Presentó tres volúmenes en 2007, 2011 y 2012 Ratzinger/Benedicto XVI (3). Un Papa que quiso escribir la vida de Jesús

El libro de Benedicto XVI y la Teología de la Liberación
El libro de Benedicto XVI y la Teología de la Liberación

Fue por mucho tiempo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (1991-2005) marcando, de un modo eficaz, lo que podemos llamar la “ortodoxia” y “heterodoxia” práctica de la doctrina católica.

No condenó por hereje a nadie (al modo antiguo), ni le expulsó de la Iglesia, pero trazó de hecho una línea entre buena y mala doctrina y teología, una línea en gran parte invisible, pero muy eficaz, de defensa de la pretendida fe verdadera, dándole más importancia a un tipo de ortodoxia que a la “ortopraxia” evangélica.

Benedicto XVI - Jesús de nazaret : Ratzinger, Joseph: Amazon.es: Libros

Una "vida" de Jesus

En el fondo anterior, una de sus principales  “empresas” de Benedicto XVI ha sido el escribir pronto una vida de Jesús de Nazaret, en tres tomos o entregas (2007, 2011, 2012) que deberían marcar la parte positiva de su magisterio.

La negativa habían sido las advertencia y/o semi-condenas de su etapa de Prefecto. La positiva sería esta “vida” de Jesús Nazaret, escrita como teólogo/papa, al estilo de los libros de Gregorio Magna, el mayor teólogo-papa de la iglesia de Roma, a quien el Francisco Papa, en su homilía de exequias del Papa Ratzinger (5.1.2023), acaba de comparar con Benito XVI.

Benedicto XVI, papa "benedictino" al estilo de Gregorio Magno

Más que teólogo, Gregorio Papa (590-604) fue monje benedictino,  atento a los problemas morales de la población, necesitada de líderes humanos, en medio de las grandes luchas de los pueblos bárbaros. Fue hombre práctico, romano ejemplar, empeñado en crear desde   una iglesia autónoma (independiente del emperador), capaz de valerse a sí misma y de extender el evangelio entre los paganos

Gregorio fue  también un pensador, que marcó el cristianismo de  occidente, más centrado en la piedad personal y en un tipo de integridad moral que en la gran liturgia y teología bizantina. Desde ese fondo se entienden sus libros principales:

El funeral por el papa Benedicto XVI, en imágenes - Diario de Mallorca

 Su Comentario a Job (=Moralia)ha definido la espiritualidad y la vida cristiana de millones de personas durante toda la Edad Media. Es un libro de “educación moral”, que toma de  ejemplo  a Job a quien presenta como prototipo de sumisión y mansedumbre.  

Gregorio escribió también una Regla pastoral que ha sido durante siglos un manual de vida para pastores (obispos, presbíteros) y fieles, en una línea de “monaquismo doméstico”,  una regla que  Papa francisco ha citado  en las exequias del  papa Benito XVI para definir su misión en la iglesia.

Gregorio “creó” la figura simbólica de san Benito de cuya vida histórica apenas  sabemos nada, de manera que las figuras de Benito y   Gregorio pueden casi solaparse, de manera que el PapaRatzinger  podría haberse llamado con nombre doble (igual que Juan Pablo I y II) Benito-Gregorio. Sería por un lado el papa/reformador de una iglesia monacal, como Benito. Sería, por otro, el papa/escritor como Gregorio Magno

La obra más significativa de Gregorop fue Moralia, una semblanza vida de Job, el libro más leído de la Iglesia Romana, entre el siglo VI y el XV d.C. Evidentemente, Ratzinger/Benito XVI, no pudo tomar al Santo Job como principio y guía de la nueva iglesia del siglo XXI en adelante, sino que tomó a Jesús de Nazaret, como seguiré indicando. Posiblemente su obra no tendrá tantos siglos de vigencia como la San Gregorio, pero es signa de ser reseñada.

Gregorio Magno - Wikipedia

RATZINGER/BENEDICTO XVI. JESÚS DE NAZARET I-III, 2007, 2011 2012.

He publicado en diversos lugares, y de un modo especial en este Blog (RD y en mi FB) varias reseñas de los tres volúmenes y de algunos capítulos de esta obra (en revistas literarias y teológicas, como Iglesia Viva). Hoy quiero referirme al primer volumen, de hace ya 16 años, donde presentaba de un modo general el proyecto teológico/pastoral de Ratzinger, Benedicto XVI, como proyecto eclesial de su vida y como programa básico para una verdadera teología del futuro.

