Mikel Aingeru. Quereos, cuidaos

  Se ha ido (14.12.21) quedándose, como había vivido, en una habitación amplia y clara del IMQ de Bilbao, a la vera del Nervión, sobre la ría de sus primeros barcos, a los 75 años cumplidos, con la silueta de la Amá de Begoña en la colina del horizonte, rodeado de su mujer, hijos, hermanos y familiares queridos. Ha sido ejemplo enorme de vida, un castillo, como la roca de Lekanda de su nacimiento en Arrugaeta (Orozko), testimonio de humanidad en tiempos que corren el riesgo de volverse inhumanos.

Se ha llamadoMikel, nombre hebreo que significa mi-ka-el, “quién como El (=Dios)”, es decir, no hay nada como la Vida (como El), la humanidad llena de Dios. De esa forma ha vivido, como indica su nombre, intensamente, desde lo más Alto (desde Jaun-goikoa), lleno de dignidad, de “altura”. Quien le puso ese nombre supo ponérselo bien, anunciando así que sería un sería testigo del valor supremo de la Vida, como regalo de amor para los demás.

Ha sido, al mismo tiempo, Aingeru, nombre griego (An-gelos), que significa “el que anuncia”, esto es, el “mensajero”. Todos somos mensajero y testigos de la Vida, con Mayúscula. No vamos por ahí diciendo “cosas”, sino que nos decimos a nosotros mismos, porque el mensaje del ángel (es decir, del mensajero) es el mismo el mensajero. Así ha sido Mikel, un Aingeru, un ángel,  que ha ido diciendo con sus hechos la grandeza e importancia, la belleza y significado de la vida como anuncio de la Vida con mayúscula. 

Ooooooooo

Nació en un momento duro de post-guerra. Su amá desterrada tras la derrota, su aitá en los anchos mares, en barcos que salían de los muelles de al lado del IMQ para el mundo entero. Le vio nacer y le siguió dando vida el bas-herri o caserío de aitita y amama, luego el destierro de los altos valles pasiegos…, la nueva vida en Abadiño, la inmensa tristeza de la muerte del aitá, después  con la amá y los otros cinco hermanos, las tíos, primos y primas, amigos y, finalmente, el ancho mar, su mujer, Edurne, los hijos… . Y con eso, otra vez, el duro trabajo, hasta la jubilación, en lugares fueres, lejanos, de ingeniero especializado en de purificación de aguas, desde China a Chile, desde la India a Indonesia, siempre, en todas partes, como “aingeru” de la vida (ángel de Dios).

 Mil cosas puedo recordar de su vida, cosas que podrán decir y dirán  mucho mejor, con más corazón,  Edurne, su mujer, sus tres hijos…  Así estaba, hasta ayer mismo (14.12.21), respirando afanosamente, rodeado de aquellos a quienes nos había querido, enriquecido. Así quiero recordarle, pero en este blog que se titula “religión digital” debe tratar de cosas de “alta” religión, fijándome en tres anécdotas principales de crítica fuerte, pero muy constructiva.

 oooooooooo.

Un día, el año 2000 (más en concreto, el 7 de Agosto), me llamó y me dijo: Vuestro (nuestro) Papa ha perdido la cabeza. Le contesté que sí, que ya sabía lo que me iba a decir, que el documento llamado Dominus Iesus sobre las religiones es duro, pero que hay que interpretarlo etc. Él me respondió: “No hay que interpretarlo, claro está lo que dice”, según los tres periódicos que acabo de leer, los tres dicen lo mismo. El Papa dice que hay hombres de tres divisiones: Los de primera división son los católicos, los de segunda lo protestantes y judíos, los de tercera son todos otros…

Eso no se puede decir, me contesto, y además es mentira. Los hombres no son de primera, de segunda y de tercera división, todos son hombres, iguales, con igual dignidad ante Dios.  Y me terminó diciendo, firme y claro: “Díselo al papa, si puedes…”. Le contesté a mi aire: “En eso estoy”. Y me contestó “pues espabila”, que parece que algunos no se han enteraro.

La siguiente anécdota creo que era en primavera del 2003. Me llamó al mediodía, a la hora de las cañas, después de la misa, y me dice, sentenciosamente: “Llevo 50 años yendo a misa todos los domingos, y hoy han leído y comentado un evangelio que nunca había oído”. Le contesté: Es el de la unción de Betania, de  Marcos 14, 3-9. Me respondió: “No me andes con números. Yo te cuento lo que dice el evangelio: Jesús estaba cenando con amigos, cenando, discutiendo de dinero. Parece que la iban a matar, y nadie hacía nada. Y entonces vino una amiga y le perfumó con un frasco de esencia, diciéndole: Jesús, te queremos, no tengas miedo. Y terminó preguntándome: ¿Por qué no me han explicado nunca este evangelio? Me parece muy importante: Una mujer le cuidó y le animó a Jesús. ¿Por qué los curas no hablan de eso?

