Cazadnos las raposas (CB 16). Mística y riesgo de raposas eclesiales (X. Segura)

Conocí a Xabier Segura el año 2002/2003. El era estudiante de un nueva “Congregación” cristiana llamada Seminario del Pueblo de Dios, fundada por Francesc Casanovas Martí (1938-2002), con el fin de encarnar el Evangelio y el Vaticano II en una forma de vida que uniera mística y comunión cristiana en grupos comunitarios de honda experiencia (en la línea de San Juan de la Cruz) y de inserción eclesial de tipo familiar y comunitario.

Así lo entendí al menos yo. Xabier  segura quería elaborar y defender conmigo, en esa línea, una tesis doctoral en teología, sobre San Juan de la Cruz en la Universidad P. de Salamanca.  Nos pusimos de acuerdo. Me entendí con él, tengo un gratísimo recuerdo  suyo, pero al fin desistimos, puso yo tuve que dejar la enseñanza en una universidad de la Iglesia. Xabier presentó y defendió la tesis en la U. P de Comilla.

Casanovas murió y el Seminario del Pueblo de Dios  (donde ha seguido Xabier)ha sido investigado, intervenido y suspendido, en espera de juicio por ciertas “irregularidades” referentes a la pretendida mística y conducta de algunos miembros del “seminario” (como podrá verse en google).

Aprendre a Pensar en un mon canviant - Xabier Segura - 06/05/2023 Vil ...

SEGURA ECHEZÁRRAGA, Xabier. La espiritualidad esponsal del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz. Ávila: Institución Gran Duque de Alba, 2011, 389 p. 

No quiero entrar en razones, pero es evidente que el fondo del tema de la tesis de Xabier y de la "intervención eclesial” del Seminario del pueblo de Dios hay un asunto  vinculado con lo que Juan de la Cruz llama “raposas” (cazadnos las raposas. Cántico Espiritual  16, un tema que a su juicio era el más importante de la iglesia (tras el estallido místico de Cántico Espiritual 14-15,) un riesgo unido al cierzo eclesial y a las ninfas engañosas).

Estoy inmensamente dolido por cómo han surgido y seguido las cosas. Por vosotros oro, Xabier, y por toda la iglesia. Que no sea en vano lo que habéis querido hacer, que no será, con ayuda del Dios del amor, gozo y paz, las tres cosas, unidas e inseparables (Gal 5, 22)

No sé si las raposas mayores  eclesiales (que eran para Juan de la Cruz el primero de los males de la Iglesia) están en la vertiente del Seminario del pueblo de Dios o en la otra vertiente. Dejo el planteamiento del tema así,  que lo estudie y decida cada uno, de un lado o del otro, informándose bien. Yo sólo quiero acompañar aquí a Xabier, decirle “´animo”, que su proyecto y camino me parecía y me sigue pareciendo) espléndido.

Adelante  con el fondo-fondo de vuestra experiencia, con vuestro compromiso en iglesia, con la mística esponsal, en este tiempo en que el Papa León está prometiendo un documento sobre el matrimonio. Quiero mandar desde aquí un recuerdo muy cariñoso  a tu hermano Joseba, también paisano y de Bilbao.

En la reflexión que sigue me limito a poner el juicio de mi amigo F Brändle sobre la tesis… y mi comentario sobre las raposas eclesiales en San Juan de la Cruz, Cántico B 16.

SEGURA ECHEZÁRRAGA, Xabier.

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La espiritualidad esponsal del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz. Ávila: Institución Gran Duque de Alba, 2011, 389 p.

Una vez más la Institución Gran Duque de Alba apuesta por ofrecer a los lectores de sus trabajos editoriales libros que favorecen el conocimiento de los dos grandes místicos abulenses: santa Teresa y san Juan de la Cruz.

Aparece así publicada esta tesis doctoral defendida en la Universidad de Comillas (Madrid) el 2 de marzo de 2009. Como su autor nos recuerda en la dedicatoria, está orientada a enriquecer desde la doctrina del Santo uno de los temas de la espiritualidad cristiana hondamente presente en la espiritualidad de Francesc Casanovas: la esponsalidad, entendida como símbolo de la realidad divino-humana tal y como aparece en el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz. Cuatro grandes capítulos vertebran la obra.

