España se hace ANTI-católica

No tengo una bola de cristal para adivinar el futuro, pero si hacemos un diagnóstico certero de la realidad, podremos adivinar lo que se esconde, como decía Gracián, bajo las tejas. Lo importante no es quién ganará las próximas elecciones, lo importante es cómo está cambiando en los últimos años la sociedad española. En Europa en pleno siglo XXI, no nos amenaza una revolución política, sino una revolución demográfica. En Europa estamos viviendo una crisis del Estado de Bienestar no porque haya existido una crisis primero financiera, luego económica y finalmente fiscal. En Europa estamos viviendo una crisis que tiene su origen en una crisis de identidad, que fundamentalmente es una crisis espiritual. No es verdad que haya una crisis de principios y valores, eso es una estupidez, éstos simplemente han cambiado. Europa lleva dos siglos reinventándose inspirándose en el único modelo exitoso de la Edad Contemporánea, el capitalismo liberal y la sociedad de consumo, que eclosiona en la posmodernidad.

Muchas veces me pregunto cómo será la sociedad española cuando la generación de mis padres y abuelos, desaparezca en 10-15 años. El auténtico reto existente será el relevo inter-generacional, cuyos síntomas son ya palpables. La familia española en su sentido tradicional está llamada a desaparecer, sin que ello signifique que lo haga de forma absoluta. Por primera vez, conviven hermanos de distintos matrimonios, de forma paulatinamente mayoritaria, también son numerosos los hijos tenidos sin pareja. Por primera vez, la familia tradicional es cada vez más un fenómeno propio de minorías. Apunto varias razones. Tómese su tiempo y participe con su lectura, reflexión y comentario.

CAUSAS. Desde la transición democrática España, y especialmente sus líderes políticos, asumieron la necesidad de modernizar el país con entusiasmo y en muchas ocasiones, con fanatismo. En España hemos arrastrado fatalmente un complejo de segunda potencia, de país atrasado, y por eso mismo hemos sido alumnos aventajados y pioneros en poner en práctica las batallas ideológicas que pasaban en el exterior, pero también las innovaciones tecnológicas. Pasó en nuestra Revolución liberal –desamortización y construcción temprana de nuestras líneas ferroviarias-, pasó en nuestro Republicanismo –nacionalismo y laicismo-y pasó en nuestra guerra civil –fascismo y capitalismo frente a socialismo-. España se ha adherido siempre con entusiasmo a las corrientes y disputas de su contorno. España es un maravilloso campo de pruebas de innovismos políticos y culturales. La ideología de género y el matrimonio homosexual son buena prueba de ello. Más que cauces para los que evitar discriminaciones o la regularización de situaciones personales, se han convertido en ideario de Estado. Aquí vamos más allá.

España ha conseguido con mérito en casi cuarenta años, lo que otros países de nuestro entorno han logrado en sesenta, y con una diferencia, en España nos hemos creído que las batallas dialécticas entre los numerosos ismos, tienen una impronta en la realidad cotidiana, pero no es así. Los cambios culturales y de mentalidad han de medirse en generaciones, y son lentos.

En España se ha producido un saqueo y un desmantelamiento inaudito de la conciencia moral común de los españoles, que no es católica aunque se inspire en ella, sino ante todo realista y paragmática. El Bien era tan identificable para un español como para Sancho lo eran los molinos de viento. Lo distinguía perfectamente, como el Mal. Ahora, después de la bacanal de años de abundancia y relativismo, volvemos a este realismo moral, pero en nuestra peor faceta, la de Torquemada. Ahora no es que seamos moralistas somos inquisidores. De un extremo a otro, las nuevas conversiones es lo que traen... No hay moral en el inquisidor, es un hipócrita que vende rectitud sin virtud. Los católicos distinguimos la virtud de la rectitud, no somos calvinistas.


Los españoles hemos sido muy responsables del deterioro moral y económico del país. Hagamos AUTOCRÍTICA. O nos olvidamos cuando decíamos que si el político me resolvía los problemas, lo demás nos daba igual. Tachábamos de retrógrados a los americanos por criticar el desliz de Bill Clinton, pero ¿alguien me puede asegurar que quien no engaña a su esposa, que conoce, no engaña también al votante, al que no conoce?.

