De dos en dos… Iglesia imperial, comunidades domésticas

En días pasados he planteado el tema, desde el instrumento de trabajo del Sínodo de Roma 2024 que sigue defendiendo un modelo de iglesia-imperio mundial y desde el texto Mc 6, 6-12 que promoviendo un modelo de federación de comunidades doméstica.

La iglesia católica mantiene en su Biblia el texto de Marcos y paralelos pero de hecho lo haa desautorizando marginado, diciendo que lo defiende como puso de relieve Antonio González a finales del siglo pasado, y como yo mismo dije en Sistema-libertad-iglesia (1999).

La iglesia-imperio mantiene su criterio, pasados 25 años, y el problema ha enconado,  como muestra la preparación del sínodo con los dos modelos (imperio y comunidad), que, a mi juicio, deben vincularse y fecundarse, antes de que sea muy tarde.

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VUELTA AL PRINCIPIO, DE DOS EN DOS

Así lo dice Mc 6, 6-13 como he puesto de relieve la postal anterior: ana duo‒duo; shenaym‒ shenaym. No les pone más condición: Pueden ser ser jóvenes o mayores, varones o mujeres, hermanos o amigos, casados o solteros, dos varones, dos mujeres, varón y mujer… Sólo la de que vivan y vayan “de dos en dos”, como testigos de evangelio (Reino de Dios), pues sólo siendo dos pueden ser signo de evangelio, conforme a una tradición judía milenaria (Dt 19, 15),   

Texto de Marcos:

Jesús mando a los doce, pero no de uno en uno, ni a todos juntos, sino de dos en dos. Los enviados son “doce”, signo de la misión judía (doce tribus), pero los manda de dos en dos,  como signo de universalidad humana, en parejas en parejas de vida y testimonio de evangelio, Les dijo además: Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de aquel lugar etc. (Mc 6, 7‒30).La iglesia son los que van de dos en dos (tres en tres…), la iglesia es cada casa que les recibe. 

 Mt 10 y Lc 9

omiten la referencia a la pareja de enviados (pueden ser más… o ir de uno en uno), pero la iglesia sigue siendo la casa.Así aparece en Lc 9,1‒5 y en Mt 10, 5‒13. No hay iglesia-imperio, las iglesias siguen siendo casas cristianas,con independencia…

              Los portadores de esa tradición, en un contexto diferente (abierto no sólo a los judíos, sino a los paganos), prescinden pues del motivo de la parece, no ponen ya “de dos en dos”, no porque lo nieguen, sino porque no la juzguen necesario en su contexto….De esa forma dejan en libertad la composición de los creadores y gestores de las iglesias. En esa línea culmina la legislación de las cartas pastorales donde se dice  que las casas eclesiales tienen un tipo de organización especial, con que el “obispo” (obispos, presbíteros el diácono) sea un “anêr”, esto es, un varón (1 Tim 3, 2), de una sola mujer, buen gestor de su casa etc.

               En esa línea, los misioneros-obispo, liberados para el evangelio, acaban siendo “patriarcas” monárquicos de una casa rica, con una mujer que les ayuda (pero en un estrato inferior, como los obispos auxiliares de la actualidad), con unos hijos sumisos… Ese es modelo que ha triunfado después, por presión social del imperio romano.

    En otra línea, por un celibato ascético-místico (propio de otro contexto), la Iglesia de Roma ha terminado mandando que los enviados/obispos/presbíteros de Jesús han de ser solitarios, una condición que tiene grandísimas ventajas, pero riesgos todavía superiores, en línea de "separación", como si sólo los "solitarios" (tema gnóstico, del evangelio de Tomas 49, contrario a los evangelios de la Iglesia) pudieran ser testigos y promotores de una vida en comunión. 

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Otra vez de dos en dos (Lc 10, 1-12) ¿Una puerta abierta para la iglesia actual?

