Explicación y evocación




Debo una explicación a mis lectores y no sería prudente por mi parte omitirla, sobre todo ahora que ya se ha resuelto el problema. Máxime teniendo en cuenta los correos que me han ido llegando interesados, cada uno a su manera, en saber qué me pasaba y a qué atribuir tan largo paréntesis de silencio. Esto de la informática te puede jugar una mala pasada en el ordenador a la hora que menos te lo esperas y en circunstancias, además, algo confundidoras por inoportunas. Es justamente lo que pasó conmigo.

El técnico prometió pasarse por casa para arreglar las cosas, pero luego se fue demorando todo. De modo que al adviento litúrgico vino a sumarse, en mi caso, el adviento informático. En el litúrgico, la Iglesia del Marana-tha, no cesa de esperar a su Salvador. Bien es verdad que el Salvador acaba llegando a Belén cuando muchos estaban en la inopia y no se enteraron de nada. En el informático de mi caso mi “salvador” acabó por no llegar pasado ya el mes, con lo que hube de pulsar otras puertas.

La tendencia de uno en casos así es impacientarse hasta que la adrenalina se encarga del resto. Afortunadamente no fue este mi caso. Me armé de paciencia y propuse no desmandarme. Ya nos dice santa Teresa que “la paciencia todo lo alcanza”. Y yo tengo para mí que la paciencia es virtud saludable que nos adentra en la infinita paciencia de Dios, con lo cual estamos metidos de nuevo en el Adviento del Antiguo Testamento. Claro es que tampoco sería correcto pensar que dicho tiempo litúrgico es un reclamo incesante a la pasividad. Ni mucho menos.

Precisamente el 4 de diciembre era el II Domingo de Adviento. Durante la santa Misa de las 13:30h en la Parroquia San Manuel y San Benito me ocupé de subrayar en la homilía esta idea del dinamismo. El tema se prestaba muy bien a ello. Era: Preparad el camino del Señor.
Un camino de búsqueda, de esperanza, de conversión. Son las tres palabras definitorias y definitivas del Adviento. Lo dejó dicho nuestro nobilísimo poeta sevillano Antonio Machado, don Antonio:

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Remedando al inmortal poeta sevillano, indiqué a los fieles que también nosotros podríamos tirar de registro y decir:

Caminante son tus huellas
el Adviento y nada más;
caminante no hay Adviento
Se hace el Adviento al andar.

Me vino en ese momento el recuerdo de Zubiri cuando se inventaba neologismos; por ejemplo, al escribir que la verdad verdadea. Pensé yo entonces que también podríamos añadir a
Caminante no hay Adviento. Se hace Adviento al advientar, esto es al vivir a fondo el Adviento. Porque el Adviento sigue apuntando a la Navidad. Y la Navidad, a Belén, a la Noche Buena y al Portal. El Adviento nos habla de un Cristo que viene a salvar a todos los hombres. Es decir, que la dimensión del Adviento es, pues, universal: Cristo viene a todos.

A Cristo lo anunciaron todos los profetas. La Virgen esperó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. Cristo, había yo dicho el domingo anterior, vino y sigue viniendo. Y es él, Cristo, quien nos concede ahora prepararnos con alegría en este Adviento de 2016 al misterio incomparable de su nacimiento.

Vaya para todos mis lectores de Religión Digital la siguiente Letanía del Adviento, con la cual pretendo pagar el afecto que dispensan a mis homilías dominicales. Se trata de una Letanía evocadora del Adviento, es decir, del tiempo que ahora mismo vivimos, ya breve porque está llamando a las puertas la gloria indecible de la Navidad. De corazón, pues, y a todos, ¡feliz Navidad!



Letanía del Adviento

Liturgia dichosa del Cristo que viene
Palabra que anuncia la hora de Dios
Suspiro y gemido de “Marana-tha”
Caminar humilde del Verbo emigrante
Iglesia que canta, que reza y que espera
Infinita Luz en la noche del mundo
Aurora inefable de “Historia Salutis”
Camino y alforjas del Samaritano
Avisos que llegan de Juan el Bautista
Cercano silencio del Dios Salvador
Prefacio gozoso del Niño Emmanuel
Humilde preludio del dulce Mesías
Plenitud y gracia de eterna promesa
Acicate y descenso al abajamiento
Profetismo de rumbo a la Navidad
Adelanto en figura de Noche Buena
Dintel del acceso a Belén de Judá
La gracia viajera del Verbo que viene
Festivo prólogo de la Navidad
Gozoso tiempo de espera en esperanza
Ritmo de marcha y de amor con ilusión
Polifónico introito al dulce Mesías
Seguro camino al Portal de Belén
Desposorio de Dios con la sencillez
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