M. Ofilada: Teresa de Jesús, la verdad en un mundo de mentiras oficiales

Un estudio biográfico y filosófico de la Verdad en la Vida y Obra de Teresa

CAMINO DE LA VERDAD - HISTORIA, CONTEMPLACIÓN, MISTAGOGÍA DESDE ...

Macario Ofilada: La verdad en  Santa Teresa

Éste es un libro de amigo (Macario Ofilada), sobre  el sentido básico de la vida como verdad, un libro/testimonio esencial en este tiempo (2020) en que casi todo el mundo está viviendo inmerso, atónito, ante una guerra mundial de mentiras, entre países y partidos políticos, entre sistemas económicos y grupos de presión.  En ese contexto, M. Ofilada expone el sentido radical de la verdad en la vida y obra de Santa Teresa (en un contexto en que muchos están empeñados en decir que miente).

Este libro es continuación de otro que M. Ofilada defendió como Tesis Doctoral sobre San Juan de la Cruz, dirigida por Mariano Álvarez, el año 1994, en el Aula Unamuno de la Universidad de Salamanca (publicacación de la obra en imagen). M. Ofilada fue entonces (con 23 años) el doctor más joven de España  y defendió sus tesis en una de las facultades de filosofía más prestigiosas del mundo de lengua castellana. Tuve el honor de ser presidente de aquel tribunal y escribí además un prólogo para el texto publicado de la tesis.

San Juan de la Cruz el sentido experiencial del conocimiento de ...

  M. Ofilada es actualmente un gran filósofo y teólogo (quizá el último de los  filipinos de lengua castellana, aunque escribe también en inglés y tagalo). Es además un  columnista de RD, como todos los lectores de este portal saben. Cf:

   Por todo eso, y sobre todo, por el valor intrínseco del libro quiero escribir aquí una nota telegráfica sobre su contenido, en sentido académico, como conviene a una obra como esta, destacando sus valores, indicando también sus posibles huecos, que son caminos por los que M. Ofilada podrá seguir con seguridad transitando.  Después me atrevo a publicar el prólogo del libro, con una nota bio‒bibliográfica. Buen día Macario. Felicidades. Y buena lectura a los amigos de RD. 

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Elementos básicos del libro sobre la Verdad en Santa Teresa

   Como he dicho, este es un libro "académico" sobre la verdad en la vida y en la obra de Santa Teresa. No trata directamente de la verdad y mentira en este momento político en que las elecciones se ganan con engaños... cuando países, sistemas políticos y bloques económicos están empeñados en una lucha a muerte de mentiras... Pero ese tema está al fondo de todos. Frente a ese mundo convertido en tela de araña de mentiras, eleva M. Ofilado la figura y obra "verdadera" de Teresa de Jesús.

