"Algunas pistas para esbozar caminos de acercamiento del nuevo papa" León XIv y personas con discapacidad

"Indagar por la red para buscar algunas experiencias y contactos del cardenal Robert Francis Prevost, con personas con discapacidad es, de momento, una tarea infructuosa"
"Así que me aventuraré a señalar algunas pistas para esbozar caminos de acercamiento del que ahora está llamado a impulsar la sinodalidad y la inclusión de todos los creyentes en la vida y la pastoral de la Iglesia"
"Los dos últimos años los ha vivido el cardenal Prevost en Roma. Cerca y cercano, al Papa Francisco su antecesor, enfermo y sentado en una silla de ruedas"
"El carisma agustiniano y la pasión por la paz que expresa, son señales de que será un buen 'compañero de viaje' para todos aquellos que deseamos una Iglesia que se involucre en la defensa práctica de la dignidad inherente de todas las personas, independientemente de sus capacidades funcionales"
"Los dos últimos años los ha vivido el cardenal Prevost en Roma. Cerca y cercano, al Papa Francisco su antecesor, enfermo y sentado en una silla de ruedas"
"El carisma agustiniano y la pasión por la paz que expresa, son señales de que será un buen 'compañero de viaje' para todos aquellos que deseamos una Iglesia que se involucre en la defensa práctica de la dignidad inherente de todas las personas, independientemente de sus capacidades funcionales"
Indagar por la red para buscar algunas experiencias y contactos del cardenal Robert Francis Prevost, con personas con discapacidad es, de momento, una tarea infructuosa, no porque no existirán sino porque es este un aspecto da la vida pastoral y eclesial no pocas veces eclipsado por la vieja costumbre de mirar el bosque sin distinguir los árboles en su diversidad siempre sorprendente y necesaria.
Así que me aventuraré a señalar algunas pistas para esbozar caminos de acercamiento del que ahora está llamado a impulsar la sinodalidad y la inclusión de todos los creyentes en la vida y la pastoral de la Iglesia, como él mismo ha declarado en sus primeras manifestaciones como Pastor Universal de la Iglesia: A todos vosotros, hermanos y hermanas, de Roma, de Italia de todo el mundo: queremos ser una Iglesia sinodal, que camina, una Iglesia que busca siempre la paz y la caridad, una Iglesia que busca siempre el servicio, especialmente a los que más sufren. (León XIV en su primera aparición en el Vaticano).
Dos años de amistad con Francisco
Los dos últimos años los ha vivido el cardenal Prevost en Roma. Cerca y cercano, al Papa Francisco su antecesor. Son también los dos últimos años de la vida de Francisco, enfermo y sentado en una silla de ruedas.
Se habla de amistad entre ambos. La proximidad, más familiar que formal, le han permitido conocer de cerca las limitaciones y barreras (físicas y mentales) a las que se enfrentan a diario quienes viven su existencia acompañados por la fragilidad corporal y la movilidad reducida (en la actualidad, más de mil millones de personas en todo el mundo). Es fácil imaginar que ambos se veían, trabajaban y compartían trabajo, confidencias. Sin duda el cardenal Prevost tuvo la oportunidad de descubrir que la enfermedad y la discapacidad no únicamente genera sufrimiento y limitación, sino también, y quizá con más fuerza, una fuerza interior capaz de “poner en pie” a las personas por encima de temores, obstáculos y amenazas… una vida interior profunda que nos permite “señorear” sobre todas ellas, vivir con dignidad y plenamente como personas y como creyentes.
Francisco lideró la Iglesia sentado en una silla de ruedas, animado por la palabra de Cristo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. Francisco llegó a concluir su ministerio apostólico y su existencia en este mundo, abriendo caminos, tendiendo puentes y estableciendo procesos de conversión evangélica y transformación que conducirán a la Iglesia a servir a la humanidad entera, sin discriminaciones, ni ataduras que la alejen de los más pobres. Vivir a “ras de tierra”, en la horizontalidad que impone la discapacidad facilita encuentros verdaderos, sin arrogancias ni imposiciones.
