Mes de Santiago: Peregrinos somos, al Fin de la Tierra (Fisterra) caminamos



Allá en el Alto San Roque del Río Miera, donde viví de niño (con mi madre sancionada y mis hermanos), no se decía Julio,sino Mes de Santiago .

Patrono del mes no era Julio,llamado el César o, promotor del calendario "juliano", guerrero y soñador de imperios, a quien asesinaron en Roma, su ciudad (el 44 aC), sus enemigos tachándole de "imperialista".

El patrono del julio pasiego era el Señor Santiago , peregrino del fin de occidente, buscador de Dios en la frontera de la tierra (Fisterra, Finisterra, sobre un campo de estrellas (etimología popular de Compostela)... A Santiago también le asesinaron, en Jerusalén, ciudad del "reino de Jesús" (en torno al 44 d.C.), y lo hizo precisamente Agripa un reyezuelo judío-palestino al que había dado el trono un heredero político de Julio César.

En ese contexto, con dos peregrinos vieira (mosaico de Poio, junto a Compostela), quiero reflexionar hoy, uno del mes de Julio César o Santiago Zebedeo, sobre el posible fin del mundo, en una tierra en trance de acabar, no en línea zebedea, por revelación de Dios o por misión cristiana (llevando hasta el fin de la tierra el evangelio), sino en línea juliana, por guerra y destrucción interna.



En ontra de una etimología popular, Compostela no significa Campus Stellae (campo de la estrella), sino más bien tierra quemada, o campo de cenizas (cementerio, cf.http://xacopedia.com/Compostela_1 )

En ese sentido, podemos convertir (y estamos convirtiendo) el Camino de Compostela (lugar de la estrella) en una vía de muerte, una peregrinación hacia el fin de la historia, al campo de los cementerios.

Desde ese fondo, en el centro del año (faltan seis meses para el 2019), ofrezco en esta postal una meditación sobre el camino del fin de la tierra , con un Santiago convertido en profeta del fin de los tiempos.

Peregrinos somos; será bueno que nos entendamos a lo largo del camino , a fin de que no muramos todos, es decir, que nos matemos, al fin de las tres bombas que nos amenazan (con las que nosotros amenazamos al mismo mundo de Dios).


Introducción


Al comienzo de este mes de Santiago (este año 2018) doy gracias a Dios porque nos permite mantener vivo el grito de los excluidos y asesinados, añadiendo que el mismo hecho de que sigamos viviendo es un signo de que en conjunto hemos optado por la vida como especie (pudiendo matarnos); eso indica, en el fondo, que creemos en la vida o, lo que es casi lo mismo, creemos en el Dios que la sustenta.

Nosotros, los hombres del 2018 ya vivimos simplemente por instinto de supervivencia, sino porque “queremos” (nos queremos) o, mejor dicho, porque hemos optado en general por la vida, de un modo consciente o inconsciente.

El hombre es un ser que, pudiendo suicidarse (en plano individual y social), ha optado hasta ahora por la vida, es decir, por el Dios que le ha creado y le sustenta. Por vez primera, a lo largo de la historia, hemos descubierto podemos destruirnos (suicidarnos como especie) y que, si vivimos, es porque queremos, superando los tres riesgos siguientes:

Primer riesgo, bomba y/o guerra universal.

En otro tiempo, la violencia parecía limitada y parcial (se daba en unos grupos sociales, separados de los otros), de manera que resultaba difícil (casi imposible) que todos los hombres pudieran destruirse. Ahora podemos, pues formamos un único mundo, con un potencial de destrucción casi ilimitado (bomba atómica). Han sido necesarios muchos milenios para nuestro surgimiento; pero somos capaces de matarnos en pocas horas o días, si algunos (dueños de la bomba), lo deciden, y si otros (todos) nos vemos envueltos en una espiral de violencia creciente, excitada por el miedo multiplicado y la venganza reactiva. Sólo Dios ha podido crearnos, no lo hemos hecho nosotros; pero nosotros podemos rechazar su obra y matarnos.

En este momento, sabemos que sólo podemos sobrevivir si lo queremos (nos queremos) y pactamos en amor (dialogamos, nos respetamos), superando el riesgo la pura violencia político-militar, cultual y económica, es decir, si buscamos formas de administración económica y política al servicio de la humanidad, superando el terrorismo de los poderes globales, y la posible respuesta reactiva también terrorista de grupos marginados. El hecho de que, a pesar de todo, optemos por la vida, y lo hagamos en libertad de amor, no por puro miedo, es signo de que el fondo creemos en Dios.


Más aún, en este tiempo de grandes terrores económicos y militares, en general, los portadores del deseo de vida son los más pobres, los amenazados. A ellos recordamos en la meditación de este mes de Santiago, tiempo de los peregrinos que avanzan, que avanzamos, hacia las estrellas de la vida o hacia el campo de la muerte, el cementerio universal de Compostela.


‒ Segundo riesgo transmutación genética.

Hasta ahora el nacimiento de la vida parecía natural, pues, en principio, los padres transmitían la vida de forma generosa, gratuita, por amor, a través de un lenguaje personal, en el cuerpo a cuerpo, cara a cara, palabra a palabra de la comunicación de vida. Pues bien, la ciencia ha puesto en manos de los hombres unas posibilidades insospechadas de manipulación e influjo genético y educativo, que parecen capaces de cambiar nuestra forma de concepción y nacimiento, rompiendo la línea de las generaciones, es decir, de los padres que transmiten su herencia de vida a los hijos.

