22.3.20. Dom 4º Cuaresma Ciclo A. Dom 4. Cuaresma: Contra los que imponen a otros su ceguera (Jn 9, 1-41)

En un mundo de ciegos (con E. Sábato)

  Hoy es el domingo del ciego de nacimiento, pero más que su curación externa, el evangelio describe la polémica de Jesús contra aquellos que le critican y persiguen porque cura a los ciegos no para someterles mejor a su Ley, sino para que sean libres y libremente vean y viva. El tema  no es, por tanto, la curación externa en sí misma, sino el enfrentamiento entre un tipo de malosfariseos, que quieren mantener a los hombres ciegos (oprimidos), bajo una ley que ellos han impuesto a su servicio, y unos hombres como Jesús, que quieren curar  los ciegos, para que vivan y vean en libertad, sin ser oprimidos por otros.

Ésta no es una doctrina nueva, que se me haya ocurrido ahora (año 2020), sino el tema central de un largo curso dirigido en el Bíblico de Roma, el año 1976/7, por I. de la Potterie, un exegeta, por otra parte, muy tradicional, que podía titularse así: Unos fariseos conspiran contra Jesús porque cura a los ciegos.

            Según el evangelio de Juan, hay una religión falsamente farisea  que ciega a los hombres, para mantenerles sometidos. Desde ese fondo pueden leerse algunos rasgos  de la pandemia del coronavirus, que nos sitúa, por un lado, ante una gran ceguera (no sabemos en realidad lo qué pasa) y por otro ante rumores de una gran conspiración, que podría hallarse dirigida por chinos, norteamericanos u otros grupos de presión para  tenernos así a todos ciegos (bajo su dominio). 

         Quiero decir de antemano que no creo en ese tipo de conspiración, aunque formo parte de una generación a la que nos han maleducado y engañado (dominado) con conspiraciones de diverso tipo, dirigidas por sabios de Sion o contubernios judeo‒masónicas. Se habla por ahí de conspiraciones comunistas o capitalistas, musulmanas o norteamericanas, vaticanas  o protestantes, masónicas, diabólicas, sectarias etc.  No creo en conspiraciones, pero es evidente que existe un miedo a la luz con gentes y grupos que quieren impedir que los ciegos vean, como expone con toda claridad el evangelio de Jn 9.

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No creo en una conspiración del coronavirus,  el  tema se explica de otra forma,  por fragilidad biológica, como efecto de un tipo de globalización, por  el cambio climático que libera gentes dormidos de siglos, o simplemente por azares impredecibles. En esa línea, en el comienzo de Jn 9, el mismo Jesús dice a sus discípulos que el problema no está en saber el saber el origen de la ceguera, sino en curar a los cielos. Pero, dicho eso, el texto  describe con todo lujo de detalles la conspiración de un tipo de “fariseos” (seguros de su ley) que se oponen a la curación de Jesús, porque prefieren que los ciegos sigan ciegos. 

 Este es un evangelio importante, pero solemos leerlo pasando de puntillas ante su argumento, pensando que se dirige en contra de otros fariseos, cuando de hecho se dirige, hoy más que nunca, a nuestra iglesia, a nuestro mundo,  que sigue conspirando en contra de los “dadores de luz”, como fue Jesús. Así lo mostraré en esta postal,  que consta de tres partes. (1) El texto: Jn 9. (2) Una explicación general de tipo exegético. (3) Situar en ese fondo la teoría visionaria de la conspiración de los ciegos que ofrece E. Sábato en Informe sobre ciegos  (cf. imagen siguiente)

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1. TEXTO. JUAN 9,1-41

 Es largo, puede pasarlo quien ya lo conoce. A pesar de ello lo voy a reproducir entero. Es un prodigio, he dicho. Basta con leerlo y dejarse impresionar. Si alguien quiere puede pasar luego a mi comentario. El que tenga más tiempo puede leer, finalmente, el Informe sobre Ciegos de E. Sábato, y sacar por sí mismo las consecuencias:

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. [Y sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quien pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?" Jesús contestó: "Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo."

