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"El Jubileo se abre para que a todos les sea dada la esperanza del Evangelio, del amor, del perdón"
En la que fue la primera Misa del Jubileo dedicado a la Esperanza que se inauguró esta noche, el papa Francisco animó hoy a la “transformación del mundo” y pidió por el ambiente y los países pobres, con críticas a la “lógica del beneficio” y las “deudas injustas” que sofocan a las naciones.
Al celebrar en la Basílica de San Pedro la llamada eucaristía de Medianoche –la conocida como Misa del Gallo– de Navidad minutos después de haber abierto la Puerta Santa que dio el inicio al Jubileo, el Papa centró su homilía en los ejes centrales que regirán a un Año Santo de fuerte impronta social, en continuidad con la histórica tradición de la Iglesia.
“Hermanos y hermanas, con la apertura de la Puerta Santa damos inicio a un nuevo Jubileo. Cada uno de nosotros puede entrar en el misterio de este anuncio de gracia. En esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo; en esta noche, Dios dice a cada uno: ¡también hay esperanza para ti!”sostuvo el pontífice argentino de 88 años.
“Hermanos y hermanas, este es el Jubileo, este es el tiempo de la esperanza. Este nos invita a redescubrir la alegría del encuentro con el Señor, nos llama a la renovación espiritual y nos compromete en la transformación del mundo, para que este llegue a ser realmente un tiempo jubilar”, planteó en esa línea.
“Que llegue a serlo para nuestra madre tierra, desfigurada por la lógica del beneficio; que llegue a serlo para los países más pobres, abrumados por deudas injustas; que llegue a serlo para todos aquellos que son prisioneros de viejas y nuevas esclavitudes”, profundizó Jorge Bergoglio.
Al igual que hizo san Juan Pablo II en el Jubileo del año 2000, Francisco también ha instado a que, en este Año Santo "una notable reducción, si no en una total condonación, de la deuda internacional".
Así, para el Papa, “porque la esperanza cristiana no es un final feliz que hay que esperar pasivamente; es la promesa del Señor que hemos de acoger aquí y ahora, en esta tierra que sufre y que gime”.
“Esta esperanza, por tanto, nos pide que no nos demoremos, que no nos dejemos llevar por la rutina, que no nos detengamos en la mediocridad y en la pereza; nos pide —diría san Agustín— que nos indignemos por las cosas que no están bien y que tengamos la valentía de cambiarlas; nos pide que nos hagamos peregrinos en busca de la verdad, soñadores incansables, mujeres y hombres que se dejan inquietar por el sueño de Dios; el sueño de un mundo nuevo, donde reinan la paz y la justicia”, desarrolló luego.
La misa encabezada por el Papa como primera celebración del Jubileo que lleva por lema “Peregrinos de la Esperanza” fue por un grupo de cardenales, obispos y unos 200 sacerdotes que se han mantenido los ritos marcados en el pontifical para esta Noche Santa, como son el anuncio de la Navidad con el canto de la Calenda antes de la misa.
“Aprendamos del ejemplo de los pastores, la esperanza que nace en esta noche no tolera la indolencia del sedentario ni la pereza de quien se acomoda en su propio bienestar; no admite la falsa prudencia de quien no se arriesga por miedo a comprometerse, ni el cálculo de quien sólo piensa en sí mismo; es incompatible con la vida tranquila de quien no alza la voz contra el mal ni contra las injusticias que se cometen sobre la piel de los más pobres”, siguió Francisco.
“Al contrario, la esperanza cristiana, mientras nos invita a la paciente espera del Reino que germina y crece, exige de nosotros la audacia de anticipar hoy esta promesa, a través de nuestra responsabilidad y nuestra compasión”, sostuvo el pontífice, que mañana al mediodía romano dará la bendición Urbi et Orbi (A Roma y el mundo) desde la basílica vaticana.
“Todos nosotros tenemos el don y la tarea de llevar esperanza allí donde se ha perdido; allí donde la vida está herida, en las expectativas traicionadas, en los sueños rotos, en los fracasos que destrozan el corazón; en el cansancio de quien no puede más, en la soledad amarga de quien se siente derrotado, en el sufrimiento que devasta el alma; en los días largos y vacíos de los presos, en las habitaciones estrechas y frías de los pobres, en los lugares profanados por la guerra y la violencia”, agregó luego, en línea con el lema del Año Santo por el que en los próximos dio días abrirá otras cuatro puertas santas en Roma.
“El Jubileo se abre para que a todos les sea dada la esperanza del Evangelio, la esperanza del amor, la esperanza del perdón. Contemplando el pesebre, la ternura de Dios que se manifiesta en el rostro del Niño Jesús, preguntémonos: “¿Tenemos esta expectativa en nuestro corazón? ¿Tenemos esta esperanza en nuestro corazón? Contemplando la benevolencia de Dios, que vence nuestra desconfianza y nuestros miedos, contemplamos también la grandeza de la esperanza que nos aguarda”, enfatizó.
“Jesús, Dios con nosotros, nace para ti, para nosotros, para todo hombre y mujer. Y con Él florece la alegría, con Él la vida cambia, con Él la esperanza no defrauda”, finalizó.
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