Camino de Navidad para mayores: La distancia entre los dedos (Pilar Huerta)

Pilar Huerta ha querido contarnos la historia de un "camino de Navidad", para hombres o mujeres demasiado ocupados en nosotros mismos, que tenemos que parar un día, dejar todo y comenzar la marcha que nos lleve a la montaña de Dios, que es nuestra vida, la vida verdadera que alguna vez hemos soñado. No es un sermón, ni un libro de filosofía o teología que quiere demostrar verdades separadas de la vida, sino, sino la guía de un camino de vida, en este tiempo de nacimiento para mayores que es la Navidad.

 Mabel y yo queremos felicitar la Navidad a muchos amigos y amigas, con este bello, intenso y provocador libro de Pilar,  diciéndoles que tienen (todos tenemos) a Dios muy cerca, a la distancia que hay entre los dedos de la mano, porque los de Dios se hacen nuestros y los nuestros son de Dios estos dias y siempre. 

la distancia entre los dedos-pilar huerta roman-9788428563178

Contenido

 Pilar cuenta en este relato el viaje personal de un caminante que va de una montaña a otra creyendo que encontrará la felicidad cuando conquiste la cima más alta. La experiencia y los encuentros que vive a lo largo de su ruta, y en los que podremos vernos reflejados como en un espejo, le permitirán, a modo de moderno camino de perfección, hacer un descubrimiento esencial para vivir de verdad, reconociendo la propia “verdad”, en el Dios Niño que vive y nace en nosotros, que con nosotros camina.

Esta Navidad es el Niño, el Hombre nuevo a quien Dios roza y despierta con los dedos, como en la creación de Migel Ángel, dedo a dedo, paso a paso. Así nos lleva el Niño Dios, así nos llevamos y amamos unos a los otros. La Distancia entre los dedos, eso es la Navidad.

cuadros-religiosos - Cuadro -Manos de Dios y Adán, detalle de la Creación-, Miguel Angel Buonarroti - Buonarroti, Miguel Angel

Lo ha escrito Pilar Huerta, carmelita descalza del Monasterio de Toro, Zamora, hermana y amigo nuestra (de Mabel, mía), que viene publicando una serie de libros intensos de espiritualidad y vida cristiana, testimonios y caminos de descubrimiento de sí mismo, de unión con Dios, de transparencia y comunión con los demás. Entre ellos:  El Telar de la palabra. Ecos bíblicos en la autobiografía teresiana (Editorial de Espiritualidad, Madrid, 20133) y Mejor será que hilen. Ecos bíblicos en el Camino de Perfección de Santa Teresa (San Pablo, Madrid).

La religiosa carmelita Pilar Huerta publica su segundo libro sobre la obra  de Santa Teresa - La Opinión de Zamora

 Cuento de Navidad. La historia fracasada de un escalador de montañas

            La primera experiencia es el ascenso a la inmensa montaña. Dejar todo, un día como hoy (22.12.21), en víspera de Navidad, tomar la mochila y echarse a caminar hacia la Mole inmensa (imagen) con un conocimiento que quiere ofrecernos San Juan de la Cruz, con su enorme, inmensa Subida al Monte Carmelo (una guía de Montaña Sagrada).

Se ve a lo lejos, impone su mirada, y  uno piensa que puede llegar a la cumbre en unos días o semanas, si aguantan las piernas, si quiere el corazón, si respiran los pulmones.            Pero tras la primera visión de la montaña, desde su cumbre, se descubren que hay otras, y otras, y otras montañas, y que ninguna es la de Dios, porque entre Dios y el hombre hay una distancia infinita que nadie es capaz de recorrer o vadear. ¿Qué se puede hacer cuando se llega a esa certeza? Nada, ni esto ni esotro, ni lo de aquende o allende. Cuando has recorrido millares de leguas descubres que estás a la misma distancia del principio. ¿Qué puedes hacer?

Identidad del Camino de San Juan de la Cruz - Camino de San Juan de la Cruz

¿Leer otra vez a San Juan de la Cruz y pensar mejor la estrategia del ascenso? ¿Buscar atajos? ¿Pedir la intercesión de santos? Pero no hay atajos posibles, ni santos que ayuden, si es que no nos dejamos ayudar de verdad por Dios. No hay más que nada, nada, nada… A no ser que por un accidente dichoso (¡oh dichosa ventura!) me deje caer (o me caiga, me hagan caer) al barranco más fragoso, más profundo, a eso que algunos han llamado sheol y otros han tomado infierno (inferus, lo más hondo…).

Descubro así que no tengo ni pies para andar, que esto cojo, manco y ciego. Me creía capaz de llegar a la altura del monte de Dios y me veo atrapado en la trampa de muerte de mi autosuficiencia. En esa situación, cuando ya no consigo nada por mí mismo, ni salir del barranco en que adolezco, peo y muero,  puede pasar por mi vera el tren de la esperanza, el último, siempre es el último, y tengo que dejarme llevar por los que vienen, se acercan a mi vera y me suben a una silla de ruedas para iniciar un camino distinto (un no-camino) en una especie de Dispensario de Navidad, esto es de nuevo-nacimiento, una cueva, un portal de la casa de Dios, un pesebre para renacer entre animales (vivientes), una “posada” como aquella del villancico de Juan de la Cruz: “del Verbo divino, la Virgen preñada ya va de camino, si le dais posada”.

