6.7.25. Dom 14 TO. Nueva misión cristiana: Cuando entréis en una casa...
Presenté ayer el tema, comentado el evangelio del domingo (Lc 10) en el que Lucas describe la segunda misión cristiana, la de los 70 misioneros, para todo los pueblos del mundo.
Esta es una misión dirigida a las familias como grupos de convivencia y vida, y no a personas por aislado. Es una misión centrada esencialmente en la paz, no en un tipo de cambio interior meramente espiritualista. Así dice su párrafo central:
-Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz….
No se trata de cambiar personas separadas, sino de recrear las relaciones humana (familias, casas, comunidades de experiencia y camino de vida compartida). Esta misión de los 70 no pretende curar a individuos aislados, sino crear comunidades de diálogo y amor mutuo, superando la guerra..
Lo contrario al cristianismo no son personas incrédulas en sentido subjetivo, sino comunidades humanas que no viven en paz. superando en comunión la guerra.
-Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz….
No se trata de cambiar personas separadas, sino de recrear las relaciones humana (familias, casas, comunidades de experiencia y camino de vida compartida). Esta misión de los 70 no pretende curar a individuos aislados, sino crear comunidades de diálogo y amor mutuo, superando la guerra..
Lo contrario al cristianismo no son personas incrédulas en sentido subjetivo, sino comunidades humanas que no viven en paz. superando en comunión la guerra.
Lo contrario al cristianismo no son personas incrédulas en sentido subjetivo, sino comunidades humanas que no viven en paz. superando en comunión la guerra.
| Xabier Pikaza

Introducción
La nueva misión cristiana del siglo XXI ha de ser como quería el Papa Francisco “misión de familias, de los antiguos y nuevos grupos sociales en línea sinodal, no para conservar sin más las relaciones que hay (en una vía en parte muerta), sino para crear desde Jesús nuevas vías de familia y de comunicación universal humana
Sirvan estas reflexiones de introducción al tema. Dentro de dos días seguiré, pues quedará sin duda materia pendiente.
Por naturaleza e instinto los vivientes nacen dentro de un nicho ecológico, que ellos pueden adaptar por instinto: “Las zorras tienen madrigueras, los pájaros hacen nidos, los hombres, en cambio no tienen donde reclinar la cabeza” (Mt 8, 20):
Vienen al mundo indefensos, han de ser acogidos, cuidados y educados largos años, en familia. No tienen casa previa, han de hacerla, haciéndose a sí mismos, en un plano personal y social, cultural y religioso. Así lo ha sabido Jesús, que acepta su desamparo radical de hijo del hombre), para iniciar así su gran tarea de ser (=hacer) casa para aquellos que no la tienen.
Esa tarea (hacer casa) vincula y define todos los hilos de la vida, desde la posesión del suelo hasta la arquitectura, con implicaciones personales, sociales, laborales y económica, siempre con el riesgo de construir sobre arenas movedizas y no sobre roca, como pasa hoy en España (Mt 7, 24-27). La casa no es un problema más, es “el problema”, como muestra la crisis sangrienta en que vivimos, con una economía desquiciada y desalmada que se muestra en la especulación (hacer casa para enriquecerse a costa de otros) y al desahucio de los pobres.
Esta tarea no se arregla con un ligero barniz ornamental, sino que necesita un toque más hondo, estructural y personal, económico y financiero, político y moral y, en el fondo, ecológico, en sentido radical humano. Ciertamente, un tipo de riqueza es importante para casa en el sentido de “haus” (mansión esteran), pero no para ser “home”, convirtiendo así la casa en hogar, espacio habitado de humanidad, en familia y amor, en acogida y ternura.
Estamos en centro de una gran crisis de casa, casa, unos por pobreza material (errantes sin casa sobre el mundo)…, otros por exceso de riqueza, pero sin humanidad. Tal como están las cosas, la crisis en esa doble dirección no ha hecho más que empezar. O cambiamos mucho o nos destruimos. La Biblia puede ayudarnos a caminar en la buena dirección.
Israel, una casa
Los hebreos (nómadas de estepa, emigrantes, evadidos de Egipto, cananeos pobres…) lograron superar su desamparo y construir un pueblo donde cada familia tuviera su propia casa y todos una Casa Común. Tardaron siglos, entre dificultades y crisis económicas, sociales y religiosas, pero lo intentaron, como sabe la Escritura. Creyeron ser casa de Dios y en parte lo fueron.
