Algunos medios tratan de minimizar el impacto de las declaraciones del Pontífice El innecesario 'blanqueamiento' de las palabras del Papa sobre las uniones civiles

Entrevista do Papa Francisco à jornalista Valentina Alazraki, de Noticieros Televisa
Entrevista do Papa Francisco à jornalista Valentina Alazraki, de Noticieros Televisa

Por si acaso, los sectores ultraconservadores (ya lo hicieron en el caso de los 'viri probati' o del diaconado femenino) se han lanzado en tromba, con el innegable propósito de paralizar cualquier intento de reforma

¿Por qué? ¿Acaso importa? El hecho es que el Papa piensa lo que piensa, y que lo ha dicho en público, no en privado

Esto ya sucedió en España: en 2002, el Nuncio Monteiro de Castro estuvo a punto de alcanzar un acuerdo con el Gobierno Zapatero para avalar la ley del matrimonio igualitario, precisamente proponiendo que se los denominara "uniones civiles", pero Rouco Varela impuso su fuerza y finalmente se aprobó la ley... y los obispos salieron a la calle

"Los homosexuales tienen derecho a estar en una familia. Lo que debe haber es una ley de unión civil, de esa manera están cubiertos legalmente". Las palabras del Papa sobre las uniones homosexuales han provocado más de un nudo en el estómago de los sectores más rigoristas de la Iglesia católica, y de sus terminales mediáticas, que se han lanzado en tromba a tratar de minimizar o 'explicar' el sentido, y el contexto, de unas afirmaciones que nadie puede negar que dijo.

¿Se ha malinterpretado al Papa? El arzobispo de La Plata (y estrecho colaborador de Bergoglio), Víctor Manuel Fernández, centraba ayer el debate, recordando que el hoy pontífice ya defendió esta figura en 2010, "y perdió" frente a la mayoría del Episcopado de su país, intransigente como la mayor parte de los Obispados del mundo.

Las 'uniones civiles' que se frenaron en España

También el español: en 2002, el Nuncio Monteiro de Castro estuvo a punto de alcanzar un acuerdo con el Gobierno Zapatero para avalar la ley del matrimonio igualitario, precisamente proponiendo que se los denominara "uniones civiles", pero Rouco Varela impuso su fuerza y finalmente se aprobó la ley... y los obispos salieron a la calle.

Sin embargo, como explicaba James Martin, que las palabras las diga no un arzobispo, sino un Papa, le dan una fuerza inusitada. Por eso, medios conservadores como ACI Prensa (o el ABC en España) se han esforzado por asegurar que las declaraciones de Francisco no se hicieron para el documental, sino que forman parte del material desechado (o bloqueado, apuntan) de la entrevista que Bergoglio concedió a Valentina Alazraki en 2019. Y que se han sacado de contexto. La propia explicación demuestra lo vacuo de la argumentación: se demuestra claramente que el Papa dijo lo que dijo.

Sea como fuere, lo cierto es que el director Evgeny Afineevski (que ayer mismo recibía un premio en el Vaticano) tuvo acceso a todo el material que le cedió la Santa Sede, que en esta ocasión (si es que lo hizo en la anterior) no vetó ningún contenido. ¿Por qué? ¿Acaso importa? El hecho es que el Papa piensa lo que piensa, y que lo ha dicho en público, no en privado.

Choque con Wojtyla y con Ratzinger

Y que sus palabras, es cierto, chocan con el último documento publicado por Doctrina de la Fe en 2003, con Wojtyla en el solio pontificio y Ratzinger al mando del Ex Santo Oficio, que sostenía que "la Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales".

¿Es posible el matrimonio gay en la Iglesia?
¿Es posible el matrimonio gay en la Iglesia?

Con todo, desde los terminales mediáticos vaticanos se ha optado por la estrategia del silencio, sabedores de que cualquier respuesta que den les puede estallar. En el trasfondo, el temor por parte de la Curia y de muchos episcopados del mundo de que las palabras del Papa sean utilizadas por algunos gobiernos para cambiar legislaciones, o para apuntar que Francisco apoya el matrimonio homosexual. Una histórica petición de los grupos LGBT+, que también han solicitado al Papa dar un paso más.

Tal vez ese sea, precisamente, el temor de los sectores ultraconservadores que, por si acaso (ya lo hicieron en el caso de los 'viri probati' o del diaconado femenino) se han lanzado en tromba, con el innegable propósito de paralizar cualquier intento de reforma. Ellos saben, mejor que nadie, que el ruido es el mayor enemigo de las reformas en la Iglesia. Sobre todo para aquellos que, como el Papa Francisco, no apuestan por el baculazo, sino por la sinodalidad. Ellos saben, también, que algunos cambios son imparables. Un terremoto, como lo define, magistralmente, nuestro columnista Jorge Costadoat.

Volver arriba