez de Dios Hijo, Dios-hermano, Dios amigo, hemos puesto  la Empresa,  que no tiene hermanos ni amigos, sino siervos, un engranaje de operadores al servicio del capital. Hombres y mujeres vivían antaño en contacto inmediato con la realidad, campo y mar, lluvia y cosecha, que eran signo de Dios (hierofanía); las nuevas religiones han destacado la importancia de los enviados de Dios (Cristo o Mahoma, Buda o Krisna). Pues bien, el sistema neo-liberal ha divinizado la empresa productora. Más que los bienes naturales o el trabajo personal, importa la «fábrica», que no crea vida, sino medios de consumo. Ella parece el Cristo actual y se eleva sobre grupos y pueblos, sin fronteras. Procede del Capital y le sirven, ofreciendo trabajo y consumo a sus beneficiados, como Mesías productor.

El vez del Dios Espíritu Santo se ha impuesto el Mercado. Antes había naciones (unidades de generación), iglesias (castas, Shanga, pueblo, comunidad, Umma...) o estados, lugares de manifestación de Dios y encuentro humano. Ahora los hombres tienden a comunicarse de un modo indirecto, a través del mercado, donde van los devotos a ver, admirar y comprar. Su influjo se extiende por doquier, de forma que todo se logra pagando, si uno «dios» está en el otro: capital en empresa y mercado; mercado en empresa y capital... El mundo entero es una feria sin ni trabas, donde se compran incluso personas[1].

 Esta es la trinidad dominante (Banco-Capital, Fábrica-Empresa, Comercio-Mercado), que define la infra-estructura del sistema y crea una super-estructura ideológica, a su propio servicio. Así se expresa el Dios neo-liberal y monolátrico, que exige adoración suprema, aunque a su lado permita que existan otros dioses privados (menores), mientras no le estorben, ni impidan cumplir su cometido. C

ada hombre puede cultivar sus sueños particulares de tipo estético o afectivo, familiar o religioso, de manera que el sistema parezca espacio de libertad formal, contra toda dictadura externa. Pero esa libertad acaba estando al servicio del capital (que las empresas produzcan, que el mercado se extienda), no de las personas y grupos marginados[2].

Este mundo del mercado es un peligro para todos. Los vencedores pueden perder sus valores personales. Los vencidos pierden incluso la vida, quedando marginados: Nadie les mata físicamente, ni les impide escoger en teoría a su dios; pero al quedarse fuera de las redes del mercado dominante parece que no existen. Surge así una situación de gran riesgo, que no es la muerte de Dios (a quien nadie puede matar, si es que existe), sino la muerte del hombre, que nosotros mismos podemos provocar, por la bomba, la manipulación genética y la angustia

 Notas

[1] Cf. R. Petrella, «Le Dieu du capital mondial»: Où va Dieu?, Revue de l’Univ. de Bruxelles 1999, 1, pp. 189-204.

[2]Esta religión del capital-mercado convierte en compra-venta los valores personales o afectivos, estéticos o lúdicos, para gloria de sí misma. Para ello necesita promover un tipo libertad de tele-comunicación impersonal, nueva en la historia. Este es quizá el primer sistema que está introduciendo expresamente en su estructura el poder de una comunicación impersonal de teleoperadores y sistema de IA en el que no importa la vida-muerte de las personas, sino que el sistema siga, que la máquina no pare, que el espectáculo de muerte se eternice a sí mismo.  

Hemos superado otros patrones de riqueza (ganadería, oro, petroleo...) y hemos puesto en el centro la palabra, abriendo así un camino que puede ser muy positivo: Dios es Palabra y allí donde ella se proclama (como hizo Jesús) puede abrirse un proceso de comunicación libertadora. Somos muchos los que (dentro del sistema neo-liberal) hemos conseguido una vida mejor, pero debemos expandir lo conseguido a toros, empleando en especial los medios de comunicación, de forma que ellos sean signos de transparencia humana

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