25.4.21. Buen Pastor: Amigo de hombres, no guardián de ganado

Hoy es el día del Buen Pastor de la que he tratado en varios escritos y páginas de mi Diccionario de la Biblia.   

Esta imagen y fiesta de Jesús pastor y sus pastores está tomada del Evangelio de Juan (Jn 10, 11-18), donde se dice el Buen Pastor no se impone ni ejerce potestad sobre el ganado, pues no tiene más "oficio" que amar a personas: Las “conoce”, dialoga y comparte la vida con ellas. Esta imagen del Buen Pastor, amigo de personas, no guardián de ovejas sumisas,es la clave del Evangelio de Juan (Jn 21).

No todos aceptan por igual esta imagen/tarea del Buen Pastor amigo, no guardián de ovejas, de manera que ha surgido (sobre todo desde el siglo XI) la visión de un Pastor Jerarca con “sacra potestad” sobre las ovejas, para protegerlas desde arriba, como está mostrando estos días un curso del antiguo Obispo-Cardenal de Madrid en la Facultad de Teología de San Dámaso.

   No entro aquí en esas cuestiones de potestad  jurídica, sino que me limito volver a la raíz del evangelio del Buen Pastor (Jn 10;21), para insistir después en la interpretación de San Juan de la Cruz, quien presenta a Jesús como amor/amigo,  que no guarda ganado, pues sólo en amar es su ejercicio.

El Logos en el Arte Universal: Yo soy el Buen Pastor

10, 11-18. Yo soy el Buen Pastor. Evangelio del Domingo.

En aquel tiempo, dijo Jesús: "Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que al Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente.

Le Catacombe cristiane

  1. No es “pastor” cristiano quien guarda ovejas (quien las domestica y domina, ni siquiera para bien) sino quien “conoce personas”. Bíblicamente, “conocer” (ginôskô) es crear relaciones de amor entre personas, en sentido intelectual y afectivo, económico, social; así se dice que hombre y mujer se conocen cuando se aman, así se conocen hijo y padre (cf. Mt 11, 27-27), amigos, compañeros… El buen pastor no sólo conoce, sino que “es conocido”, como sigue diciendo el texto (y mis ovejas, esto es, mis amigos, me conocen).
  2. Buen pastor, esto es, buen amigo es el que crea relaciones de solidaridad con sus amigos (a quienes, simbólicamente, podemos seguir llamando ovejas). No las utiliza (no las compra-vende), no está por encima de ellas, sino que las ama y se deja amar por ellas, lazos de libertad solidaria y comunión hasta (y por encima) de la muerte.
  3. Ésta es la revelación del Padre, es decir, la presencia más honda de Dios, es decir, la religión. Aquí y sólo aquí se revela Dios Padre. Así dice el texto que Jesús es Hijo de Dios (buen pastor) porque “conocer a las ovejas” (a los hombres/mujeres), porque ama y se deja amar por ellos, en vida y en muerte, en libertad.
  4. Esta es la única potestad cristiana, el poder creador del amor, que nos hace a unos “pastores” (=compañeros, amigos, amantes/amados”). Por eso, los hombres no son siervos de Cristo, ni de ningún jerarca de potestad superior, sino amigos unos de los otros (Jn 15, 15).

Pedro ¿me amas? Pastorea mis ovejas (Jn 11, 25-19)

Simón, hijo de Juan ¿me amas? (Juan 21,1-19) - YouTube

Las palabras anteriores han escandalizado a muchos en la iglesia antigua, lo mismo que siguen escandalizando hoy día a muchos cristianos (incluso cardenales) partidarios de una “sacra potestas” jurídica por encima de la libertad y comunión interhumana. Por eso, muchos, partidarios de un “pastoreo duro” (propio de un Testamento Antiguo, encima mal interpretado) apelaban a Pedro como pastor-pastor, por encima de estas “veleidades” libertarias y amorosas de del Discípulo Amado, exigiéndole que se aclarara (=que rechazara lo que había dicho en el Cap. 10 del evangelio, sobre el Buen Pastor). El discípulo amado acepta el reto e interpreta lo antes dicho, en la página final de su evangelio: 

 Después de haber comido, Jesús dijo a Pedro:

- Simón, hijo de Juan, me amas más que éstos. Y le respondió: Si, Señor, tu sabes que te quiero. Y le respondió Jesús: Apacienta mis corderos/carneros.