  1. Este es un libro académico, pero accesible a todos los lectores. Sigue los meandros de la teoría del conocimiento y la verdad, pero lo hace de un modo básicamente narrativo, con una técnica de acercamiento progresivo al centro del tema, con la ayuda de los mejores especialistas sobre Santa Teresa, pero siempre con autoridad, la autoridad que le da a M. Ofilada el ser filósofo, teólogo y escritor de oficio, manteniendo siempre el nivel, en un plano de alto conocimiento, caminando siempre de un modo directo con Santa Teresa, como si ella fuera contemporánea nuestra.
  2. Es un libro sobre “la verdad”, en línea moderna, sobre la verdad del conocimiento, de la experiencia y de la vida, en contra de un tipo de escolástica que, en aquel tiempo (siglo XVI) parecía cerrarse en la verdad de un dogma “encorsetado” por autoridades de diverso tipo. En contra de eso, Santa Teresa apela a su vida, a la verdad de su experiencia, y así la cuenta, la dice… en un momento de grandes sospechas, cuando los inquisidores de diverso tipo querían “cazarle” en herejías. Teresa dice, Teresa cuenta lo que vive, la verdad de su experiencia. Y el impacto de esa verdad, esa experiencia es tal que todos los inquisidores tienen al fin que callarse.
  3. Es un libro que lee y entiende a Teresa de Jesús en un contexto marcado (desde el XVII y desde entonces hasta hoy) por la teoría del conocimiento y la verdad (certeza de Descartes). Descartes empezará definiendo la verdad a partir del “yo pienso” (y en segundo lugar a través de un método científico de verificación). Por el contrario, Santa Teresa define la verdad desde el “yo experimento, yo vivo…”. El “yo” de Descartes es un yo racional, que, en el fondo, no es suyo, no es de él, sino de un método nuevo de tipo científico‒formal, que ha seguido dominando hasta el siglo XX. En contra de eso, el “yo” de Teresa es un yo histórico, un yo vivo, relacional, abierto a dimensiones de vida y realidad que Descartes no quiso o no pudo integrar.
  4. A mi juicio, entre los testigos más importantes de la “verdad” en Santa Teresa está Edith Stein, una de las pensadoras más dotadas del siglo XX, heredera del pensamiento cartesiano, tal como había desembocado en la Fenomenología de Husserl… Ella andaba buscando la “verdad” filosófica y humana, de modo brillante, apasionado… hasta que un día, por sorpresa, alguien le dijo “lee a Teresa”. Leyó de un tirón y dijo “aquí está la verdad”. En esa línea de S. Stein, M. Ofilada ha leído también a Teresa y ha dicho aquí está la verdad: La verdad como presencia del Amado (y de otros seres humanos), la verdad como autenticidad personal y como encuentro dialogal con los demás, una verdad que ella explora de manera radical, y que transmite en sus escritos, primero por mandato de confesores e inquisidores, después por deseo de compartir su camino vital con las hermanas.
  5. Ésta es la verdad de la vida que se desnuda en transparencia, en contra de gran parte de la modernidad que ha crecido como técnica de engaño, de sospecha, de ocultamiento para un tipo de dominio y opresión de los demás. No hay en la vida humana, en la filosofía, que sea mayor y más importante que la verdad de las personas, que se dicen, explorando lo que sienten y quieren, para así decirlo, en una línea narrativa, no demostrativa. Teresa no quiere demostrar nada, sino decir lo que ha sentido y siente, compartir lo que ha querido y quiere. Ella lo puede hacer, porque como mujer, y mujer culta, en un mundo que se va extendiendo a su lado como tela de araña de honras, de poderes, de verdades impuestas. No hay quizá nadie en el comienzo de la modernidad (en el siglo XVI) que haya explorada en su verdad, presentándose como mujer que piensa y ama, diciendo como ama y lo que piensa.

ALAS FILIPINAS: Entrevista al académico y escritor filipino ...