Se ha reseteado la conciencia comunitaria y familiar española, y se ha descargado en su conciencia un feroz individualismo, piedra angular de la sociedad de consumo. En este proceso de la pérdida de identidad ha influido decisivamente también una mal discernida Globalización.

La Globalización ha sido explotada por el Neo-liberalismo para justificar la des-localización de industrias en aras de la creación de economías de escala (la planificación fiscal internacional es buena prueba de ello)-un grave fallo de mercado-. Pero la globalización económica no ha respondido a las expectativas generadas. Las condiciones de trabajo han empeorado en Occidente, y no han mejorado en el Tercer Mundo. No ha solucionado el problema del hambre y la justa redistribución de la renta y la riqueza, lo ha agudizado.

El liberalismo promete riqueza para todos, mientras se encarga de descafeinar principios morales y la aplicación de leyes que han de operar como límites necesarios a los abusos de la libertad económica. Para el liberalismo lo importante es la pasta, tanto como para el socialismo el partido de casta.

En España han gobernado en los últimos tres siglos sólo los déspotas: ilustrados, liberales, republicanos, falangistas, tecnócratas, socialdemócratas y ahora, lo pretenden profesores asociados de la Universidad Pública. Franco es una excepción, era un autócrata, un pater familias en sentido estatal. Lástima que tratara a los españoles como a impúberes durante casi 40 años. Si hubiese habido un régimen democrático después de la guerra civil, los españoles hubiéramos conocido antes las golferías que pueden hacerse en democracia y hubiéramos podido reformarla con tiempo. Muchos dicen que en realidad estamos en un neo-franquismo, al menos, por la forma de tratar como estúpidos a los españoles, quizás pueda ser así.

Los españoles aborrecen a los déspotas(profesionales de partido, sindicato, patronal y de servicio público, ahora profesores asociados y algún que otro obispo o religioso), que exigen el sacrificio de la mayoría a cambio de la seguridad de lo conocido, o que prometen el paraíso terrenal a cambio de la adhesión incondicional. Y lo conocido o prometido apesta a conservación o conquista de sus propios intereses. Tratan de mantener no el Estado de bienestar sino el bienestar de su estado.

El caso es que la ingeniería social practicada desde hace 30 años ha deteriorado y minado nuestra identidad histórica, nuestra espiritualidad, pero sobre todo nuestra familia tradicional, que no es ésa que va a misa, sino aquélla que reúne a primos, tíos, padres, abuelos…y donde para ser alguien tenías que ser: 1) ser mayor de edad y, 2) un niño prometedor. En la familia española siempre quedó clara la autoridad de los padres y mayores.

NUESTRO PANORAMA. Mayoritariamente los españoles respaldan por ahora los dos únicos baluartes de autoridad moral que admiten. Uno es la Familia real (sacralizada exitósamente por el teatro del siglo de oro español, en una obra de propaganda formidable inoculada en la conciencia popular española) y…, otro, papá y mamá y quien tiene suerte, también los hermanos, es decir, la Familia REAL, en la que inauditamente se puede vivir hasta bien entrados los 30. Pero ésto, está cambiando en las nuevas generaciones.

Casi todos los españoles valoran la familia, auténtico factor de cohesión y socorro económico y emocional, y cuyo papel ni por asomo podrá realizar el Estado con tanto nivel de eficiencia y satisfacción, por mucho ego que manifieste. Pero me pregunto, ¿lo hacen de la misma manera las nuevas generaciones que han sufrido la separación de sus padres naturales?. Me gustaría pensar que sí, pero mucho me temo que la familia, como referente moral, ha perdido mucho empuje entre ellos. Un vistazo al espléndido programa de Hermano Mayor puede provocar inquietudes en este sentido.

Del resultado de próximas elecciones dependerá si se frena o no el proyecto de ingeniería civil que empezó el PSOE. La izquierda se apoya fundamentalmente en ella, puesto que económicamente el Estado de Bienestar es cada vez más dependiente de los mercados financieros y tienen las manos atadas, y por ello tiene que vender nuevas progre-ideas. Cuando no quedan, recurre a las Ouijas, es decir, a las viejas ideas, y de ahí que veamos a Lenin abriendo la tapa de su atáud cual vampiro que despierta de su letargo.

