Tomás Marín Mena: Alteridad y amor. Un teólogo de raza, un libro de referencia

Cuando era rector de la U. Pontificia (Salamanca), el cardenal F. Sebastián, ilusionado por la reforma de la Iglesia,decía que “hay dos tipos de teólogos: unos son de raza y otros de simple copia-pega y tira.    F. Sebastián, claretiano y profesor, diría que Tomás Marín, antiguo alumno claretiano, es un teólogo de raza y que  su libro  “Alteridad y amor. Estudio de ontología trinitaria” no es de copia y pega sino de creación y permanencia.

Conozco gran parte de la bibliografía  castellana sobre el tema, y no he visto en los últimos años un libro más hondo y prometedor  que éste, escrito con pasión, conocimiento y “raza”, con trébol (tre-phyllôn, tres hojas) de portada.

      Aprendí mucho al leerlo y por eso acepté con gozo  el encargo de escribir su introducción, que publicaré también, dentro de un tiempo, en RD y FB. Hoy me limito a presentarlo , con un ruego a los amigos de la teología y el pensamiento cristiano: Tomen nota y lean;  este libro viene para quedar. Gracias al Sec. Trinitario por publicarlo. Felicidades al autor por escribirlo.

Tomás J. Marín Mena

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 (Don Benito, Extremadura, 1993)… Va hacer pronto treinta años.  es graduado en filosofía y licenciado en teología. Fue el ganador del I Premio de Ensayo Teológico Joven PPC, con la obra ‘Fidelidad a Cristo, fidelidad a la tierra’.  

Estudio seminario de los Misioneros Claretianos de Granada. Es laico, comparte su fe en la Juventud Estudiante Católica (JEC), está interesado en el ecologismo y en la evangelización en el mundo universitario. Vive en Granada, es profesor de Misterio de Dios en la Universidad Loyola,  prepara su tesis doctoral en la Universidad Pontificia Comillas.

Entre sus publicaciones, pueden destacarse los libros Fidelidad a Cristo, fidelidad a la tierra (2018) y Alteridad y amor. Estudio de ontología trinitaria ( 2023) y el artículo «El amor del Crucificado y la ontología de la violencia» (2022). Es coordinador de la obra colectiva ¿Un futuro sin Cristo? (en prensa), que reúne a más de treinta jóvenes humanistas y teólogos.

 Libro

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A la luz de la Divina Trinidad, la ontología trinitaria trata de descubrir los presupuestos de la mirada cristiana sobre la realidad, al tiempo que confiere unos criterios fundamentales para orientar la vida. Con el fin de profundizar en los conceptos de alteridad y amor, el autor desarrolla un diálogo, amable y crítico, con algunos de los grandes filósofos que han labrado una ontología o metafísica relacional (Hegel, Heidegger, Deleuze, Rosenzweig, Buber, Weil y Levinas) e igualmente con los principales exponentes de la teología trinitaria contemporánea (Greshake y Zizioulas). De esta suerte, aspira a entrelazar virtuosamente alteridad y amor mediante la exploración de una ontología trinitaria.  

Valoración inicial.

Estudio ambicioso, por tema y forma de tratamiento.    No conozco en España nada de su categoría, en una línea de diálogo entre el pensamiento judío (Rosenzwig, Levinas, Buber), la ontología de la modernidad (de Hegel y Heidgger a Derrida) y la tradición ortodoxa (con Ziziulas, los neopalamitas y D. Staniloae).

            A pesar de los trabajos que se han venido publicando en los últimos decenios sobre “ontología trinitaria”, de  K. Barth y K, Rahner, de Ratzinger y Hemmerle, Moltmann y Jüngel, Ferrara, Greshake y Zizioulas , pienso que la “teología trinitaria” tiene   que volver a las raíces del misterio, en la línea de lo que Tomás Marín Mena ha querido en este libro.  

Fidelidad a Cristo, fidelidad a la tierra

El tema de fondo no se resuelve recuperando sin más a los clásicos antiguos, como Orígenes y Agustín, Pálamas y Anselmo, Tomás y Hegel, sino que necesitamos una vuelta radical al Nuevo Testamento, centrado en la “cruz de Jesús, que no es sólo la exégesis de la Trinidad, sino su esencia y fundamento  Nos hace falta una “vuelta radical” al despliegue de la vida y pascua de Jesús, una vuelta que ha de hacerse en la línea de los grandes pensadores judíos (Buber, Rosenzweig, Levinas, recuperando por otra parte la teología bizantina y ortodoxa de la actualidad.

Puede ser una imagen de libro, al aire libre y texto

            Eso y más ha querido hacer T. Marín y Mena en este libro. Por eso me alegro al presentarlo, compartiendo de un modo crítico su grandes intuiciones y sabiendo que su obra  puede replantear (e incluso a superar) muchas de las cosas que se vienen diciendo sobre Dios-Trinidad.  

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  En estos tiempos (año 2023) de pequeños discursos vergonzantes y superficiales,, con miedo de pensar, trabajos como éste de T. J. Marín me llenan de alegría y esperanza ante el pensamiento y futuro de la Iglesia, con la certeza de que el Logos de Dios se está encarnando en el mundo y buscando posada entre los hombres, promoviendo una nueva praxis de acogida mutua y humanización, desde la “alteridad”, es decir, desde lo otro, desde los otros, en diálogo  con el mundo.