Jesús de Nazaret. La figura y el mensaje

Visión general

 No es un libro vulgar, ni poco maduro. Al contrario, es bueno, incluso muy bueno, equilibrado, sapiencial, en la línea de las visiones medievales de Jesús (que llegan hasta F. Suárez, del siglo XVI) en las que iban exponiendo, capítulo a capítulo, los diversos “misterios” de la vida de Jesús, que o mismo había desdarrollado, en clave menor en primera cristología: Este es el Hombre, Manual de Cristología (Sec. Trinitario Salamanca, 1998).

En este volumen de Ratzinger/Benedicto XVI (2007) aparecen diez misterios: Bautismo, Tentaciones, Anuncio del Reino, Sermón de la Montaña, Padrenuestro, Discípulos, Parábolas, Imágenes, Confesión de Pedro y Transfiguración, Nombres. En los próximo, que el Papa aún no ha publicado, podrán aparecer otros tantos, por ejemplo: Milagros, Subida a Jerusalén, Última Cena, Juicio, Crucifixión, Resurrección, Ascensión, Parusía, Preexistencia y Concepción por el Espíritu.

De esa manera, con su obra ya completa, Papa Benedicto XVI ofrecerá una visión de conjunto de Jesús, desde su propia perspectiva, como teólogo y pastor de la Iglesia.

La división y estudio de fondo de los temas recoge tradiciones medievales, pero el orden es moderno, pues el Papa no comienza por la Preexistencia (como el evangelio de Juan), ni por la Concepción Virginal (como Lucas y Mateo), sino por el Bautismo, siguiendo así a Marcos y a los autores más recientes que se ocupan de la vida de Jesús.

El Papa se sitúa, según eso, en la línea de una larga tradición, pero en diálogo con la crítica moderna y de esa forma ha escrito un libro que sorprende por su madurez y su capacidad de síntesis. El libro sigue de algún modo un orden progresivo (según el esquema básico de Marcos), pero cada uno de sus diez capítulos forma una unidad y ofrece una mirada total hacia el misterio único de Jesús, a quien el Papa quiere presentar como Hijo de Dios, revelador supremo del Padre.

Es un libro maduro, quizá la obra cumbre de su autor (y de toda una generación de teólogos del post-Vaticano II); es una cristología medieval y actual, pero pienso que, qizá, Joseph Ratzinger no debía haberlo publicado como Papa, pues el ministerio del Papa, mientras sigue en su oficio, no se despliega en la publicación de libros de tesis, aunque sean buenos, con sus propias opiniones, sino en la apertura de un espacio de vida y pensamiento donde quepan todos los cristianos, incluso (sobre todo) los que piensan de un modo distinto.

Además, éste no es un libro sobre la historia (vida y mensaje) de Jesús de Nazaret, sino una meditación “dogmática” del Cristo de la fe, tal como ha sido re-leido de un modo litúrgico por la Iglesia (tal como yo había puesto de relieve en Este es el hombre, manual de Cristología)

  En esa línea, pienso que éste habría sido un libro bueno de Joseph Ratzinger, jubilado ya como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero sin ser papa, cristiano significativo, pero sin autoridad, con una largo historia de investigación teológica y administración eclesial, más o menos discutida. Sería un libro sapiencial, de memoria y esperanza, escrito por un hombre que, después de haber cumplidos sus tareas oficiales, se atreve a confiar a sus amigos y lectores las claves principales de su encuentro con Jesús, de su visión del evangelio.

Pero el autor de este libro no es un cardenal jubilado, sino un Papa en oficio (un papa que mantiene y ratifica lo que ha pensado y realizado como Prefecto de la Congregación de la doctrina de la fe), aunque él mismo se sienta obligado a empezar diciendo “expresamente que este libro no es en modo alguno un acto magisterial, sino únicamente expresión de mi búsqueda personal… de manera que cualquiera es libre de contradecirme” (pág. 20).

Esa advertencia se agradece, lógicamente, pero de hecho resulta poco eficaz, pues es casi imposible separar a “Joseph Ratzinger hombre”, que describe, como un particular, su búsqueda personal de Dios, de “Benedicto XVI Papa”, que expone con autoridad su teología básica (y por otra parte excusatio non petita, una excusa no pedida más parece acusación que excusa).