FUTURO INMEDIATO. Habrá un RELEVO INTERGENERACIONAL, muchos padres y abuelos atisban la amenaza de lo que un neo-frente-populismo puede suponer para la conservación de la España que levantaron después de la guerra civil, y posiblemente en las próximas elecciones se impondrá la demográfica realidad de una población envejecida y conservadora, que votará para conservar sus haciendas más que para mantener al gobierno actual. Votarán con miedo a perder, más que votar contra el oponente, que ha sido la tónica constante en democracia.

No está bien votar con miedo ni votar contra el oponente. Para votar responsabilidad hay que votar lo mejor para el país, ni para mí ni para los míos, votando a los mejores, los más capaces y decentes, y para ello debemos exigir conocer sus vidas privadas, que no íntimas. No debemos votar como consolación a los menos malos, pues no hemos de esperar de ellos que hagan lo mejor para la mayoría. Los españoles ya contamos con una estimable experiencia democrática, y debemos votar con la cabeza, no con las tripas ni con los bolsillos. Que cada cual vote a quien mejor le represente sea mayoritario o minoritario, pues cada cual debe estar representado.

Si no nos exigimos honradez, no la exijamos para otros, si no nos exigimos coraje tampoco lo exijamos a los demás. España la hacemos entre todos.

FUTURO NO INMEDIATO. Después de ésos años, con numerosas revueltas sociales, sucederá la más trágica pugna, la INTRAGENERACIONAL. Distinguiremos dos mentalidades opuestas y una mayoría a la que se forzará a decantarse. Los que creímos que en la vida hay que lograr las cosas con esfuerzo, y los que piensan que en la vida se obtienen las cosas por derecho. Qué pasará cuando esas generaciones de muchachos que han vivido en la abundancia y en la nula exigencia reclamen como ya lo hacen, el qué hay de lo mío.

En la teoría del profesor Wolf, de la Demanda social de No Mercado, se nos recuerda que en el Estado de Bienestar y en una Economía con abundantes fallos de mercado, con economías de escala y falta de redistribución de la renta y la riqueza y empobrecimiento de la población, se produce una creciente demanda popular de bienes y servicios gratuitos, que es el caldo de cultivo de populismos, que prometen su satisfacción en detrimento de libertades individuales. Venezuela es buena expresión de ello.

Menospreciemos la valoración que las masas hacen de sus libertades en momentos de crisis económica y conocimiento de la corrupción. Entre el miedo a la indigencia, que es vivir sin nada, y el miedo a la miseria, vivir con poco, prefieren esta. Como sabemos que el Estado es incapaz de proveer ilimitadamente bienes y servicios de forma gratuita, la miseria queda garantizada. Los estudios y la experiencia de los países comunistas así lo acreditan. Como hoy sólo se puede vender el leninismo amable, lo que se abre la puerta es no a un Estado totalitario, sino a un Estado autoritario.

Recordemos que en las primeras elecciones democráticas de Rusia, los bolcheviques sólo lograron un 25 por ciento de los votos, pero con el uso de la fuerza, disolvieron el Parlamento, eliminaron a los mencheviques, e instituyeron más de 70 años de dictadura comunista. Es impensable que en pleno siglo XXI pueda repetirse esta historia en Europa, pero las convulsiones sociales se intensificarán sí o sí, y no será tanto por cuestiones ideológicas sino por razones sociológicas puesto que el conflicto se gestará intra-generacionalmente y no inter-generacionalmente. Las ideas sirven de pretexto, las cosmovisiones de instrumento, y aquí no se enfrentan más que la autoridad del Estado y la de la Familia, pues ambas son transmisoras de principios y valores bien distintos. El Estado autoritario ofrece el no esfuerzo a cambio de la adhesión, la Familia ofrece un camino de exigencia y gratuidad.