No supe qué responderle, porque lo que me decía era cierto. Ese evangelio (la mujer que perfuma y anima a Jesús) apenas se lee en las misas, sólo una vez cada cuatro años. Se lo comenté y me dijo: Eso está mal; tenían que  decirnos que la religión consiste en querernos y cuidarnos unos a los otros, aunque sea con perfumes, con flores, con mucho cariño. Sentí que ese era su evangelio: Perfumarnos, animarnos, acompañarnos unos a los otros, con flores, con alegría.

Tercera anécdota… Otro día, hace algo más de diez años, me llamó otra vez y me dijo: ¿Por qué no cambia un podo esto de la misa? Yo quiero ir todos los domingos a misa, porque quiero estar un rato, un día a la semana, en una iglesia, en un sitio donde hay otros que rezan también. Quiero que alguien me recuerde lo de Jesús y lo de Dios, brevemente… Quiero salir de misa pensando que la vida sigue, que merece la pena, que hay Dios, tomar luego un vino con los amigos y a seguir andando. Pero cada vez se hace más difícil encontrar una iglesia con una misa intensa, corta … He estado hace poco en Chile y he tenido que recorrer cien kilómetros para encontrar una misa de domingo, si, en el sur de Chile; y en otros sitios aún peor, o no hay misas, y las que hay son un rollo de sermones. ¿Por qué no lo ponen más fácil, más sencillo, un misa rápida, con dos palabras de ánimo, para animarnos y seguir?

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En esas tres anécdotas y en otras pensaba ayer, mientras su respiración se entrecortaba y apagaba… antes de tomar el bus y volver a Salamanca. En eso pensaba, viéndole con las dos medallas de su niñez sobre el pecho, agradecido por su inmensa vida, entristecido por su muerte. Pensando, reconociendo, ante él que cada hombre o mujer somos un rayito de la luz de Dios, es decir, de la Vida; sabiendo que en el fondo los hombres somos como él (Mikel), ángeles de carne y hueso, todos iguales (no hay unos de primera división y otros de tercer…); pensando que necesitamos animarnos unos a los otros, querernos, cuidarnos; dando gracias a la Vida porque él ha sido un hombre de primera, hombre fuerte y sufrido, de mares y tierras lejanas, un hombre afortunado porque ha dado mucho, y también porque ha sido muy querido, por todos, por sus aitás, sus hermanos, sus tíos y primos y, en la última gran etapa de su vida por su mujer y sus hijos y sobrinos…

Pensaba ya después en el autobús de Salamanca, que ser hombre en el fondo es una “religión”, la religión del amor y del cuidado,  háblese expresamente de Dios o no se habla. Formamos la religión del "quereos y cuidaos", de forma que en ella todos somos de primera división, si aprendemos a dar gracias por la vida y a querer a los otros con toda la vida, con mucho amor, a cuidarle… Por encima de esa "primera división" que formamos todos esta la División de Honor, la de aquellos que necesitan más querer y más cuidado, los enfermos, los niños, los que tienden a ser descartados. Ellos son la humanidad primera, Dios en la tierra y creer en Dios significa acogerles, quererles, cuidarles. Esa ha sido la religión de Mikel Aingeru.

Recordaba y recuerdo, a las 24 horas de su muerte, que Jesús había dicho que queramos ante todo a los niños, que les respetemos y cuidemos, que les animemos a vivir… Éste ha sido uno de los signos distintivos de Mikel Aingeru; ha querido a los niños, les ha cuidado, sin necesidad de andar pensando mucho en lo que dice en evangelio (en especial el de San Marcos, cap. 9 y 10): La forma de amar a Dios es amar a los niños, a todos, que puedan crecer en amor….

Kereros y kuidaros. En esa línea había escrito Mikel Aigeru un brevísimo testamento  hológrafo,  al comienzo de su enfermedad (marzo 2020), y confirmado después, a lo largo de su enfermedad (diciembre 2020, marzo 2021) y ratificado finalmente hace unos pocos días, el pasado 21 de noviembre, ya muy grave, donde decía simplemente de su puño y letra:

  • no quiero caja cara, ni flores flores,
  • ni tan-tan de campanas, ni esquelas solemne,
  • que me incineren, no hace falta recoger las cenizas.  
  • recordadme queriéndoos mucho.
  • No hace falta  hacer misas solemnes en iglesias..
  • Y el testamento terminaba diciendo (aconsejando), con palabras de “transgresión ortográfica”, para fijar mejor su contenido: Kereros y Kuidaros”.