Caminos abiertos por el libro de M. Ofilada

  1. Ofilada no ha podido decir todo, pero ha dicho lo esencial. No ha dicho todo, porque el tema es inabarcable, a pesar de los buenos trabajos anteriores en los que él se funda, sobre los que él va construyendo su interpretación. En ese sentido, quizá más que lo que él dice importa lo que insinúa, lo que va dejando abierto en su discurso, en notas marginales, en insinuaciones, en forma de caminos abiertos. En esa línea quiero destacar los que siguen.
  2. Camino pascual, experiencia de la resurrección de Jesús. Éste es, a mi juicio, el más importante de todos los caminos “evocados, pero no explorados” por M. Ofilada. A mi juicio, toda la experiencia de visiones (revelaciones) del Dios de Cristo o, más en concreto, de Cristo es, en Teresa, una “experiencia pascual”. Ella no lo puede decir así, con esta formulación, pero así en el fondo: Ella ve a Jesús resucitado, dialoga con él, como nueva Magdalena, como nuevo Pedro, nuevo Pablo… Ciertamente, su “apariciones” pascuales no son “canónicas” para toda la iglesia, pero son muy importantes, en la línea de lo que hoy mismo (15.4.20 he colgado en RR: https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/ , con el título de Jesús resucitado, comunicación trans-personal. A mi juicio, la “verdad” de Teresa es una “fenomenología pascual”. Quizá M. Ofilada pueda seguir avanzando en esta línea.
  3. Camino, trinitario, los tres “momentos de Dios”. Éste es otro tema que M. Ofilada ha esbozado en su libro, y por cierto muy bien. Pero quizá debería seguir explorando y avanzando en esa línea. Teresa tiene una experiencia “triple” de Dios. (a) Dios como Padre‒Madre, de pechos abundantes, de vida que fluye de su seno como leche‒agua fecundante. Esta experiencia de origen/vida está en la base de la verdad de Teresa, aunque no la haya explorado como hará después Teresa de Lisieux. (b) Experiencia del “amigo”, Dios como el amado, en clave de maduración personal, como mujer, como persona, en una línea que ha explorado de manera más sistemática Juan de la Cruz, su amigo, hijo y maestro. (c) Finalmente, teresa ha puesto de relieve el aspecto más comunitario del Espíritu Santo,  simbolizado por las comunidades de hermanas‒contemplativas, familia superior, que ella fue fundando a lo largo de los últimos años de vida.
  4. En Teresa no hay por tanto “una” sino varias experiencias convergentes de verdad, vinculadas con los rasgos y momentos de una vida intensamente “trinitaria” de hija, amiga, hermana/compañera dentro de iglesia como la de España en el siglo XVI espléndida, pero demasiado encorsetada por miedos de Dios y de un tipo de jerarquía de inquisición… Pues bien, en esa iglesia de miedos, de recortes, de ordenamientos “viejos” (de cristianos viejos), ella supo inyectar la sabia de una experiencia nueva de Jesús, tomada en serio, vivida con pasión…
  5. M. Ofilada lo sabe, y lo dice, pero quizá podría precisar mejor lo que ha visto, destacando el carácter “sinfónico” de la verdad, en contra de un tipo de mal “monoteísmo” de una interpretación impuesta desde arriba. En esa línea sinfónica, ella fue mostrando que la verdad no es algo que está ahí y que se “coge” ya hecho, sino que la verdad “se hace”, se despliega, en un camino de gran aventura personal y social. Sus hermanos varones fueron a la Nueva América, para encontrar allí experiencias, trabajos… Teresa encontró eso y mucho más en su vieja castilla.
  6. Finalmente, la experiencia de Teresa estuvo marcada por los “libros de caballerías”, leídos con ojos de mujer adolescente (no de varón guerrero), en un contexto de fuerte judaísmo, marcada por el deseo radical de encuentro con Dios. Es importante el hecho de que ella fuera heredera de una largo experiencia judía de búsqueda de Dios, pero no tanto en un plano “biológico” sino espiritual. En esa línea se podrían acentuar quizá más las convergencias entre los siete momentos de ascenso divino de la Cábala (marcados por los hekalot o patios del templo/altura de Dios) y las siete moradas del camino del Dios Amado de Teresa. Como sabe M. Ofilada, se ha hablado mucho de la “ascendencia biológica judía” de Teresa; pero habría que precisar mejor, si se puede, la ascendencia espiritual.

Unas propuestas

No soy nadie para proponer nada a M. Ofilada, sino sólo un amigo lejano (hace tiempo que no nos vemos), no soy ni director de tesis, ni presidente de tribunal…, sino sólo amigo viejo y admirador nuevo, que sigo de forma apasionada sus escritos, su gran actividad teológica, filosófica, cultural, en castellano y en inglés (en tagalo no puedo). Pero me atrevo a hacerle dos propuestas:

  1. Que deje esta edición del libro como está. La he servido para trabajar, le sirve para ofrecer su propuesta en el “mercado” de los trabajos teresianos entre especialistas. Pero que siga trabajando, desde los impulsos de su mismo estudio, quizá aceptando también (críticamente) algunas de mis advertencias… Que no se olvide que éste es un trabajo a cuatro bandas.(a) Es un estudio histórico de la obra de Teresa de Jesús, y de su visión de la verdad, en línea de experiencia filial, enamorada, comunitaria. (b) Es un trabajo que se inscribe críticamente en la visión moderna de la verdad, teniendo en cuenta un camino que va de la escolástica a Descartes, de Descartes a Kant, y de Kant a la postmodernidad, en la que corremos ahogarnos en las “fake‒news”, las mentiras organizadas. (c) Es un libro que ha de volver ante todo a la experiencia de la Biblia, en el sentido radical de la Pascua de Jesús, que se define a sí mismo como “camino, verdad y vida”. Como he dicho, en el fondo, todo Teresa es una experiencia pascual. (d) Finalmente, este libro ha sido concebido y expuesto como palabra de renacimiento eclesial, en este siglo XXI.
  2. Éste es un libro en camino… M. Ofilado nos ha ofrecido una primera versión. Espero que pronto, en uno o dos años, ofrezca su versión definitiva, publicándola en una editorial que llegue mejor al gran público (comunidad) de lectores cristianos, especialmente católicos, que necesitan (necesitamos) una obra como ésta.  De esa forma debe responder al menaje oculto en uno de los textos que él ha colocado como encabezamiento de este libro: Die best Tarnung ist die Warheit,  Max Frisch (la verdad es la mentira mejor camuflada…). En contra de esa frase de M. Frisch, la verdad de Teresa no es una mentira camuflada, sino testimonio profundo de vida. Por esa verdad vivió,  por ella resistió combates y críticas de todo tipo, por ella creó un camino de “reforma” radical de la Iglesia, por ella murió.
  3. Continuación… Como he dicho en la introducción, quiero terminar esta “lectura” compartida de la obra de M. Ofilada con una breve semblanza de su vida y con el texto de su presentación del libro.