PARA EVITAR LA CRISIS INTRAGENERACIONAL, hay que hacer purga y renovación. Hay que hacer purga entre la generación de nuestros padres, pues muchos se han corrompido. Muchos olvidaron lo que significaba trabajar para mantener una familia, con un sueldo justo, honrado y suficiente, dos si es necesario, con tiempo para cuidarla. Olvidaron reclamar una auténtica política familiar a los gobernantes, y por eso muchas parejas se han roto, no porque se des-amaran, si no porque se des-cuidaran. Muchos olvidaron que la vida consistía en ser persona de bien y de provecho, y no en tener más que el vecino o los hermanos. Muchos olvidaron que a los hijos no se les puede engañar, porque la vida es exigente y no engaña. Muchos olvidaron que la buena fama y no las trampas son el mejor respaldo a largo plazo. Muchos también olvidaron que no basta ser limpio, hay que limpiar.

LO PEOR A AFRONTAR. La purga es necesaria, y el perdón también. Con todos los defectos que pudiéramos sacar de los padres en la Democracia, no se ha podido extirpar de los españoles su alta valoración de la familia.
Lo han hecho lo mejor que han podido, y nosotros debemos hacerlo mejor, y mucha es la tarea porque el legado está repleto de deudas, entre ellas ésta. Lo peor de mi generación será vérselas con quiénes te quieran obligar a compartir lo ganado con esfuerzo. No hace mucho a mi propia hermana una mujer le dijo que si no le ayudaba, ella ya sabía a qué colegio iba mi sobrina. Tampoco hace mucho que vestido con traje y chaqueta, en mi propio barrio, sentía cómo muchos me miraban con ese resentimiento que tan bien ha explotado el de Podemos. Esta es una tropa, por ser suaves, que está ahí amenazante.

ANTICATOLICISMO MÁS QUE ANTICLERICALISMO.España será anti-católica, porque el catolicismo español, y en general, el cristianismo, significa para los que pugnan por el poder, un reducto relevante frente al despotismo de los idólatras de Mercado o de Estado.

El cristianismo es el más firme oponente hoy frente a estos dos totalitarismos, por ello hemos de esperar presiones, pues nos jugamos una autoridad moral necesaria en la sociedad civil, y los cristianos somos en principio, los más débiles, pues tan siquiera tenemos representación parlamentaria.

La nueva hostilidad no es de corte tan sólo anticlerical es anticatólica. El anticlericalismo ha trascendido al anticatolicismo. La hostilidad es frente a religiosos pero también frente a laicos, en particular, pues ya somos la visible mayoría de católicos en la sociedad, dada la aguda crisis de vocaciones consagradas y del insuficiente relevo inter-generacional del clero, muy envejecido.

Las recientes manifestaciones por la Vida y la Familia, han permitido visualizar que el catolicismo español es más un fenómeno seglar que clerical, pero aún no ha madurado como opción política. Es positivo que este movimiento comparta y a veces dispute el protagonismo con otros movimientos de la sociedad civil (feministas, ecologistas, animalistas,...), pues como en el Parlamento, las calles deben ser fiel reflejo de la pluralidad de la sociedad española..

La auténtica democracia es la que garantiza la separación de poderes y la representación de la pluralidad existente en la sociedad civil. El valor no es la democracia, sino la pluralidad sin imposiciones de nadie.

Lo que no valoro tanto de los movimientos pro-vida es que sigan manteniendo una acusada dirección clerical. No se puede tirar la piedra y esconder la mano, que es a lo que nos tienen acostumbrados la jerarquía católica. Este movimiento debe trascender a la esfera política con independencia del clero y con ruptura del Partido Popular, y ha de aspirar a tener representación parlamentaria, ni más ni menos.

Creo que están entrando en ese proceso, y es cuestión de tiempo que, fructifique una coalición de fuerzas con inspiración en la Doctrina Social de la Iglesia, donde también se expresen distintas sensibilidades (desde las comunidades de base a los tradicionalistas), pues representamos un similar proyecto de España y de sociedad, que debe acceder al Parlamento.