 Por otra parte, la misma portada del libro (en sus diversas traducciones), con sus ribetes amarillos, de color vaticano, y el hecho de que el nombre de Benedicto XVI aparezca mucho más destacado que el de Joseph Ratzinger, no deja lugar a muchas discusiones: se ha querido poner de relieve el hecho de que éste es el libro de Benedicto XVI, un libro de enseñanza del papa. 

Libro de un teólogo, libro de un Papa

 Ciertamente, el Papa Benedicto XVI tiene todo el derecho de publicar este libro y posee conocimiento y sabiduría más que la normal para escribirlo. Como buen libro del Papa y, sobre todo, por su contenido y mensaje me alegro de haberlo leído. Pero su misma publicación, y más su lectura posterior, me han producido cierta desazón, porque se trata de un libro de hipótesis (quizá buenas, en línea de desarrollo pastoral de la vida de Jesús) y pienso que la tarea del Papa con consiste en proponerlas.

Quienes acepten las hipótesis de este libro (¡aunque sea de un modo razonado!) pensarán que son más fieles al Papa y mejores católicos. Por el contrario, los que pensemos (¡a veces con razones críticas!) que el Papa está poco documentado en algunos casos o no tiene razón en otros (y en alguna de sus conclusiones) y además lo digamos, como voy a hacer ahora, corremos el riesgo de parecer menos fieles al papado y a la Iglesia.

Éste es, como digo, el texto de un hombre maduro, pensador ejemplar, un libro que nos sitúa al final de la trayectoria (de la vida y obra) del Joseph Ratzinger profesor de universidad y del Cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para cuestiones de fe y teología. Pero es un libro limitado y defiende una tendencia teológica especial, como suelen hacer todos los libros de todos los autores.

Pero hay una diferencia: otros autores suelen (solemos) ser particulares, y escriben/escribimos bajo nuestra propia responsabilidad; el Papa, en cambio, por mucho que parezca negarlo, tiende a sentar cátedra y en este asunto me parecía mejor que, como papa, no lo hubiera hecho, pues un Papa no debe sentar cátedra como teólogo (San Gregorio Magno, monje benedictino escribió sus obras antes de ser Papa, y además no quiso sentar cátedra con ellas, sino abrir caminos de vida cristiana en tiempos de gran derrumbamiento, en comunión con las iglesias de Oriente).

 Si el Papa Ratzinger/Benedicto XVI se hubiera limitado a llamar a su libro Meditación sobre el Cristo(no historia de Jesús de Nazaret) y no hubiera escrito las quince primeras páginas de prólogo (págs. 7-21), con su teoría sobre la crítica bíblica y la verdad (¡sin pretensiones de haber encontrado la identidad histórica de Jesús!), las cosas hubieran quedado más claras.

Eso mismo sucede en varios de los temas centrales (discutidos) de este libro. Si el Papa no hubiera querido separar el mensaje de Jesús de la política (dejando el tema abierto), la cosa hubiera ido mejor, y así habríamos podido tomar este libro como una hermosa y profunda meditación cristiana, al lado de otras, pues el Evangelio es grande y abre muchas interpretaciones.

Pero el Papa empieza defendiendo una determinada visión de la exégesis y la dogmática (una visión muy discutible, quizá no la mejor); por otra parte, él papa sigue postulando una especie de inmunidad política del mensaje de Jesús, (inmunidad que significa de hecho la aprobación de un tipo de statu quo muy concreto(e incluso sospechoso) en la línea de una democracia liberal de corte capitalista y occidentalista, en contra, por ejemplo, de la teología/exégesis de la liberación y otras posibles).

La conversión de Jesús (dom 2, tiempo ordinario)

De esa forma, el Papa entra en cuestiones discutidas, optando por presupuestos e interpretaciones discutibles, en la línea de una visión posterior de la iglesia y de la sociedad occidental, en contra de la historia/historia de Jesús y de los evangelios. Muchos hemos tenido la impresión de que el Papa Ratzinger/Benedicto XVI está leyendo los evangelios y la vida de Jesús desde una tradición posterior, en vez de hacer al camino inverso. Los profesionales no se han dejado impresionar por lo que él diga, sino que aceptan o rechazan la visión del Papa por los argumentos que aduce, como él mismo dice.

