"Los pobres y los necesitados, no lo olvidemos nunca, están en el corazón del Evangelio" Francisco: "¡No es suficiente dar el pan que alimenta el estómago, es necesario alimentar el corazón de las personas!"

El Papa saluda a una familia de refugiados ucranianos
El Papa saluda a una familia de refugiados ucranianos Vatican Media

"Cuando se empeñan en llevar el pan a los hambrientos, el Señor hace florecer la alegría y perfuma vuestra existencia con el amor que dan"

"Necesitamos una Iglesia que hable con fluidez el lenguaje de la caridad, idioma universal que todos escuchan y comprenden, incluso los más alejados, incluso los que no creen"

"Ggracias por el modo con que han acogido —no sólo con generosidad sino también con entusiasmo— a muchos refugiados procedentes de Ucrania"

"Lamentablemente, un gran número de personas también aquí están literalmente sin hogar: muchas hermanas y hermanos marcados por la fragilidad —solos, con diversas dificultades físicas y mentales, destruidos por el veneno de la droga, que han salido de la cárcel o han sido abandonados por ser ancianos— están afectados por formas graves de pobreza material, cultural y espiritual, y no tienen un techo o una casa donde vivir"

Las lágrimas siempre dejan paso a la esperanza si de lo que se trata es de hacer vida el Evangelio, a través de los que más sufren. Pobres, refugiados, sin hogar, descartados, víctimas de la guerra, de la injusticia, del 'tú no sirves', fueron los protagonistas del encuentro del Papa en la iglesia de Santa Isabel. Los relatos de experiencias de dolor, torturas, vejaciones, pero también de misericordia, alegría, futuro, resonaron en los muros del templo de Budapest, y en los oídos de Francisco. "¡No es suficiente dar el pan que alimenta el estómago, es necesario alimentar el corazón de las personas!", clamó Bergoglio, el Papa de las fronteras.

"Los pobres y los necesitados, no lo olvidemos nunca, están en el corazón del Evangelio", recordó a todos Francisco. Y es que son los descartados quienes "nos indican un desafío apasionante, para que la fe que profesamos no sea prisionera de un culto alejado de la vida y no se convierta en presa de una especie de “egoísmo espiritual”". Con un nuevo lenguaje, "el lenguaje de la caridad", como ya hiciera en su día santa Isabel.

El lenguaje de la caridad

El Papa glosó algunos de los testimonios escuchados con anterioridad, como la de Brigitta, quien sufrió "tantas privaciones, tanto sufrimiento, tanto trabajo duro para tratar de salir adelante y no hacer faltar el pan a sus hijos". Y, "en el momento más dramático, el Señor vino a su encuentro para socorrerla" con un abrazo de ternura.

"Brigitta nos dijo que pudo experimentar la cercanía del Señor gracias a la Iglesia greco-católica; a tantas personas que se prodigaron para ayudarla, animarla, encontrarle un trabajo y sostenerla en las necesidades materiales y en el camino de la fe. Este es el testimonio que se nos pide: la compasión hacia todos, especialmente hacia los que están marcados por la pobreza, la enfermedad y el dolor", clamó el Papa. "Necesitamos una Iglesia que hable con fluidez el lenguaje de la caridad, idioma universal que todos escuchan y comprenden, incluso los más alejados, incluso los que no creen".

En estes sentido, el Papa agradeció a la Iglesia húngara su esfuerzo por acoger a los más pobres y, especialmente, "no sólo con generosidad sino también con entusiasmo, a muchos refugiados procedentes de Ucrania". Especialmente conmovedor fue el testimonio del viaje de Oleg y su familia, desde Dnpro, y su canción-homenaje a los voluntarios que les acogieron en Budapest. Toda una banda familiar, con saxofón, arcodeón y acción de gracias que Bergoglio, melómano empedernido, escuchó con deleite.

El amor, un arma poderosa que servirá para "extirpar de la sociedad, de las ciudades y de los lugares donde vivimos, los males de la indiferencia y del egoísmo", y "reaviva la esperanza de una humanidad nueva, más justa y fraterna, donde todos puedan sentirse en casa"

"El recuerdo del amor recibido reaviva la esperanza, anima a emprender nuevos caminos de vida. En efecto, también en el dolor y en el sufrimiento se encuentra la valentía de seguir adelante cuando se ha recibido el bálsamo del amor: es la fuerza que ayuda a creer que no todo está perdido y que un futuro diferente es posible", respondió el Papa a Oleg, un arma poderosa que servirá para "extirpar de la sociedad, de las ciudades y de los lugares donde vivimos, los males de la indiferencia y del egoísmo", y "reaviva la esperanza de una humanidad nueva, más justa y fraterna, donde todos puedan sentirse en casa".

Zoltan y Anna dan su testimonio al Papa
Zoltan y Anna dan su testimonio al Papa

Los sin techo que construyeron un hogar para sus hermanos

Bergoglio también se refirió al "gran número de personas también aquí están literalmente sin hogar", que viven marcados "por la fragilidad: solos, con diversas dificultades físicas y mentales, destruidos por el veneno de la droga, que han salido de la cárcel o han sido abandonados por ser ancianos, están afectados por formas graves de pobreza material, cultural y espiritual, y no tienen un techo o una casa donde vivir", como sucedió con Zoltán y su esposa Anna, que después de sobrevivir a esa realidad lograron, "con valentía y generosidad, construir un centro para acoger a personas sin techo".

"Me ha impresionado escuchar que, junto con las necesidades materiales, prestan atención a la historia y a la dignidad herida de las personas, haciéndose cargo de su soledad, de su fatiga de sentirse amadas y bienvenidas en el mundo", subrayó el Papa. "Esto vale para toda la Iglesia: ¡no es suficiente dar el pan que alimenta el estómago, es necesario alimentar el corazón de las personas! La caridad no es una simple asistencia material y social, sino que se preocupa de toda la persona y desea volver a ponerla en pie con el amor de Jesús: un amor que ayuda a recuperar belleza y dignidad", concluyó.

"Tocar es cuidar, no puedes hacer caridad sin tocar, sin mirar, al hermano", clamó, sin papeles, el Papa Francisco.

Junto a la estatua de Santa Isabel y el milagro que transformó en rosas el pan que llevaba a los necesitadoss, Francisco recordó a todos los que aspiramos a ser seguidores de Jesús: "cuando se empeñan en llevar el pan a los hambrientos, el Señor hace florecer la alegría y perfuma vuestra existencia con el amor que dan. Les deseo que lleven siempre el perfume de la caridad a la Iglesia y a su país".  

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