- Y le dijo por segunda vez:  Simón, hijo de Juan ¿me amas? Él le responde: Si, Señor, tú sabes que te quiero. Y le dijo: Apacienta mis ovejas.

- Y le dijo por tercera vea: Simón, hijo de Juan ¿me quieres? Y se entristeció Pedro porque le preguntara por tercera vez ¿me quieres? Y le respondió, tú sabes todo, y conoces que te quiero. Y le dijo Jesús: Apacienta mis ovejas (Jn 21, 15-17).

            No voy a comentar este pasaje por entero, sólo a precisar tres cosas, a partir de lo que he dicho. En la iglesia de Pedro son muchos los que dudan de esta comunidad del Discípulo amado, y le exigen que acepte la autoridad oficial. El Discípulo amado y su comunidad la aceptan, pero sólo después de un “examen” que ellos hacen (con Jesús) a Pedro, con estos cinco rasgos: 

  1. Pastorear no es gobernar desde arriba, sino amar desde abajo, desde la vida. Jesús pregunta a Pedro ¿me amas? Pedro sabe bien que amar a Jesús no es amar sólo a Jesús, sino “amar a todos sus hermanos”. Pastorear es, por tanto, amar y sólo amando a los hermanos (a Jesús “entero”) Pedro podrá pastorear. Jesús no le da potestad desde arriba, sino que le muestra y pide el amor “desde abajo”, desde la misma vida.
  2. ¿Me amas más que éstos? Tres veces le pregunta Jesús, a la tercera llora Pedro, quizá porque sabe que no es cierto lo que está respondiendo: ¿Es verdad que él amar a Jesús más que Magdalena, más que el Discípulo amado, más que Tomás…? Responde que “sí”, pero vacila llorando. Y sólo allí donde ve que vacila le dice Jesús “pastorea a mis ovejas”…
  3. Jesús le pregunta “me amas” con dos palabras distintas: (a) Le pregunta dos veces “agapas me” (¿me amas dando todo lo que eres, gratuitamente, sin reservarte nada, de forma que tu vida sea pura entrega de amor?). (b) Le pregunta la tercera vez “phileis me”, que significa “me quieres”, como amigo cercano, con alegría, ilusión que transforma en gozo tu misma carne…
  4. Jesús le pide tres veces pastorea “mis” carneros/ovejas. Eso significa que no son de él (de Pedro), sino de Jesús, que le confía lo más hondo que él tiene, su tesoro, sus hombres y mujeres, sus mayores y sus niños, para que los “conozca”, para que establezca con ellos relaciones de amor (de paternidad, de filiación, de enamoramiento, de fraternidad…). Que ame como Jesús ama, no siendo jerarca sobre “ovejas inferiores”, sino hermano de hermanos, amigo de amigos…en un camino que “siendo de Pedro” es de todos los hermanos, que son con él, como el, amados de Jesús.
  5. Carneros, ovejas… No es fácil traducir los términos, no es seguro lo que voy a decir, pero el texto distingue dos palabras. (a) La primera vez le dice Jesús “pastorea mis carneros” (ta arnia mou); esa palabra parece tener el matiz de “machos ovejunos” (carneros), en el sentido de vivientes fuertes (machos o hembras), de personas de autoridad, no simples “niños” (ovejitas inocentes). (b) La tercera vez le dice “pastoras/apacienta mis ovejas” (ta próbata mou), machos o hembras, pero insistiendo en su “pequeñez, en su necesidad” (los expulsados, ovejas perdidas, perseguidas, amenazadas…).

Primera interpretación de san Juan de la Cruz (CB 2).

EJERCICIO DE AMOR

  •  Pastores, los que fuerdes
  • allá por las majadas al otero,
  • si por ventura vierdes
  • aquel que yo más quiero,
  • decidle que adolezco, peno y muero.