Los católicos españoles debemos organizarnos y no auto-satisfacernos con estériles congresos de católicos y vida pública, que se están convirtiendo en plataformas de ambición política (cito a Gallardón). Como católico estoy harto de que me engañen o me utilicen. Nunca la Iglesia salió bien parada en la Historia cuando se alió con fuerzas políticas ya constituidas. Ni democracia-cristiana, ni liberalismo centro-reformista, la opción ideológica es la Doctrina Social, crítica con el liberalismo y con el socialismo. La auténtica tercera vía que necesitamos ofrecer a nuestros compatriotas.

De la jerarquía hemos de esperar apoyo mediático, nada más, pues deben esforzarse en mejorar su imagen pública y por éso deben hacer su purga, pues los cristianos estamos ya hartos de los escándalos del clero, incluyendo a seglares de sacristía, cooperadores necesarios en muchas ocasiones de los escándalos. Un obispo limpio pero no barrendero, debe responder de sus actos ante la comunidad cristiana y ante la comunidad política, y no sólo ante su conciencia. Un laico debe hacerlo de igual manera. Es indispensable para ser creíbles ser y parecer ejemplares, no rectos, tan sólo virtuosos.

La buena fama del Pastor es la buena fama del rebaño. La buena fama del rebaño es la mejor satisfacción para el Pastor.

VERDAD FRENTE A MENTIRAS. El cristianismo servirá de chivo expiatorio en épocas de convulsión social, pues la Historia lo confirma reiteradamente. Muchos están resucitando aquel falso dicho de que la Religión es el opio del pueblo.

No es la religión, sino la Mentira, y el desear vivir en ella, lo que droga a los hombres.

No es sólo el Mercado, sino también el Estado, el que los oprime.

No es el odio ni el resentimiento social lo que hará una España más justa, lo hará una generación de españoles íntegros, lo hará una regeneración moral de la sociedad.

Ni el Estado ni el Mercado alimentan la satisfacción del pan trabajado, y la alegría de compartirlo libremente y amar en familia.

Ni el Estado ni el Mercado son tan fuertes como la Sociedad de Consumo, que con sus promesas de satisfacciones sin límites ha creado una canivalesca orgía de seres consumidos hundidos en depresiones y hartos de ser consumidos.

Los españoles sabemos que nuestra sociedad está enferma, y que la cura no es la venganza ni el resentimiento. La cura es consolidar la reconciliación y preservar la pluralidad como valor de nuestra convivencia. De los católicos también depende este denodado esfuerzo como el de suscitar la añoranza en los españoles por los valores de la familia tradicional española. Todo niño español debe tener la legítima expectativa de nacer en una familia estable, debiendo apoyar y alentar a quienes sienten la tentación de dejarse llevar y decidir sobre su vida familiar sin tener en cuenta las consecuencias. La frase de San Ignacio de En tiempos de desolación no hacer mudanza, ha de hacer recapacitar a más de una familia en crisis.

Tenemos una sociedad que no sabe a dónde va, y por ello reclama una dirección autoritaria. El leninismo amable pero igualmente autoritario se ha ofrecido en el mejor momento como oferta a los españoles. La tentación de muchos de abandonarse al autoritarismo recuerda bien esa monografía de Fromm, sobre el Miedo a la Libertad. Vender ésta por un Pan que está en el aire, es una grave ofensa a la inteligencia y a la dignidad de los españoles.

El MIEDO es el auténtico vencedor en tiempos de crisis, el auténtico factor de inestabilidad.
No nos debe preocupar el desgobierno sino en manos de quién está. Ante gobiernos débiles, hay técnicos fuertes, y esta es la mejor garantía de control entre poderes así como de cumplimiento de la Ley. La experiencia belga debería tranquilizarnos. La esfera política a la que debemos aspirar es que los tres poderes estén enfrentados entre sí. Debemos de luchar por todos los medios lícitos y posibles frente a aquél que trate de enfrentarnos entre españoles.


TENEMOS RAZONES PARA LA ESPERANZA. Tenemos una responsabilidad con nuestros hijos, legarles lo mejor de la vieja educación, esto es, desear de ellos no que sean los más guapos ni los más listos, ni los que más ganen, sino que sean personas de provecho que encuentren su sitio en la vida con esfuerzo, honradez, alegría y juicio crítico.