Biografía

(cf. https://www.religiondigital.org/vaticano/Macario-Ofilada-

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Foto del perfil de Tong Tong Ofilada, La imagen puede contener: Tong Tong Ofilada, sonriendo, gafas y primer plano

Macario Ofilada Mina nace en Manila en 1971. Es Doctor en Filosofía con la máxima calificación por la Universidad de Salamanca, España (1996). Es profesor de Filosofía, Estudios Religiosos y Filología Aplicada.  Pero se considera ante todo como estudiante más que como estudioso, es decir, un principiante perenne y no un caminante experimentado si bien ha viajado, leído, escrito, luchado y vivido mucho. Actualmente es Coordinador General de la Academia Filipina de la Lengua Española tras haber sido Secretario de la misma. Le apasionan los temas fronterizos de la filosofía, teología, espiritualidad, historia, arte, filología, literatura, música y cultura. De ahí su interés en los místicos cuyas figuras y obras pueden ser estudiadas desde estas mencionadas disciplinas. Ellos le siguen proporcionado una visión renovada y renovadora de la vida. Es un destacado especialista en el patrimonio filhispano y temas afines que desea recuperar, conservar y transmitir para las generaciones venideras.

 Tiene en su haber muchas obras publicadas en Europa, Asia y América entre las cuales es preciso destacar:  S. Juan de la Cruz: El Sentido Experiencial del Conocimiento de Dios (Burgos, Editorial Monte Carmelo, 2002); Reality, Experience and Beauty (Manila, University of Santo Tomas, 2003); Errante Golondrina:  The Life and Times of Josephine Bracken (Quezon City, New Day Publishers, 2004); Augustinus, Homo Religiosus (Manila, San Agustin Museum, 2005); Filosofía, Lenguaje, Mística (Manila-Quezon City, Academia Filipina de la Lengua Española-Giraffe Books, 2008); Canticle of the Mountain, Flame in the Night (Roma, Institutum Carmelitanum, 2015).  También es traductor.  Entre sus traducciones cabe destacar: P. Crisógono de Jesús, The Life of St. John of the Cross (Madrid, Editorial de Espiritualidad, 2013).  Como conferenciante ha disertado en diversos lugares como España, Italia, USA y Filipinas.

Ofilada: Presentación de su obra: Andar por el camino de la verdad (parte)

Con este libro, me propongo caminar decididamente con los que busquen tener una comprensión cabal, esto es, con fundamento de los planteamientos teresianos.  Sin ser filósofo de oficio, Teresa nos puede dar unas lecciones profundas de filosofía o el amor de la sabiduría.  Un botón de muestra es este texto en que desprecia toda la sabiduría del mundo por la verdadera sabiduría de conocerse a sí mismo, en su finitud y culpabilidad frente a la trascendencia, la Sabiduría infinita que es Dios, la Verdad en sí, como tendremos ocasión de ver: “Mas delante de la Sabiduría infinita, créanme que vale más un poco de estudio de humildad y un acto de ella, que toda la ciencia del mundo.  Aquí no hay que argüir, sino que conocer lo que somos con llaneza, y con simpleza representarnos delante de Dios, que quiere se haga el alma boba como a la verdad lo es delante de su presencia, pues Su Majestad se humilla tanto que la sufre cabe sí siendo nosotros lo que somos” (V 15, 8).

Esta misma humildad la expresa la Santa en términos difíciles de igualar cuando ella habla de sí como sujeto de la experiencia, como agraciada por las Mercedes que le hace Dios:

 “Acaéceme muchas, cuando acabo de recibir estas mercedes o me las comienza Dios a hacer (que estando en ellas ya he dicho no hay poder hacer nada), decir:  Señor, mirad lo que hacéis, no olvidéis tan presto tan grandes males míos:  ya que para perdonarme lo hayáis olvidado, para poner tasa en las mercedes os suplico se os acuerde.  No pongáis, Criador mío, tan precioso licor en vaso tan quebrado, pues habéis ya visto de otras veces que le torno a derramar.  No pongáis tesoro semejante adone aún no está –como ha de estar- perdida del todo la codicia de consolaciones de la vida, que lo gastará mal gastado…No soléis Vos hacer, Señor, semejantes grandezas y mercedes a un alma, sino para que aproveche a muchas.  Ya sabéis, Dios mío, que de toda voluntad y corazón os lo suplico y he suplicado algunas veces, y tengo por bien de perder el mayor bien que se posee en la tierra, por que las hagáis Vos a quien con este bien más aproveche, porque crezca vuesta gloria” (Ibid., 18,4). 