Dicho esto,] escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado." Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: "¿No es ése el que se sentaba a pedir?" Unos decían: "El mismo." Otros decían: "No es él, pero se le parece." Él respondía: "Soy yo."

[Y le preguntaban: "¿Y cómo se te han abierto los ojos?" Él contestó: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver." Le preguntaron: "¿Dónde está él?" Contestó: "No sé."]

Llevaron ante LOS FARISEOS al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: "Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo." Algunos de los FARISEOS comentaban: "Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado." Otros replicaban: ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?" Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?" Él contestó: "Que es un profeta."

[Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: "¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?" Sus padres contestaron: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse." Sus padres respondieron así porque tenían miedo los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: "Ya es mayor, preguntádselo a él."

Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador." Contestó él: "Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo." Le preguntan de nuevo: ¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?" Les contestó: "Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?" Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: "Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene.

" Replicó el ciego: "Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder."]

Le replicaron: "Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?" Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?" Él contestó: "¿Y quién es, Señor, para que crea en él?" Jesús les dijo: "Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es." Él dijo: "Creo, señor." Y se postró ante él.

[JESÚS añadió: "Para un juicio he venido ya a este mundo; para que los que no ve vean, y los que ven queden ciegos."

LOS FARISEOS que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: "¿También nosotros estamos ciegos?"

JESÚS les contestó: "Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste."]

2. COMENTARIO DE X. PIKAZA

Introducción

Los fariseos de este pasaje, parásitos controladores de la luz (que quieren mantener al ciego en su ceguera), no son “los judíos”, en contra de los cristianos (que seriamos los buenos alumbradores), sino un tipo especial de personas (judíos o cristianos, ateos o creyentes…) que diciendo que diciendo que tienen la ley de la ley la acaparan para su servicio e impiden que otros hombres (en especial los marginados) vean.

Por eso quiero empezar este comentario diciendo que hay dos tipos de religión, como decía un judío mesiánico llamado H. Bergson (Las dos formas de religión y de moral): (a) Hay una religión que crea y alumbra, que da luz a los ciegos, que ensancha la vida y libera como la de Jesús y otros muchos judíos, cristianos, budistas, musulmanes… (b) Hay una religión explotadora, propia de conspiradores, que viven de controlar e impedir que los otros vean por sí mismos, como los fariseos de este pasaje de Juan, y como muchos otros cristianos, judíos etc etc.

Un texto litúrgico

            Este pasaje de Jn 9 fue desde el principio un texto de “liturgia”, una catequesis que la Iglesia vuelve a presentar en cuaresma, entre el pasaje del agua (3ª Semana, Samaritana: Jn 4, 5-42) y el de la vida (5ª semana, de Lázaro: Jn 11,1-45)

Este “milagro” no tiene equivalente en los sinópticos. Eso no quiere decir que el evangelista Juan lo haya inventada. Posiblemente lo ha tomado de una historia que corría en la tradición, una historia parecida a otros milagros de ciegos (cf. Mc 8, 22-26 y 10, 46-52: ciego de Betsaida, ciego de Jericó), y la ha adaptado y recreado, en el escenario más solemne de Jerusalén, con la aguas de Siloé (bajo el templo), con Jesús como luz, en el contexto de las disputas de algunos cristianos con otros grupos de judíos sobre la luz verdadera (en el trasfondo del sábado judío y de la obra de Dios).

 – La Samaritana era el signo de la mujer/pueblo que busca la vida del agua, la vida en libertad, sin estar esclavizada por maridos y maridos que pasan sin quedar, junto al pozo de Jacob, sin Sicar/Samaría. Se supone que es “pecadora”, pero no ella como persona, sino por toda la historia que lleva detrás y que le arrastra.