Éstas dos palabras finales, “quereos y cuidaos, kereros, kuidaros”, forman su última voluntad, su testamento. En ellas nos ofrece y transmite toda la riqueza de su larga experiencia de su intensa… Los posibles “dineros” de su herencia material son muy secundarios, por importantes que puedan ser. Su riqueza ha sido y sigue siendo esta: Quereos y cuidaos.

Mikel Aingeru ha sido rico y generoso en dar, en invitar, en compartir, generosamente, siempre, un pintxo, una comida… Pero ha sido hasta el final mucho más rico en dar amor y cuidado. En eso ha sido, y sigue siendo, desde su cielo, un multimillonario.

   Éste ha sido y éste sigue siendo su testamento vital, la herencia que nos deja. No ha tenido que citar a Jesús, ni ha hablado de velas, misas, funerales y religiones… Toda su religión ha sido y sigue siendo esta: Quereos y cuidados…  No sé si él estaba pensando en Jesús, pero éste mismo ha sido el testamento de Jesús, un testamento de verdad, al que se puede añadir “quereos como os he querido, cuidaos unos a otros como yo he querido cuidaros”. Nada más, pero nada menos. Este es el testamento de Dios, su mandamiento, su vida.

Kereros,  es decir, “amaos” (como suelen traducir las biblias). Jesús se atrevió  a decir, al final de su vida, en su Última Cena: Quereos como yo os he querido. Mikel Aingeru nos ha dicho de un modo más simple y sencillo, lo mismo que Jesús: “Quereos, cuando os queráis estaré con vosotros”;  esa es mi presencia, ese es mi “monumento”.

Éste había sido el testamento de Jesús, según la Biblia: No me hagáis una tumba en un cementerio, no hace falta que tengáis mis cenizas en una urna dorada en el salón de la casa, ni en ninguna iglesia.

Por eso, los cristianos no conservamos la tumba de Jesús, ni sus cenizas… Todos los esfuerzos por encontrar reliquias externas de Jesús no tienen sentido. La herencia, la presencia, de Jesús, y la de Mikel Aingeru, es otra: Quereos, y al hacerlo de verdad sabréis que yo estoy con vosotros. No hay nada más grande que esto en toda la Biblia: Jesús resucita, esta presente, allí donde sus amigos le quieren, se quieren... En ese sentido, la resurrección de Mikel Aingeru es igual que la de Jesús, o, al menos, va en la misma línea.

Recuerdo en esa línea una anécdota. Cuando él tenía 17 años, tras los cuatro del Bachillerato elemental de entonces y los tres de a Maquinista Naval, tomó el avión para embarcarse en una isla del Pacífico y hacer las prácticas. Antes de salir, fue a explicarse a la Amama Manuela (hermana de tres marinos de todos los mares) dónde estaba esa isla a la que tenía que ir para embarcarse. Ella le paró y le dijo: En esa isla está Dios, y desde esa isla y barco nos puedes querer y te queremos, y estarás con nosotros.

Terminada ahora aquella navegación de casi 60 años él nos ha dicho en su testamento: Kereros. Eso es Dios, eso ha sido y es Mikel Aingeru. En ese sentido, conforme a un lenguaje central de los cristianos, podemos decir que igual que Jesús “resucitó” y está presente en aquellos que le quieren y se quieren, también Mikel Aingeru está presente en séptimo cielo que es Dio, es decir, en la raíces de la vida… (casi casi como en aquel principio famoso de la química, según Lavoisier: “Nada se crea, nada se destruye”, todo se transforma. Mikel ha venido desde el “cielo de Dios” y ha estado con nosotros 75 años, ahora vuelve el "cielo de Dios, que es este mundo transformado en amor y en cuidado… A mí me hubiera gustado que siguiera físicamente 10 ó 20 años más. Pero estoy seguro de que vive en la Vida, y así está presente en nosotros.   

Kuidaros, kuidaos.   Quererse no es sólo un sentimiento, es también una tarea, un compromiso de cuidarnos unos a otros. Si al niño que nace no se le acoge y se  le “cuida” (no sólo con besos, sino también con limpieza, comida, educación) el niño se muere. De un modo semejante, la manera de querer a un enfermo no es sólo llenarle de besos, sino también es cuidarle etc.

 Mikel Aingeru ha dedicado gran parte de la vida a cuidar a otros, a su familia, especialmente a los niños, a los amigos. Recuerdo a un amigo gallego, que navegó con él hace muchos años, que me dijo: Mikel nos cuidaba a todos en el barco pequeño, se preocupaba de todos… Por eso, al decirnos ahora, “kuidaros, cuidaos” nos está diciendo que nos ayudemos a vivir uno a otros, en el trabajo, en la vida.