Todos los libros del autor Huerta Roman Pilar

Dios viene a mi posada. La distancia entre los dedos del Niño y los míos

 Yo quería subir a la montaña, pero he descubierto que no tenía “piernas” ni pulmones suficientes para ello. Y además, esa montaña a la que quería subir y de algún modo coronar con mi esfuerzo era mi montaña, no la de Dios, de manera que allí arriba me encontraba siempre conmigo mismo (que aburrimiento: ser Yo, sólo Yo, nada más que Yo…).

Hasta que un día, perdido en aquel Dispensario de preparación de  Navidad, en una gruta o posada con cientos de impedidos y enfermos como yo, vino a verme la Hija del Rey, la Virgen Preñada del Verbo divino, para darme su premio, no el mío, a ofrecerme su esperanza, no la mía, diciéndome muy quedo, muy fuerte, tú puedes renacer, porque tú mismo eres Navidad, nacimiento de Dios.

En ese momento, desde la hondura del barranco en que estoy caído, notas las piernas, nublado el corazón, descubro a mi vera al Niño-Dios, que no me espera en la montaña inaccesible, sino que ha estado siempre conmigo,  en el mismo barranco invadeable en que me encuentro caído. Descubro que está, que es él,  que me habla, que es mi compañero  y amigo de camino, tan cerca que casi me toca, me crea y recrea, con el dedo índice (marcándome el camino),  quizá el dedo corazón (llenándome de amor), como en el fresco de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.

cuadros-religiosos - Cuadro -Manos de Dios y Adán, detalle de la Creación-, Miguel Angel Buonarroti - Buonarroti, Miguel Angel

Es el dedo de Dios-Padre-creador, siendo al mismo tiempo el dedo Dios-Niño-amado, que está naciendo dentro de mí. Por un lado, yo mismo soy Dios, ese niño que nace; soy Navidad, nacimiento de vida y amor para los otros… Por otro lado, él es Dios, y yo estoy a su lada para dejarme amar y amarle. Somos dos, su dedo y el mío, infinitamente cerca, uniéndonos sin confundirnos, tocándonos sin dominar uno sobre el otro, libres ambos en amor.

Yo quería subir a su montaña, pero la montaña que quería escalar no era la suya, sino la de mi ingenuidad y mi egoísmo. Yo quería subir, pero ha sido él quien ha bajado, porque ha estado siempre conmigo, cuando escalaba montañas y cuando sufría y aprendía en aquel dispensario, cuando venía el tren que está bajo mi ventana a socorrerme.

Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión! que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón (A. Machado), pero no era sueño, ni ilusión, sino visión más honda, pues le dije al niño que nacía a mi lado, el niño que era yo mismo, siendo distinto de mí, como un dedo al lado de otro dedo, en la pintura de la Creación de Miguel Ángel: ¿Qué hago? ¿qué hacemos?

EL TELAR DE LA PALABRA - PILAR HUERTA ROMAN - 9788470684289

Y el niño me dijo: “Camina, caminamos…”.  Y así me levanté y caminamos, y pudimos subir del barranco y andar por la llanura, y escuchar la voz de los caminantes, y escucharnos y cuidarnos, sin necesidad de escalar altas montañas, porque nosotros mismos éramos montaña sagrada, Dios en nosotros, nosotros en Dios.

Y muchos que pasaban me saludaban a mí solo, como si no hubiera nadie más que yo. Pero el niño de la Navidad que llevaba dentro de mí me decía “no te preocupes si piensan que vas sólo”; tú quiéreles, ayúdales, escúchales y estarás (estaremos) siempre acompañados  y dando compañía a los que vamos encontrando a lo largo del camino. No se trata de alcanzar montañas lejanas, sino de ser montaña y posada, camino y puerto de amor y vida para otros

 Conclusión, con Mabel y Pilar

Ella nos ha mandado este “cuento” de Navidad. No sé si he sabido contarlo o si he manchado su límpida poesía de Navidad con mi prosa desgarbada. Nos lo ha mandado a los dos, Mabel te dará su opinión, mucho más autorizada, cercana y profunda que la mía. Con ella deseo que muchos otros hombres y mujeres puedan leer y recrear este libro, que tiene varias interpretaciones y abre diversos caminos, pues a este monte y valle nemoroso de Dios, que es la propia verdad y vida de cada uno, se sube y baja de muchas maneras. Sólo hace falta querer y dejarnos querer, como tú sabes y dices de manera tan hermosa.

Puede ser una imagen de texto

Gracias por habernos mandado el libro; de lo contrario, se lo hubiéramos pedido, como regalo de Navidad, a María Ángeles, nuestra común amiga, directora de la Editorial San Pablo, a la que felicitamos por este libro.  Feliz Navidad, te deseo, os deseamos a ti, Pilar, y a toda la comunidad de Toro, con la queridas hermanas ya difunta, Mabel y yo.

Tenemos a la puerta de nuestra casa la corona de Navidad que nos mandasteis el año pasado (imagen)  a través del grupo de misión del Carmelo de Salamanca, contamos con vuestra oración y deseamos veros pronto, cuando en la próxima primavera se aflojen las “prisiones” de la Covid-19, que nos tienen un  poco atadps. Que paséis unos días de Dios en esta Navidad, y a ti, Pilar, que nos sigas acompañando y enseñando con libros como éste, de la editorial San Pablo, de la Colección Mambré, el nombre de la Casa donde Abraham y Sará recibieron a los ángeles de Dios.

Puede ser una imagen de interior

Mabel y un servidor, al casarnos, pusimos a nuestra casa el nombre de Mambre-na, que el euskera significa “Casa de Mambré”, la de los ángeles de Dios, esto es, de Dios mismo (Trinidad), como la vuestra de Toro.

Volver arriba