 Entraremos por la puerta del tema eterno de la verdad.  Basta tratar de este tema para ser un clásico.  Pero en el caso de Teresa hay algo más.  La investigación sobre Teresa de Jesús en general ha adquirido ya desde hace tiempo un grado tal de especialización que, incluso para los que han convertido la vida, los escritos y el pensamiento de la Madre del Carmelo en objeto de estudio, resulta poco menos que imposible estar al corriente de los resultados a los cuales que desde diversas perspectivas se va llegando.  Dada la imposibilidad de asimilar todas las aportaciones dadas y existentes, inevitablemente nos topamos con la telaraña heurística tejida por todas estas mencionadas aportaciones.  Por lo tanto, antes de emprender una nueva investigación sobre la obra teresiana, es preciso ponerse en claro sobre los objetivos a lograr y sobre la perspectiva desde la que han de verse todos los datos que se repiten, que parecen ser los mismos mas son a la vez distintos en la medida en que uno avanza en la investigación. 

 A esta luz, he querido llevar a cabo un estudio no muy extenso pero sí muy radical. He querido inquirir los presupuestos conceptuales de la obra teresiana subyacentes a las distintas interpretaciones que se han dado hasta nuestros días.  A la vez, he deseado buscar una manera novedosa de interpetar a la Santa con todas sus facetas.  Por eso, he elegido la cuestión eterna de la verdad que la misma Teresa ha buscado con tanto ahínco.  Siendo así, se la puede colocar a Teresa entre las grandes figuras filosóficas, quienes comparten, en expresión feliz de Gilson, la Unidad de la Experiencia Filosófica[4], -limitándonos al Occidente- como Parmenides, Heráclito, Socrates, Platón, Aristóteles, Plotino, san Irineo, san Hilario, san Agustín, Pseudo-Dionisio, Boecio, san Anselmo, Abelardo, san Alberto Magno, santo Tomás de Aquino, san Buenaventura, Duns Escoto, san Juan de la Cruz, Descartes, Berkeley, Hume, Spinoza, Kant, Hegel, Kierkegaard, Nietzsche, Freud, Jung, Unamuno, Ortega, Husserl, Jaspers, Heidegger, santa Edith Stein, Sartre, Gadamer, Zubiri, Zambrano, Whitehead, Wittgenstein, Popper, Blondel, Bergson, Marcel, Maritain, Levinas, Merleau-Ponty, Ricouer, Foucault, Henry, Derrida, Vattimo, Eco, Pierce, James, Dewey, Rorty, Putnam, Chomsky, Alston. 

Teresa habla de la verdad.  No muchas veces, como tendremos ocasión de ver con alguna parsimonia.  Pero está muy presente en sus escritos, en su visión, en su reforma, en el programa espiritual que propone con su carisma de carmelita y contemplativa.

 Teresa es un autor clásico por su manera abierta, humilde y sincera de asimilar no solo sus experiencias sino sobre todo su ser experiencia de Dios, de ser albergadora de la condescendencia de Dios que se hace experienciar, que se deja experienciar: “Estando una vez en oración, se me representó muy en breve (sin ver cosa formada, mas fue una representación con toda claridad), cómo se ven en Dios todas las cosas y cómo las tiene todas en Sí.  Saber escribir esto, yo no lo sé, mas quedó muy imprimido en mi alma, y es una de las grandes mercedes que el Señor me ha hecho y de las que más me han hecho confundir y avergonzar, acordándome de los pecados que he hecho” (Ibid., 40, 9).