Su construcción siguió un ideal agrario de autonomía: Cada familia era y tenía una casa, con un campo propio, y estaba gobernada por un padre que mantenía unidos a los miembros del grupo (bet-ab, casa paterna), vinculados en clanes sociales más amplios, de manera que todos pudieran vivir tranquilos, cada uno “bajo su parra y su higuera” (cf. 1 Rey 4, 25), bajo un techo propio. Como garantía de unidad y justicia social, los judíos construyeron la Casa Común de Dios (el templo de Jerusalén) y desde ese trazaron las leyes del año sabático y del jubileo (que culminan en Lev 25), garantizando a todas las familias una casa y propiedad en Israel.
En principio no podía desahuciarse, ni expulsarle de su casa a nadie durante más de siete años, y además debían rescatarle (acogerle) sus familiares. De todas formas, ese ideal no logró imponerse nunca del todo (y hubo que dictar leyes de protección para emigrantes, huérfanos, viudas y esclavos sin casa), para remediar las situaciones de desamparo. No lograron ser perfectos aquellos judíos, pero lo intentaron y sus leyes sociales eran mucho más justas que las nuestras.
A pesar de ello, en tiempos de Jesús, muchos judíos (en especial galileos) cayeron bajo la opresión de los poderes políticos y económicos vinculados al Templo y al Imperio de Roma, perdiendo sus casas “materiales”, en manos de la oligarquía dominante, perdiendo sus hogares por ruptura social y familiar, en una situación parecida a la nuestra (año 2019).
Jesús, arquitecto

Mc 6, 3 le presenta como tekton, constructor (albañil, herrero, carpintero) , y su oficio era hacer casas, como artesano subordinado, al servicio de los nuevos terratenientes ricos de las ciudades controladas por emperadores, reyes (Herodes, Antipas…) y sacerdotes (Anás, Caifás…) dedicados a la megalomanía de las grandes edificaciones (templos, puertos, palacios…), mientras los pobres perdían tierras y casas, por deudas y embargos.
Un día descubrió que su tarea no era construir más casas para el sistema económico, sino salir a la calle para iniciar una conversión-revolución de tipo social y familiar, económico y religioso, a fin de que todos pudieran tener no sólo casa-edificio en la tierra de Dios sino casa-familia entre los hijos de Dios.
A partir de ese descubrimiento, Jesús se liberó sin sueldo y, dejando su trabajo de tekton-constructor, se hizo arqui-tekton del Reino de Dios a fin de que todas las familias tuvieran casa, empezando por los expulsados sociales, cojos-mancos-ciegos, leprosos-excluidos. No hizo casitas para pobres sin techo en las laderas y costas de Galilea, sino algo anterior: Les ofreció dignidad y conciencia, solidaridad y deseo de vivir, para que ellos mismos pudieran crear casa (construirla y compartirla). Su revolución tuvo dos rasgos principales:
‒ Llamó a los sin techo (nómadas de la vida, itinerantes) y los envió para curar-transformar a los propietarios ricos, que podían ser enfermos de la vida (de su orgullo y su prepotencia…). No empezó desde arriba, cambiando le economía del César de Roma con sus gobernadores y reyes. La buena nueva de la Casa de Dios (para todos) debía empezar desde los pobres, excluidos, sin-techo, portadores de una nueva esperanza de vida y casa compartida. Éste fue el oficio de Jesús “tekton” (arquitecto), constructor de casas de humanidad, abiertas a los pobres y excluíos, a los impuros y a los niños.

‒Creyó que los ricos podrían cambiar por el testimonio y palabra de los pobres, pero no por guerra militar (como querían los celotas), por conquista armada de Jerusalén, sino por transformación social, personal…. No se trataba de controlar el poder existente (para que todo siguiera lo mismo, aunque con nuevos dueños), sino de superar una estructura de poder que expulsaba de la casa a los pobres e impedía que los ricos pudieran tener verdadera casa/hogar (fogueera, sukalde, etxea, en el sentido radical de ls palabra). Pensó que los ricos podían cambiar y construir hogares, pero sólo acogiendo a los pobres.
