K. Rahner: Cambio estructural de la Iglesia ¿Una oportunidad perdida?

Con ocasión de la preparación del Sínodo de los obispos de Alemania (1971 a 1975),Rahner escribió un pequeño libro Strukturwandel der Kirche als Aufgabe und Chance (Cambio estructural de la iglesia como tarea y oportunidad).

Quiero comentar algunas propuestas de aquel libro, que sigue conservando toda su autoridad, hoy más que el año de su publicación (1973):

-- Era entonces una Aufgabe (tarea y obligación), por evangelio y por modernidad.

-- Era entonces una Chance (una oportunidad), tiempo bueno para retomar de raíz el evangelio.

Fue ya entonces (a los pocos años del Concilio Vaticano II) una tarea no cumplida, una oportunidad desaprovechada... y hoy, 45 años después,estamos llamados a retomarla, si no queremos que pase de largo (si no ha pasado ya) uno de los últimos trenes de la modernidad evangélica.

En esa línea retomo ese motivo, siguiendo una obra de H. Vorgrimler: K. Rahner. Experiencia de Dios (Santander 2004) que yo mismo traduje, añadiendo algunas observaciones propias sobre el tema de la “ordenación” de las mujeres,del que Rahner nos habló con pasión, en Salamanca, hacia el año 1977 (tengo apuntes de aquella conversación, pero no la fecha exacta).



Era yo entonces un novicio en teología dogmática y cuestiones de Iglesia, sabía algo de evangelios y teodicea, pero no me había interesado el tema de los ministerios en relación con la mujer. Lo que nos dijo Rahner entonces abrió mis ojos, hasta el día de hoy.

Es muy significativo el hecho de que incluso el neo-cardenal Luis Ladaria, gran teólogo, de los mejores conocedores de Rahner, actual Prefecto de la Congregación de la Doctrina de le Fe, no acepte sus propuestas y argumentos, dando como probatorios (en el tema de la no-ordenación de las mujeres) unos textos bíblicos que, a juicio de Rahner, no lo son en modo alguno.

Rahner protestó aquel día, rechazando el documento de Pablo VI, porque (nos dijo) se basaba en razones bíblicas equivocadas (tanto en sentido histórico como eclesial). Aún conservo en los ojos el brillo de los suyos, y su paso nervioso por la sala, mientras nos hablaba y respondía, a veces en francés, a veces en latín, porque el alemán del pequeño grupo de amigos profesores reunidos en torno a él no era del todo bueno.

Imagen 1. Rahner con Ratzinger en aquel tiempo... cuando el Vati. II empezaba a ser ya una oportunidad perdida.
Imagen 2: El libro de Rahner sobre el Cambio Estructural de la Iglesia
Buen día a todos.

1. ¿Dónde nos hallamos?


En el libro citado (Cambio estructural de la Iglesia) Rahner empezaba realizando un análisis de la realidad, mostrando las consecuencias de la nueva situación para la religiosidad y la vida de la iglesia. Dedica una atención especial a la mentalidad del funcionario eclesiástico, a la disminución del «pequeño rebaño» – y por lo tanto a la tarea de la «ofensiva misionera».

A su juicio, debe admitirse que estamos en «una iglesia en cuyo interior se vive en tiempos distintos» (en un desfase temporal): en ella existen grupos que responden a tiempos que no son iguales, de manera que no es posible lograr una armonía última entre ellos. Lo que existe es una iglesia de polarizaciones y de formación de grupos.

2. ¿Qué hemos de hacer?

Rahner pone de relieve algunos problemas concretos. Así se declara partidario de que hombres casados (los así llamados viri probati) pueden acceder al sacerdocio consagrado, mostrándose a favor de una iglesia desclericalizada.

En esa línea exige una «moral sin moralismo»: Dice que en principio tenemos miedo de anunciar al hombres de hoy el Misterio más profundo, más santo y liberador de su existencia, que le redime del miedo y de la auto-alienación, misterio al que llamamos «Dios».

Allí donde el hombre no ha tenido la experiencia por lo menos inicial de Dios y de su Espíritu, experiencia que libera al hombre de su angustia vital y de su culpa más profunda, no necesitamos anunciarle las normas morales del cristianismo.

Allí donde un hombre no se sitúa verdaderamente ante Dios, de un modo auténtico y personal... no puede entender ni hacerse cargo de aquello que los cristianos quieren decir cuando hablan de pecado y de culpa ante Dios” .

Los problemas morales concretos constituyen muchas veces un tipo de problemas fácticos intramundanos, ante los cuales un cristiano se encuentra la mayoría de las veces tan perplejo como los restantes hombres. Incluso allí donde apelamos a la llamada de Dios y a su evangelio nosotros, no sabemos cómo deben resolverse en concreto algunas cuestiones, tales como la explosión demográfica, el hambre en el mundo, la estructuración de una sociedad que sea más libre y que ofrezca justicia en el futuro […].