Expansiva, dinámica, imaginativa, espontánea, activa, emprendedora pero a la vez prudente y caritativa.  No es taxativa ni muy reflexiva.  Pero es sincera.  Sobre todo, sincera.  La sinceridad significa la veracidad de la verdad en la persona misma.  Es la asequibilidad de la verdad en la persona misma, en sus gestos, en sus textos.  En el lenguaje de Teresa no hay nada de teatralidad. Pero sí tiene fines mistagógicos.  Con mucha cautela, podemos hablar de estrategias en su discurso pero sobre todo con finalidad mistagógica[7]. Por su sinceridad, queda patente que la personalidad de Teresa no es solo compatible con la verdad sino que ella misma es verdadera o la verdad partícipe en la verdad eterna hasta los tuétanos, desde su circunstancia, desde su vocación carmelita y contemplativa.  

Teresa se deja fascinar[8] por lo Absoluto que es Dios hecho presente en su vida en su trascendencia, el Dios que se acerca, creando el ámbito amoroso de Misterio que ella ama como la Verdadera Verdad no por ser solo el poder universalizador sino porque en su ser sujeto de la experiencia, lo universal tiene un maridaje con lo particular, superando la polaridad conceptual y todo ello hace que la experiencia sea real, no solo genuina, sino encarnada en la historia, mediada siendo mediación viva, vivencia sacramentológica en medio de las tensiones de su tiempo cuando una cierta forma de positividad afecta a la iglesia y a la sociedad del siglo XVI.  El resultado es una especie de perversión cristalizada en la Inquisición que resultó ser el organismo secuestrador de la verdad vivida, como ocurrió con el autógrafo del Libro de la Vida y los sinsabores que Teresa y su reforma sufrieron en manos de las autoridades eclesiásticas. 

Si santa Teresa es capaz de enfrentarse con la Inquisición y con teólogos de la envergadura de nuestros teólogos salmantinos, es porque está anclada en una convicción irremovible, que le hace capaz de declarar falso profeta a quien enseñe lo contrario.  Si logra ver claro en la enmarañada situación creada por el antagonismo de teólogos y espirituales, y por las interferencias de alumbrados, erasmistas y protestantes, es porque la tesis de la oración mental, del valor de la vida contemplativa, de una vida contemplativa practcaida por mujeres –la media docena del primer monasterio que representaba a todo su Carmelo-es el mensaje doctrinal, que va a ser su legado espiritual, la sangre de su Reforma”[9].  Dicha vocación consiste en presentar[10], esto es, dar a entender esta verdad clara, mayor, grande y penetrante que es prisma para ver todo el universo o todo lo creado, todo el mundo o la porción vivida y vivenciable del universo en sus dimensiones metafísicas, éticas y gnoseológicas.  

Por su amor a la Verdad, Teresa ha podido poner de relieve no solo el poder de su propia subjetivdad, ya muy enriquecida experiencialmente, ni su libertad de actuar y expresarse tomada aisladamente sino que sobre todo ha creado un patrimonio experiencial en textos escritos, testimonios orales, en Carmelos renovados desde lo más hondo del espíritu.  Por esta hondura, Teresa es capaz de presentarnos una visión original, fascinante, clásica, poderosa, impactante del cristianismo.

En Teresa encontramos lo que Zubiri denominó en su día verdad real. Refiere el filósofo vasco: “La llamo verdad real, porque ciertamente no se da sino en la inteligencia, pero siendo en la inteligencia es formal y radicalmente de la cosa misma”[11].   Teresa vive la experiencia radicalmente en su historia, arraigada en Dios que se encuentra en el más allá pero que penetra en lo más íntimo de su persona, de su realidad personal haciéndola partícipe de sí.  

El viaje divino dibujado por Teresa es lo que los estudiosos llaman su espiritualidad o su carisma, como tendremos ocasión de ver más adelante.  Este viaje divino es fiel al espíritu verdadero cristiano que consiste en seguir a Cristo hacia el Dios de Jesucristo, en toda su configuración:  planificaciones, prácticas, teorías, enseñanzas, doctrinas.  Es un viaje encarnado, siempre protagonizado por el hombre pero el héroe es Dios en Jesucristo que derrama su Espíritu para que ese camino se realize y permanezca en la historia dentro de la iglesia.  Este viaje divino siempre posee fuerza y realización encarnatorias que garantizan la historicidad y la auntenticidad del viaje como camino de verdad que necesariamente es camino de vida que Teresa dibuja como también como Camino de Espíritu, Camino de Contemplación, Camino de Oración o Camino de Perfección.  

