Card. Cipriani (Lima) y G. Garatea: La iglesia que se desmorona

Me escribe el compañero Juan B. desde Lima:
«Estimado Xabier… Quisiera que publique el artículo adjunto, de José Luis González, sobre el caso del P. Gastón Garatea. El arzobispo de Lima, Cardenal Juan Luis Cipriani, no le ha renovado sus licencia sacerdotal aludiendo declaraciones que no estaría alineadas a lo que quiere la Iglesia (a favor de la unión civil de los homosexuales, de la no obligatoriedad del celibato a los sacerdotes, de una iglesia menos centrada en el dogma y más en el evangelio, etc.

El trasfondo es la diferencia de visiones, pues Gastón es un sacerdote ligado a los pobres y a una visión eclesial distinta a la del Opus Dei, al que pertenece el Cardenal.Junto con el artículo de Jose Luis González, que refleja lo que hay detrás de la sanción, adjunto el comunicado de la comunidad Héctor de Cárdenas a la que pertenezco, para que se ilustre sobre el tema. Puede también publicarla.Si requiere mayor información con todo gusto me la puede solicitar. Atentamente. Juan».



He venido siguiendo con sumo interés, desde hace muchos años, la trayectoria de la Iglesia de Perú. Conozco a Cipriani muy bien, por el testimonio de un obispo amigo y compañero, del propio Perú, que ha sufrido a Cipriani por años, y que está ahora jubilado. Por cariño y respeto no cito su nombre, pero él avala en general lo que dice Garatea, que es religioso de los Sagrados Corazones SSCC.

En las imágenes aparecen Cipriani, Garatea y el benemérito Héctor de Cárdenas, que fue religioso ejemplar de la Comunidad de los Sagrados Corazones (SSCC), que se ha distinguido siempre por su honda espiritualidad, por su espíritu de Iglesia, comunidad a la que pertenece G. Garate Yori.



Los lectores de mi blog conocen ya con seguridad el caso del enfrentamiento Cipriani-Garatea, unido al caso Cipriani-Universidad Católica de Lima. No quiero ofrecer aquí mi opinión,pues la he presentado en otros lugares. Lo mejor que le puede pasar a la Iglesia de Lima y Perú es que Cipriani se jubile y deje las instancias de poder en que se encuentra. Lo mejor es que todos puedan dialogar con espíritu nuevo, y en especial la Universidad Católica, en clave de fidelidad al evangelio y de encarnación en la vida real de la Iglesia en Perú y en el mundo.

Aquí me limitar a dar gracias a Juan B. por su carta, a J. L. González por su escrito y, sobre todo, a la Comunidad de los Sagrados Corazones (¡mi comunidad en tantas cosas, ánimo amigos!) por su testimonio. Buen día a todos.

Jorge Gastón Garatea Yori (*Lima, 17 de noviembre de 1940), es sacerdote peruano de los Sagrados Corazones. Fue presidente de la Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza, con la que participó también en el Acuerdo Nacional. Actualmente se desempeña como Asesor en temas de Responsabilidad Social para la Pontificia Universidad Católica del Perú.
De joven estudió en el Colegio Sagrados Corazones Recoleta de los Sagrados Corazones de su ciudad natal. En Chile estudió Teología y se ordenó sacerdote (católico).Ha sido también comisionado de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Ha sido profesor del Instituto de Estudios Teológicos Juan XXIII de Lima. Comprometido en las causas justas y con los pobres.




CIPRIANI Y LA IGLESIA QUE SE DESMORONA
Una reflexión desde México
José Luis González M.


Estas reflexiones se generan, lejos del Perú, a raíz de la suspensión o privación del ejercicio de su ministerio, al sacerdote peruano Gastón Garatea Yori ss. cc., por parte de su propio obispo, el 10 del presente mes (mayo, 2012).