Por otra parte, Rahner exige una iglesia de puertas abiertas, una espiritualidad verdaderamente renovada (pues lo que a él le interesa en primer lugar no son las puras estructuras exteriores). En este contexto, Rahner se eleva de un modo vehemente en contra de un continuismo «que se vuelve aburrido y resignado y que nos sigue llevando por los carriles de una mediocridad espiritual».

3. ¿Cómo se puede pensar una iglesia del futuro?

Rahner se pronuncia abierto a discutir desde la iglesia unos temas como los siguientes:

“No es en principio anticristiano, ni contrario a la piedad, el hecho de uno se pregunte si la iglesia puede cambiar la legislación sobre el celibato e incluso si debe cambiarla, dada la situación pastoral de la iglesia del futuro. No es ningún dogma que una celebración penitencial no puede tener en modo alguno un carácter sacramental.

No está del todo claro donde se encuentran las fronteras para una intercomunión abierta; no está claro que los separados que se han vuelto a casar después de un primer matrimonio sacramental no puedan ser admitidos en ningún caso a los sacramentos, mientras ellos se mantengan firmes a su segundo matrimonio en cuanto tal. No se puede presentar el mandamiento eclesiástico del domingo como si fuera un mandamiento divino, revelado ya en el Sinaí y valioso para siempre.

Tampoco son tan claras como a veces se piensa las formas en que puede responder una conciencia incluso cristiana en relación con la ley punitiva del Estado contra la interrupción del embarazo. Dado que ningún partido político concreto es siempre y en cada caso totalmente cristiano y dado que un partido, a través de sus graves pecados de omisión, puede actuar de manera muy suave, pero que de hecho es masivamente anticristiana, no resulta tan sencillo decir cuándo un partido no puede ya ser votado por los cristianos y los católicos” .

Karl Rahner piensa que la iglesia del futuro será el de una iglesia ecuménica, como unidad en el pluralismo, no como uniformidad institucional. En este sentido, él ha destacado la gran cercanía existente ya entre las iglesias. Él quiere que surja «una iglesia desde la base» (y en este contexto exige la ordenación de las mujeres) . La iglesia del futuro debería ser una iglesia democratizada y una iglesia crítica frente a la sociedad.

4. Y la ordenación de mujeres

Rahner estaba abierto a la “ordenación” de mujeres, para los diversos ministerios de la iglesia (diaconadp, presbiterado, episcopado).

En aquel tiempo, Pablo VI (Declaración Inter Insigniores, 15.10.76) había afirmado que la Iglesia no tenía potestad para ordenar mujeres como ministros oficiales (sacerdotes) porque Jesús había cerrado esa pueerta. Pues bien, K. Rahner nos dijo lo contrario.Éstas fueron sus razones:

1. El hecho de la ordenación de mujeres resulta importante desde una perspectiva antropológica y de tradición eclesial. Yo entendería bien que el Papa dijera que por ahora, en este tiempo, no conviene un cambio:soy hijo de la Iglesia (añadió), y obedecería su dictado, evidentemente para seguir estudiando el tema.

2. Pero (siguió diciendo) el Papa Pablo VI (o los autores del documento) ofrecen como razón fundamental el hecho de que Cristo no ordenó mujeres (ordenó sólo varones, queriendo que se hiciera siempre así…). Pues bien, desde un punto bíblico ese argumento es falso, no prueba nada. Yo mismo (nos dijo) estudio la Biblia, y tengo amigos que la estudian con toda precisión (católicos y protestantes) y me dicen no les han convencido esos argumentos del Papa (pues no son probatorios, van en contra de la raíz del evangelio, en sentido històrico-exegético).

3. Por eso, sólo puedo decir (añadió) que el Papa y sus consejeros son ignorantes, no saben leer la Biblia... a no ser que tuvieran “mala conciencia”, cosa que no me atrevo a decir... . Sea como fuere, no puedo aceptar su declaración (no puedo hacerloa, en conciencia). Si no dieran razones, si se limitaran a mandar sin más...yo obedecería. Pero si me dan razones que no son convincentes debo seguir primero mi conciencia...

Una práctica eclesial no puede fundarse en una mala lectura bíblica. Quiero y exijo que los que preparan documentos papales sean consecuentes con el mensaje y vida de Jesús

4. Por todo eso, porque acuden a razones bíblicas que no convencen, debo protestar contra un documento como ese, y contra su forma de entender los ministerios de la Iglesia en relación a las mujeres.


(Éstas y otras cosas nos dijo Rahner, aquella tarde inolvidable, en el Centro Ecuménico de la Calle Ramón y Cajal de Salamanca... Yo era de los más jóvenes. La mayoría de los asistentes han muerto... Quedan algunos aún vivos. Ellos pueden certificar lo que digo).

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