Pero otros muchos correrán el riesgo de aceptar o rechazar lo que dice el Papa, sin razones para ello, simplemente por simpatías o por falta de simpatías (que provienen de otros campos). Por eso algunos pensamos que el Papa, como Papa, no debería haber publicado este libro; podría haber esperado a su jubilación (si piensa jubilarse) o dejar el libro para después de su muerte. 

Un Jesús más esenio que artesano pobre, activista contra-cultural

  El Papa conoce parte de la última investigación sobre el Jesús histórico. Evidentemente, no tiene que conocerla toda, porque es casi infinita y, además, él ha sido dogmático más que exegeta. Pero ignora o rechaza algunas de las obras y tendencias más significativas sobre el tema, en especial las que se ocupan de la conexión político-social de Jesús, para contentarse con decir cosas generales (e inconexas) sobre la pobreza de la gente en aquel tiempo y sobre el carácter semi-pagano de su Galilea (pág 34 ¿cómo lo sabe?).

Por otra parte, él sitúa a Jesús en una línea de espiritualismo separado de la problemática del mundo social (político/laboral) de aquel momento, de manera que llega a afirmar que “quizá también Jesús y su familia fueran cercanos a este ambiente”, es decir, al ambiente esenio/espiritualista de Qumrán (pág. 36: ¿quién se lo ha dicho?). Me gustaría saber algo más sobre esto que el Papa ha querido decir sobre la familia de Jesús y los esenios; quizá lo diga en los próximos volúmenes de su obra (pero tampoco en ellos lo ha hecho).

Sea como fuere, da la impresión de que el Papa presenta a Jesús como un esenio inspirado en temas de ley, de relación íntima con Dios Padre más que como el líder de un movimiento de liberación campesina, en la línea de algunas corrientes proféticas del antiguo Israel. En esa línea parece que está cerca de las interpretaciones de J. P. Meir, que están externamente muy documentadas, pero que son muy dudosas (no se ocupan del trasfondo político/social del movimiento de Jesús, al que de hecho desligan de su propia historia y, más en concreto de la historia socio/política del AT, con sus variantes militares y sociales, con el carácter socio/económico de la apocalíptica y de los mismos libros sapienciales)

No sé lo que el Papa pretende con eso. Posiblemente quiere evitar el riesgo de “contaminación política” de Jesús. Esa visión es, evidentemente, posible. En esa línea parecen ir las citas del evangelio de Tomás (cf. pág. 293) y la importancia concedida a la tradición del Evangelio de Juan, que estaría conectada con los sacerdotes de Jerusalén (pues Juan Zebedeo sería un sacerdote o, por lo menos, de familia de sacerdotes; cf. pág. 268). La interpretación de fondo del Papa Ratzinger/Benito XVI es muy espiritualista en sentido religioso, pero parece incapaz de situar a Jesús en el trasfondo cultural/social representado por los cojos-mancos-ciegos, los enfermos-locos-excluidos de su tiempo y la realidad concreta de las mujeres oprimidas de su tiempo.

 La dificultad mayor que ofrece esta visión del Papa se relaciona con su forma de entender los problemas humanos; él supone que, para dedicarse a los “problemas divinos” (¡su experiencia filial, su visión de Dios!), Jesús tiene que desvincularse de los problemas humanos (como parecen haber hecho los esenios, como harán los gnósticos). Significativamente, parece que el Papa ha olvidado que Jesús fue tektôn, artesano (cf Mc 6, 3 par), en una situación económica muy especial de opresión y con eso olvida la problemática real (económica, cultural, política…) de su entorno y del entorno y surgimiento de su tiempo.

El Papa supone que Jesús (con su mensaje) proviene de una familia de expertos “religiosos” (de piadosos oficiales), no de campesinos israelitas, implicados en la problemática económica y social concreta de su tiempo. El Jesús del Papa no es el Jesús real, de los pobres y excluidos de su tiempo, el Jesús que promueve un movimiento liberador de marginados, un tipo de “escuela”, iglesia contra-cultural, contraria a la estructural (orden) social del imperio romano, tal como se impone en aquel tiempo en Galilea (y en el conjunto de la tierra de Israel).

