Tener razón o perderla. Sólo un fanático "tiene" toda la razón (Pedro Zabala)

6 claves para entender (y combatir) las "noticias falsas" - BBC ...

¿Quién puede decir que tiene toda la razón? Solo un fanático. Áquel o áquellos que creen que la verdad entera es propiedad suya. La religión y la política son los campos donde se dan con más frecuencia los fanatismos. Por definición la ciencia, conjunto de verdades provisionales y falseables, no debería ser espacio propicio para esos dogmatismos. Pero desgraciadamente vemos casos de científicos que incurren en posturas fundamentalistas. Se han contagiado de ese virus pernicioso de arrogarse el monopolio de la verdad. Así, hay científicos que se atreven a pontificar sobre cuestiones, como la ética o la respuesta a la posible trascendencia, sobre las que el rigor empírico no tiene nada que decir.

 Lo peor del fanatismo es su propensión a considerar a quienes discrepan de su postura como mendaces, traidores o ignorantes. De ahí que de los dogmatismos arrogantes nazca el odio como su consecuencia natural. Odio a los que no comparten su posición o la ponen en duda.

 Vivimos tiempos de crispación. En los que los vertederos del odio se han abierto del todo. Las redes sociales son cauces privilegiados para esos desahogos vomitivos. Bulos, mentiras descaradas o encubiertas, insultos, chistes soeces, se dirigen contra personajes o personajillos rivales. Diríase que todo vale con tal de denigrar, vejar, hundir a los adversarios. No se respeta ni su honor, ni su vida privada... Y si alguien lo echa en cara, se invoca la “sagrada libertad de expresión”. Y no se trata solo de actos punibles, según el ordenamiento jurídico. Es algo mucho más hondo, el desconocimiento de la sagrada dignidad de toda persona humana.

Publicar o no publicar? Un dilema frente a las noticias falsas

 Lo peor es que esa degradación ofensiva no nace de abajo. Viene de arriba. Del mal ejemplo de políticos mediocres, ávidos solo de poder, y de tertulias audiovisuales en que pseudointelectuales y ególatras periodistas, bien pagados, atizan rencores cainitas y vomitan sus inquinas nauseabundas.

 Con ello ¿no consiguen perder la parte de razón que pudieran tener sus posturas por la forma vergonzosa en que las plantean? ¿No están incitando a la violencia con su siembra de odios? ¿No están arruinando el escaso crédito que todavía conserva este sistema democrático? ¿No debe consistir una buena democracia en el respeto a los Derechos Fundamentales, entre los que se incluye el del disenso pacífico y dialogante?

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