Conozco al Cardenal de Lima desde sus tiempos de cura raso en Abancay (sur del Perú), en los inicios de su feroz trayectoria pastoral como miembro del Opus Dei, su tenaz batalla contra aquellos textos docentes de avanzada de los meritorios jesuitas Idígoras y Bastos, sus convenientes cercanías a ciertos sectores de los militares peruanos en Ayacucho y otras andanzas más. Se puede decir, sin ánimos de señalar méritos, que siempre ha sido hombre de una sola pieza y una sola línea. Pertenece al clan de quienes jamás aceptarán que otra Iglesia, otra teología y otro tipo de relación con el mundo, son posibles. En el ambiente de la iglesia católica peruana de aquellos años, que un miembro del Opus Dei fuese designado Cardenal de Lima no tuvo nada de extraño. Pero sí que lo fuese un hombre del perfil intelectual y temperamental de Cripriani. Eran tiempos en que, no por casualidad, el Opus Dei era muy fuerte en el Vaticano y muy cercano a Juan Pablo II y a su proyecto de iglesia centralista, autoritaria y radicalmente clerical. También eran los días (que no han terminado) en que la propia iglesia amordazaba o vetaba a sus mejores teólogos.

Gastón Garatea, en el periodo que viene desde el momento en que terminó el gobierno de Alberto Fujimori y se impuso cierta voluntad de esclarecer tantas muertes y violaciones de derechos humanos ocurridos en su mandato, ha sido uno de los sacerdotes que más se ha distinguido por funciones y compromisos de justicia social, junto con equipos de personas de excelente calidad y entereza. La sanción eclesiástica a Gastón Garatea no proviene sólo de la bilis ultra ortodoxa de un cardenal del Opus. Seamos claros: este tipo de acciones se generan desde lo más profundo de un proyecto de restauración de la Iglesia Católica preconciliar impulsado desde Juan Pablo II quien, sin desmerecer los méritos que traía de su ministerio en la Polonia comunista, se creyó poseedor de una misión que venía desde el cielo: rescatar a la iglesia de los excesos derivados del concilio Vaticano II.

¿Qué excesos? Entre otros: la autonomía de las iglesias nacionales y diocesanas, la libertad de investigación de los teólogos, el avance en los nuevos planteamientos de la moral sexual y el control de la natalidad, la libertad de indagar y poner en cuestión el celibato sacerdotal obligatorio, cualquier teología con cierta dimensión social, etc. Frente a esos supuestos excesos, Juan Pablo II implementó un proyecto de iglesia centralista, autoritaria y absolutamente clerical que, hasta el día de hoy, amordaza y silencia a sus mejores personas, sobre todo si son clérigos. Desde entonces, en la iglesia católica, se eligen y nombran, para cargos de toda la línea jerárquica a quienes han demostrado entrar por el aro.

Definitivamente: se prefieren a los sumisos antes que a los inteligentes y valientes. Estamos ante una institución que, al menos en sus más altas jerarquías, cree más en sí misma y en su poder, que en su misión. Por eso al cardenal le incomodan tanto sus sacerdotes que, como Garatea, han sido parte de instituciones tales como la Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza, la Comisión de la Verdad y, más recientemente, mediadores en los conflictos mineros de Cajamarca. Tal pareciera que en los momentos más álgidos, preocupan más los desobedientes que piensan por si mismos, que los muertos.

El cardenal Cipriani es indicador de una crisis mucho más profunda que lo que puede significar la suspensión ministerial de un sacerdote en el Perú o en cualquier parte del mundo. Coincidiendo en el 2010, el jesuita egipcio Henri Boulard (3/I/2010) y el teólogo alemán Hans Kung (15/04/2010) condiscípulo de Benedicto XVI en la universidad, enviaron al actual Papa sendas cartas de alarma sobre el futuro de la actual Iglesia Católica.

H. Küng: “preocupado por esta nuestra Iglesia, sumida en la crisis de confianza más profunda desde la Reforma”, os dirijo esta carta abierta porque “en lo tocante a los grandes desafíos de nuestro tiempo, su pontificado se presenta cada vez más como el de las oportunidades desperdiciadas, no como el de las ocasiones aprovechadas”.

Henri Boulard: “Sabrá disculpar mi franqueza filial …pues mi corazón sangra al ver el abismo en el que se está precipitando nuestra Iglesia…”.
“Le agradeceré también sepa disculpar el tono alarmista de esta carta, pues creo que "son menos cinco" y que la situación no puede esperar más”.