 En un primer capítulo ha querido el autor iniciar su investigación desde la experiencia   concreta de san Juan de la Cruz, partiendo de su propia vida, que el autor recuerda no en tanto en cuanto se vuelve a hacer una síntesis de la misma, cuanto en lo que ha supuesto su estudio y clarificación, contando sobre todo con los aportes que sobre la misma hicieron grandes   figuras de la cultura francesa interesados por nuestro místico, destaca entre ellos J. Baruzzi. Bien informado sobre la polémica que crearon los trabajos del citado autor ha sabido exponer a la luz de los posteriores estudios por grandes sanjuanistas españoles sus luces y sus sombras.

LA ESPIRITUALIDAD DEL Simbolo Esponsal En El Cantico Espiritual D EUR ...

Lo más interesante, que el autor destaca para centrar así mejor su investigación, es descubrir que más importancia habría que dar al estudio del símbolo esponsal, que al de la noche, que cautivó a Baruzzi. Con ello el autor desemboca en una buena presentación de lo que entiende por el símbolo esponsal en el campo de la espiritualidad.

El segundo capítulo lo dedica al comienzo a la primera redacción del Cántico, conocido como Cántico A. Su génesis, tanto poética como el comentario, bien documentada y expuesta, es también explicada como fruto de esa visión del símbolo esponsal que conlleva el trato de san Juan de la Cruz con las carmelitas del Beas. Interesantes cuadros sinópticos muestran sugerentes intuiciones del autor.

Ofrece su interpretación de lo que sería el paso a la segunda redacción, como una visión escatológica, al tiempo que se detiene en presentar esta realidad en su dimensión esponsal, destacando también otros símbolos que le sirven de apoyo, como el símbolo del paraíso.

El tercer capítulo es un recorrido por el Cántico en su segunda redacción, con la exposición ya esquematizada en desposorio y matrimonio. La visión del autor, llena de interés, merecería ser enriquecida y matizada en su visión escatológica. La perspectiva de la escatología realizada, que aparece en el Cántico A, es algo que se puede descubrir fácilmente y hace a nuestro místico mucho más actual. Esto es lo que el autor apunta en el epílogo.

H Segura, Espiritualidad y Liderazgo siglo XXI, parte 1 - Bíblica ...

El cuarto y último capítulo nos permite recapitular lo expuesto destacando los elementos fundamentales de la espiritualidad esponsal, tal como aparecen en la segunda redacción del Cántico espiritual. El autor descubre en Juan de la Cruz el gran maestro que ha sabido sintetizar la tradición mística, tanto alegórico esponsal como de interiorización, y al mismo tiempo el gran conocedor del hombre creando una visión antropológica en perfecta sintonía con el misterio de la Encarnación, que la ilumina.

Con ello desemboca el libro que presentamos en un apartado dirigido a ofrecer una panorámica de la espiritualidad desde la clave esponsal para el siglo XXI. Destacamos las consideraciones que hace en torno al “eros” abierto a esta comunión con Dios que supone la maduración del hombre en este campo afectivo, y no la aniquilación del mismo.

Apunta también a una visión muy actual de la mística esponsal desde la comunión interhumana, recordando que la experiencia de la inhabitación trinitaria en la vida de cada persona, a la que nos conduce la unión con el Esposo, ha de ser profundizada en línea de relación interpersonal. Junto a una escogida bibliografía el libro ofrece un buen anexo fotográfico. F. Brändle, OCD

Cazadnos las raposas.

Primer problema de la iglesia (San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual CB 16. Reflexión de X. Pikaza)

 Da la impresión que todo está en calma. Pero en el huerto propicio del amor aparecen pequeños animales, que parecen jugar  sin maldad, pero que son un peligro para el amor en la viña. Son raposas ladronas que roen y devoran las flores del huerto impidiendo que  los amantes cultiven en calma sus amores.

Estas raposas son los primeros enemigos del amor y de la vida de la iglesia, como pone de relieve San Juan de la Cruz (=SJC) en Cántico Espiritual XVI (CB 16), después de haber presentado el pregón del Gran Amor (CB 14-15). Así piden los “amantes, diciendo:

  •  Cazadnos las raposas,
  • que está ya florecida nuestra viña,
  • en tanto que de rosas
  • hacemos una piña,
  • y no parezca nadie en la montiña (CB 16). 