En esa línea, quizá sin haberlo buscado expresamente, ha dedicado los últimos años de su vida laboral a “cuidar aguas”, a depurar residuos, en centrales nucleares (de Almaraz, de Ascó…), en papeleras (de China a Chile o Indonesia), en diversos tipos de fábricas. Sabía que, en gran parte, las aguas no se depuran por pura sensibilidad ecológica, sino por interés “capitalista”… Pero sabía también que si no se depuran y limpian las agua nuestro mundo se degrada, se destruye, Si no nos cuidamos en familia se rompe. Si no nos cuidamos como seres humanos la humanidad termina destruyéndose a sí misma.

            Así quiero recordarle hoy, como hombre de cuidado en el sentido activo del término, un hombre que ha querido y podido dejarnos su vida como “testamento”: Quereos, cuidados unos a otros como yo he querido quereros y cuidaros. En esa línea, estoy plenamente convencido de que él “vive”, ha sido recibido en el gran “tesoro” de la Vida, en el inmenso “capital” del amor y cuidado de la Vida, con mayúscula, una vida que para él y para otros se puede escribir con mayúscula, poniendo así DIOS. No es un Dios que manda y se impone por arriba, sino el Dios está (es) donde nos queremos y cuidamos.  

Con hombres y mujeres como  Mikel Aingeru se puede confiar en la vida, en el futuro, en la resurrección. Este mundo no está condenado a morir de sobredosis de odio, de codicia de violencia…, sino que está llamado a la Vida, es decir, a la Resurrección. Esa es la lección que me ha dado Mikel Aigeru, mi hermano. Asistí a su toma de posesión de su título de Maquinista Naval, hace muchos años. He podido acompañarle en las últimas horas de su vida, con Edurne, su mujer, con sus hijos. Mi vida es mucho más rica por haberle tenido y tenerle como hermano.

Añadido

 De BNK  
Aita,
Zu zara nire munduko aitarik onena
Zu zara nire munduko aitarik altuena, zure lepoan gora mundua gainetik ikusten nuelako
Zu zara nire munduko sukaldaririk onena, gure etxean beti sukaldatzen zenuelako
Zu zara nire munduko pertsonarik jakintsuena, zurekin egiten nituelako ikastolako lanak eta galdera guztiak erantzuten zenizkidalako
Zu zara nire munduan lagun gehien zituen pertsona, oporretan nahiz etxean, edozein tokitan, hango sukaldari, tabernari ,zein saltzaile guztiak zure lagunak zirelako.
Zu zara nire munduko medikurik onena, edozein kolpe edo zauri sendatzen zenizkidalako.
Zu zara nire munduko pertsonarik trebeena, edozein gauza konpontzeko gai zinelako
Zu zara nire munduko leku finkoa nire munduan zu izan zarelako zutabe nagusia.
Zu zara nire munduko aitarik onena, nire aita zinelako.
(Traducción libre del texto en euskera de BNK)
((Dejo el texto  en euskera, como canto de un hijo a su padre padre admirado, al padre en ha descubierto la gracia más honda de la vida Quede así, como invocación y despedida, como gesto de un hijo, que comparten sin duda su madre y sus hermanos. Lo he traducido al erdera de un modo aproximado, con cierta libertad. Quien quiera precisarlo podrá hacerlo mejor que yo. Me parece un canto de bertsolari. Gracias bnk por haberlo escrito, por haberlo querido compartir, como canto de despedida y de presencia. Eskerrik asko zuri, bnk. Gracias a ti. Palabras como estas me recuerdan al aitá del cielo, con el que tu aitá del mundo, mi hermano, está compartiendo la vida. Así va mi traducción aproximada, para los menos expertos en euskera:
Aita, Padre:
Eres para mí el mejor padre del mundo
Eres para mi el padre más alto porque pude ver muy bien el mundo subido a tus espaldas.
Eres el mejor cocinero del mundo porque siempre cocinabas los platos mejores de la casa, los que nos gustaban a todos.
Eres la persona más sabia de mi mundo porque me acompañaste siempre en las tareas de la ikastola (escuela, colegio) y respondiste siempre a todas mis preguntas.
Eres la persona que tenían más amigos en el mundo, de vacaciones o en casa, en cualquier lugar donde estuviera, porque el cocinero del restaurante, el encargado del bar y todos los vendedores del lugar eran tus amigos y así, como amigos tuyos, nos trataban...
Eres mi mejor médico del mundo porque pudiste curarme de cualquier golpe o herida, de tantas como hice a lo largo de mi vida
Eres la persona más hábil de mi mundo porque has podido reparar o arreglar todas las cosas que yo iba rompiendo, tantas tantas….
Eres el pilar fijo de mi mundo porque has sido siempre mi punto de referencia en la vida.
Eres el mejor padre del mundo, porque eras mi padre
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