Conferencia de presentación del «Vademécum ecuménico»

«El Vademécum hace recomendaciones prácticas; por ejemplo, asistir a las liturgias de ordenación o inauguración de los responsables de otras Iglesias, invitar a los responsables de otras Iglesias a las celebraciones litúrgicas y a otros acontecimientos significativos de la Iglesia católica» (Cardenal Koch).

«A todos los obispos se les pide que construyan su comunidad local con una actitud positiva, abierta y fraternal hacia las otras confesiones cristianas, cualesquiera que sean las actitudes contrarias que encontremos, y cualesquiera que sean los fracasos que pudieran incitarnos a cejar en el empeño (Cardenal Ouellet)».

«Dado que la Iglesia local es el sujeto de la evangelización, todos los bautizados, agentes pastorales, educadores, catequistas, religiosos, religiosas y ordenados necesitan formación en el diálogo como modo de evangelización. El obispo debe asegurarse de que haya espacios para el diálogo pastoral y misionero en la diócesis» (Cardenal Tagle).

«Llamados a mostrar con palabras y gestos de hoy las inmensas riquezas que nuestras Iglesias guardan en sus Tradiciones, el Occidente necesita del Oriente para que sea devuelta a la Iglesia de Cristo y al mundo la plena manifestación de la catolicidad eclesial» (Cardenal Sandri).

El czrdenal Koch saludando al Papa

A las 11.30 del 4 de diciembre de 2020 tuvo lugar en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la retransmisión en directo, o emisión en continuo, de la conferencia de presentación de «El obispo y la unidad de los cristianos: Vademécum ecuménico», del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (PCPUC).

Intervinieron los cardenales Kurt Koch, presidente del PCPUC; Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos; Luis Antonio Tagle y Gorkim, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; y Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales. Son dicasterios muy relativos todos al documento, y el PCPUC, esta vez, el más importante por razones de autoría. Su titular, de hecho, fue el primero en intervenir.

Y lo hizo explicando la etimología -«significa "ven conmigo" y ha sido pensado como una guía, una brújula, o un compañero de viaje, para el viaje ecuménico del obispo»-, el propósito, la preparación y el contenido (cf. mi artículo El «Vademécum ecuménico» que se necesitaba: RD: 8/12/2020).

Vale la pena recoger algunos matices más. Por ejemplo, cuando en la primera parte Koch recordó que "La búsqueda de la unidad es un desafío ante todo para los católicos" (6), o a propósito del ecumenismo espiritual, cuando destacó la especial importancia de la Sagrada Escritura (20), del "ecumenismo de los santos" (22), de la purificación de la memoria (24). En cuanto al diálogo de la caridad, que el Vademécum se ocupa de promover una "cultura del encuentro". Y citando a san Juan Pablo II: "el reconocimiento de la fraternidad [...] es mucho más que un mero acto de cortesía ecuménica y constituye una afirmación eclesiológica importante" (UUS 42).

 El Vademécum hace recomendaciones prácticas al respecto; por ejemplo, asistir a las liturgias de ordenación o inauguración de los responsables de otras Iglesias, invitar a los responsables de otras Iglesias a las celebraciones litúrgicas y a otros acontecimientos significativos de la Iglesia católica. O sea, igualito que en el funeral por las víctimas de la masacre de Atocha en 2004, donde se prohibió terminantemente que los líderes de otras Iglesias apareciesen por las cercanías del altar mayor de la Catedral de la Almudena…

En cuanto a la expresión diálogo de la vida designa las oportunidades de intercambio y colaboración con otros cristianos en la atención pastoral, el testimonio ante el mundo y la cultura. Acerca del ecumenismo pastoral, se abordan cuestiones como la colaboración en el ámbito de la misión y la catequesis (34), los matrimonios mixtos (35), la communicatio insacris (36). Del ecumenismo práctico, se precisa la cooperación al servicio del mundo (38), y el diálogo interreligioso como un desafío ecuménico (39). Por último, el  ecumenismo cultural, en particular mediante proyectos conjuntos en los ámbitos académico, científico y artístico (41).

Al final de cada sección, se ofrece asimismo una lista de "recomendaciones prácticas" que resumen las tareas e iniciativas que el obispo puede promover a nivel local y regional. Y en apéndice, una breve descripción de los interlocutores en los diálogos teológicos internacionales bilaterales y multilaterales y los principales frutos ya cosechados. Afortunadamente son muchas las comisiones mixtas al respecto.

Suele decir el papa Francisco que la unidad se realiza caminando juntos con Cristo, pues esta «no vendrá como un milagro al final: la unidad viene en el camino, la construye el Espíritu Santo en el camino» (San Pablo Extramuros, 25 de enero de 2014). A ello aspira este Vademécum, presentado por el cardenal suizo Koch con rigor, brevedad y precisión.