Como he dicho, San Juan de la Cruz ha sido a mi juicio el que mejor a interpretado esta experiencia y tarea del Buen Pastor, cuya mejor imagen y signo en este mundo no es un pastor-jerarca (papa, obispo o presbítero), sino una mujer que ama, una “pastora de Jesús”, esto es, una persona que quiere hacer el camino de amor que Jesús le pide a Pedro en Jn 21.  Ella quiere hacer el camino de Jesús (pastor/ciervo de CB 1), y empieza preguntando a los pastores más sabios (presbíteros, obispos, papas) para que le digan por donde anda Jesús, que le ayuden a encontrarle.

− Había en tiempos de SJC pastores bucólicos, cumpliendo una función literaria, desde los clásicos grecolatinos (Teócrito, Virgilio), con la poesía toscana o castellana del XV-XVI, hasta Don Quijote, caballero de justicia y pastor enamorado. Con amigas y zagales, en la limpia campiña, estos pastores representan una protesta frente a la cultura urbana. Pues bien, la amante pastora les pregunta, pero no recibe respuesta de ellos.

− Pastores ministros de Iglesia. Ciertamente, la amante pastora les pregunta, pero tampoco obtiene respuesta de ellos. Quiero repetirlo: La amante pastora del camino de Jesús, busca la ayuda de los “pastores de oficio”, como sería incluso Pedro, a quien Jesús le ha pregunta tres veces “me amas”, pero no recibe ayuda. Tiene que hacer su camino a solas.

- ¿Habrá otros pastores que pueden ayudar a nuestra amante buscadora? Algunos le han dicho que hay quizá “Pastores del Ser”, como  el filósofo Heidegger decía  y quería, en oriente y occidente, entre los hindúes o los americanos y alemanes o rusos. Pero nadie le responde, nadie sabe decirle cómo hacer el camino del amos

              La Amante pregunta a los pastores (jerarcas de rebaño), pero no queda con ellos, ni siquiera para conversar calmadamente (como Don Quijote; cf. I, 11-13), sino que les sitúa sobre un mundo hipotético de afanes y caminos (los que fuerdes...), ante una exigencia irreal (si por ventura vierdes...), ofreciéndoles al fin sólo un encargo (decidle...). Toda la escena, construida con verbos arcaicos (fuerdes, vierdes...), traza la distancia entre la Amante nueva y los pastores antiguos (bucólicos o ministeriales) a quienes no importa el Amado Ciervo, sino las mansas ovejas. Por eso, ella les deja, sin esperar que cumplan y transmitan su encargo al Amado.

            Los pastores no podrán cumplir su encargo, a pesar de que ella se lo pida, pues ellos son guardianes de rebaños mansos; sin duda, habitan sobre el campo abierto, y saben transitar por rutas fuera de los pueblos y ciudades, pero siempre en lugares delimitadas, que van de las majadas (lugares resguardados) al otero (altozano) conocido. Pero como tales pastores de ovejas a las que “dominan” y domestican no pueden responderle.  

La forma literaria (vierdes) sigue resaltando el carácter irreal de la petición. Los pastores custodian y vigilan rebaños en los pastos habituales. Por eso, sólo «por ventura» pueden vislumbrar en lontananza un ciervo, pero no le siguen, ni apacientan, pues los ciervos no se dejan domar o dirigir como corderos. En esa línea, la mayor desgracia de un tipo de pastores jerarcas sería abandonar a sus ovejas o cabras de rebaño para seguir por el monte a los ciervos, por caminos sin rumbo fijado, sin la esperanza de domar ni dominar a nadie (pues el Ciervo no es domesticable). En contra de eso, Amante quiere  al Ciervo Amado, más allá de los millares de mansas ovejas, no para domarle en el rebaño, sino para quererle tal cual es. Por eso, en el fondo, ella pide a los pastores una información que ellos, en principio, no podrán ofrecerle, pues ellos no van más allá de las majadas al otero.   