                Pero el modelo “de un buen patriarca varón”, con mujer, hijos e iglesia sumida (cartas pastorales)“sumisos”)... o de uno o más  solitarios gnósticos  (libros apócrifos) no ha triunfado y se ha impuesto de un modo universal en la iglesia antigua. Pero el modelo abierto de Lc 12 (de dos en dos, integrados en los 70/72 de la misión universal de Lc 10 es muy significativo.

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies, etc.(Lc 10, 1).

Conforme a la visión de conjunto de Lucas 9 , Jesús había  fundado la Iglesia de base judía y para ello envió a Doce discípulos y les envió por todo Israel, para preparar su camino, de dos en dos. Pero este envío, centrado en los Doce y dirigido a Israel, fracasó: los israelitas no se convirtieron, los Doce (que habían ido de dos en dos anunciando la llegada del Reino)terminaron abandonando a Jesús, y las autoridades de Israel con Roma condenaron a Jesús a muerte, siendo ajusticiado por los romanos.    

Por eso Lucas quiso añadir un “segundo envío” a todos los pueblos  con 70/72 de dos en dos….(Lc 10)

Este nuevo modelo de dos en dos, a las casas y familias de todos lospueblo, como misión universal, responde a la necesidad de las iglesias y del cristianismo en este siglo XXI.

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 Son muchos que han buscado y siguen buscando el modelo de misión de dosen dos de los enviados universales de Jesús según Lc 10. Algunos Padres antiguos de la Iglesia han buscado nombres para cada uno de ellos (varones y/o mujeres), llamándoles “apóstoles” (lo mismo que a los 12 de la misión anterior) y celebrando su fiesta (algo que la Iglesia romana no se ha atrevido a hacer, quedando “fijada” en los doce primeros).

Este intento de “nombrar” uno a uno a los 70/72 apóstoles de Lc 10. 1‒12 y darles fiesta como “santos” es piadoso y laudable, pues quiere indicar que en ellos están representados todos los “misioneros” de Jesús, enviados al conjunto de los pueblos.

Otra vez la condición básica: De dos en dos

           Como he dicho, el texto del envío de Lc 9 (con Mt 10 o 28, 16‒20)  no incluyen la condición del dos a dos. Aquí no se exige expresamente que los misioneros vayan en parejas, aunque pueden suponerlo. Lucas en cambio, como último testigo de la tradición del envío y misión eclesial lo resalta expresamente: A su juicio, también los 70/72 fueron a realizar la misión de dos en dos, como han de ir todos los enviados de la iglesia. Pienso que ha llegado el momento de retomar la misión universal de los 70/72 a todos los pueblos de la tierra, volviendo a poner en marcha la misión dual…, de dos en dos, a las casas o familias del mundo enero

              Se puede discutir y se discute, exegéticamente, el origen textual de esta condición (de dos en dos). ¿De dónde la ha tomado Lucas? Algunos suponen que la ha tomado de Mc 6, 7, de manera que este mandato tendría solamente un testimonio/apoyo fuerte en la tradición de la iglesia antigua, por lo que algunos se atreven a decir que ese mandato de ir de dos en dos que no provino de Jesús (sino que fue creación particular de la Iglesia de Marcos). Pero otros (y a mi juicio con más razón) afirman que ese mandato o condición (ir de dos en dos)  forma parte de la tradición más antigua de Jesús, que Lucas ha vuelto a introducir en su iglesia.

             Quede el tema abierto, pero se puede afirmar que este mandato (ir de dos en dos) proviene del mismo Jesús histórico, de quien lo han tomado las dos tradiciones más antiguas de los evangelios, la de Mc 5 y la que está al fondo de Lc 11. Ésta es, a mi juicio, la mejor solución, la más verosímil: Jesús quiso que los enviados (portadores y testigos) de su evangelio fueran de dos en dos, vinculando de esa forma el anuncio del Reino con la vida‒compartida de sus enviados.  

