Hermano, hermana, en la soledad sonora de la gran ciudad, ❤️ ¡Pobres hermanos todos, de nuestra Babilonia..!
Hermano, hermana, cansado de masticar cada día, el pan enmohecido de tu vida, bebiendo tus lágrimas de tristeza en el vaso de la indiferencia.
| Alfonso Olaz OFS

❤️ ¡Pobres hermanos todos, de nuestra Babilonia..!
Hermano, hermana, en la soledad sonora de la gran ciudad,
Donde se mezclan las risas de los niños y los ladridos de los perros,
ahí estás tú, hermano mío,
sentado en cualquier esquina de la ruidosa y mortal soledad andante,
donde la solidaridad se fue de vacaciones y ya no regresó.
En aquel lugar donde antes crecían las flores,
donde hombres y mujeres ofrecían su tiempo,
porque ¡eran Hombres y Mujeres…!
Ahora ya no brotan las flores,
y el paraíso es el suelo que hemos olvidado,
convertido en cementerio viviente de cada día.
ahí estás tú, hermano mío,
sentado en cualquier esquina de la ruidosa y mortal soledad andante,
donde la solidaridad se fue de vacaciones y ya no regresó.
En aquel lugar donde antes crecían las flores,
donde hombres y mujeres ofrecían su tiempo,
porque ¡eran Hombres y Mujeres…!
Ahora ya no brotan las flores,
y el paraíso es el suelo que hemos olvidado,
convertido en cementerio viviente de cada día.
Hermano, hermana,
Cansado de masticar cada día, el pan enmohecido de tu vida,
bebiendo tus lágrimas de tristeza en el vaso de la indiferencia.
Cansado de masticar cada día, el pan enmohecido de tu vida,
bebiendo tus lágrimas de tristeza en el vaso de la indiferencia.
¡Todos pasan cerca, muy cerca...!
Los perros te olfatean y se apartan de tu olor.
Los pájaros que ves al elevar tu mirada desde el infierno del suelo
vuelven a ti por las migajas que les das.
Pero solo hay un pájaro que vuela hasta tu costado:
el pájaro herido, mutilado como tú, de origen divino.
No ha perdido la confianza en el hombre,
y espera que algún día, ya no lejano,
pueda volar para recuperar la dignidad
y el color de su plumaje sagrado.
¿Hasta cuándo rechazaremos al hombre mutilado?
Pasan y pasan por la gran ciudad las muchedumbres anestesiadas,
zombis de mil formas y colores,
en la locura ansiosa de buscar fuera lo que está dentro.
¡Y si por un momento te detuvieras y respiraras el aire de tu hermano...!
Te aseguro que ya no extrañarías tu vida.
Si no, dejarías de ser un extraño en estas vidas nuestras,
prefabricadas con satisfacción exprés.
Te aseguro que ya no extrañarías tu vida.
Si no, dejarías de ser un extraño en estas vidas nuestras,
prefabricadas con satisfacción exprés.
Para los demás, serías un loco más.
Para mí, el loco enamorado de él.
Para él, el más cuerdo revolucionario de su Reino.
Del Evangelio a la vida,
de la vida al Evangelio.