Jesús. Aproximación histórica | PPC Editorial

De esa forma, el Papa sitúa a Jesús dentro de una burbuja espiritualista. En esa línea se sitúan las páginas que dedica a su diálogo con un libro de J. Neusner (cf. págs. 133-147). Son páginas ejemplares, incluso emocionantes y nos sitúan en el centro de una discusión actual de fondo sobre las implicaciones teológicas (intrajudíad) del movimiento de Jesús. Pero es muy posible que tanto Neusner como el Papa hayan olvidado el tema central de los evangelios y de la primera iglesia en su diálogo (disputa) con otros tipos de judaísmo, un tema que se sitúa en la línea de la opción fundamental por los marginados de diverso tipo (pobres, pecadores, enfermos…).

El judaísmo de Neusner va en la línea de un espiritualismo, nomismo, rabínico, muy importante para tiempos posteriores, pero que no puede aplicarse al entorno político/social, económico y “familiar” de los galileos (e incluso judíos de Judea) del tiempo de Jesús. De esa forma, Ratzinger/Benedicto XVI “congela (deja a un lado) el sentido radical de la “encarnación” que implica Jn 1, 14. En la exégesis del papa hay mucho evangelio de Juan, pero un Juan poco encarnado en la problemática radical (social, humana) de su evangelio.

Podía seguir citando temas conflictivos, pero no es necesario. Sólo quería decir que el libro del Papa es bueno, pero que sigue una determinada tendencia exegética (a mi juicio, no la mejor) y una determinada teología (que no tiene que ser la teología de la Iglesia entera).

Desde ese fondo se entiende el argumento central del libro. El Papa se siente obligado a defender no sólo la conciencia mesiánica y filial de Jesús, sino a entenderla de un modo temático excluyente, en la línea de una cristología alta, como si a Jesús le interesara su “divinidad” más que su labor de humanidad. Da la impresión de que el Jesús del Papa no centra su vida en la curación de los enfermos, en la evangelización de los pobres y en la transformación de los hombres para el Reino de Dios (en amor al enemigos, en perdón mutuo de las deudas…), sino en presentarse a sí mismo como superior al Sábado y como Presencia de Dios.

Un libro exegéticamente limitado

El Papa entiende a Jesús como alguien que va diciendo por ahí “yo soy” (págs. 399-410), preocupándose más en dejar claras sus relaciones con el Padre (yo-y-Dios) que en curar a los enfermos y en asumir la problemática contra-sacral de los necesitados. Ciertamente, el Papa puede apoyar su visión en una lectura del Evangelio de Juan y aplicarla a los sinópticos. Pero su misma lectura de Juan puede resultar sesgada y no responde (como he dicho) a la intención más honda del Cuarto Evangelio. Tengo la impresión de que el Papa tiene miedo al Jesús de la historia y necesita que el mismo Jesús le diga “yo soy Dios”, en vez de buscar y descubrir su divinidad (¡su humanidad plena!) a través de lo que él hace, a través de lo que dice, en el movimiento de Reino que él suscita.

Personalmente, estoy convencido de que Jesús se consideraba enviado de Dios (hasta Hijo suyo, en un sentido mesiánico). Más aún, como cristiano, creo que las afirmaciones del Credo y de los Grandes Concilios que hablan de Jesús como Hijo Eterno de Dios son valiosas y pueden (incluso deben) seguirse manteniendo, dentro de la Iglesia, desde la perspectiva en que fueron proclamadas. Eso significa que puedo creer (y creo) en la divinidad de Jesús, pero no al modo en que la intenta explicar aquí el Papa.

Estoy convencido de que la “divinidad” del Jesús cristiano puede entenderse y descubrirse de un modo más distinto y que en esa línea nos ayudan las nuevas investigaciones sobre el Jesús histórico. A otros, el libro del Papa les ayudará a creer en Jesús, estoy convencido de ello y pido a Dios para que así sea (pero en la línea del Jesús total, del Jesús “encarnado” en la problemática de los enfermos y oprimidos, de los expulsados de la sacralidad del templo (Ratzinger no explica por qué condenan a Jesús realmente los sacerdotes del templo, ni por que pone en el centro de su programa restauración socio/política de las doce tribus).

En un plano exegético, éste es el libro de un hombre que sabe mucho de la historia teológica de Jesús como el Cristo, pero que no ha entrado en la problemática de fondo (política, social, apocalíptica y sapiencial) de su historia. Ciertamente, no podía ni debía hacerlo, porque es imposible conocerlo todo y menos siendo Papa. Por otra parte, muchos libros de exégesis han tendido a diluir algunos rasgos de la figura histórica de Jesús, contraponiendo humanidad y divinidad de una forma muy moderna (teológica), pero ajena al mensaje/vida/muerte de Jesús y del entorno de la primera iglesia, antes de las formulaciones que parecen más dogmáticas de Pablo y de Juan.