En una línea intra-cristiana, podríamos decir que ella ha comenzado preguntando en el espacio instituido de la iglesia, presentando su problema a los pastores (que serían los obispos y los grandes superiores religiosos, como aquellos que tienen encerrado a san Juan de la Cruz en el penal de Toledo). Evidentemente,las instituciones oficiales, desde las majadas al otero, no pueden responderle ni le ayudan a encontrar “al que más quiero”, pues se ocupan de ovejas mansas, bien delimitadas, no buscan al Ciervo que sólo “por ventura”, por acaso de gracia, podrían encontrar para seguirle, dejándolo todo (como dijo Jesús al postulante de Mc 10, 21). 

Segunda interpretación de San Juan de la Cruz (CB 28)

TEXTO – SELECCIÓN DE ESTROFAS DEL CÁNTICO ESPIRITUAL DE SAN JUAN DE LA CRUZ  MONTAJE -AURORA GÓMEZ-RAMOS. - ppt descargar

  • Mi alma se ha empleado
  • y todo mi caudal en su servicio;
  • ya no guardo ganado  
  • ni ya tengo otro oficio,
  • que ya sólo en amar es mi ejercicio.

            De manera sorprendente, superando el camino de los “pastores de oficio”, la amante pastora del Cántico Espiritual de Juan de la Cruz viene a presentarse como la verdadera “pastora/amiga”, que ya no guarda ganado en el sentido antiguo, sino que ama como Jesús.

            En contra de una humanidad dirigida por pastores “civiles”, que conquistan, colonizan y tienen poder sobre los otros, por encima de unos “pastores eclesiales” que buscan “potestad sobre las ovejas”, desde la cárcel de Toledo, por boca de la Pastora/Amante del Cántico propone San Juan de la cruz un ejercicio universal de amor. Él sabe que la vida en su raíz no es un esfuerzo laboral, una tarea productiva para conquistar dinero, sabe que el evangelio de Jesús no es tarea de pastores eclesiales que “guardan con poder el rebaño de los fieles”, sino expresión y despliegue de amor, a cuyo servicio (al servicio del Amado) ha de ponerse todo.

            Ciertamente, mientras siga este mundo, los hombres han de trabajar para vivir. Pero no han de trabajar tener y dominar sobre los otros, para atesorar y asegurar la vida con lo trabajado (capital, poder político o religioso, influjos ideológicos), sino para compartir la vida en amor, pues Dios ha hecho al hombre para amar, y al servicio del amor (es decir, del Amado, que es Jesús y en Jesús todos los hombres) ha de poner su trabajo.  En este momento, desde este fondo, se entiende la tarea de los verdaderos pastores/amigos de Jesús en la Iglesia.

            Esta “pastora” que ha hecho el camino del amor, que ya no es “pastora de potestad”, que no guarda rebaño ninguno, sino que ama, esa para San Juan de la Cruz, en la línea del Evangelio de Juan (Jn 21), el verdadero Pedro/Pastor, que ya no guanda ganado, sino que ama, como van diciendo los versos de esta estrofa: 

Mi alma se ha empleado...

             La Amante no ha buscado un empleo en el mercado laboral donde se compra y vende todo, sino que se ha dejado transformar “por la entrega que hizo al Amado de sí” (CB 28, 3). Un tipo de trabajador moderno ha tenido que vender su trabajo y su tiempo (y en el fondo su vida) para subsistir. Por su parte, los “pastores de iglesia” (presbíteros, obispos, papas) tienen que “guardar el rebaño de Jesús”; pero el Jesús del evangelio de Juan (Jn 10, Jn 21) no quiere pastores que guarden rebaño, sino amantes, de forma que es amor es el verdadero pastoreo.

            En ese contexto, el hombre enamorado (mujer o varón del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz) dirá que se ha empleado en un servicio de amor (donde Dios es el Amor, donde amar es servir a los pobres, compartir la vida en afecto concreto con todos), dejando para eso un mundo donde la riqueza de unos empobrece a otros, donde el poder material o espiritual de unos esclaviza a otros.

            Ciertamente, San Juan de la Cruz (como el discípulo amado del evangelio de Juan, como la amante del Cántico Espiritual)  no ha sido un reformador económico o de iglesia jerárquica, pero su proyecto y servicio de amor supone e impulsa un nuevo orden social de comunión liberada entre todos los hombres y mujeres, donde todos los “empleos” puedan entenderse como signo de amor de unos a otros (y de todos en Dios).))