              Al insistir en esta cláusula (de dos en dos), tanto Jesús como los testigos de su evangelio (Marcos y Lc 11, e incluso Pablo a quien vemos realizando siempre misiones “duales” con Bernabé o con otros co‒apóstoles) insisten en eso que pudiéramos llamar  diarquíe o mejor autoridad colegiada,    nunca de una persona por aislado (en línea de monarquía, como en los obispos posteriores), sino de dos o más personas que comparten palabra y vida.

 Significativamente, la iglesia imperial posterior (que sigue el modelo del imperio de Roma, más que el del evangelio de Jesús) ha tendido a olvidar este mandato de Jesús, quizá por miedo a la “autoridades duales” (porque ellas pueden conducir a divisiones) , y ha insistido en la autoridad monárquica de los obispos. 

     Esta opción monárquica ha tenido sus valores (y se ha podido apoyar en grandes místicas de unidad‒soledad ante Dios, en línea quizá más helenista que bíblica) y no se puede rechazar sin más, pero puede y debe ser revisada, actualizada y completada, desde diversas perspectiva (no sólo desde el evangelio, que es lo primero), sino también desde la condición social de la iglesia en la actualidad.

              Lo primero que queda claro en estos pasajes es que no puede ser enviado de Jesús y ministro de la Iglesia alguien que no sepa compartir la vida, y que no pueda ir/vivir de dos en dos, compartiendo experiencia, camino de evangelio y palabra, pues donde sólo hay un cristiano no hay todavía cristiano (como decían algunos Padre de la Iglesia). En otras palabras, no se puede ser testigo del amor de Dios si no se es testigo del amor al prójimo, como sabe y dice el evangelio.

              Uno de los problemas graves de ciertos ministros de la iglesia está en el olvido de ir “de dos en dos”, pues se han creado a veces autoridades de iglesia con soledades vacías y a veces enfermizas (con sustituciones afectivas que pueden ser menos claras). No se trata de negar el celibato sin más (¡de ninguna forma!), sino de insistir en que el celibato sólo puede ser auténtico si está integrado en el modelo más alto del “de dos en dos…”. Nadie que no sepa y pueda vivir en compañía con otro (con otra persona) puede amar al Dios de Jesús y ser su ministro en la Iglesia. 

Actualizar ese “mandato de Jesús”. Otra vez “de dos en dos”.

Jesús no ha querido definir de un más preciso la “forma concreta” de ese vivir y actuar (caminar, proclamar la palabra) de dos en dos, ni lo han hecho Marcos, el Q y Lucas: No han dicho si debe tratarse de una pareja matrimonial (un hombre‒mujer bien casados), como en el modelo de Santiago y los hermanos de Jesús, de quienes habla Pablo, o como en el modelo del “patriarca” amoroso con esposa única (como suponen 1 Tim y Tito…).

              Los recuerdos de Jesús y los escritos del NT no dicen si esos que han de ir en nombre de Jesús y ser ministros de su evangelio han de dos hombres bien varones (como ahora se dice), un varón y una mujer amigos (pero no casados), o dos mujeres, o una parece de amigos varones (o mujeres), maduros en amor, ricos de evangelio.

              Todas las combinaciones son posibles, siempre que sean combinaciones de evangelio, es decir, de amor en gratuidad y de libertad creadora para un evangelio, que sólo en amor y vida de dos en dos puede anunciarse, con la palabra y con el testimonio.

Este evangelio del “de dos en dos” nos sitúa ante la exigencia de una transformación fuerte de la misión cristiana, algo que en general no han tomado en cuenta lsa grandes comunidades cristianas, y en especial la Iglesia católica. En esta línea es secundario el celibato de los “clérigos”, es secundaria también la “exigencia” de que los clérigos sean varones o mujeres, sean homo‒ o hétero‒sexuales. Lo que resulta esencial es que puedan ir y vayan “de dos en dos”, varones y o mujeres, en clave de evangelio.