 En ese sentido, la actitud del Papa puede ser positiva. Pero hay otros autores que abierto el tema y proyecto (el sentido) de divinidad mesiánica de Jesús. En ese sentido, ellos podrían haber ayudado al Papa, permitiéndole plantear mejor la relación entre mensaje/vida de Jesús y despliegue del Reino de Dios (de Dios mismo), desde la judía de su entorno (y desde, desde nuestro mismo)tiempo. Pienso que no es necesario rechazar la crítica histórico-literaria para quedarnos con el Jesús divino de la Iglesia, sino todo lo contrario: llegando hasta el final en el camino de esa crítica podremos conocer mejor al Jesús divino y humano, para así abrir caminos mejores de Iglesia y de humanidad futura.

Una teología limitada, un problema no es la teología

Ciertamente, el Papa tiene buena teología; se le nota oficio, es agudo, más inteligente que muchos que se atreven (o nos atrevemos) a criticarle. Pero su teología es “una” entre otras, no es “la” teología de la Iglesia, aunque Ratzinger sea Papa. Más aún, me atrevo a pensar que su teología no es la mejor para muchos que buscan a Jesús desde la nueva situación del mundo (muy parecida, por otra parte, a la situación de Galilea en tiempos de Jesús, si es que sabemos verla bien).

En esa línea, con cierta vacilación, me atrevo a decir que el Papa no ha  valorado el carácer positivo de la creación, con toda su problemática, antigua y actual, eso que algunos han llamado el valor divino (¡aunque a veces tan peligroso!) de lo humano (en la línea de la encarnación de Jn 1, 14). Da la impresión de que piensa que al hombre (¡y a la mujer!) no les basta con ser simplemente “humanos” para ser cristianos o “religiosos”, sino que necesitan tener unas “muletas” sagradas, superiores, para compensar su cojera…

En esa línea, parece que la teología del Papa es algo “gnóstico” (¿platónica, agustiniana?), pues parece que devalúa este mundo inferior de humanidad. Es como si el Papa tuviera dificultades con el Dogma de Calcedonia donde se dice, limpiamente, que Jesús es verdaderamente hombre (anthropos) y Dios, conforme a lo cual hay que decir que se divino siendo humano (en su propia humanidad), de manera no se puede afirmar que es Dios y además hombre (Dios “y” hombre), sino que es divino en su misma humanidad (Dios=hombre).Este es un tema complejo, pues y la realidad de fondo del “y” y del “=” debe matizarse, conforme a la declaración de Calcedonia (el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas: sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación,).

Ciertamente, el Papa admite, rubrica y canta el dogma de Calcedonia, pero después, al volverse a la historia de Jesús, parece que lo olvida, como si fuera necesario algo distinto de la humanidad para encontrar a Dios, como si no fuera el hombre, simplemente el hombre Jesús la revelación plena de Dios. Una y otra vez, a lo largo del libro, da la impresión de que a Jesús hay que “separarle” de lo humano para presentarse como Hijo de Dios. Puede ser impresión mía, pero otros muchas la comparten. Sin duda, la teología del Papa es evangélica (responde a los evangelios) y es católica (tiene un valor universal), pero no es la única (y quizá, desde mi punto de vista) no es la mejor.

Por todo esto, termino repitiendo que, a mi juicio, el Papa como Papa (Benito XVI) no debería haber publicado este libro, que es propio de Joseph Ratzinger más que del Papa, por más que él diga que la doctrina de este libro no es un acto de Magisterio papal.

Muchos  que encontramos dificultades exegéticas y teológicas en este libro no estamos, en modo alguno, en contra del Papa (aunque pensamos que la doctrina de este libro no es doctrina papal, como él mismo repite varias veces). El Papa como tal es de unidad de la Iglesia de Jesús y animador de las comunidades. Pero pensamos que su tarea no consiste en escribir libros como éste.