Teresa, por su sinceridad, sabe que más que tener una(s) experiencia(s) de Dios, ella misma alberga al Dios que se deja experienciar de manera permanente, es decir, ella misma es experiencia de Dios, manera finita de ser Dios en su vida, desde Cristo, por Él, con Él y en Él por ser cristiana (Cfr. V 10, 1; Ibid., 40, 10; R, 18, 45, 61,etc.)  Su persona es el punto de encuentro entre la humanidad culpable e finita y el Dios Infinito y Grande, la Verdadera Verdad, que es Trinitario, misericordioso, generoso, dadivoso.  De ello tuvo conciencia.  He aquí el resumen de todos sus escritos.  Y ella nos lanza un reto.  A ver si nos enteramos: “Si conocieras el don de Dios”.  Parece como que Teresa nos repitiera las palabras de Jesucristo a la Samaritana[13].

Teresa no se interesa por el problema de los universales sino que va a la raíz misma, esto es, va directamente a la cuestión de Dios que no es lejano pese a su trascendencia.  Teresa va a la inmediatez de Dios, a su cercanía, a su presencia que la hace miembro de una comunión dinámica que da sentido a su universo o a la totalidad de su cosmos, de su vida, de su horizonte.  Teresa hace unos planteamientos personales.  No va a las generalidades sino a la persona misma tomada como testigo y maestra de la experiencia que es la verdad vivida y participada del Absoluto que es Dios de forma inmediata, pues este Dios se pone en contacto con el hombre, en su verdad, en su pureza, en su condescendencia, en su desnudez, es decir, kénosis o condescendencia amorosa y misericordiosa hacia el hombre para que este pueda abrirse de forma constitutiva, es decir, constituyendo su propia vida como avenida de la verdad de Dios.  Por eso, Teresa se centra en la realización histórica de Dios trascendente como Misterio que se realiza en la vida del hombre, en vías de asimilación.  Describe fenómenos no por el hecho de almacenar información sino para facilitar la veracidad de la experiencia con vistas a construir un viaje divino, un itinerario mistagógico, de vivencia, de asimilación.  Más allá de la polaridad entre lo objetivo y lo subjetivo.  Teresa habla de participación.  Su vivencia de la verdad es participativa.  La experiencia es participación.  El resultado:  una lección teologal o una enseñanza que lleva directamente a Dios: lo real en sí siendo realidad, la realidad en sí siendo lo real.

La sinceridad de Teresa es diafanidad.  Por eso, la verdad en ella es siempre una revelacion, desvelamiento, apertura o lo que llaman los antiguos alétheia.  Teresa nos pone en contacto con el Dios trascendente, en su Misterio, esto es, en su acercamiento al hombre, en su presencia en la historia inmanente del hombre.  Bien podemos aplicar al caso de Teresa y de su mistagogía estas palabras lapidarias sobre el sentido originario de la filosofía del filósofo Ortega y Gasset: “En tanto que alétheia, nos aparece, pues, la filosofía como lo que es, como una faena de descubrimiento y descifre de enigmas que nos pone en contacto con la realidad misma y desnuda”[14].

La sinceridad de Teresa hace que sus planteamientos superen los límites de la verdad desde el positivismo y del empiricismo.  Esta escuela pretende convertir a Teresa y a los místicos en paladines de trivialidades o de lo absurdo.  La sinceridad hace que la verdad sea una historia de la encarnación de la experiencia en su trascedencia en esta carne mortal con apertura escatológica.  La escatología es siempre apertura que supera los límites ontológicos del pensamiento cuya finalidad es abstraer de lo empírico, lo positivo, lo concreto para convertirlo en idea.  La ontología tiene por finalidad construir un sistema o representación intelectual de la totalidad conseguida mediante la abstracción.  La escatología es apertura que llama a la puerta de la metafísica de la contemplación que valora a todo lo empírico, lo positivo, lo concreto desde lo Absoluto que se deja experienciar y que no es meramente una idea.  La metafísica es saber amar y vivir con todo, no como idea, sino en su realidad siendo real o en su ser real siendo realidad en clave de participación en Dios.

Teresa no es mujer de ideas como los ontólogos e idealistas sino de ideales como los metafísicos y los místicos. No es persona de abstracciones sino de Misterio vivido, experienciado, enseñado.  No es ideóloga que manipula a los demás con sus ideas para fines egoístas y sectarios sino inquieta y andariega que construye caminos de verdad, de perfección, de espíritu, de oración todo dentro de la comunión de los santos, de la iglesia-comunión que ella vive desde su vocación o peculiaridad carmelitana y contemplativa. No es filósofa de oficio sino que es amante de la sabiduría, amante de la verdad. La sabiduría para ella es la humildad.  La sabiduría es propia de los que aman la verdad de veras, es decir, con humildad:  el sabor inmanente, telúrico, cercano de la verdad trascendente y celestial por la vivencia pura y sincera de esta verdad por el reconocimiento de sí mismo como agraciado por el Misterio.  Teresa ejemplifica esta humildad al saber que Dios le ha regalado Mercedes que ella narra, comparte, relata (cfr. Relaciones y Mercedes). 

