Invita a los líderes religiosos a "ser juntos profetas de convivencia, artífices de unidad, constructores de paz" El Papa grita "'no' a la blasfemia de la guerra y al uso de la violencia"

El Papa, con el gran imán de Al-Azhar, y el rey de Bahrein
El Papa, con el gran imán de Al-Azhar, y el rey de Bahrein Vatican Media

"Si varios poderosos negocian entre ellos por intereses, dinero y estrategias de poder, demostremos que es posible otra vía de encuentro. Posible y necesaria, porque la fuerza, las armas y el dinero nunca teñirán de paz el futuro"

"El Creador nos invita a actuar, especialmente en favor de tantas de sus criaturas que todavía no encuentran suficiente espacio en las agendas de los poderosos: pobres, niños por nacer, ancianos, enfermos, migrantes. Si nosotros, que creemos en el Dios de la misericordia, no escuchamos a los indigentes y no damos voz a quien no la tiene, ¿quién lo hará?"

"Lamentablemente, Oriente y Occidente se asemejan cada vez más a dos mares contrapuestos. Nosotros, en cambio, estamos aquí reunidos porque queremos navegar en el mismo mar, eligiendo la ruta del encuentro y no la del conflicto, la vía del diálogo"

"Mientras la mayor parte de la población mundial está unida por las mismas dificultades, afligida por graves crisis alimentarias, ecológicas y pandémicas, así como por una injusticia planetaria cada vez más escandalosa, algunos poderosos se concentran en una lucha decidida por intereses particulares, desenterrando lenguajes obsoletos, redefiniendo zonas de influencia y bloques contrapuestos"

"El que reza, recibe la paz en el corazón y no puede sino ser su testigo y mensajero"y no se convierte en "rehenes de un paganismo que reduce al ser humano a aquello que vende, que compra o con lo que se divierte, sino a redescubrir la dignidad infinita que cada uno lleva grabada"

"No basta llamarnos tolerantes, es necesario dejar espacio al otro verdaderamente, darle derechos y oportunidades. Es una mentalidad que comienza con la educación y que las religiones están llamadas a sostener"

"No basta decir que una religión es pacífica, es necesario condenar y aislar a los violentos que abusan de su nombre. Y ni siquiera es suficiente tomar distancia de la intolerancia y del extremismo, es preciso actuar en sentido contrario"

Las religiones, clave para la paz. Junto al gran imán de Al-Azhar o el rey de Bahrein, el Papa Francisco lanzó un nuevo grito, un 'no' a "la blasfemia de la guerra y el uso de la violencia", que "profana el nombre de Dios", al tiempo que animó a los líderes religiosos a "ser juntos profetas de convivencia, artífices de unidad, constructores de paz".

"No basta decir que una religión es pacífica, es necesario condenar y aislar a los violentos que abusan de su nombre. Y ni siquiera es suficiente tomar distancia de la intolerancia y del extremismo, es preciso actuar en sentido contrario", señaló Francisco durante la clausura del Foro de Baréin para el Diálogo: Oriente y Occidente por la Convivencia Humana , en la que también pidió oponerse "a la carrera armamentística, al negocio de la guerra, al mercado de la muerte".

Arrancó el Papa destacando cómo Bahrein evoca a "dos mares" y que las aguas del mar "conectan las tierras y ponen en comunicación a las personas, uniendo pueblos distantes". También la Tierra, "desde lo alto" se presenta como un inmenso mar azul. Como Bahrein y sus islas, "somos una única familia; no islas, sino un único y gran archipiélago".

Sin embargo, lamentó, "vivimos tiempos en los que la humanidad, conectada como nunca antes lo había estado, se encuentra mucho más dividida que unida". Los 'dos mares', también, pueden suponer oposición: "por una parte, el mar calmo y dulce de la convivencia común; por otra, el mar amargo de la indiferencia, ensombrecido por conflictos y agitado por vientos de guerra, con sus olas destructoras cada vez más turbulentas, que amenazan con arrastrarnos a todos".