– Este ciego es el hombre que no logra ver “por nacimiento”, es decir, por condición humana o por opresión de los demás.  Este hombre no es un ciego sin más, sino un cegado. Hay muchos que quieren enseñarle  a ver pero a su manera, aprovechándose de él, dejándole ciego, en una ceguera que empieza siendo externa (no ver las cosas, no comprender el sentido de la vida), pero puede terminar siendo interior (no saber quién soy, en quien puedo confiar, vivir utilizado por otros)

Jesús, rebelión contra los que ciegan a los otros

Ciertamente, Jesús cura al ciego… Pero, a fin de hacerlo, tiene que enfrentarse con aquellos que se aprovechan de su ceguera, que quieren mantenerle siempre ciego, al servicio de ellos, como un sometido. En esa línea, ayudar al ciego significa  bajarle de la zona de las leyes de la ciudad alta (dominada por sacerdotes y escribas) a la fuente de la vida, abajo, en el manantial de Siloé, que es signo profético de abundancia y claridad futura.

El “pecado” de este ciego de nacimiento no es suyo; es de aquellos que no le ayudan, sino que le ciegan más,  ue le dicen que es un mentiroso, que le someten a sus leyes y conveniencia (o le expulsan de sus sinagogas, dejándole sin cobertura y ayuda humana)… Pues bien, Jesús ayude al ciego de nacimiento; no le cura directamente, sino que le pide que sea él mismo, que asuma su propia tarea, que baje al agua, que se limpie… Él mismo barro en sus ojos el barro (barro de saliva, de aliento vital…) y le dice que vaya, que se limpie, que vea, que no tenga miedo.

Los maestros de la Ley escribas o doctores, querían dominar al ciego, dirigirle y tenerle bajo su “influjo”. Ellos aparecían como buenos videntes, como guías perfectos…, para consolar a los ciegos y dejarles en su ceguera. Jesús, en cambio, no consuela el ciego (en un sentido superficial), sino que le dice que vaya, que asuma su destino, que se limpie, que sea él mismo, que vea, aunque ello implique el riesgo de que le echen de los “sanedrines y sinagogas”.

Jesús pide al ciego que se rebele contra una ley de ceguera, que le obliga a mendigar a oscuras, bajo la “caridad” de los maestros ciegos, que viven como parásitos a costa de la enfermedad de los demás (a los que dominan). Jesús dice al ciego se rebele, que deje su puesto de mendigo, que no tenga miedo al “qué dirán”, que sea él mismo, que vea, que baje a la fuente, que se lave y vea por sí mismo, que se atreva a ser.

Esta “rebelión del ciego” no es la rebelión de los hombres y mujeres del subsuelo para vengarse de los de arriba, de los videntes (como en el Informe de Ciegos de E. Sábato), sino una Rebelión para la libertad y para la vida… Es una Rebelión que lleva al encuentro con Jesús que es simplemente “hijo de hombre”, el hombre en plenitud. Curarse y ver es creer que hay un Hijo del Hombre, que hay un Cristo, que podemos ver y vemos con su ayuda.

Algunos signos (en línea catequética) 

  1. Saliva. Jesús cura con su propia vida. La escena de la saliva y del barro… está reproduciendo la escena del Génesis, cuando Dios creó al hombre del barro y sopló en él la vida… Pues bien, Jesús ofrece al ciego lo más hondo que tiene, su saliva (que es signo de vida) y le hace volver al barro de la creación y al agua de la esperanza…. Jesús recrea al ciego, pero diciéndole a él que asuma su responsabilidad, que se independice de los maestros que le están oprimiendo, que sea él mismo, en libertad.
  2. La piscina de Siloé estaba situada fuera de las murallas, en la parte baja de la ciudad… Era una maravilla de ingeniería, al final de un túnel mandado construir por el rey Ezequías el año 700 a. C. para hacer que el agua entrara en la ciudad… Al final de aquel túnel viene el ciego y se limpia… y asume su vida… y es capaz de empezar a creer, en el fuerte sentido de la palabra:
  3. fe. El ciego tiene que creer en sí mismo… en su valor como ser humano, en su capacidad de ver. Ha de asumir su condición, dejando de sentirse esclavo de otros, manejado por padres y maestros, por fariseos y jerarcas religiosos, como un puro mendigo inútil. No, él puede asumir su vida, ver, decir, afirmarse…, creyendo en el hijo de hombre… es decir, como humanidad liberada y liberadora…

Esta  es una parábola de la condición del hombre, amenazado por la ceguera natural (el ciego de nacimiento) y la ceguera cultural/religiosa, representada por un tipo de fariseísmo (judío, cristiano, capitalista….) que quiere mantener a los hombres a oscuras, para dominarles.