            Éste es un modelo que la iglesia católica de hoy (año 2024) parece poco dispuesta a estudiar (y menos a adoptar), aunque esté en un lugar central de su evangelio, como indicaré comentado, ya de manera más rápido este sorprendente evangelio de Lc 10, 1‒12:

que vayan por doquier (todos los pueblos son iguales) y que saluden a la gente con la paz: invitándoles a compartir su proyecto de comunión social, de plenitud humana, desde Dios, ante la vida;

— que coman lo que haya, que compartan todo con todoss, ofreciendo lo que tienen (el testimonio de su libertad y madurez evangélica), todo lo que tienen, lo que llevan, lo que logran conseguir, sin capitalizar dinero, sino sólo esperanza y vida compartida (pues un dinero capitalizado se vuelve principio de imposición y dominio que destruye a las personas);

— que curen a los enfermos, que animen a los desanimados, que ofrezcan a todos una educación de paz, con su ejemplo de vida, más que con palabras… como avanzadilla de Reino entre los pueblos… 

En esa línea fueron, según Lc 11,  los 70/72, enviados a todas las naciones y pueblos de la tierra.  Estos 72, enviados de dos en dos, eran hombre y mujeres de paz y diálogo. Empezaron siendo judíos, pero pronto descubrieron que podían ser judíos y gentiles, promotores de una vida compartida. Así llegan y empiezan ofreciendo paz (su propia paz, la de Jesús: La de los dos obispos/familia) por casas y calles, no una paz puramente interior, sino la paz social, política, económica, que ellos, pobres itinerantes en pareja, querían ofrecer,  en nombre de Jesús, como expresión y signo del Reino que viene.  

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Roma quiso imponer por entonces la paz de su imperio, con armas y soldados, con una economía al servicio de su programa de imposición social.  Pues bien, en ese contexto, Jesús envió a sus discípulos, casa por casa, de dos en dos, como portadores de un proyecto de paz mucho más hondo, llamado a crear una transformación personal, familiar y social abierta al mundo entero. Les mandó en una situación pre-bélica, sin seguridad externa (sin dinero, sin armas, sin garantías jurídicas).

Sus mensajeros de su paz eran precisamente aquellos pobres, que habían sido expulsados de los grandes proyectos de la pax/paz romana. Por eso iban sin nada: “No llevéis bolsa, ni alforjas, ni calzado; ni saludéis a nadie por el camino…”.  

              Por eso, Jesús elige y envía a sus “adelantados”, para que anuncien la paz con su vida (no sólo de palabra) en todo Galilea. Éste es el principio permanente, el punto de partida de la paz mesiánica, que Jesús entiende como Reino de Dios. Estos discípulos de Jesús, testigos y promotores de una paz personal y  social, en medio de un mudo conflictivo, dispuesto a la guerra, siguen siendo ejemplo para todos los cristianos posteriores. 

Conclusiones:

