(I) Se anuncio de la mirada de Cristo
Peregrino de sus ojos, y verás en tus hermanos
los claroscuros en sus corazones.
Paso firme, tranquilo,
como el hermano de la confianza
Predicar sin nada, sin ambición, ni objetivos, ni metas, ni resultados.
Porque nada esperas, aprendiste a agradar a Dios.
Anunciando desde tu pobreza,
Dando gracias a Jesús por todo
que esto le agrada mucho.
Desde la confianza de ser, criatura muy amada,
Para que conozcan el rostro del Amado.
Predicar como vives; si no, no vivas para predicar el Evangelio que no tienes.
Primero ama
Ama a los hermanos
A los más próximos
A los de casa
A los que duelen cerca
Y así podrás amar a Cristo, el cercano
Porque sin los hermanos
No hay Cristo resucitado
sin el Cristo roto
que gime en el pobre
crucificado.
Porque Dios está cerca
pero no más que ellos.
Predica como si estuvieras con el mismo Jesús: Escuchando sin juzgar,
Mirando sin actuar, Consolando sin esperar ser consolado,
Amando sin esperar amor, Perdonando sin esperar perdón.
Porque es Él, el más pobre, el que perdona.
Ya que el que escucha sin juzgar, no será juzgado por su obrar,
Ni dejado de ser consolado, porque ha amado
Siendo su mirada sin fronteras, y así será perdonado con la desmesura de su Amor.
Porque ya lo has recibido todo,
Y así creerán en Dios, te tomarán por testigo,
imaginarán que lo viste con Tus propios ojos.Del Evangelio a la vida,
de la vida al Evangelio.
(ll) ¡Bienaventuranzas de los que caminan de tu mano! Bienaventurados los humildes!
Los que no necesitan poseer, los que no se imponen,
porque su sola vida —desnuda— será testimonio, y su palabra,
voz libre que no se vende.
¡Bienaventurados los que se perdonan!
Porque ya no levantarán piedras.
Porque sabrán abrazar al pecador, al herido, al distinto.
Amarán sin medida, ni miedo, ni lástima.
¡Bienaventurados los que aceptan su límite!
Porque no compiten con Dios.
Porque dejarán espacio al Espíritu,
y será en su pequeñez donde Dios hará su obra.
¡Bienaventurados los que creen en tu Amor!
Porque el Salvador los contará entre los suyos.
Porque tendrán ojos para ver, corazón para discernir,
manos para actuar en cada rincón de la vida.
¡Señor!
Hazme humilde para perdonarme,
perdonado para amarte en todos,
y amándote, ser con todos lo que Tú sueñas:
Un hijo libre, un hermano sin orgullo, una señal de tu Reino.
No quieres otra cosa, Señor,
que yo te reconozca como pobre… como crucificado…
¡y también como Resucitado!-
Ahí, en el pobre, en el roto, en el que se queda atrás.
Quieres que te mire y que me deje mirar.
Y si acepto esto, si no me escapo, si no me adormezco,
¡comenzaré a Cumplir tu Voluntad!
Y tu Voluntad no es otra cosa que la libertad del Amor que se hace pequeño como Tú
y la verdad que se hace justicia con el Hermano..
Del Evangelio a la VidaDe la Vida al Evangelio