Un pasaje de rebeldía mesiánico

Un pasaje de rebeldía contra todos los fariseos y jerarcas religiosos (judíos, cristianos o del tipo que fuere) que no alumbran, ni dejan alumbran. No dan luz (como Jesús), ni quieren que otros la den, sino que viven a costa de tener a los otros sometidos, como ciegos a los que manejan en sus “sinagogas”. Ciertamente, había muchos tipos de buenos fariseos, pero algunos (como los de este pasaje) preferían cumplir un tipo de ley (de sacralidad), manteniendo a los hombres ciegos, sin permitirles acceder a la libertad.

Este Jesús es hombre de luz: Alumbra al ciego, le dice que sea capaz de asumir su libertad, aunque le expulsen de la sinagoga (aunque le excomulguen). Él ha venido a dar luz, no a impedir que otros alumbren.

No hará falta decir que, a lo largo de siglos, un duro cristianismo ha corrido a veces el riesgo de seguir en la línea de estos fariseos de Jn 9, no dejando que Jesús cure a los ciegos, teniéndoles sometidos… o expulsándoles de sus sinagogas-iglesias.

3 ¿UNA CONSPIRACIÓN DE CIEGOS? ERNESTO SÁBATO

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 En este contexto de Jn 9 (y de la gran ceguera del coronavirus) quiero situar una de las parábolas más fascinantes y dolorosas de la literatura moderna: el Informe sobre ciegos de E. Sábato (que forma parte de su novela Sobre Héroes y tumbas).

Jesús viene a curar al ciego de nacimiento, es decir, a todos los ciegos. Por eso quiere que todos los hombres y mujeres vean y vivan en un mundo luminoso, abiertos al diálogo y a la lucidez de Dios, americanos y chinos, europeos y africanos… diciéndose la verdad y ayudándose unos a otros. En este contexto, la gran “herida” del coronavirus podría servir para que todos volvamos a nuestras raíces de humanidad, para ver, para compartir lo que vemos, para amarnos en claridad.

En contra de eso hay muchos que piensan que en el fondo del coronavirus hay una especie de conspiración, propia de unos o de otros… En vez de ayudarnos a vivir en comunión y a iluminarnos unos a los otros, el coronavirus serviría  para insultarnos unos a otros, y así aprovechar la gran crisis para ejercer el gran dominio sobre el mundo, cosa que actualmente parece que se encuentra casi al alcance de las manos de un tipo de capitalistas y aliados… o de otro tipo de poderosos (que serían en este caso los chinos).

Son muchos los que han escrito en los últimos decenios (cf. K. Popper) sobre las conspiraciones, para negarlas o para decir que el mundo (y en especial la economía) ha estado (y sigue estando en manos de ellas) de un tipo de conspiradores. En ese fondo, el origen y desarrollo poco claro del Coronavirus  estaría movido (al servicio: cui prodest?) de algunas entidades político‒económicas,  que utilizarán la muerte y el pánico de millones de personas para después “liberarnos” con su dictadura.

Como he dicho, no creo en esa teoría de las conspiraciones, aunque como dicen algunos amigos gallegos “haberlas hailas”, tanto en grupos religiones como grupos políticos y, sobre todo, económicos. Quien tenga tiempo puede buscar estos días en la prensa y podrá encontrar algunas de ellas. No creo en conspiraciones, aunque estoy convencido de que en el fondo de la historia humana tienden a dominar los  tres males de los que he venido hablando estos días (el demonio de la guerra, del capital/hambre y de la peste/destrucción humana). Hoy quiero limitarme a citar un par de páginas del Informe de Ciegos de S. Sabato, sin comentario alguno.