Este canto no evoca animales terribles, leones o tigres devorando al amor. Tampoco alude a fieras como en CB 3, ni a la serpiente del jardín (Gen 2-3), que la tradición ha interpretado como Diablo. El problema no es de diablos, sino de raposas pequeñas, que son un peligro, pues juegan con astucia en las viñas, destrozando sus ramas y flores (Coment CB 16; cf. Ct   2, 15)[1].

Que está ya florecida nuestra viña. Este principio de amor se sitúa en primavera, como sabe el Cantar  2, 10-13  y la historia de los enamorados que empieza con pequeñas flores de la vid en primavera  (hacia mayo) para culminar tras el verano en la vendimia de otoño cuando se pisan o prensan racimos maduros para el vino en la bodega.

Por eso, hay que empezar cazando o expulsando raposas que comen las flores de primavera,  pues de lo contrario no se podrá conseguir vino en  otoño. Por ahora, la tarea de amantes y amigos será proteger flores  y sarmientos  frescos,  con sus verdes hojas, que devoran las raposas, para que maduren las uvas en otoño La preparación del vino (amor de bodas) necesita un tiempo largo, desde las viñas floridas de primavera (CB 16) hasta los racimos cargados de mosto de  otoño (CB 25-27).   

En tanto que de rosas hacemos una piña... Se trata, por tanto, de cuidar las flores, por nosotros mismos, con la ayuda de otros que mantienen alejados a los animales salvaje, conforme a la voz que decía: ¡Cazadnos las raposas!,   “Están los amantes deleitándose uno en el pecho del otro”, como viña “muy florida y agradable, en que ambos se apacientan y deleitan” (cf. Coment 16, 8), pero necesitan que les cacen las raposas,  en tanto que de rosas hacemos una piña, esto es, nos hacemos una piña  de amor..

Al decir “hacemos una piña”, amante y amado firman y declaran que ellos mismos se hacen gavilla de amor, como flores que expanden su aroma, mano a mano, beso a beso. Así se comunican y vinculan, trenzado su amor que es la vida como pétalos de rosa, rosas de racimo, siendo cada uno compañía y aroma para el otro,  en amor que sólo ellos, los amantes pueden cultivar y madurar a lo largo del verano, de primavera al otoño, sin peligro de raposas, cierzos y ninfas.  Esta  oración de amor de los amantes  no consiste sólo en  rezar juntos al Señor, sino en rezarse, vinculándose en palabra y corazón uno con otro[2]

Ejercicio de amor, de Pikaza Ibarrondo, Xabier. Editorial SAN PABLO ...

-  Cazadnos las raposas que está ya florecida nuestra viña. Amante y Amado están a solas, pero han de tener ayuda de otros  que les acompañan para  liberarles de otros cuidados que quererse, ahuyentando para ello las raposas y otros riesgos. Los amantes quieren sentirse acompañados y por eso piden a los hombres y mujeres de su entorno que les ayuden  creando un espacio-tiempo sosegado de amor, con  vino de las viñas maduras, como la madre de Jesús, en las bodas de (Jn 2, 2-11), como Juan, penitente del reío, que eera, amigo del novio Jesús, a quien preparó para las bodas (Jn 3, 22-30).     

-  En tanto que de rosas "hacemos" una piña. Por primera ve< aparece ese término (hacer) en relación con el amor (volverá en CB 30: hacemos las guirnaldas). El amor se “hace” (lo hacemos y nos hace), como un ramo de flores bien juntas, frágiles en su duración (se marchitan  si no son cuidadas), pero más fuertes y duraderas que todo el universo que todo el universo.

- Y no parezca nadie en la montiña. Antes estorbaban las raposas, ahora pueden molestar los curiosos que pasan por allí, para  escudriñar y “ver” cómo les va a los “estudiantes” de amor, en la montiña, sin permitir que mantengan y desplieguen en  gozo su propuesta de vida enamorada. Por esto, este canto pide soledad  en compañía, para que estos postulantes de amor avancen juntos, en este noviciado/noviazgo de evangelio amor (cf. CB 35).,  En un sentido, es como si el  resto del mundo desapareciera y quedaran solo ellos, amante y amado, en la montiña del amor, mientras todos los hombres y mujeres solidarios del entorno les ayudan cazando las raposas.