Jesús, el tekton de casas materiales, al servicio del orden establecido, se hizo así arqui-tekton, constructor de una humanidad reconciliada, a partir de los pobres. Por eso criticó a los viñadores homicidas (especuladores, sacerdotes), que se habían adueñado de la “finca” para su servicio (Mc 12, 1-12). Evidentemente, esos constructores que habían tomado la viña, para construir en ella sus palacios y templos, le juzgaron y mataron, oponiéndose así a la revolución de los pobres. Pero los cristianos saben que su muerte no fue en vano y que Dios le convirtió en “piedra angular” de la nueva casa del Reino (Mc 12, 10, cita de Sal 118, 22).
La cuestión de fondo era el Templo que debía ser “casa de oración”, es decir, de diálogo y encuentro, de fraternidad y gozo para todos, y de un modo especial para los pobres (es decir, un tipo de Parlamento, al servicio de la justicia y la igualdad). Pues bien, los sacerdotes y senadores (aliados con Roma) lo habían convertido en “cueva de ladrones” (Mc 11, 17), para legalizar sus intereses financieros, mientras los pobres, a quienes Jesús prometía el Reino, quedaban sin casa.
No le mataron por cuestiones religiosas separadas de la vida, sino por intereses muy materiales pero, al mismo tiempo, muy humano, muy social, vinculado a la construcción de hogares de humanidad, abiertos a todos, en especial a los más pobres. Evidentemente, conspiraron contra él y le mataron los sacerdotes de Jerusalén, que habían pactado con Roma, para seguir siendo dueños de la Casa/Templo (con devotos sometidos y dinero), convirtiendo la religión en un mercado, cueva de bandidos, mientras los pobres no tenían casa familiar, como he puesto de relieve en mi Historia de Jesús (Verbo Divino, Estella 2013).
Evangelios, la casa
Los cristianos no empezaron formando una nueva religión instituida, sino una federación de casas inter-dependientes, abiertas, desde y para los pobres, creando redes de comunicación y de vida fraterna, casas-familias, impulsadas por el testimonio y presencia de Jesús, a quien descubren como resucitado. Entre los diversos grupos hubo divisiones y tendencias, pero en todos formaban una “ekklesia”, una asamblea de personas y familias, compartiendo casa y esperanza, edificio y comida, fuego, luz, espacio de comunión donde los niños fueran recibidos…. Podríamos fijar los tipos de casas de la Iglesia primitiva (en el documento Q en los escritos de Pablo), o presentar la iglesia como casa-para-los-sin-casa (1 Pedro), pero he querido centrarme Marcos,, que ratifican de forma solemne la experiencia de la casa cristiana.
Marcos describe la forma en que los “señores” del mundo (gobernadores, sacerdotes) mataron a Jesús para mantener su “casa” (imperio, templo) como negocio sobre el pueblo. Su visión de los seguidores de Jesús se resume en tres símbolos centrales que son Pan, Casa y Palabra, como destaqué en un libro titulado precisamente así (Sígueme, Salamanca 1998). Ese convencimiento me ha llevado a redactar un largo comentario del Evangelio de Marcos (Pan, casa y palabra, Verbo Divino, Estella 2012), poniendo como centro del mensaje de Jesús la experiencia y tarea de la casa.
Desde ese fondo se entiende la palabra y tarea central de Jesús: “Quien deje casa o hermanos… por el evangelio tendrá cien casas y hermanos…” (cf. Mc 10, 28-31). Jesús no pide a los suyos que dejen la casa por ascetismo o mendicidad, sino por el evangelio: Por comunión con los pobres, para compartirla con ellos, creando espacios de familia más amplia. El problema no era (ni es) que no haya casas (¡las hay, y muchas…!), es que no se comparten. Los ricos hacen casas para su disfrute privado, no para bien de todos.
El tema de fondo no es de pobreza, sino de participación; Jesús no quiere que sus amigos quemen casas, sino que las compartan, de manera que así se multipliquen. Ésta es su nueva contabilidad, su “mercado de Reino: No se trata de tener contra los otros (multiplicando así los millones propios), sino de tener con y para todos, disfrutando así el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas.