Quizá alguno de mis lectores vea en esa “logia de ciegos” del subsuelo de Buenos Aires (en época de persecución política) una confirmación de que también bajo el fondo del coronavirus puede darse una conspiración de ciegos, empeñados en impedir que Jesús (la verdad) cure a los ciegos. Si los hombres y mujeres del mundo se curaran  esta logia de ciegos y todos los ciegos dictadores del mundo político y de la economía impositiva perderían su poder.

‒‒ Este Informe sobre ciegos, que se puede leer por separado, constituye la descripción metafórica de un mundo dominado por la ceguera, por una Secta de Ciegos demoníacos. Es como si Sábado encarnara en la figura de los ciegos la perversión de un “fariseísmo” demoníaco e infernal, que quiere dominar el mundo desde la ceguera, creando un submundo de ciegos que lo dirigen y destruyen todo, desde el subsuelo de Buenos Aires.

Aviso: estos ciegos que dominan sobre el mundo, de un modo infernal, no son en principio ciegos "materiales", sino que se hacen ciegos demoníacos para así imponer su imperio sobre el mundo... Esta es, al menos, una lectura de la parábola de E. Sábato, que os invito a compartir. Están en la línea de los "fariseos" de Jn 9, que quieren dominar la religión y vida de los demás, desde su ceguera, imponiéndose así sobre el ciego de nacimiento y sobre todos los habitantes de la ciudad perversa (que puede ser Madrid o Buenos Aires).

Dostoievsky vio al Diablo en el subsuelo de Sevilla (Gran Inquisidor, en Los hermanos Karamazov). Sábato lo ha visto en Buenos Aires. Otros pueden verlo en Jerusalén o en Nueva York. El riesgo está ahí, pero también está ahí la voz de Jesús y de muchos que dicen: ¡quiero que veas, porque Dios es luz". Lo que sigue es de Sábato.

Mundo de ciegos. Una logia infernal

Vigilaba y estudiaba los ciegos, sin embargo. Me había preocupado siempre y en varias ocasiones tuve discusiones sobre su origen, jerarquía, manera de vivir y condición zoológica. Apenas comenzaba por aquel entonces a esbozar mi hipótesis de la piel fría y ya había sido insultado por carta y de viva voz por miembros de las sociedades vinculadas con el mundo de los ciegos.

Y con esa eficacia, rapidez y misteriosa información que siempre tienen las logias y sectas secretas; esas logias y sectas que están invisiblemente difundidas entre los hombres y que, sin que uno lo sepa y ni siquiera llegue a sospecharlo, nos vigilan permanentemente, nos persiguen, deciden nuestro destino, nuestro fracaso y hasta nuestra muerte. Cosa que en grado sumo pasa con la secta de los ciegos, que, para mayor desgracia de los inadvertidos, tienen a su servicio hombres y mujeres normales: en parte engañados por la Organización; en parte, como consecuencia de una propaganda sensiblera y demagógica; y, en fin, en buena medida, por temor a los castigos físicos y metafísicos que se murmura reciben los que se atreven a indagar en sus secretos.

Supe así que esa hegemonía (de la logia de los ciegos) se logra y se mantiene (aparte el trivial aprovechamiento de la sensiblería corriente) mediante los anónimos, las intrigas, el contagio de pestes, el control de los sueños y pesadillas, el sonambulismo y la difusión de drogas. Baste recordar la operación a base de marihuana y de cocaína que se descubrió con los colegios secundarios de los Estados Unidos, donde se corrompía a chicos y chicas desde los once a doce años de edad para tenerlos al servicio incondicional y absoluto.

Si, como dicen, Dios tiene el poder sobre el cielo, la Secta tiene el dominio sobre la tierra y sobre la carne. Ignoro si, en última instancia, esta organización tiene que rendir cuentas, tarde o temprano, a lo que podría denominarse Potencia Luminosa; pero, mientras tanto, lo obvio es que el universo está bajo su poder absoluto, poder de vida y muerte, que se ejerce mediante la peste o la revolución, la enfermedad o la tortura, el engaño o la falsa compasión, la mistificación o el anónimo, las maestritas o los inquisidores. No soy teólogo y no estoy en condiciones de creer que estos poderes infernales puedan tener explicación en alguna retorcida Teodicea… 

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