En las respectivas cartas, los dos autores recogen, entre las cuestiones pendientes urgentes que le presentan al Papa, lo que el cardenal Cipriani ha considerado motivo de suspensión ministerial en el comportamiento y declaraciones de Gastón Garatea. Tal pareciera que los cinco minutos no serán suficientes.

El Vaticano sigue reproduciendo en sus nombramientos este modelo de iglesia. Me atrevo a pensar que los dos próximos Papas, hoy ya son obispos y caminan al paso del Vaticano. Puede ser que este modelo de iglesia esté ya garantizado para los próximos 50 años. Por tanto, será difícil que la crisis señalada por esos dos teólogos sea superada positivamente desde arriba. Si es así, sólo quedaría una alternativa para esta estructura vertical y autoritaria de la iglesia: la respuesta desde abajo! Sólo pensarlo producirá cierto vértigo a muchos ministros.

Así las cosas, me viene a la mente algo que hasta ahora nunca lo he visto aplicado a las iglesias. En el mundo de la antropología, en las últimas décadas, se ha hablado mucho del patrimonio cultural intangible de países e instituciones. Ciertos patrimonios culturales son declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO para favorecer su conservación. Me pregunto si la crisis a la que nuestros dos teólogos citados se refieren, no podría ser la base de una acusación en forma, de malversación de capital moral, intelectual e institucional que atenta contra los dos mil años de historia del cristianismo.

Mientras se dirime mi pregunta, me quedo pensando en una ocurrencia traviesa: ¿Qué haría el Cardenal Cipriani si 400 sacerdotes de su archidiócesis, en esta semana entrante, salieran a la Plaza de Armas de Lima portando el grito silencioso de una gran pancarta en la que se leyera: “NOSOTROS TAMBIÉN, CARDENAL!” Porque todo indica que tendrá que ser desde abajo.


Ciudad de México, 12-V-2012


COMUNIDAD LAICAL SAGRADOS CORAZONES HÉCTOR DE CÁRDENAS
POR UNA IGLESIA AL SERVICIO DEL EVANGELIO
SOLIDARIDAD CON EL PADRE GASTÓN GARATEA SS.CC.


La Comunidad Laical SS.CC. Héctor de Cárdenas conoce al P. Gastón Garatea desde 1972, año en que junto con el P. Héctor empezó a acompañar nuestra vida eclesial. En todo este tiempo hemos apreciado su fe en el Señor Jesucristo, su fidelidad a la Iglesia y compromiso con los más necesitados. Expresión de ello ha sido su reconocida participación en la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza, en la
Comisión de la Verdad y Reconciliación, en la dirección del Instituto de Pastoral Andina y su labor educativa en el colegio SS.CC. Recoleta.

Por ello nos duele profundamente la decisión del Arzobispo de Lima de no renovar las licencias ministeriales al P. Gastón Garatea. Esta decisión nos confunde porque las causas esgrimidas, sus declaraciones sobre temas opinables, dejan entrever otro tipo de motivaciones.

Además, nos indigna y preocupa como miembros de la Iglesia el estilo de conducción de la vida eclesial que sustenta esta medida, porque constatamos que está cada vez más lejos del estilo dialogante y corresponsable que impulsó el Concilio Vaticano II.

Este estilo es un escándalo que daña la imagen de la Iglesia y desalienta nuestro caminar como discípulos de Jesús. La implícita censura al P. Gastón Garatea se suma a otras tantas que se han dado en la diócesis de Lima.

Frente a esta situación queremos dar testimonio de lo que representa el P. Gastón para nuestra comunidad eclesial: un guía espiritual, una vida coherente con el Evangelio, con intensa vida de oración y un fiel animador de nuestra vida sacramental.

Expresamos nuestra solidaridad con el P. Gastón Garatea, y pedimos al Arzobispo que rectifique la medida por la que se le impide ejercer en Lima su ministerio sacerdotal. Invocamos a la comunidad de creyentes, y en particular a sus pastores, a guiarse del Evangelio como criterio fundamental para sus juicios, normas y estructuras. Una Iglesia desligada de “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los
hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” [GS. 1] no es la Iglesia de Jesucristo.

Comunidad Laical Sagrados Corazones Héctor de Cárdenas
Lima, 15 de mayo de 2012
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