El Papa argentino llegó con la visión de la enfermedad y la discapacidad tradicional, común entre los clérigos: mirar la enfermedad como virtud que se impone: prueba, sacrificio, renuncia, “mortificación”… son las expresiones del universo conceptual por el que navegan la teología y la pastoral “de siempre”. Llegó también con la mirada condescendiente, de pena y piedad, al tiempo que esperaba de ellos resignación y oración para la santificación propia y ajena. En fin, una mirada que mantiene a las personas con discapacidad como destinatarios pasivos de la acción pastoral y caritativa de los demás.
Al final de su andadura humana y su ministerio, Francisco marchó con otra mirada. Convertido en “uno de ellos”, escuchando y caminando a su ritmo, aprendió a gustar en su interior no solo el amargo sabor de la limitación y el sufrimiento, sino también su fuerza transformadora y esa capacidad que genera valores y recursos que únicamente surgen cuando sabemos aceptar la fragilidad existencial, combatir el sufrimiento propio y ajeno y caminar juntos con serenidad y esperanza. Este tiempo de intensidad interior y cercanía real a los más vulnerables le llevaron también a interesarse por sus organizaciones, sus derechos y sus reivindicaciones… el Sínodo de la Sinodalidad le permitió comprobar que son muchas las personas y los grupos que, “con la camilla a cuestas” viven su vocación humana y cristiana como cualquier otro bautizado. Finalmente, se fue de esta tierra árida y hermosa al mismo tiempo, dejando un magisterio nuevo en sus mensajes, especialmente en los documentos emanados del Sínodo que sigue en pie.
“Al promover la corresponsabilidad en la misión de todos los bautizados, reconocemos las capacidades apostólicas de las personas con discapacidades que se sienten llamadas y enviadas como sujetos activos de evangelización. Queremos valorar la aportación que proviene de la inmensa riqueza de humanidad que traen consigo. Reconocemos sus experiencias de sufrimiento, marginación, discriminación, a veces sufridas incluso dentro de la propia comunidad cristiana, debido a actitudes paternalistas de lástima. Para favorecer su participación en la vida y misión de la Iglesia, se propone la creación de un Observatorio Eclesial de la Discapacidad”. Documento Final, 63.

Para León XIV, más joven y con mayor vitalidad, estos años previos a su elección como nuevo Papa, junto al amigo y admirado Papa Francisco le habrán proporcionado esa otra mirada humana, cristiana y sinodal que descubre a las personas con discapacidad en agentes activos de la evangelización, como el resto de los bautizados. Está por ver cómo influirá en el nuevo Papa su convivencia con el que ha sido su inmediato antecesor el Papa Francisco pero es mucho lo que esperamos.
Tradición y espiritualidad agustiniana
De momento, mi conocimiento del carisma agustiniano y de la vida de sus comunidades no es mucho. Hace solo algunos años que mantengo contacto puntual y periódico con el Monasterio de Monjas Agustinas de Benicasimen Castellón de la Plana. Oraciones, retiros y eucaristías compartidas con la comunidad contemplativa, me han ayudado a conocer la fuerza de su oración y de su apostolado humilde y silencioso, al tiempo que profundamente evangélico y solidario. Estas mujeres orantes y pobres, acogen con alegría a quienes se acercan al convento: unos buscando a Dios, espiritualidad y formación; otros alivio en sus sufrimientos o ayuda en su precariedad, algunos otros solo silencio y paz interior. Estas contemplativas hoy muestran con alegría sus fotos con Prevost cuando visitó los monasterios de Castellón y Sant Mateu como Prior General de los Agustinos. Estás mujeres profundamente eclesiales están viviendo como una verdadera bendición su elección como sucesor de Francisco. Están convencidas de que el carisma agustiniano, que sostiene su fe, su vocación y su misión, va a ser también una bendición para la Iglesia Universal en este tiempo de Dios.
Al inicio de su pontificado es bueno dirigir la mirada hacia el carisma espiritual que ha sido, y será sin duda, uno de los pilares donde apoyar su nueva responsabilidad en la Iglesia. Me atreveré a aventurar que, también para acercarse a las personas más vulnerables, enfermas o con discapacidad que buscan, en la Iglesia actual, plena integración y reconocimiento apostólico.
