(Vatican News).- Redescubrir el valor de la reconciliación, ese ministerio “que hace visible y realiza la misericordia de Dios”, es necesario, sobre todo en nuestros días, en los que “una mentalidad muy extendida tiene dificultades para comprender la dimensión sobrenatural, o incluso quiere negarla”. Lo dijo el Papa Francisco al recibir en audiencia al numeroso grupo de participantes, casi 800, en el 32º Curso sobre el Foro Interno organizado por la Penitenciaría Apostólica.
El perdón es “un derecho humano”
Tras saludar al cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor, al regente, a los funcionarios y personal de la Penitenciaría y a los presbíteros, el Pontífice recordó sus propias palabras en una entrevista, en la que calificó el perdón como “un derecho humano”, pues se trata explicó de lo que el corazón de cada persona anhela más profundamente, “ser perdonado es ser amado por lo que somos, a pesar de nuestras limitaciones y nuestros pecados”

“El perdón es un "derecho" en el sentido de que Dios, en el Misterio Pascual de Cristo, lo ha otorgado de manera total e irreversible a toda persona dispuesta a aceptarlo, con un corazón humilde y arrepentido”, subrayó el Santo Padre, al afirmar que al dispensar generosamente el perdón de Dios, los confesores cooperan en la curación de las personas y del mundo, es decir, a “hacer realidad ese amor y esa paz que todo corazón humano anhela tan intensamente”, a una ‘ecología’ espiritual del mundo.
Tan solo escuchar y perdonar
Como en otras ocasiones, fueron tres los puntos de reflexión abordados por el Papa: acoger, escuchar, acompañar. “Tres dimensiones esenciales del ministerio del confesor” -dijo - porque delatan el rostro de amor, de alegría, que siempre lo deben acompañar. La acogida como primera característica de un confesor, ayuda al penitente a acercarse al espíritu del Sacramento, a “no permanecer replegado en sí mismo y en su propio pecado, sino a abrirse a la paternidad de Dios, al don de la Gracia”.
La acogida es, además, la medida de la caridad pastoral que cada confesor ha madurado en su formación, explicó el Pontífice, al introducir la segunda clave, la escucha, que requiere “atención, voluntad, paciencia”, dejar atrás los propios sentimientos y patrones para “abrir realmente la mente y el corazón a la escucha”, incluso sin responder o decir nada.

“En algunas confesiones, no hay que decir nada o casi nada - quiero decir como consejo o exhortación - sino sólo escuchar y perdonar. Escuchar es una forma de amor que hace que la otra persona se sienta verdaderamente querida”, sugirió el Santo Padre.