"Un equilibrio frágil"

"Y, lamentablemente, Oriente y Occidente se asemejan cada vez más a dos mares contrapuestos. Nosotros, en cambio, estamos aquí reunidos porque queremos navegar en el mismo mar, eligiendo la ruta del encuentro y no la del conflicto, la vía del diálogo indicada por este Foro: «Oriente y Occidente por la convivencia humana»" resaltó el Papa, quien recordó que "después de dos terribles guerras mundiales, después de una guerra fría que durante décadas tuvo al mundo en vilo, en medio de tantos conflictos desastrosos en todas partes del globo, entre voces de acusación, amenaza y condena, nos encontramos aún tambaleantes en el borde de un equilibrio frágil, y no queremos desplomarnos".

"Llama la atención una paradoja: mientras la mayor parte de la población mundial está unida por las mismas dificultades, afligida por graves crisis alimentarias, ecológicas y pandémicas, así como por una injusticia planetaria cada vez más escandalosa, algunos poderosos se concentran en una lucha decidida por intereses particulares, desenterrando lenguajes obsoletos, redefiniendo zonas de influencia y bloques contrapuestos" denunció Bergoglio, sin citar a Putin, pero trazando "un escenario dramáticamente infantil: en el jardín de la humanidad, en vez de cuidar del conjunto, se juega con fuego, misiles y bombas, con armas que provocan llanto y muerte, llenando la casa común de cenizas y odio".

Porque, añadió, "estas serán las amargas consecuencias, si se siguen acentuando las oposiciones sin redescubrir la comprensión, si se persiste en la firme imposición de los propios modelos y de las propias visiones despóticas, imperialistas, nacionalistas y populistas, si no nos interesamos en la cultura de los demás, si no se escucha el clamor de la gente común y la voz de los pobres, si no se deja de distinguir de modo maniqueo quién es bueno y quién es malo, si no nos esforzamos por entendernos y colaborar por el bien de todos".

Contra el "pensamiento aislante"

Depende de nosotros, añadió, "porque en un mundo globalizado sólo salimos adelante remando juntos; en cambio, si navegamos solos, vamos a la deriva". En este punto, el Papa reivindicó el documento sobre la Fraternidad Humana para, junto al resto de líderes religiosos, "rechazar el 'pensamiento aislante'" y clamar por que "las disputas entre Oriente y Occidente se resuelvan por el bien de todos, sin desviar la atención de otra brecha en constante y dramático crecimiento, la que se da entre el Norte y el Sur del mundo".

"Que la aparición de los conflictos no haga perder de vista las tragedias latentes de la humanidad, como la catástrofe de las desigualdades, por la que la mayor parte de las personas que pueblan la tierra experimenta una injusticia sin precedentes, la vergonzosa plaga del hambre y la calamidad de los cambios climáticos, signo de la falta de cuidado hacia la casa común", reclamó.

Oración, educación y acción

Ante esta realidad, "los líderes religiosos no podemos dejar de comprometernos y de dar buen ejemplo". "Nuestra tarea -añadió- es animar y ayudar a la humanidad, tan interdependiente como desconectada, a navegar conjuntamente". Con tres desafíos: "la oración, la educación y la acción".

En primer lugar, "la oración, que toca el corazón del hombre", frente al "desequilibrio fundamental", un defecto "no de nuestra época," sino que "existe desde que el hombre es hombre" y que el Papa llamó a dominar. La oración "para purificarnos del egoísmo, de la cerrazón y de la autorreferencialidad, de las falsedades y de la injusticia". Porque "el que reza, recibe la paz en el corazón y no puede sino ser su testigo y mensajero"y no se convierte en "rehenes de un paganismo que reduce al ser humano a aquello que vende, que compra o con lo que se divierte, sino a redescubrir la dignidad infinita que cada uno lleva grabada".

Los líderes religiosos y el rey de Bahrein
Los líderes religiosos y el rey de Bahrein

Dios no ha entregado el mundo a esclavos, sino a criaturas libres

"El hombre religioso, el hombre de paz es aquel que, caminando con los otros en el mundo, los invita, con dulzura y respeto, a elevar la mirada al cielo", destacó. "Pero, para que esto pueda suceder, es indispensable una premisa: la libertad religiosa", exigió Francisco, quien recordó que "toda coacción es indigna del Omnipotente, porque Él no ha entregado el mundo a esclavos, sino a criaturas libres, a las que respeta totalmente".