Nuestro país será lo que queramos que sean nuestros hijos. La crisis social actual es resultado de esto. Nuestros padres querían que estudiásemos, que llegáramos lejos, que fuéramos mejores que ellos. Y ya hemos recogido. Hemos recogido una buena parte de generaciones estériles, los ni-nis, que paradójicamente reclaman una mano autoritaria y que cumpla sus promesas de pan sin esfuerzo. Es curioso, pero cuando en el entorno de muchos jóvenes la autoridad familiar se hunde, reclaman la autoridad del Estado. Mucho cuidado con esto.

No son pocas las parejas y familias que se han arruinado y separado. Esta es una de las mayores secuelas de la crisis, de la que nunca se habla. Tampoco del alto nivel de suicidios, de los más de veinte millones de antidepresivos que se consumen en este país, y del sufrimiento que padece una familia cuando se rompe.

Es responsabilidad de todos los católicos denunciar estos síntomas de sociedad enferma y desgarrada, pues éstos son los verdaderos factores de cambio de la sociedad española, y no las políticas de gobierno, las medidas del Consejo y de la Comisión europeos o las Decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta es la perspectiva desde la que hemos de partir para comprender nuestra realidad. Como de igual manera, ésta es la base desde la que toda transformación social debe realizarse. La persona y su entorno familiar.

Para construir la Ciudad de Dios en esta Tierra de María, los católicos españoles debemos acelerar el proceso de conciencia de cuerpo social y político autónomo. Nuestra misión no ha de ser jamás la imposición de nuestras convicciones, sino la propuesta de éstas, de manera que muchos compatriotas tomen conciencia de su necesidad de contar con un juicio crítico y una visión no ideologizada de la realidad. Si asumimos que hemos de reaccionar movilizándonos con prontitud, llegaremos a tiempo para contrarrestar las amenazas frente a un Estado autoritario que podría darse y que nos tendría en el punto de mira. Un cristiano que haga sentir incómodo al poder, es un cristiano auténtico, asumamos pues, nuestra misión profética en la sociedad española y nuestro compromiso por la Justicia y la Defensa de la autonomía de la sociedad civil y de las familias frente a los totalitarismos de la des-humanizadora sociedad de consumo y de la alienadora razón de Estado.

Comprometámonos activamente en la regeneración moral de los españoles, lo cual es absolutamente necesario para levantar nuestra patria. Aportemos nuestra rica espiritualidad y nuestro fundado juicio crítico, aportemos la experiencia inestimable de las numerosas generaciones que nos precedieron. Suscitemos a nuestros compatriotas el valor de recobrar sus tradiciones y espiritualidad, redescubrir su identidad y su autoestima, para así recuperar su clarividencia moral, evitémosles caer en la tentación de convertirse en inquisidores, transmitámosles nuestro sabio método de discernimiento en la vida interior, y sobre todo, amemos y sirvamos desinteresadamente a nuestros compatriotas, defendamos la autoridad moral que nos corresponde ejercer en la sociedad civil, pero de una vez de forma des-clericalizada. Hay que hacer política, y ésto no corresponde al clero. Los católicos españoles no nos podemos limitar a reivindicaciones pro-vida y a la práctica sacramental. Tenemos y debemos ofrecer nuestro proyecto para la sociedad española y nuestro proyecto de Estado, protagonista tan solo subsidiario de la vida civil de los españoles.

Desclericalicemos las manifestaciones PRO-VIDA y en DEFENSA DE LA FAMILIA, y seamos pragmáticos, empecemos a dar batalla dialéctica en los medios y en la calle, concienciemos a los españoles de que será la protección de la estabilidad familiar, el respeto a la pluralidad social y el premio debido al mérito de cada uno, los que vertebran unaDemocracia fuerte, sólida y justa.

Que la Sagrada Familia ilumine con clarividencia nuestros pasos, y nos dé coraje y valentía para dar lo mejor de nosotros mismos por este país y sus familias, por nuestro Pueblo de Dios. FELIZ NAVIDAD Y ESPERANZADOR 2015.
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