Cardenal Marc Ouellet

El cardenal canadiense Ouellet lo calificó de muy práctico, sin novedad particular, salvo un recordatorio de los principios fundamentales del ecumenismo y un estímulo para tomar iniciativas concretas. Sus anexos -dijo- proporcionan una breve información sobre el estado de las relaciones y los diálogos institucionales: deja claro  que el ecumenismo es hoy, si cabe, más urgente.

Los obispos son los principales responsables no sólo en sus diócesis sino también a nivel universal como sucesores de los Apóstoles, en cuya calidad son corresponsables con el Papa de la tarea de reconciliación de los cristianos para ofrecer juntos el testimonio de unidad que el Señor espera de sus discípulos (Jn 17, 21). De ahí la importancia de la oración por esta intención, especialmente durante el Octavario. Cada obispo debe promover esta iniciativa, y uno de los medios para no olvidarlo es tener un delegado diocesano -clérigo, religioso o laico-, que mantenga viva la prioridad ecuménica.

A todos los obispos se les pide que construyan su comunidad local con una actitud positiva, abierta y fraternal hacia las otras confesiones cristianas, cualesquiera que sean las actitudes contrarias que encontremos, y cualesquiera que sean los fracasos que pudieran incitarnos a cejar en el empeño. Un católico no se cansa de dar el primer paso hacia el acercamiento, porque la caridad que lo habita lo obliga a perdonar, a compartir y a perseverar en su compromiso.

El obispo irá más lejos dando el ejemplo de colaboración: el uso de las iglesias, la lucha contra la pobreza, el ejercicio de la caridad pueden ser oportunidad para el intercambio. También es bueno a veces invitar a otros ministros de culto a predicar en nuestras sedes o ir nosotros a predicar a otro lugar.

El Vademécum ofrece muchos ejemplos de posibles iniciativas según las normas del Directorio de 1993: no olvide el obispo, pues, la formación ecuménica de los seminaristas, novicios y universitarios cristianos, especialmente a través de cursos adecuados.

Cada conferencia episcopal tiene un papel importante en la formación de las comunidades diocesanas. Puede hacerlo asegurándose de que una comisión de obispos o al menos un delegado de la conferencia se ocupe de mantener presente esta prioridad de la misión de la Iglesia. Como testigos del Resucitado, la esperanza es nuestra fuerza para avanzar sin desanimarnos.

El Vademécum ofrece pensamientos fecundos y acciones concretas para la puesta en práctica de una conversión ecuménica para los obispos y cuantos deseen encarnar mejor la alegría del Evangelio en nuestro tiempo. Felicitaciones, pues, y gracias al Pontificio Consejo por este documento, que ayuda especialmente a los obispos a un “aggiornamento” de su misión al servicio de la unidad. Se nota que Ouellet pasó un día por la secretaría del PCPUC.

Cardenal Tagle

El cardenal filipino Tagle empezó agradeciendo y felicitando al cardenal Koch y a sus colaboradores por la publicación del Vademécum, del que destacó, sin ánimo de ser exhaustivo, aspectos relevantes para el su Dicasterio. Es bueno que en muchas secciones del Vademécum se describa el ministerio de unidad del obispo como un servicio a la identidad y misión de la Iglesia.

La misión de la evangelización es proclamar la Buena Nueva mediante la Palabra de Dios, la oración, el testimonio de la vida personal de santidad, el servicio de la caridad y el testimonio de la comunidad. La falta de unidad socava la evangelización y oscurece la persona de Jesús, quien dijo, "Para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Juan 17:21). La fe en Jesús es una gracia del Espíritu Santo, pero es evocada y alimentada cuando sus seguidores están unidos en Él.

Tagle distinguió entre buena y mala experiencia con un cristiano: la mala hiere el rostro de Cristo y de todos los cristianos. La buena lleva a la apertura a Cristo y a la comunidad cristiana. Apreciamos -dijo- el párrafo 34 del Vademécum de que en nuestra missio ad gentes, los misioneros cristianos no deben trasplantar sus divisiones originales a nuevos territorios.

Manteniendo la diferencia entre el diálogo interreligioso y el diálogo ecuménico, como se indica acertadamente en el párrafo 40, es triste observar que, según la experiencia de algunos obispos, a veces es más fácil dialogar con los dirigentes y seguidores de las religiones no cristianas que con los de las comunidades no católicas.