En este microcosmos del amor hallamos viña, huerto y un muro que protege a los enamorados (como dirán los últimos versos de CB 18 y CB 21).  Así lo ha debido sentir SJC, cuando empezó queriendo  separarse del mundo exterior (representado por la gran ciudad, Medina del Campo) para entrar primero en el Carmelo de la Antigua Observancia y después  en la Cartuja de los puros solitarios.

Pero Santa Teresa de Jesús  le mostró que la soledad implica solidaridad en el amor, de forma que era conveniente crear espacios de amor intenso, resguardado en un entorno social (conventual) bien protegido de raposas, ladronas de amor, en medio de las nuevas ciudades, con peligro de cierzos y ninfas, en comunión de amor, en la nueva sociedad, amenazada por enemigos, en pleno siglo XVI, en una sociedad convulsa, donde los “socios” de Jesús le habían enseñado no sólo poesía, belleza literaria, sino también un fuerte amor a Cristo que él (Juan de la Cruz) interpretó en la línea del Cantar de los Cantares.

Por eso SJC se decide a recorrer la travesía del amor, de la primavera al otoño, diciendo en voz alta "cazadnos las raposas". "Y no dice cazadme, sino cazadnos, porque (el alma enamorada) habla de sí y del amado, porque están  los dos en uno y gozando la flor de la viña, que debe convertirse en vino maduro de reino (cf. CB 16,7).

             Una viña de amor. Éste es un  momento decisivo en el proceso del poema. Hasta ahora había sólo un cruce de monólogos. Cada uno hablaba al otro desde sí mismo; no habían conseguido unirse en un nosotros de vida compartida. Ahora ha surgido el nosotros, tras el encuentro de amor y la cena,  SJC empieza a utilizar el “nosotros” de amor, en vida compartida, diciendo: cazadnos, hacemos… raposas… (cf. CB 13-15).   

-Están juntos los amantes: han hallado una palabra compartida, y así hablan en primera persona del plural; diciendo a los otros  cazadnos, diciendo ellos mismos hacemos….Así cultivan su viña de  amor pidiendo a los de fuera que les cacen las raposas y afirmando que ellos están bien ocupados en hacer (hacemos) las guirnaldas o coronas del reino de amor, haciéndose una piña…  

- Estos motivos  forman parte de una tradición de amor que arranca del Cantar de la Escritura donde se dice que los novios de amor, ella y él, han de estar protegidos pos los de la novia, guardianes del amor sobre la tierra. Precisamente aquí, en el lugar de mayor intimidad, hallamos la mayor apertura a los demás, pues los enamorados piden auxilio a los amigos, diciendo que les cacen las raposas y mantengan su paz para el amor en la montiña.

 Con su habitual libertad, SJC  ha construido esta canción tomando rasgos procedentes del Cantar 2,15 (capite nobis  vulpes párvulas quae demoliuntur vineas, cazadnos las zorras pequeñas)…. La estrofa tiene, por lo tanto, dos sujetos: los enamorados que construyen su amor y los amigos que protegen la viña.

En el centro está la imagen de una viña en flor, amenazada por raposas, pero llamada a convertirse en vergel-jardín, donde los enamorados van recogiendo flores para entretejerlas juntos en ejercicio de belleza compartida y aman­te gratuidad. Viña es el amor, un huerto protegido y bien cuidado, donde el mismo sol del cielo, desde la primavera al otoño, madurando los racimos que han de hacerse vino intenso de vida compartida.

Conforme al profeta, Is 5,1-2, la viña es todo el pueblo de Israel, llamado a realizarse como amigo/amiga de Dios en un camino de fidelidad al amor. En ese contexto descubrimos que la viña no es sólo de Dios, ni es tampoco de los malos renteros judíos (cf. ninfas de Judea, CB 18) que desean apoderarse de la viña (cf. Mc 12, 1-12). La viña de amores de Dios eatá formada por todos los amantes de la vida,  varones y mujeres, sin más tarea que aprender, vivir y cultivar amor sobre la tierra.