Vida en común es el fundamento que emerge del carisma agustiniano; carisma que en tiempo de vocaciones escasas ha convertido los conventos en hábitat de muchos religiosos y religiosas mayores, donde son atendidas por las hermanas más jóvenes. Limitación y dependencia forman parte del día a día de estas comunidades. Limitación y dependencia son la universidad donde todas tiene la oportunidad de doctorarse en el servicio y la gratuidad. En los conventos, todas ellas viven su fe, también, como “cuidadanas” unas de otras.
La Regla de san Agustín inicia su relato subrayando que debemos aspirar a ser una sola mente y un solo corazón en el camino hacia Dios. Vida en común es la experiencia conventual agustiniana. Caminar juntos el desafío de la sinodalidad. Ambos acentos confluyen y se retroalimentan cuando, dentro y fuera de los conventos, buscamos recorrer el camino hacia el corazón a Dios, en el servicio a los demás. Es fácil hablar de los pobres y de los enfermos, de los mayores y los dependientes… pero ser discípulos de Cristo consiste más en ponerles rostros, nombre propio y servicio. Así se ama y se admira a quienes lo dieron todo y ahora nos necesitan.
Beber en el propio pozo, como apuntaba el gran teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, va a ser un bello ejercicio en el que León XIV puede encontrar inspiración y procesos que iluminen la experiencia sinodal en la que también las personas con discapacidad participen como agentes activos de la misión evangelizadora de la Iglesia, en diversos ministerios.

La tradición agustiniana y su experiencia misionera despiertan la esperanza en que será un buen “compañero de viaje” para todos aquellos que deseamos una Iglesia que se involucre en la defensa práctica de la dignidad inherente de todas las personas, independientemente de sus capacidades funcionales.
Pasión por la paz
Aunque sea solo un apunte me gustaría subrayar que la pasiónpor la Paz, que manifiesta el Papa León, puede ser para él una nueva sendaen la que encontrar un conocimiento mayor de la periferia existencial de la discapacidad.
Seis veces mencionó la palabra paz en el primer instante en que le conocimos todos como nuevo Papa de la Iglesia. También la paz estuvo en el centro de sus palabras en la homilía con la que iniciaba su pontificado: «En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Y nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad».
La crueldad de las guerras no se limita al asesinato masivo de hombres, mujeres y niños inocentes: la enfermedad y las mutilaciones (amputaciones de extremidades y órganos del cuerpo), constituyen una de sus consecuencias más terribles. Cada día centenares de niños y jóvenes se suman a las cifras insoportables de personas que se verán acompañadas por la discapacidad y la enfermedad crónica para toda su vida, a causa de las guerras. Cifras que aumentan si sumamos los mutilados en cárceles por torturas y vejaciones; cifras que se encaminan hacia el infinito cuando explosivos y minas anti-personas siguen desmembrando a miles de niños y adultos. La pasión por la paz conducirá a León XIV a conocer de cerca la rabia y la desesperación por esta terrible realidad y también coraje y determinación para que, como líder internacional sea no únicamente un buen mediador sino también profeta insumiso frente a los poderosos que se enriquecen con las armas y la muerte. Solidario y aliado siempre de las víctimas.
Las personas con discapacidad creyentes necesitamos además un buen Pastor que guíe a la Iglesia hacia la conciencia solidaria y la generosidad que sepa cuidar y rehabilitar sin paternalismos. Necesitamos que busque y fomente espacios, recursos e instituciones donde las personas con discapacidad tengan voz y sean escuchados como agentes cualificados de la pastoral. Necesitamos aparcar, adecuar y crear nuevos lenguajes con los que expresar y celebrar la fe sin palabras que hieren, oscurecen y ofenden la dignidad inalienable de las personas que más sufren las limitaciones biológicas de la existencia humana, en este planeta dinámico y en permanente transformación que nos hiere y nos da la vida al mismo tiempo.
Acogemos su elección con alegría contenida y esperanza, conscientes de las dificultades que entraña no solo ser Papa, sino cristiano; no solo acoger la diversidad y mantener la unidad, sino contribuir a la justicia que borre y elimine las desigualdades vergonzantes entre personas y pueblos. Le necesitamos caminando en horizontal, desde abajo, como uno de tantos, a pie de calle… con los más pobres de la Tierra, como el único Maestro y Señor al anhelamos y buscamos seguir todos los cristianos.

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