  1. De dos en dos.Ésta sigue siendo la clave. Quizá es conveniente seguir manteniendo por un tiempo estructuras de poder “monárquico”, con obispos y presbíteros que van de uno en uno, y con poder… Pero en el fondo del evangelio sigue resonando la palabra “de dos en dos”, pues toda “autoridad cristiana” es un gesto de comunicación. Sólo allí donde existe verdadero amor, allí donde el que llama y convoca es el amor de Iglesia (de los que van de dos en dos) se puede hablar de una “nueva” (es decir “verdadera”) evangelización
  2. No entretenerse en cosas secundarias… No parar en el camino “despidiéndose” de unos y de otros, dejándose cambiar por todos, sino mantener la fidelidad al proyecto de Jesús, que se vive y cumple siempre “de dos en dos”, allí donde nadie es autoridad‒poder único, sino que la autoridad es la comunidad, como ha destacado de forma insuperable el evangelio de Mateo “donde dos o tres se reúnan en mi nombre…” (Mt 18, 19). De esa forma pasamos del “ir de dos en dos”, por el camino de la misión, al vivir y organizar la iglesia de dos en dos, es decir, siempre en comunión, sin unos poderes monárquicos superiores (cf. Mt 18, 15‒21)
  3. Entrar en las casas diciendo con la propia vida “la paz sea con vosotros”. Dejarse acoger como personas. La paz es dialogar entre todos, desde abajo, no con el poder de algunos que lo tienen casi todo (políticos, dueños del sistema), sino con la palabra de aquellos que no tienen nada (o se han despojado de lo que tenían) para establecer las bases de la paz desde la palabra común, no desde instancias de poder más alto
  4. d) Curad a los enfermos. La paz viene curando a los enfermos “del cuerpo”, pero, sobre todo, a los enfermos del “alma”, es decir, a los que viven aplastados por el deseo de tener y de dominar a los demás. Sin curar a los enfermos de “violencia” social, ideológica, económica o militar no es posible la paz. Hace falta un gran “hospital” de campaña (de campos y pueblos) de pacificación
  5. La paz es trabajar y comer junto Comed lo que es pongan, colaborad la tarea de la humanidad, en contacto directo, desde la misma calle de la vida… sin lugares resguardados, sin coches blindados, sin seguridades y más seguridades policiales… Hay que aprender a compartir la vida desde la calle, que es la palabra, la conversación, la casa abierta… trabajando y comiendo juntos…

Cf. M. Legido, La fraternidad apostólica de Jesús, en Varios: De dos en dos. Apuntes sobre la fraternidad apostólica,Sígueme, Salamanca 1980, 73-145;   Pikaza, Evangelio de Marcos, VD, Estella 2012

EPILOGO.  UNA IGLESIA. DOS CAMINOS

            El camino imperial de la iglesia romana ha realizado un inmenso servicio  a la cristiandad, aceptando y “modulando” los impulsos del evangelio en línea de autoridad “espiritual” unificada, como he puesto de relieve el mi libro sobre el Papa, y como ha puesto de relieve en sus obras Antonio González. Muchos piensan que ese camino debe abandonarse totalmente: Quitar toda su poder al papa, abandonar el vaticano, dejar que cada iglesia o comunidad sea del todo “autónoma”. Comprendo a los que piensan asi, pero estoy convencido de que debemos conservar y transformar elementos de esa iglesia imperial.

Camino imperial. El Vaticano mantiene una actitud tradicional: insiste en el sistema y actúa como "estado religioso unificado", con  nuncios ante las naciones, nombramiento directo de obispos, formación presbiteral en seminarios, celibato de los cléricos, exclusión de mujeres etc. Mirado de un modo exclusivista, este modelo se encuentra a mi entender ya seco, y así me atrevo a confesarlo después de haber trabajado durante casi treinta años a su servicio, como profesor de seminario y facultad de teología, en la formación de estudiantes  para el presbiterado.

Ese modelo está acabado (al menos en occidente), por la escasez vocacional y, sobre todo, por el tipo de vocaciones que prepara, desligadas de sus comunidades, separadas de la vida y crecimiento real de los cristianos, con una visión poco bíblica del “sacerdocio ministerial”, de la exclusión de la mujeres…

Pero ese modelo imperial debe mantener  sus valores de unidad, de comunión entre todas las iglesia, de cuidado, convirtiéndose en una especie de servicio de comunión/comunicación entre todas las iglesias, sin poder superior (sin potestad suprema), sin pretensiones de infalibilidad sobre las iglesias particulares, sin poder de juicio sobre el conjunto de las iglesias, sin poder de nombramiento de sus ministros… Puede mantenerse en el entorno del Vaticano, pero no como Estado…

No se trata de adelgazar totalmente sus poderes, sino ce convertirnos en principio de comunicación, de comunión, entre las iglesias…

