Mujeres fuertes 4. Yael (Cabra Montés), la justiciera
Ella es la intimidad de la casa frente a los carros de combate, es la opción por la vida, propia de una mujer, en contra de Sísara, el guerrero de los grandes carros de batalla.
Era una mujer kenita y ayudó a los hebreos en su lucha por el control de la tierra de Canaán, matando a Sísara, general cananeo, vencido por el israelita Barac, que había venido a refugiarse en su tienda. De esa manera, ella se vincula con Débora, de tal forma que ambas son casi inseparables.
Pero mientras Débora parece haber seguido una conducta profética centrada en la palabra (es israelita y lucha a favor de su pueblo), Yael es una mujer “arriesgada”, pero que opta con violencia al al servicio de la vida de los israelitas
Yael (cuyo nombre significa Cabra de Monte) estaba emparentada con los israelitas (como Jobab/Jetró, el suegro de Moisés), pero pertenecía al clan de los kenitas (que parecen vincularse con Caín, cf. Gen 4), herreros trashumantes, sin tierra propia. Pues bien, ella y su grupo habían acampado en una tierra dominada por los cananeos de Sísara, con quienes habían pactado (cf. Jc 4, 17).
Estaba casada con Jeber, el kenita, pero el texto la presenta como mujer independiente, que tiene no sólo dominio sobre su tienda, sino también sobre el futuro de su tribu o de su grupo. Es una mujer que asume la responsabilidad de su vida, y de la vida de su grupo, al servicio de Israel, es decir, de la “limpieza” de la tierra, como podrá ver quien siga leyendo.
Así aparece en el camarín de la Virgen de Guadalupe, con el fuerte martillo/clava, con el gran clavo/clavija de tienda, dispuesta a defender la vida.
Una historia ejemplar. Relato en prosa
La iniciativa la toma Sísara, el vencido, que viene huyendo y busca refugio en la tienda de Yael. Pero ella le está esperando y decide el resto de la historia:
Sísara escapó a pie a la tienda de Yael mujer de Heber el Kenita; porque había paz entre Yabín rey de Jasor y la casa de Jeber el Kenita. Y saliendo Yael a recibir a Sísara, le dijo: «Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor». Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta. Y él le dijo: «Por favor, dame a beber un poco de agua, que tengo sed». Y ella abrió un odre de leche y le dio de beber, y lo cubrió de nuevo. Y él le dijo: «Estate á la puerta de la tienda, y si alguien viniere, y te preguntare, diciendo: ¿Hay aquí alguno? tú responderás que no».
Y Yael, mujer de Jeber, tomó una clavija de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, llegó hasta donde estaba él, calladamente, y le introdujo la clavija por las sienes, hasta clavarlo en la tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado; y así murió. Y mientras Barac seguía a Sísara, Yael salió a recibirlo, y le dijo: «Ven, y te mostraré al hombre que tú buscas». Y él entró donde ella estaba, y he aquí que Sísara yacía muerto con la estaca atravesando su sien (Jc 4, 18-22).
La escena invierte y repite de algún modo, en clave de violencia activa, el tema de Rajab, que había ayudado a los espías israelitas, al principio del libro de Josué.
‒ Rajab era hospedera, mujer independiente, que había pactado con los habitantes de Jericó, pero que se inclinó después a favor de los israelitas;
‒ Yael aparece aquí como esposa de Jeber el kenita, pero su condición de casada no influye en el relato, de manera que puede interpretarse quizá de manera simbólica: Jeber significa amigo o asociado y, en esa línea, ella sería así Mujer Asociada, que se habría vinculada en pacto con los cananeos, pero que luego prefirió ayudar a los israelitas, matando al enemigo fugitivo.
Sea como fuere, Yael actúa como soberana de su tienda (como Rajab era dueña de su casa), con gestos cargados de fuerte simbolismo erótico (que aparecen ya en el texto en prosa de Jc 4, 17-22, pero que destacan más en el paralelo poético de 5, 24-27). Parece que Sísara le pide sólo agua (¡como en los relatos matrimoniales, junto a un pozo: Gen 24 y 29; Ex 2, 11-25) y ella le ofrece aquello que la ley y la costumbre suponían que una mujer ha de dar al guerrero, recibiéndole, curándole, tapándole y alimentándole con su leche...
Pues bien, nuestro relato transforma el sentido de esos símbolos, de manera que ella, la mujer, rompiendo la alianza anterior que su familia mantenía con Sísara, le recibe de forma engañosa en su tienda, para allí matarle. De esa forma, sin consultar con su marido, como representante de la familia, ella cambia de partido y, en vez de favorecer a sus aliados anteriores, mata a Sísara a traición y se pasa al bando de los israelitas, que le declaran bendita.
Agua le pidió él, ella le dio leche. Canto de Débora
El más fuerte de los textos poéticos del AT es el canto de Débora, en el que se proclama la victoria de Israel contra Sísara y sus carros de combate. El momento culminante de la gran lucha es el gesto de Yael, que mata al enemigo…
¡Bendita entre las mujeres Yael, esposa de Jéber, el quenita!
¡Bendita entre las mujeres que habitan en tiendas!
Agua le pidió él, y ella le dio leche,
en taza de príncipe le ofreció nata.
