Julio Parrilla, amor extramuros: todos sacerdotes, todos consagrados

Ha cumplido 75 años (* Ourense, España, 25.3.1946) y según Derecho ha presentado la renuncia al obispado de Riobamba, Ecuador, aceptada al mes justo (28.4.2021).

Se ha dicho (cf. RD) que su "renuncia" se debe en parte de haber sido criticado por su gestión en una diócesis emblemática como Riobamba, cf. también prensa de Ecuador.

No entro el tema, no tengo más datos, no sé si es renuncia normal por edad o destitución velada por acusaciones. Sólo sé que le conocí bastante y que tengo buen recuerdo suyo.

El pasado 25 de marzo del 2021 monseñor Julio Parrilla presentó su renuncia a la Diócesis de Riobamba. Foto: archivo / EL COMERCIO

Julio Parilla estudio en los Salesianos de Ourense, cursó Derecho en Santiago de Compostela y Teología en la Pontificia de Salamanca, donde yo enseñaba. Se ordenó de Presbítero el año 1975, y fue párroco en Salamanca Salamanca, hasta el año 1991, en que se trasladó a Ecuador, donde ha sido obispo desde al año 2008, primero en Loja (2008-2013) y luego en Riobamba (hasta el día de ayer), donde sucedió a Leónidas Proaño (1954-1985, cf. imagen), pastor inigualable al que  tuve la dicha de conocer, admirar y querer.

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              Conocí a Proaño como he dicho en RD   y RD 2016, pero a Parrilla mucho más, como estudiante y colega, en Salamanca. Especialmente recuerdouna larga conversación que tuvimos hacia el año 1981, viniendo de de Ecuador, donde fui a ver a Mons. Proaño en Riobamba. Parilla (cinco años más joven que yo) había sido Secretario General de ADSIS, y tenía responsabilidad en la educación y formación del grupo, que tenía por entonces gran vitalidad.

Venía a veces por clase, nos veíamos en reuniones. En este contexto se inscribe la conversación citada, que mantuvimos toda una tarde en Merced 19 (Salamanca) sobre el tema de vocación y ministerios en la Iglesia.

Tratado de la vida religiosa, 1990: Amazon.es: Pikaza, Xavier: Libros

Yo había escrito algo sobre el tema (Vida religiosa. Consagración, comunión, misión) y se sentía identificado con mi propuesta que, desde su perspectiva ADSIS, se podía centrar en dos afirmaciones fundamentales que yo sigo defendiendo:

Todos los cristianos en la iglesia (mujeres y varones) somos sacerdotes, en el sentido radical de la palabra (según Hebreos, 1 Pedro, Apocalipsis y todo el Nuevo Testamento). Esa vocación y misión al sacerdocio de Cristo resulta esencial en la iglesia. Sin ella desaparece todo el evangelio. Todos, por tanto, sacerdotes; así lo concebía él en ADSIS y en la iglesia entera. En esa línea había que formar y acoger a los creyentes.

              Sólo en un segundo momento, por llamada de la comunidad y por disposición personal, se puede y debe proponer que algunos, mujeres o varones, puedan asumir un “sacerdocio ministerial”, para toda la vida o por un tiempo, dentro de la consagración, comunión y misión de la Iglesia.  No se trata, por tanto, de subir de nivel, ni de recibir un “ordo” especial, ni de separarse de la comunidad, sino de ser en ella portador y signo del sacerdocio universal, de forma que el episcopado, el presbiterado o el diaconado no es “mío”, sino de todos los creyentes.

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 Todos los cristianos en la iglesia (mujeres y varones) somo consagrados “célibes”, es decir, religiosos, en el sentido radical de la palabra. Eso nos parecía esencial en la vocación “ADSIS”. Celibato era, en ese sentido, el descubrimiento y despliegue de la vida como “don de amor personal”, en comunión con Jesús de Nazaret, como San Pablo había desarrollado en 1 Cor 7-14. Nos parecía (y a mí me sigue pareciendo) aberrante decir que en la Iglesia hay unos que son “consagrados” y célibes (frailes y monjas) y otros que no (el común de los mortales, clase de tropa).