Un esquema de casa
-- Principio. Casa (oikia, oikos) es lugar de reunión y comunidad reunida. La nueva familia de Jesús, formada por hermanos/as, hijos y madres (sin padres de tipo patriarcal: 3, 31-35; l0, 29-30), aparece como casa en Marcos. Los seguidores de Jesús no son sinagoga (estancia judía de oración y estudio de la ley) ni iglesia en el sentido posterior de comunidad sagrada, sino casa y/o comunión fraterna. Frente al templo nacional israelita, construido en jerarquía sobre el privilegio de los sacerdotes, Jesús edifica la casa de Dios (cf. 12, 10-11), abierta a todas las naciones (11, 17). Lógicamente, le condenan pues ello implica la "caída" del templo israelita (11, 12-14; 14, 58; 15, 29).
-- Textos. Jesús ha iniciado un movimiento laical de personal que abandonan templo y sinagoga para convivir y descubrir el sentido de Dios (el mesianismo)en la casa familiar donde se juntan, dialogan y oran:
-- Casa de Simón y Andrés, lugar la curación (resurrección) y servicio (1, 29), frente a sinagoga "de ellos" (judíos) donde habita el hombre impuro (1, 23)
-- Casa de curación y perdón criticado por los escribas (2, 1-12), casa del publicano que invita a Jesús y sus discípulos, superando la ley de pureza de los escribas de los fariseos (2, 15-17).
-- Casa de familia donde Jesús reúne al "corro" de madres, hermanos/as, que cumplen la voluntad de Dios, superando la crítica de escribas y familiares antiguos ( 3, 20-35).
-- Casa del Archisinagogo que se hace creyente con su esposa, pues entra Jesús con tres discípulos y cura a la hija enferma/muerta (5, 35-43).
-- Casa de libertad y universalidad mesiánica (7, 17; cf. 9, 28), por encima de la ley de los escribas, con pan/curación para los gentiles (7, 24-30).
-- Casa de igualdad/fidelidad matrimonial (10, 10), donde el niño es el más grande (9, 33)
-- Casa de Simón leproso, donde la mujer unge a Jesús para la sepultura y se anuncia (anticipa) la misión universal (14, 3-9). En esa línea se puede hablar de una casa eucarística, aunque Marcosn o llama al cenáculo casa sino habitación superior (katalyma:14, 14) donde Jesús instaura su pascua.
-- Conclusión. La casa no es negocio, sino experiencia de humanidad Una humanidad económica y políticamente enferma como la nuestra (Europa, España 2025), donde es muy difícil ganar lo suficiente para construir/comprar una casa es una injusticia estructural. El hecho de que muchos jóvenes o menos jóvenes no puedan tender posibilidades de construir/edificar una casa constituye un problema que es más que económico y político, un problema estructurl, de humanidad.
- Mateo sigue básicamente a Marcos y pone en el centro de su mensaje el tema de la casa, pero añadiendo que Jesús quiso edificar (oiko-domeô) una casa universal, dando las llaves a Pedro para que todos pudieran habitar en ella, prometiendo que nada ni nadie (ni siquiera el infierno, ni el neo-capitalismo) podría destruirla (Mt 16, 18-19). Esa ha sido su alternativa judeo-mesiánica de la casa frente a la casa judeo-sacerdotal de Jerusalén, convertida en cueva de bandidos, dando a Pedro recibió la función (a veces no cumplida) de abrir la casa de modo que todos pudieran tener cabida en ella.
Esa visión se expresa en la parábola del juicio (Mt 25, 31-46), donde el tema de la casa (los sin-casa, extranjeros…) se inscribe en un contexto más amplio de necesidades personales, familiares y sociales (hambre, sed, desnudez, enfermedad, cárcel). Centro de esas necesidades son los sin-ropa (dignidad) y de los sin-casa (xenoi, extraños), que son los que vienen de fuera (emigrantes no acogidos) y también (como en nuestra sociedad) los expulsados (desahuciados) de las casas. En contra de la injusticia actual, el centro del proyecto de Jesús es acoger (ofrecer casa) a los que, por diversas circunstancias, no la tienen.
Lucasintroduce en su evangelio algunas novedades de tipo económico y social, pero ha concretado su proyecto de Reino en el libro de los Hechos, presentando desde el principio la utopía de la casa común (cf. Hech 2-4). Los primeros cristianos formaron una “federación de casas”, compartiendo la fe de Jesús y la comida. No tenían apenas estructuras exteriores, pero se reunían en las casas de los miembros (hermanos), convertidas en espacios de comunicación monetaria (¡bienes, comida!) y personal, de acogida y diálogo abierto en especial a huérfanos, viudas y sin-casa (cf. Hch 6).