Y todo mi caudal en su servicio.

             El alma enamorada tiene un “caudal” de sentidos y potencias exteriores e interiores, con sus habilidades naturales y personales (CB 28, 4), y así las emplea para gozo del Amado  los amados, los hermanos y amigos de la tierra: sus ojos para verle(s), sus labios para besarle(s), sus manos para acariciarle... Éste es el tesoro o capital que ella utiliza, entregándose al Amado, no para ofrecerle cosas, ni para conseguir ganancias exteriores, sino para hacerle feliz (para hacer felices a los hombres y mujeres de su entorno, en un sencillo y trepidante pastoreo de amor).

‒ El/la amante pone todo su “caudal” al servicio de amor, de la vida de los demás. La palabra caudal es un derivado de caput, cabeza (no de cauda, cola), y tiene el mismo sentido y origen que capital. Así, en principio significa aquello que resulta importante y abundoso, como el caudal de un río o como las águilas caudales. Pero ese término se empleará muy pronto para evocar la abundancia de bienes económicos y en ese sentido se ha venido empleando en la modernidad (capital, capitalismo). Pues bien, el caudal o capital del alma enamorada es sólo su amor, al servicio del Amado (en quien se incluyen de algún modo todos los hombres de la tierra).

‒ Por su parte, la palabra servicio se relaciona con servus, siervo, y en principio alude a los trabajos que realizan los criados, a diferencia de los amos o señores que sólo efectuaban tareas libres (liberales), no serviles. Pero la modernidad ha superado esa distinción entre trabajos libres y serviles o le ha dado otro sentido a la palabra, de manera que ella está condicionada en gran parte por “servicios” sociales, para bien de los demás (sanidad, educación, administración política, cuidado de los ancianos).

Pues bien, el alma enamorada sólo realiza un servicio personal, que consiste en amar y agradar al Amado, en una línea de evangelio, es decir, de justicia y comunión entre todos los hombres y mujeres. Este servicio de amor no puede realizarse en forma de huida del mundo, sino que se despliega como gran protesta contra un mundo de ricos que oprimen a los pobres, apelando para ello a un tipo de mística separada de la vida real de los hombres. 

Ya no guardo ganado.

Guardan ganado los pastores, boyeros o cabreros, vaqueros y ovejeros, defendiendo el rebaño de fieras y ladrones, para obtener beneficios (leche, carne, dinero). Entre ellos había vivido la Amante (cf. CB 2). Pero, tras beber en la interior bodega del Amado, ha perdido sus haberes, de forma que se ha hecho perdidiza, como seguirá diciendo (cf. CB 29). El mundo actual vive obsesionado por la cantidad de ganado (caudal-capital) y por la seguridad: ha logrado producir ingentes bienes materiales, creando así una gran división entre los hombres (los que tienen, los que no tienen), de manera que los dueños de “ganado” han de guardarlo y se defienden de ladrones, que desean los mismos tesoros y buscan la manera de lograrlos (por robo violento o por nuevo reparto del ganado).

La economía y política mundial guarda en esa línea unos ganados que no son ya animales (rebaños de ovejas y vacas, de cabras o cerdos…), sino un Capital monetario (en gran parte “virtual”) al servicio de sí mismo. Pues bien, el alma enamorada no guarda ganado, no vive para poseer, ni se esfuerza por defender lo que tiene de asaltantes, cuatreros o ladrones de caballos. No le preocupa la ganancia entendida en forma de posesión particular de bienes exteriores, de forma que no necesita guardia militar o policía.

Esta palabra “no guardo ganado” no significa no tener nada (no tener casa, ni oficio, ni tierra…), sino tenerlo de otra forma, no poseerlo codiciosamente como mío (contra otros), no considerarlo como algo que he “ganado” para mí, para nosotros (buenos propietarios), contra otros (no propietarios, siervos), a modo de capital divinizado, pues el único capital verdadero del hombre que ama es el amor, la vida de todos.