              Pues bien, dentro de la “consagración-celibato” universal (que se expresa a  modo de comunión intensa con Dios, con el corazón no-dividido), se puede y debe hablar (pero sólo en un segundo momento) de célibes-célibes y de célibes-casados (como sigue diciendo san Pablo). Según eso, en principio, todos los cristianos han de descubrir y cultivar su “celibato/consagración” (su experiencia de plenitud en el Dios de Cristo), y sólo en un segundo plano (pero al mismo tiempo) pueden y debe expresar de manera más concreta la forma de vivir ese celibato cristiano, sea en familia concreta de matrimonio o en comunión universal de Iglesia (al modo de los religiosos “regulares” de órdenes o congregaciones religiosas).

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c) Misionero y obispo. El año 1991 Julio se fue a Ecuador, como misionero, formando parte de una iglesia comunitaria, de hermanos y compañeros ADSIS, realizando una gran función y, como he dicho, el año 2008 fue ordenado obispo.

              Acaba de cumplir los 75 años y, como he dicho, ha presentado la renuncia “normativa” y le ha sido aceptada inmediatamente. No puedo entrar en los motivos de fondo de esa renuncia, de los que trata no sólo RD, sino algún periódico de Ecuador.Sólo puedo y quiero añadir tres reflexiones personales:

Amor extramuros

  1. Agradezco a Julio su generosidad al servicio de la Iglesia, tanto en la Comunidad ADSIS como en la diócesis de Salamanca, y luego en Ecuador. Sus conversaciones con él, hace más de cuarenta años han sido para mí muy significativas, no sólo por su forma personal de entender entonces la Iglesia, sino por su testimonio de comunidad “sacerdotal y de consagración”, tanto parara ministros ordenados y laicos como para consagrados y religiosos, mujeres y varones en la Iglesia.
  2. Su trabajo y el de otros compañeros ADSIS en América ha sido y siguen siendo significativo, en clave de encarnación eclesial, desde un carisma universal de sacerdocio y consagración, de comunicación encarnación, con las dificultades que un “carisma” como ése implica en una Iglesia cambiante, dentro de un grupo que nació en al fervor del Vaticano II y que ha tenido que adaptarse a los cambios posteriores de la Iglesia, en España y América.
  3. He seguido con gran interés sus publicaciones sobre tema de discernimiento vocacional y sobre maduración cristiana,cf.  https://www.todostuslibros.com/autor/parrilla-julio. Esas publicaciones van en la línea nuestra conversaciones antiguas, matizadas y maduradas por su experiencia pastoral.
  4. Me alegré en 2008 por su “consagración” especial como Obispo en Ecuador, pero tuve la impresión de que ésa no había sido una “buena idea”. Ciertamente,  en un sentido, el responsable ha sido él mismo, no sólo por aceptar el episcopado, sino por “aceptar” una diócesis emblemática como Riobamba, que, como he dicho, yo conocía bastante bien. No sé por qué le “mandaron” precisamente a él, a esa diócesis (¿por “imprudencia” del Nuncio, por “falta de visión” de Benedicto XVI?). Hay cosas difíciles para todos, y más aún para personas como Julio, en un contexto de “política” eclesial como es la Iglesia en América Latina.
  5. Sólo me queda pedir que Julio pueda tener buena salud, que vuelva con ánimo a su tierra (a Orense su “pueblo”, a Bilbao y Salamanca, sus ciudades de raíz hispana…). Pueden quedarle los mejores años de trabajo por la comunidad cristiana, recuperando la esencia evangélica de ADSIS, desde el Concilio Vaticano II, al servicio de la comunión sacerdotal y carismática de todos los creyentes, desde la perspectiva de su experiencia, de sus libros, de su sabiduría salesiana, de ADSIS, de Iglesia.
  6. Ya sabes, Julio. Yo estoy cerca de Salamanca. Si vienes, Mabel y yo te recibiremos con gusto y continuaremos nuestra conversación antigua... No te podré ya nada que no sepas, pero te queda una gran oportunidad de presencia (adsis) en la Iglesia.
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