- Está ya florecida nuestra viña… pero deben madurar los racimos, convirtiéndose en vino en la en la bodega. Por una parte, la viña del amor está cargada de promesas: la flor es signo y promesa del vino que vendrá pronto corno amor ya realizado. Pero ella está amenazada por raposas, combatida por cierzos que hielan y  secan toda vida, disputada por ninfas que son amores inmaduros que suplantan y destruyen el amor verdadero

- Desde aquí se entiende el proyecto de vida y misión de SJC, la contra-reforma del Carmelo. Eran tiempos recios de evangelio como había puesto de relieve Santa Teresa). Eran tiempos de contra-reforma jesuítica, que SJC conocía de primera mano por su tiempo de trabajo y estudio en Medina de Campo  Pues bien, su proyecto de vida fue (era) la creación de hogares intensos de amor en la iglesia, esperando que llegaara el otoño de la culminación[3].

El amor: necesita un contexto favorable y una vivencia interior que debe cultivarse en gratuidad. Aunque es lo más íntimo (no aparezca nadie en la campiña), el camino del amor se encuentra, amenazado por raposas, que son peligros de envidias y recelos, de dureza, legalismo, imposiciones. Son muchos los que viendo que la viña del amor ya ha florecido quieren marchitar sus flores, no soportan la belleza ni la dicha del amor en libertad. Inventan leyes, estructuras o exigencias que, en el fondo, sólo sirven para hacer que no haya flores en la viña; no saben amar; no se atreven a vivir, y así deciden destruir la vida hermosa y bella de los otros con el fin de que nadie sobresalga. Son la raposa del poema[4].

Estarnos en una primavera/adviento  de  iglesia (año 2025), tiempo de amor de flores que deben convertirse en frutos, comienzo de amor que desemboca en otoño de la interior bodega (boda de la vida) de la vida compartida, como la primavera de SJC, hacia el año 1580.

Por eso los amantes tejen el camino de su amor trenzando "de rosas una piña". Los amigos externos pueden (deben) ayudarles cazando raposas; pero nadie puede tejer por otros la piña de amor, nadie puede aquí sustituirles.

Hacemos una piña significa nos hacemos una piña. De esa forma, mientras vamos recogiendo y reuniendo flores en racimo, buscando cada uno aquello que embellece al otro, nos hacemos todos un racimo o, mejor dicho, una piña de amor, en armonía de colores y belleza.

Este "trabajo de amor" es muy frágil, pues frágiles son los pétalos de rosa. Por eso los debemos cuidar con pensamientos, palabras y gestos, en proceso de comunicación y transparencia. Muchos piensan que no sirven para nada las flores libres de los campos, esa profusión de aromas y colores que engalanan la tierra; pero decir eso significa no entender ni aceptar el evangelio. Pues bien, ese trabajo inútil de buscar mil flores floreciendo con ellas (como ellas), para abrazarse y juntarse como piña (cf. CB 16,9) en despliegue de belleza y amor de  vida de gratuidad es el principio y centro del evangelio.

NOTAS

[1] Las raposas no pueden destruir o matar a los amantes, pero podrían arruinar el gozo y fruto de la viña. "Cazar las raposas" significa abrir caminos de libertad para el amor.

[2]  Éste es el mensaje de fondo 1 Cor 14, 16 como he destacado en Enséñanos a orar, lectura cristiana de los salmos, Verbo divino, Estella 2023.  No se han juntado en la viña, a campo abierto, para crear una escuela de propagando epiritual, sino una casa de amor mutuo. Por eso, su oración es quererse, su eucaristía amarse, alimentarse cada uno de la vida del otro, no cada uno por si, no separados, entre paredes de celdas independientes, sino sobre la abierta viña de amor de la tierra.  Así podemos repetir y condensar el argumento.

[3] Este proyecto de crear “comunidades”, esperando la venida del Amado, retoma la dinámica de Pablo que (conforme al proyecto final de Romanos). Crear crear de oriente a occidente (Hispania) comunidades de vida mesiánica  esperando al “amado” Cristo).  

[4] Por eso el verso dice cazadnos las raposas, es decir, los enemigos del amor primero.  Muchas “raposas”, enemigas del amor en libertad de Cristo, había en tiempo se SJC. Muchos enemigos sigue habiendo en nuestro tiempo, dispuestos a cazar, roer y destruir cualquier flor o sarmiento  de amor (de vino de vida) en la iglesia.  Por eso sigue siendo esencial este canto de amor en libertad, que comienza con la propuesta y petición de Juan de la Cruz Cazadnos las raposas.  

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