              No “guardar” significa aquí no atesorar, no tenerlo para mí frente a los otros, no atesorarlo de forma egoísta y violenta, como sucede en una sociedad de “clase”, en la que unos dominan sobre otros con un tipo de violencia. SJC supera así el mismo concepto de “ganado”, retomando de forma sorprendente la experiencia radical del evangelio, que he propuesto en Comentario de Mateo, Verbo Divino, Estella 2017.       Entendidas así, las Canciones de SJC no proponen una huída del mundo, ni implican una “consagración” de condiciones sociales clasistas, sino que exigen una poderosa revolución y transformación social desde el amor.En ese contexto, podemos recordar que la palabra guardar tiene en principio un sentido casi militar, del germano wardon, montar guardia, vigilar, protegiendo cuidadosamente los bienes poseídos. De ese origen viene guardián o guardia, vigilante, muchas veces armado, policía que mantiene con fuerza el orden o limpieza de la “polis” (ciudad).

En esa línea, los pastores que guardan los rebaños han de ir armados, con perros para defenderse de ladrones y fieras. En contra de eso, el alma enamorada no guarda cosa alguna, no atesora “caudales” que la polilla roe y los ladrones roban (cf. Mt 6, 19-21), sino que goza en libertad un Amor que nadie le podrá quitar, porque se da y regala, compartiendo los bienes del mundo, de manera que el mismo “ejercicio de amor” se convierte en comunión de vida)

Ni ya tengo otro oficio.

              Un oficio (=opus) básico del mundo antiguo era guardar rebaños (de animales u hombres), con la ayuda de pastores, ejércitos y policías. Este sigue siendo un oficio principal de nuestro tiempo, a comienzos del siglo XXI: media humanidad parece atesorar "ganados" (bienes de consumo), guardándolos con técnicas de fuerza; y la otra mitad se afana en robarlos, en guerra sin fin, de deseos cruzados y odios crecidos.

              En el campo socio-religioso existía ya en tiempo de SJC el “oficio” de la Inquisición, que se llamará después el Santo Oficio, para organizar, definir y “proteger” las verdades de la fe y buenas costumbres, conforme a un tipo de visión de la Iglesia.Hay en esa línea un opus Dei, oficio de Dios, que en tiempo de SJC se entendía en forma litúrgica (oficio divino de monjes) y administrativa (oficio divino de inquisidores y jerarcas de Iglesia, con gran poder).

              Pues bien, en contra de eso, la Amante de SJC dirá que ya no guarda ganado (cabras u ovejas), ni siquiera en un plano religioso, ni tiene oficio regulado o reglamentado desde fuera, por instituciones oficiales, pues sólo “en amor es su ejercicio”. Así aparece liberada para el amor, en gratuidad, sin lucha ni competencia contra otros.

Que ya sólo en amor es mi ejercicio.

              El mundo moderno se ejercita en muchas cosas, de una forma organizada, con la ayuda de una administración y policía capitalista. Hemos aprendido a producir y para ello el sistema económico-social ha unido a millones de personas, como en una inmensa fábrica de objetos de consumo, de manera que los mismos hombres y mujeres (en especial los pobres, miles de millones) se convierten en puro objeto de consumo, al servicio del capital (del “ganado”). Hemos aprendido a producir (y quizá a guardar lo producido, al servicio de algunos privilegiados), pero no sabemos ni queremos compartir lo que tenemos y menos lo que somos.

              Hemos aprendido a organizarnos de un modo eficaz, pero nos cuesta avanzar en amor, más allá de las programaciones que pueden imponerse. En contra de eso, el alma enamorada sólo tiene un ejercicio o tarea, que es Dios, para amarse en él unos a otros, por encima de las coordenadas de poder de esta sociedad clasista (de oficios al servicio del “ganado”).

             En ese contexto ha evocado SJC el tema de la superación de unos oficios bien estructurados en línea de poder político/laboral y religioso, para insistir en el ejercicio más alto del amor, sin otra finalidad que el mismo amor. Éste es, a mi juicio, el tema clave  del Evangelio de Juan y del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz.