Camino de las comunidades… De nuevo de dos en dos… No se trata de “devolver” el evangelio a los pobres, como se ha dicho, sino de dejar que las comunidades que surgen de la palabra de Dios (dos o tres que caminan en nombre de Jesús, dos o tres que se reúnen…) sean autónomas, reciban del mismo Jesús su eucaristía, su bautismo… escojan a suspropios ministros, varones y/o, no al modo actual, sino desde la Palabra de Jesús.  mujeres…

Hay cientos y miles de comunidades que empiezan a reunirse por sí mismas, sin un presbítero oficial desde fuera, comunidades con sus propios ministerios de celebración y plegaria, servicio social y amor mutuo etc, como al principio de la iglesia. Son comunidades que han comenzado a compartir la Palabra y celebrar el Perdón y la Cena de Señor sin contar con un ministro ordenado al estilo tradicional, pero sin haber roto por ello con la iglesia católica, sino todo lo contrario, sabiéndose iglesia.

Estos "ministros" pueden recibir nombres distintos: a veces se les llaman colaboradores, otra son auxiliares o párrocos seglares, otras asistentes pastorales... Lo del nombre es lo de menos. Más importante es el hecho de que algunos están reconocidos y realizan funciones reales de servicio y de palabra, de comunión, de bautismo y eucaristía.  Las comunidades que actúan de esta forma carecen de visibilidad oficial (no tienen comunión ministerial externa), pero pueden estar en Comunión real con el conjunto de la iglesia. Ellas son, por ahora,  pequeñas y frágiles, pero estoy convencido de que van a multiplicarse, eligiendo sus ministros (varones o mujeres), para un tiempo o para siempre, conforme a la palabra de Mc 9, 39 no se lo impidáis. Desde el momento en que el sistema sacral pierde fuerza, ellas pueden elevarse, creando una comunión o federación de iglesias,  como al principio.

Teológicamente hablando, estas comunidades no integradas (por ahora) en el orden oficial de la Gran Iglesia no plantean dificultades. Así nacieron al principio las iglesias, así  eligieron sus ministros, así se federaron formando unidades mayores. Por ahora, la Gran Iglesia no admite ese modelo, pero lo hará pronto, no sólo por la fuerza de los hechos sino, por la misma evolución de sus ministerios oficiales, que irán perdiendo sacralidad sacerdotal (carácter jerárquico) para convertirse en servicios comunitarios de carácter flexible, desde el interior de las mismas comunidades. De esa forma se irá acercando la iniciativa del pueblo cristiano y la tradición de las grandes iglesias, en un camino de re-forma cristiana que nadie puede asegurar o fijar de antemano.

El organigrama jerárquico de la iglesia actúa es más propio de un sistema burocrático sacral y estamental que de una comunión de seguidores de Jesús. Sólo así se entiende el hecho de que ordene ministros en sí (presbíteros sin comunidad, obispos sin iglesia),  como expresión de honor y cambio de estado (elevación estamental), con una fiesta que evoca las celebraciones paganas de concesión de títulos de nobleza. Muchos de esos ministros absolutos (sin comunidad o iglesia), mantienen un carácter difícil de precisar, de manera que parece preciso que volvamos a los primeros tiempos de la iglesia, que en el siglo V (Concilio de Calcedonia, año 451) prohibía la ordenación en sí, sin referencia a una iglesia.  Pero de esto habrá que seguir tratando….Dejo como referencia los libros de Antonio González y los míos sobre el tema.

Antonio González, Teología de la praxis evangélica. Ensayo de una teología fundamental (Sal Terrae, Santander 1999);  Reinado de Dios e imperio, Sal Terrae, Santander 2003

Xabier Pikaza,  Sistema, libertad, iglesia. Las instituciones del NT,  Trotta, Madrid 1999; Una roca sobre el abismo. Historia y futuro  de los papas, Trotta, Madrid 2012

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