 El tema no es sólo este libro. Podría imaginar que el Papa es el mejor de todos los exegetas que han existido y que existirá, de forma que me convence en todo lo que dice. Podría seguir pensando que es como el mejor de todos los teólogos dogmáticos, que me convence también al cien por cien y me emociona… Aun en ese caso, me gustaría que el Papa en cuanto tal no hubiera publicado un como éste, pues su oficio (munus) no es escribir libros exegético-teológicos, sino vincular en fe y comunión a todas las iglesias, a todos los creyentes (sean de la opinión que sean).

Quiero que el Papa tenga tareas y las cumpla, pero que no sea un Papa que deba dar lecciones a los exegetas como exegetas, ni a los teólogos como teólogos,  sino invitarles a mantenerse en la ancha comunión eclesial, distinguiendo así las tareas de una iglesia donde hay doctores y maestros además de apóstoles y dirigentes eclsiales. Por acudir a un tema clásico: Pedro no anduvo por ahí dando lecciones a Pablo ni a Marcos; y, sin embargo, Pedro era muy importante para Pablo y Marcos.

Un Papa con el que se puede disentir

 Como he venido diciendo, éste es un libro discutible y bueno, una meditación sobre algunos rasgos de la figura de Jesús, a partir de varios textos de la Iglesia antigua (de los evangelios). Es también un libro profundo y valiente, de manera que nadie podrá criticarle al Papa, diciendo que ha sido un teólogo superficial o un pastor miedoso.

Al contrario, Benedicto XVI ha dado la cara, y la ha dado con valentía, aunque quizá en un lugar donde no debía haberla dado. Por eso, como cristiano concedo mi voto de confianza plena al Papa en su función ministerial (aunque quiero que cambie algunas cosas…), pero no puedo aceptar todas las cosas que dice este libro, aunque he querido leerlo (y creo que lo he leído) no sólo con una actitud de “benevolencia inicial”, como el Papa ha pedido, sino también con amor y pasión cristiana, para poder así contradecirle, como el mismo Papa ha seguido pidiendo (pág. 20).

Así  termino con una confesión agridulce. He gozado con la lectura de este libro, a pesar de los problemas que he destacado y de otros que podría destacar (y quizá lo haré en otro momento). Pero me hubiera gustado que no fuera libro de Benedicto XVI, sino simplemente de Joseph Ratzinger, un cristiano significativo, un buen creyente, un pensador de gran finura, alguien que escribe desde su misma situación, pero no como pastor supremo de la Iglesia.

De todas formas, las cosas se pueden ver también de otra manera, de forma que el Papa, siendo representante de la unidad de las Iglesias, pueda actuar también como un creyente particular y así, de un modo particular, sin querer influir en modo alguno en la marcha de las iglesias y en la reflexión de los teólogos, aporte también su experiencia y su visión de Jesús. Es muy posible que este libro del Papa Ratzinger signifique un comienzo de camino en esta línea.

            Lógicamente, este libro del Papa recibirá muchas alabanzas, pero también muchas críticas, quizá más duras que las mías. Será un Papa vulnerable, alguien a quien se puede contradecir (como él mismo quiere), alguien con quien se puede disentir, siguiendo en la Iglesia. Esta disensión puede empezar en el campo teológico, pero una vez que ha empezado así puede seguir y seguirá en otros campos de la administración eclesial y de la vida de las comunidades cristianas. Si esa disensión es amorosa, como quisiéramos, podemos hallarnos ante un nuevo comienzo en las iglesias.

Conclusión

 Si no recuerdo mal, cuando a Ratzinger le hicieron Arzobispo de Munich (año 1977), pidió unos meses de “prórroga” para escribir su famoso (y discutido) tratado de Escatología, para que no saliera como libro de un obispo, sino como obra de un profesor universitario. Podría haber hecho quizá algo semejante con este libro y publicarlo como obra de un obispo jubilado, no como “best seller” de un El Cardenal Martini, tras haber leído este libro, dijo (con algunas matizaciones): me hubiera gustado escribirlo. ¡Pero, claro, Martini ya estaba jubilado!

De todas maneras, en la línea de todo lo que he dicho, este libro de Joseph Ratzinger, Papa no jubilado, puede ser un hito en la historia de la búsqueda conjunta de papas y teólogos, de pastores y fieles dentro de la Iglesia. Tiene sus defectos, como he mostrado, pero quiere ser y es un libro dialogal, abierto al encuentro con otros teólogos cristianos e incluso judíos. Por eso, después de todo lo dicho, quiero acabar saludándolo con gozo.

Xabier Pikaza 2007

Esta Navidad, Religión Digital

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