Imagen de fondo

La mejor praxis humana y cristiana, en perspectiva de redención y comunión universal, ha de expresarse y fundarse en pensamiento dialogante, como como éste, abierto al futuro en varias dimensiones (judía, cristiana, filosófica). Por eso he gozado  escribiendo su prólogo, a partir del el mes de junio del año pasado (2022), cuando tuve la suerte de recibir su texto casi completo. Como sucede en muchos casos, iba tirar el texto escrito  al fondo de la papelera y borrar del PC el texto on line, pero sentí curiosidad.

Tomás Jesús Marín Mena, I Premio de Ensayo Teológico PPC

Empecé por la bibliografía y me pareció buena, revisé el índice y me pareció mejor. Leí de largas sentadas y en línea transversal gran parte del libro (no tenía todavía la extensión actual) y, a vuelta de correo, escribí al autor y al editor unas líneas de cortesía, ofreciéndoles mi colaboración. El autor me  respondió con agradecimiento:

«Para mí, la ontología (o la metafísica)es fundamental en cualquier tipo de pensamiento que se quiera desarrollar con rigor, pues si no se hace patente, aparecerá subrepticiamente. Las palabras y las ideas expresadas contienen visiones sobre el mundo; estamos inmersos en el ser y lo interpretamos, lo queramos o no… También me muevo en el mundo filosófico y no puedo resistirme a decir que la “metanoia” cristiana y la vida de Jesucristo (la fe trinitaria) tienen una palabra decisiva ante las discusiones filosóficas que preocupan a mis compañeros y amigos del ámbito filosófico y en general a nuestros contemporáneos: el respeto al otro en puridad, el amor, la gratuidad, la búsqueda de comunión, la posibilidad de escapar de una lógica de la violencia, la importancia de la persona, la pregunta sobre la trascendencia radical y la apertura a la revelación…

 Por otro lado, y esto es lo central, esta obra me obliga a detenerme por un tiempo en la vida, muerte y pascua de Jesús, preguntándome si no sería mejor que me dirigiera hacia una ontología cristológica o hacia una teología pascual. Tiene toda la razón en insistir en ese punto, a pesar de que habrá notado el NT está muy presente en los principios de fondo del texto…».

Animado por esta respuesta del autor, escribí la introducción del libro (como verá quien lo lea)…, una introducción que, Dios mediante, quiero publicar más adelante en mi blog de RD y en mi página de FB, para aquellos que, teniendo ya el libro o queriendo tenerlo y leerlo, deseen conocer mejor mi versión del tema, en diálogo con T. Mena.

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Conforme a todo lo anterior, esta obra de Marín Mena nos permite abrir nuevos caminos en el descubrimiento del Dios trinitario y movernos, desde una perspectiva bíblica, teológica y filosófica en la línea de la comprensión y actualización del tema. No comparto todos los presupuestos del autor, pero los considero en conjunto necesarios y buenos para seguir pensando en el tema, situándonos en el centro de la aportación del cristianismo, en un plano de fe, compromiso y -afirmación y, sobre todo, de descubrimiento de la alteridad, en un mundo como el nuestro de occidente que a veces se ha pensado único y sin alternativa, sin alteridad.

En este momento al final de mi introducción quiero darle nuevamente gracias a Marín Mena por haberme permitir recordar y actualizar, desde su perspectiva, un largo itinerario de estudios trinitarios. Sólo me queda recordad con Marín Mena tres afirmación principales:

  1. Debemos ser fieles al lema antiguo, actualizado por K. Rahner: la Trinidad económica (histórica) se identifica con la Trinidad inmanente (transcendente) de Dios. Eso significa que, para los cristianos, no hay más Dios verdadero que el Dios encarnado: el Dios de la Trinidad de Jesús, nacido del Padre en tiempo y expresado por el Espíritu Santo en la vida e historia de los hombres.
  2. La Trinidad no es sólo un arcano impensable, nos da que pensar y, sobre todo, nos da que «hacer» (ser) en perspectiva cristiana. La ontología trinitaria de la Iglesia de Occidente Hegel nos obliga a tener más en cuenta la crítica anti-trinitaria de Kant y, especialmente, la  de Espinosa, para superar un tipo de judaísmo cósmico, para volver con Jesús al judaísmo personal e histórico (con apertura al cosmos). Posiblemente estos temas no se pueden resolver desde la filosofía, pero tampoco se pueden plantear y delimitar sin ella, como supo K. Rahner, aunque quizá estuvo demasiado cerrado en un transcendentalismo  poco dialogal, poro atento a la alteridad.
  3. Este es un libro en el que casi intervienen solamente varones, «hombres». Hoy por hoy es difícil y quizá arriesgado introducir en la ontología “trinitaria” un tipo de pensamiento feminista o, por lo menos, abierto a la alteridad femenina Siento la inmensa ausencia de mujeres, que están ofreciendo tal vez, en este momento, las propuestas más significativas de la teología trinitaria. No es fácil hablar de “alteridad” en teología si olvidamos que según Gen 2-3 la primera alteridad humana, imagen de la de Dios, es la del varón y la mujer.  Muchas mujeres  (como E. A. Johnson, La que es. El misterio de Dios en el discurso teológico feminista, Herder, Barcelona 2002; y S. MacFague, Modelos de Dios para una época ecológica y nuclear, Sal Terrae, Santander 1994) están hablando de ello. Tomas Mena deberá quizá tenerlo en cuenta en sucesivos trabajos.
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