El Vademécum afirma igualmente que el compromiso ecuménico del obispo requiere que sea una persona de diálogo. Para nuestro dicasterio -precisó Tagle- esto es una llamada a explorar más a fondo el diálogo como un modo de evangelización. Dado que la Iglesia local es el sujeto de la evangelización, todos los bautizados, agentes pastorales, educadores, catequistas, religiosos, religiosas y ordenados necesitan formación en el diálogo como modo de evangelización.

El obispo debe asegurarse de que haya espacios para el diálogo pastoral y misionero en la diócesis. Debe encontrar un mecanismo por el cual la riqueza de la enseñanza de la Iglesia, los acuerdos y las experiencias en el diálogo ecuménico sean compartidos y recibidos por los diferentes sectores de los fieles. Toda la segunda parte del Vademécum abre a los fieles y a los pastores un abanico de posibilidades de participación en el diálogo ecuménico.

Los diferentes tipos de diálogo serán productivos sólo si se hacen en el contexto de las amistades humanas, de los encuentros humanos. La amistad forjada por los obispos con los líderes y miembros de las comunidades no católicas ayuda a eliminar los prejuicios. Las buenas relaciones que cultivamos ahora serán más tarde los buenos recuerdos que sanarán las heridas del pasado.

Cardenal Sandri

El cardenal argentino Sandri dijo que el Vademécum ecuménico expone consejos prácticos que pueden favorecer la experiencia de la vida de comunión entre Oriente y Occidente.

Auspicia el estudio común, el conocimiento recíproco cada vez más profundo, la hospitalidad mutua, para que las Iglesias se conviertan en centros de encuentro para un entendimiento más sereno y real. 

Es una ulterior afirmación de que ya no es legítimo el desconocimiento del Oriente cristiano, indispensable para comprender mejor la experiencia cristiana y, en consecuencia, para dar una respuesta cristiana más completa.

Llamados a mostrar con palabras y gestos de hoy las inmensas riquezas que nuestras Iglesias guardan en sus Tradiciones, el Occidente necesita del Oriente para que sea devuelta a la Iglesia de Cristo y al mundo la plena manifestación de la catolicidad eclesial.

El compromiso ecuménico de los obispos es un deber y una obligación según deja entender el Título 18 del Código de Cánones de las Iglesias Orientales (cfr. can. 902 CCEO), y explicitan los cc. 192 § 2 del CCEO y el 838 § 3 del CIC. Las Iglesias orientales católicas tienen una tarea especial en este campo (cfr. OE n. 24), pues procuran custodiar su patrimonio ritual común al de las ortodoxas hermanas: por eso, el CCEO prevé que en cada Iglesia sui iuris exista una comisión de expertos en ecumenismo, y en cada eparquía un consejo para la promoción del movimiento ecuménico (cfr. can. 904 §§ 2 e 3 CCEO).

El Vademécum ofrece indicaciones preciosísimas de este compromiso, sobre todo desde la perspectiva del camino que las Iglesias de Oriente y Occidente deben recorrer juntas en la búsqueda de la unidad. La separación es un gravísimo pecado. Se han de realizar, pues, nuevos gestos valientes para que Oriente y Occidente escriban una historia de la unidad: predicación apostólica, experiencia común del martirio, convivencia en la diversidad, búsqueda de la comunión incluso tras las divisiones, hasta el Vaticano II.

El Papa Francisco, en armonía con sus predecesores, identifica los puntos principales que deben caracterizar esta búsqueda: asegurar el pleno respeto a la dignidad del otro; promover una verdadera conciencia de los fieles y no solo de los vértices; caminar juntos experimentando nuevas formas más allá de las ya intentadas.

Es importante y, en cierto modo, decisiva la contribución de las Iglesias orientales católicas, cuya autenticidad y originalidad debe reconocerse cada vez más claramente. Ahí está, por ejemplo, la sinodalidad, como realidad expresiva de la Iglesia de Cristo, sacramento de comunión. En resumen, este Vademécum pueden dar hoy una ulterior y sólida razón para creer y esperar la gracia de la comunión plena y visible entre Oriente y Occidente. 

Los cuatro cardenales durante la retransmisión

Este Vademécum ecuménico, en fin, está llamado a tener una amplia difusión, pues son muchísimas las personas, no solo católicas, sino de otras Iglesias e incluso de grandes Religiones, interesadas hoy en los temas ecuménicos, especialmente en los relativos a la unidad, la fraternidad y la paz. Ello obliga aún más a seguirlo de cerca, pues habrá muchísimos ojos que vigilen si no se contradicen lo escrito y su observancia. De subrayarlo así se ha preocupado debidamente la Santa Sede, no ya solo por haber escrito este importante documento, sino también por haber organizado en la Sala de Prensa su presentación oficial a los medios, concitando allí a los titulares de relevantes dicasterios de la Curia Romana.

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