"Comprometámonos entonces para que la libertad de las criaturas refleje la libertad soberana del Creador, para que los lugares de culto sean protegidos y respetados, siempre y en todas partes, y la oración se promueva y nunca sea obstaculizada", subrayó, llamando, como hizo en el primero de sus mensaje, a no quedarse en "conceder permisos y reconocer la libertad de culto". "Es necesario alcanzar la verdadera libertad religiosa. Y no sólo cada sociedad, sino cada credo está llamado a examinarse sobre esto".

En segundo lugar, la educación. Como señala la 'Constitución' de Bahrein, "la ignorancia es enemiga de la paz". Para el Papa, "donde faltan oportunidades de instrucción aumentan los extremismos y se arraigan los fundamentalismos".

La educación, amiga del desarrollo

"Y, si la ignorancia es enemiga de la paz, la educación es amiga del desarrollo, siempre que sea una instrucción realmente digna del hombre, ser dinámico y relacional; por lo que no debe ser rígida y monolítica, sino abierta a los desafíos y sensible a los cambios culturales; no autorreferencial y aislante, sino atenta a la historia y a la cultura de los demás; no estática sino inquisitiva, para abrazar aspectos diversos y esenciales de la única humanidad a la que pertenecemos", añadió.

Los líderes religiosos riegan una palmera
Los líderes religiosos riegan una palmera

Porque "es indigno de la mente humana creer que las razones de la fuerza prevalezcan sobre la fuerza de la razón, utilizar métodos del pasado para las cuestiones presentes, aplicar los esquemas de la técnica y de la conveniencia a la historia y a la cultura del hombre", porque "no basta llamarnos tolerantes, es necesario dejar espacio al otro verdaderamente, darle derechos y oportunidades. Es una mentalidad que comienza con la educación y que las religiones están llamadas a sostener".

En este punto, el Papa destacó las "tres emergencias educativas". En primer lugar, "el reconocimiento de la mujer en ámbito público". En segundo término, "la protección de los derechos fundamentales de los niños". Finalmente, "la educación a la ciudadanía", que "se basa en la igualdad de derechos y deberes" y que apuesta por "renunciar el uso discriminatorio de la palabra 'minorías'".

El odio y la violencia profanan el nombre de Dios

El tercer desafío, "la acción", llama a admitir que "cuando se predica el odio, la violencia y la discordia se profana el nombre de Dios”, y se dice "'no' con fuerza a la blasfemia de la guerra y al uso de la violencia". Y que va más allá: "no basta decir que una religión es pacífica, es necesario condenar y aislar a los violentos que abusan de su nombre. Y ni siquiera es suficiente tomar distancia de la intolerancia y del extremismo, es preciso actuar en sentido contrario".

El imán Al-Tayeb
El imán Al-Tayeb

"El hombre religioso, el hombre de paz, se opone también a la carrera armamentística, al negocio de la guerra, al mercado de la muerte", concluyó el Papa, quien insistió en no apoyar.“alianzas contra alguien”, sino "caminos de encuentro con todos; sin ceder a relativismos o sincretismos de ningún tipo, sigue una sola senda, la de la fraternidad, el diálogo y la paz".

"Recorramos, queridos amigos, este camino; abramos el corazón al hermano, avancemos en el proceso de conocimiento recíproco. Estrechemos entre nosotros lazos más fuertes, sin dobleces y sin miedo, en nombre del Creador que nos ha puesto juntos en el mundo como custodios de los hermanos y de las hermanas", culminó Francisco, quien insistió en que "si varios poderosos negocian entre ellos por intereses, dinero y estrategias de poder, demostremos que es posible otra vía de encuentro. Posible y necesaria, porque la fuerza, las armas y el dinero nunca teñirán de paz el futuro".

"El Creador nos invita a actuar, especialmente en favor de tantas de sus criaturas que todavía no encuentran suficiente espacio en las agendas de los poderosos: pobres, niños por nacer, ancianos, enfermos, migrantes. Si nosotros, que creemos en el Dios de la misericordia, no escuchamos a los indigentes y no damos voz a quien no la tiene, ¿quién lo hará? Estemos de su parte, esforcémonos por socorrer al hombre herido y probado; obrando de este modo, atraeremos la bendición del Altísimo sobre el mundo", finalizó, llamando a "ser juntos profetas de convivencia, artífices de unidad, constructores de paz". 

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