Roma (Italia) – Parañaque (Filipinas), 28.03.2017

 NOTAS

[1] Cfr. C. ARANDA TORRES, La filosofía del amor en Teresa de Ávila, en Revista de Espiritualidad 75 (2016), 113-138.

[2] Cfr. J. CRESPO, Las Moradas, el arte de introducir en el misterio de Dios, en Revista de Espiritualidad 75 (2015), 9-146; T. ÁLVAREZ, Mistagogia carmelitana, en VARIOS, Dizionario Carmelitano, Roma, Città Nuova, 2008, 594-596.

[3] J.L.BORGES, Nueva refutación del tiempo, en Idem., Antología personal, Barcelona, Editorial Sol, 2001, 46.

[4] E. GILSON, The Unity of Philosophical Experience, San Francisco, Ignatius Press, 1999.

[5] Cfr. R. MINER, Truth in the Making.  Creative Knowledge in Theology and Philosophy, Nueva York-Londres, Routledge, 2004.

[6] “For a man is his true self inasmuch as he is self-transcending.  Conversion is the way to self-transcendence.  Inversely, man is alienated from his true self inasmuch as he refuses self-transcendence, and the basic form of ideology is the self-justification of alienated man”, B. LONERGAN, Method in Theology, Toronto, University of Toronto Press, 2003, 357.

[7]  A mi juicio, han de tomarse con cautela los planteamientos no usuales pero sugerentes de J. A. MARCOS, Mística y subversiva:  Teresa de Jesús (Las estrategias retóricas del discurso místico), Madrid, EDE, 2001.  Puesto que este estudio intenta romper moldes, sus afirmaciones provocadoras merecen ser discutidas con parsimonia lo cual prometería el progreso de la heurística.  En mi opinión, llamar subversiva a la Santa puede que implique que ella tergiversa los hechos, lo cual significaría que no es sincera en sus estrategias retóricas.  Pero por otra parte, se puede concluir que según este autor que Teresa es una persona muy inteligente, sagaz y no ingenua.  Queda abierta la cuestión.

[8] Me remito al artículo filosófico sobre la Santa del eminente teresiano, T. ÁLVAREZ, Admiración, estupor, espantarse.  Gesto filosófico primordial en Teresa de Jesús, en Estudios Teresianos, Vol. III, Burgos, Monte Carmelo, 1996, 313-332.

[9] T. ÁLVAREZ, Sentido polémico del Camino de Perfección, en  Estudios Teresianos, Vol. II, 554-555.

[10] Cfr. J. CHORPENNING, Saint Teresa’s Presentation of her Religious Experience, en VARIOS, Carmelite Studies.  Centenary of Saint Teresa, Washington, D.C., ICS Publications, 1984, 152-188.

[11] X. ZUBIRI, El hombre y la verdad, Madrid, Alianza Editorial, 2006, 44.

[12] T. ÁLVAREZ, Santa Teresa de Jesús, Contemplativa, en Estudios Teresianos, Vol. III, 120.

[13] Resulta refrescante y agradable la lectura de esta reflexión de las palabras del Evangelio desde un ángulo experiencial teresiano por O. DE LA CRUZ, Si conocieras el don de Dios. Teresa Samaritana, en Revista de Espiritualidad 266 (2008), 9-38.

[14] J. ORTEGA Y GASSET, Origen y epílogo de la Filosofía, en Obras Completas, Vol. IX, Madrid, Alianza Editorial, 1987, 386.  Cfr. M. OFILADA MINA, Notas propedeúticas para una filosofía fundamental en J. Ortega y Gasset, en Studium 37 (1997), 109-122.

[15] Por ejemplo, por estar terminada ya mi investigación no he podido incorporar los planteamientos de M. MARTÍN BLANCO, Enamorada de Dios y la verdad, Burgos, Fonte, 2017; S. CASTRO, La mística de Teresa de Jesús, Burgos, Fonte, 2017.

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