El que anduvo descalzo entre pescadores y prostitutas, el que no tuvo dónde reclinar la cabeza y se la jugó toda por amor. ❤️ ¡Jesús, el primer Loco de Nazaret...!

❤️ ¡Jesús, el primer Loco de Nazaret...!
❤️ ¡Jesús, el primer Loco de Nazaret...!

que nuestra opción —una sola— sea la de los pobres, cada día,

cada decisión, hasta que duela de verdad.

❤️ ¡Jesús, el primer Loco de Nazaret...!
❤️ ¡Jesús, el primer Loco de Nazaret...! Alfonso Olaz

❤️ ¡Jesús, el primer Loco de Nazaret...!

El que anduvo descalzo entre pescadores y prostitutas,

el que no tuvo dónde reclinar la cabeza y se la jugó toda por amor.


¡Jesús, Tú eres!
Presencia sonora y callada, silencio que canta en la madrugada,
paz que se hace carne en el barro de los días,
¡y te revelas como eres: tan Dios, tan humano!

Tú no vienes del ruido
pero sacudes como huracán los corazones tibios,
para hacerlos tuyos —del todo.

¡Tú eres!
No de este mundo… pero tan metido en él que hueles a campo,
a pueblo, a pan compartido.
Y por amor te vestiste de lirio, de jornalero sin tierra,
de carpintero sin nombre.

¡Jesús, Tú eres!
Dulce rostro de la Vida que sosiegas los espantos del hombre viejo.

Eres fondo inacabado del rostro del hermano,
herida abierta del pobre que clama.

Tú eres,
humildad militante, sencillez que grita con las manos:
que nuestra opción —una sola— sea la de los pobres, cada día,
cada decisión, hasta que duela de verdad.


¡Jesús, Tú eres!
Paz sin precio ni permiso, espíritu de todo el cosmos,
que abraza las simas y las cumbres, las penas y las pascuas.

Sinfonía itinerante de evangelio,
de amor que nunca termina, de colores que revientan en la aurora.

¡Tú eres!
El Amor que a todos llega,
la paz que no anestesia,
la misericordia que no se agota,
el fuego que abrasa sin consumir.

Y en ese gozo —fuerte como el llanto de los sencillos— todo se funde
y se derrite en la fraternidad que no presume.


¡Jesús, Tú eres!
Nacimiento constante, creación en vigilia, amor que no descansa.

Tu eres!
Río de Tú  espíritu que nos arrastra y nos limpia,
hasta vernos tal cual somos: hermanos todos.

Y al zambullirnos en ti, nos das tu Espíritu entero,
para ser testigos —con barro en los pies— de tu humanidad nueva.

¡Jesús! Envíanos a tus locos bajitos,
los menores del Reino, los que nadie mira-
y Tú llamas primero.

Que sepamos verlos, acogerlos, y caminar con ellos,
por la causa tuya: el Reino… que empieza por abajo.

Del Evangelio a la vida
De la Vida al Evangelio.



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