Con la izquierda agarró el clavo, con la derecha el martillo,
golpeó a Sísara, machacándole el cráneo... (Jc 5, 24-26)
El canto de Débora proclama a Yael “bendita sobre (entre)las mujeres” (como María, la madre de Jesús) por la forma en que ha matado al enemigo de Israel, engañándole y traicionándoles.
-- Primero actúa como una mujer encantadora con modales refinados, sirviendo a su huésped como a un noble, y dándole más de lo que le pidió (leche en vez de agua), permitiendo después que se durmiera, en una tienda donde están solos los dos.
-- Entonces, con la decisión de un guerrero, ella le mató, cuando estaba dormido, debajo de la estera donde le había tapado (4, 20) “para que nadie le encontrara”.
No hay que buscar los motivos morales de esa conducta, ni en el relato en prosa (Jc 4) ni en el canto (Jc 5). En un momento de peligro, aprovechando la derrota de los cananeos, Yael cambia de alianza: mata a Sísara y se pone de parte de Barac y de los israelitas (vinculándose así con Débora). Este gesto de ruptura de la alianza con los cananeos resulta más difícil en un hombre (al menos desde una perspectiva israelita). Para una mujer es mucho más simple. Ella no conoce más alianzas que el servicio a la vida. Pertenece a un grupo marginado por todos, y así se pone de parte de los que vencen, para mantener su vida y la vida del grupo.
Pensando sobre Yael
De todas formas, en el fondo del gesto de Yael pueden verse otras dos o tres razones, que siguen siendo centrales incluso para nuestro tiempo:
(a) En primer lugar, un tipo de fe yahvista, el recuerdo de la fe antigua. Los kenitas, emparentados con los madianitas, parecen haber sido de los primeros adoradores de Yahvé. Para vivir en una tierra dominada por los cananeos, la familia de Yael tuvo que pactar con ellos. Pero se siente más vinculada a sus aliados naturales, que son los israelitas yahvistas, que provienen de su mismo entorno.
(b) En segundo lugar, un tipo de experiencia social. Yael habría estado quizá sometida a la violencia de los varones, representados en Sísara. Así, al matar a Sísara, quiere vengarse de todos los soldados violadores, con las armas que ella tiene: la cobija de su manta, la clavija de su tienda. Ella lucha como mujer contra los grandes soldados varones, con sus carros de combate (sus armas atómicas).
c) En tercer lugar, Yael con su martillo es el símbolo de la fuerza femenina de la vida, de la victoria de la casa (tienda, hogar) sobre los carros de combate… ¡Bendita Yael!
Ninguna de estas dos razones es segura. Lo único claro es que la tradición israelita ha recordado a Yael, una mujer Kenita que rompió la alianza con los cananeos, para ponerse de parte de los israelitas, que la han venerado como a una heroína, al lado Débora
Bibliografía
Cf H. D. Neef, Deboraerzählung und Deboralied. Studien zu Jdc 4,1-5,31 (BThSt49), Neukirchen-Vluyn2002; Y.Zakovitch, Sisseras Tod, ZAW 93 (1981), 364-374.Versión novelada, en edición impresa y on-line, por Ann Burton; cf. http://www.fantasticfiction.co.uk/b/ann-burton/jael-s-story.htm.
Para las mujeres en el Libro de los Jueces, hay dos libros básicos:
-- M. NAVARRO, Violencia, sexsimo, silencio: In-conclusiones en el libro de los Jueces, Verbo Divino, Estella 2013 y
-- M. Bal, Death and Dissymmetry. The Politics of Coherence in the Book of Judges (Studies in the History of Judaism), Chicago, 1988.
Cf. también S. Eder, Wie Frauen und Männer Macht ausüben: eine feministisch-narratologische Analyse von Ri 4, Herder, Freiburg im B. 2008; J. Cheryl Exum, Was sagt das Richterbuch den Frauen?, Katholisches Bibelwerk Stuttgart 1997; Fragmented women: feminist (sub)versions of biblical narratives, Trinity Press, Valley Forge Penn 1993; I. Fischer, Gottesstreiterinnen: Biblische Erzählungen über die Anfänge Israels. Stuttgart 1995. Sobre el canto de Débora cf. J. S. Ackermann, Prophecy and Warfare in Early Israel; A study of the Debora-Barak Story, BASOR 220 (1975) 5-13; M. Bal, Anti-Covenant. Counter-Reading Womens's Lives in the Hebrew Bible, JSOT SuppSer 81, Sheffield 1989, 113-132; M. Buber, La fede dei profeti, Marietti, Casale Mo 1983, 13-18; M. D. Coogan, A Structural and Literary Analysis of the Song of Deborah, CBQ 40 (1978) 143-166; N. K. Gottwald. The Tribes of Yahweh: A Sociology of the Religion of Liberated Israel, 1250–1050 BCE, SCM, 1980; B. Lindars, Deborah's Song: Women in the OT, BJRL 65 (1983) 158-175; P. Tamarkin, Uncovering Jael and Sisera. A New Reading, Scandinavian Journal of the Old Testament, 19 (2005) 24 – 47; J. W. Wats, The song of Deborah, en Id, Psalms and Story (JSOT SuppSer), Sheffield 1992, 82-98; A. Weiser, Das Deboralied, ZAW 71 (1959) 67-97; Versión novelada de la historia de Débora, en edición impresa y on-line: Ann Burton, Deborahs Story (http://www.fantasticfiction.co.uk/b/ann-burton/deborah-s-story.htm).