Ciertamente, la ayuda de la ciencia es buena, de manera que podría comenzar en nuestro tiempo una etapa fecunda de paternidad más responsable, consciente, de forma que empezáramos a engendrar a los hijos (hombres) del futuro con más garantías de amor. Pero un tipo de ciencia instrumental, manejada por élites de poder sin conciencia, podría «fabricar» hominoides en serie, un tipo de híbridos humanos, no sólo parcialamente condicionados, sino también manejados, dirigidos, controlados desde fuera, como instrumentos al servicio de sus amos.


Si obráramos así, rompiendo la cadena personal de transmisión de vida (que se expresa a través de unos padres), fabricando hominoides sin padres, nos negaríamos a nosotros mismos, destruyendo la especie humana, que Dios había puesto en nuestras manos. Una vida que no fuera transmitida ya de forma humana, personal, directa, a través de unos padres, dejaría de ser humana, en el sentido actual. Podría surgir quizá una especie distinta, unos vivientes “post-humanos”, pero si no tuvieron libertad, si fueran “producidos”, no creados por amor de otras personas, no podrían llamarse humanos, ni hijos de Dios.

Por eso, esta en esta pereginación de Santiago pedimos al Señor de Compostela por los médicos y científicos que pueden ayudarnos en un nivel técnica, pero de un modo especial pedimos por los padres, transmisores de vida, que son quizá el signo más grande Dios en nuestro tiempo.

‒ Destrucción por angustia o cansancio vital.

Hasta ahora, hemos vivido porque nos gustaba hacerlo, a pesar de todos los riesgos, porque en el fondo de la aventura humana (engendrar y convivir) habíamos hallado un estímulo, un placer, vinculado al mismo Dios, a quien llamábamos creador de vida. Habíamos avanzado (caminado) sobre el mundo por gozo y deseo, porque la vida era un don y una aventura, un regalo sorprendente que agradecíamos a Dios.

De esa forma hemos podido superar gran número de crisis y amenazas a lo largo de una historia inmensamente conflictiva. Pero muchos sienten ya que no merece la pena esta vida, que no es regalo sino carga, que no es gozo sino tragedia y riesgo, de manera que se niegan a engendrar nuevos seres humanos, promoviendo así un tercer tipo de suicidio: Tras la bomba y la manipulación genética, puede alcanzarnos la falta de deseo, el cansancio de una vida que parece sin base y sin futuro, sin sentido sobre el mundo.


El problema que nos amenaza no es ya la Voluntad de Poder de Nietzsche, sino su ausencia, la quiebra o falla de una Voluntad de Ser. Puede faltarnos el deseo de vivir y transmitir la vida, de manera que nos ahoguemos todos (es decir, terminemos negándonos a vivir), unos en medio de riquezas materiales (asfixia interna), otros por falta de medios (asfixia externa).

Son muchos los hombres y mujeres que están cansados de vivir, sobre todo en el primer mundo de los más ricos. Por ellos pedimos, para que el gozo de la vida les haga comprometerse a favor de la justicia. Y de un modo especial pedimos por todos los oprimidos y expulsados que, en general, a pesar de su dolor, optan por la vida, dándonos un ejemplo de fidelidad humana

Conclusión. Hemos vivido, Dios apuesta por la vida


Estos tres riesgos de suicidio marcan poderosamente nuestra forma de vida, nuestra peregrinación a compostela de manera que ya no basta con decir que hay Dios en general, sino que debe aparecer como Aquel que nos permite superar esos riesgos, como indicaré en orden inverso.


(1) Si es que en conjunto vivimos, a pesar del cansancio y angustia de aquellos que piensan y sienten que la vida carece de sentido, es que en el fondo creemos en el Dios del Camino como amplitud, ensanchamiento de la vida.

(2) Si es que vivimos y queremos transmitir la vida de un modo personal (por presencia personal directa de los padres), ciertamente con ayuda de la ciencia, pero sin dejarnos manipular por ella, es que creemos en Dios como garante de vida y libertad para cada nuevo ser humano.

(3) Finalmente, si que vivimos y confiamos en el futuro, a pesar del riesgo de la bomba o de la guerra universal, que puede matar toda vida en el mundo, es que creemos en Dios como puerta de futuro, camino de resurrección para los hombres (y no como puro compostela o cementerio)


Dios aparece por tanto como Fuente de Vida que se abre en cada nacimiento, y así le presentamos sobre un mundo amenazado por la falta de comunión (bajo el poder del capital-mercado) y el riesgo de la muerte (bomba-manipulación-angustia), ahora que está en el centro el año 2018. Hasta aquí hemos vivido con su ayuda, porque en el fondo hemos creído en la vida. A partir de aquí necesitamos todavía más ayuda, pues los riesgos de muerte que nos amenazan serán todavía más grandes.

Éste es nuestro riesgo: En el año 2018 podemos suicidarnos ya como especie… Ésta es nuestra petición y compromiso: Le pedimos al Dios de la Vida que nos haga servidores de su vida, muy en especial a favor de los más pobres.

Nuestra aventura humana comenzó cuando unos antepasados nuestros descubrieron (recibieron, crearon) formas de relación cultural consecuente, definiendo por ellas su existencia: Ellos inventaron la comunicación y la comunicación les inventó. Esta fue su novedad, el descubrimiento que marca la sorpresa y gozo de la existencia humana, que es la presencia de Dios como creador de Vida. Pues bien, al Dios creador de vida seguimos invocando en este 2018, amenazados como estamos por las tres grandes bombas.
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