              San Juan de la Cruz había nacido en una familia de tejedores y comerciantes arruinados. Conocía el mundo de la nueva burguesía y manejaba con destreza las palabras de comercio de su tiempo, como indica esta canción (empleo, caudal, servicio…), para situarlas (y situarse) en el lugar donde el alma se despliega como ejercicio de amor en gratuidad, más allá del trabajo y comercio del mundo, no para negarlos, sino para ponerlos al servicio del amor, en gratuidad. De esa manera, él se opone al espíritu del nuevo capitalismo, que él conoció en su niñez y juventud, en Medina de Campo (gran mercado de Europa), para recrear la vida de los hombres (y de la sociedad) en el amor.

            Ésta es su palabra clave: “sólo en amor es mi ejercicio”. Ciertamente, la humanidad moderna y en especial la Iglesia ha tenido muchos “oficios”, religiosos y sociales…  con una organización eclesial muy eficiente. Pero San Juan de la Cruz, con la “amante pastora” del Cántico Espiritual (con el ideal del Buen Pastor de Jn 10 y Jn 21), quiere superar ese modelo de “pastoreo y ganado” de la Iglesia del siglo XVI.   

              Ese motivo central (sólo en amor es mi ejercicio) constituye a mi juicio la razón de fondo de la defensa que mantuvo San Juan de la Cruz ante los jueces religiosos de Toledo, que querían obligarle a renunciar a su proyecto, aceptando los principios del “realismo fáctico” de una Iglesia más centrada en su propio poder que en la libertad de amor de los creyentes. Pues bien, en contra (a diferencia) de eso, desde una cárcel de Toledo, San Juan de la Cruz mantendrá y formulará de manera clásica su principio radical cristiano: Sólo en Amor es mi Ejercicio. Para trazar las bases y sentido de ese ejercicio de amor escribió en la cárcel sus canciones.

            En esa línea (siguiendo el proyecto del Discípulo Amado de Jn 10 y Jn 21), para San Juan de la Cruz, el único ejercicio del Amante y Amado será amar, no adquirir poder para ganar y poseer “ganado” (caudales), sino para vivir en sobriedad y compartir la vida, en un contexto de comunión de gracia. En esa línea, la instrucción y escuela  de la Iglesia del Discípulo amado y de San Juan de la Cruz  será vivir y ejercerse en amor, cosa muy fácil (el amor brota de sí), siendo lo más exigente, pues no hay talleres técnicos para aprenderlo.

             Él sabía que el amor no puede programarse, pues brota de un misterio de la gracia del Amado, pero puede ejercitarse, sabiendo que importa vivir más que hacer, pues el ejercicio de amor es la vida entera, no un aspecto que pudiera separarse de ella. Él sabía que en un plano también Pedro es necesario, pero sólo un Pedro que ama más, como el de Jn 21, sin más oficio que el amor que conoce y comparte.

             Ésta es su enseñanza y su tarea para los creyentes. Toda la habilidad del alma y cuerpo, toda la oración, ya sea en el plano temporal o en el espiritual, ha de ser ejercicio de amor. Por eso, el Amor del que habla SJC no se aplica sólo a lo espiritual (a lo que pudiéramos llamar el mundo religioso), sino también a lo temporal, es decir, a la producción y comunicación de bienes.

             SJC no ha condenado el mundo laboral (ni se ha detenido a estudiar el funcionamiento del capital o del sistema administrativo), ni ha condenado a la Iglesia jerárquica, pero sabe y dice que todo ello ha de estar al servicio del amor, dentro y fuera de la Iglesia, por encima de la organización de los reinos e iglesias, pues sólo en amor es mi ejercicio.

              Esa protesta de San Juan de la Cruz constituye uno de los testimonios más luminosos de “definición” supra-monetaria del hombre, pues el ser del hombre según el Cristo de Juan y de San Juan de la Cruz es amar (ser en-amorable), no para alejarse del mundo (dejándolo en manos de diablos económicos), sino para transformarlo y recrearlo desde el amor, a diferencia de un tipo de espiritualismo dominante (siglo XVI) que separaba los trabajos de este mundo (que pertenecían sólo al cuerpo, al plano material) y de los ejercicios espirituales para ministros de la Iglesia.

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