Aquí se planteó el primer gran problema de la Iglesia, que Pablo interpretó como “dogma” central del evangelio: Las comidas compartidas en las casas de la Iglesia (Hch 15; cf. Gal 2, 5.14). Algunos querían “comidas y casas separadas” (para judíos por un lado, gentiles, por otros…). Pablo, en cambio, recordó que según Jesús todos los creyentes debían ser acogidos en las casas de la comunidad, compartiendo dignidad y comida. Así entendió el evangelio en forma de relación de casa y mesa, en comunión abierta a judíos y griegos, hombres y mujeres, libres y esclavos (Gal 3, 28). El problema de la Iglesia no es de ley ni clero, sino de casa y comida.
- Juan ofrece una doctrina absolutamente necesaria para entender y resolver el tema, como indicó Caifás, Sumo Sacerdote, afirmando que debía morir Jesús, para que se mantuviera el “orden de la casa”, el sistema religioso y social de la oligarquía de Jerusalén, vinculada a los romanos, que concede casas a unos y expulsa a otros (Jn 11, 47-53). Esa doctrina sigue siendo esencial en nuestro tiempo: Para que el sistema siga deben “morir” los pobres, quedarse sin casa Jesús, en cambio, murió (fue asesinado “legalmente”) porque quiso “reunir a todos los hijos dispersos” (ofrecer a todos casa-familia). Era peligroso para la Gran Casa de Jerusalén, sigue siendo peligroso.
En esa línea avanza la exigencia suprema de Jesús, que es de transparencia. El sistema de poder se mantiene por mentira y ocultamiento: Unos saben, a otros se les niega el saber; unos pueden, a otros se les quita el poder; unos tienen grandes casas, otros son expulsados de ellas. Pues bien, para invertir esa situación, Jesús propone un remedio: ¡Que todo se sepa! (Jn 15, 15). Ése es también hoy el principio de la solución: ¡Que se sepa quién manipula las casas, quien roba, quien excluye, de manera que empiece ya aquí el juicio de Mt 25, 31-46! Sólo donde se sepa y se diga en todas las plazas quiénes y cómo expulsan a los otros de las casas podrá iniciarse un camino de renovación.
Nosotros, una encrucijada económica…
Nuestro tiempo (2025) se parece en muchos rasgos al de Jesús. (a) Los poderes especulativos (ceo-capitalismo, bancos), manejando al Estado, han empleado parte del capital para construir casas, no para bien de la gente (¡que pueda vivir!), sino para ganancia propia, subiendo el precio y creando una inmensa burbuja inmobiliaria y financiera… Por otra parte están los cientos de miles y millones de migrantes sin casa, que vagan por mares desiertos y fronteras buscan un lugar donde puedan ser acogidos y crear una cas..
(b) Una parte considerable de los que han comprado las casas en esas condiciones, con grandes hipotecas, tienen dificultades en pagarlas y corren el riesgo de perderlas (ser desahuciados). La solución tiene aspectos políticos, sociales y económicos que desbordan mi planteamiento. Pero la Biblia (mensaje de Jesús) ofrece al menos dos indicaciones significativas:

- La situación es escandalosa y anti-cristiana, en ella están implicadas las mismas iglesias oficiales (parecidas al templo de Jerusalén, que Jesús rechazó). Este escándalo ha surgido (al menos en España) en una sociedad de catolicismo básico (nacional-catolicismo), pero la Iglesia oficial no ha tenido la lucidez de verlo ni la valentía de condenarlo. Será tiempo de que lo haga…. Y en el fondo sigue siendo escandalosa la riqueza de algunos que no tienen más casa que el capital, ni más hogar que la fuerza
- La solución no es sólo el cristianismo, pero los cristianos ten mucho que decir y proponer, en la línea del mensaje de Jesús: O sabemos presentar el evangelio como experiencia y tarea de “casa compartida”, o terminaremos haciendo su mensaje y la misma Iglesia se vuelva irrelevante. ¿Si la sal se vuelve insípida con qué se salará? (Mt 5, 13).
- Este es un problema de nueva construcción de hogares‒casas de evangelio… Con una iglesia que sea casa abierta para los sin casa, con casas que sean hogares para los ricos, que habitan en ellas y acojan a otros… Esta es la situación creada para miles y miles (millones) sin techo, si casa material y su casa humana.
Pero el tema es mucho más que de economía. Seguiré mañana