"Una púrpura para convocar a la nación a trabajar por la paz" Rojo cardenal de monseñor Rueda, homenaje a las víctimas de violencia y exclusión en Colombia

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"las víctimas ahora tendrán no sólo voz, sino memoria en las vestiduras rojas que lucirá el nuevo cardenal colombiano, Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá"

"Al arzobispo se le ve con frecuencia en la entrega amorosa a las víctimas de la exclusión, por la falta de distribución equitativa de bienes en nuestro país"

"La guerra debe llegar a su final, y el nuevo cardenal, presidente de la Conferencia Episcopal, lidera la voz de la Iglesia, que clama por esta paz"

"Hay víctimas de exclusión también en la Iglesia y, por tanto, abrir las puertas de la sinodalidad, pondrá un punto de convergencia en una Iglesia que busca renovarse"

Las vestiduras del arzobispo de Bogotá se tiñen del rojo cardenalicio. Según lo ha anunciado hoy, -fiesta de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, patrona de Colombia, el mismo papa Francisco, al final del Ángelus, en la plaza de San Pedro, en Roma, el arzobispo de Bogotá ha sido elegido cardenal. La noticia de 21 nuevos cardenales que participarán en el próximo Cónclave hacen dirigir la mirada de los colombianos, sacudidos por el dolor y la sangre de las víctimas que sigue cobrando la violencia, hacia el nuevo purpurado.

Los cuatro niños ajusticiados en los últimos días por la guerrilla del Eln, los miles de niños asesinados por la guerrilla de las Farc, a las que nadie quiere recordar, y los miles de víctimas inocentes del paramilitarismo y las bandas criminales, que se han quedado sin quien eleve un clamor al cielo, ahora tendrán no sólo voz, sino memoria en las vestiduras rojas que lucirá el nuevo cardenal colombiano, Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá.

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El rojo cardenalicio siempre ha sido un homenaje a los mártires de la Iglesia, a la vez que una memoria de la fuerza amorosa del Espíritu Santo que guía al Pueblo de Dios, pero en el caso colombiano deja de ser una memoria general para convertirse en una memoria concreta, con rostros y nombres de víctimas. En una violencia que no parece tener fin, y de las cuales monseñor Luis José Rueda Aparicio, ha sido testigo, ha compartido al lado de las familias dolientes y ha tenido que limpiar las heridas dejadas en cuerpo y alma, con tanto dolor y exclusión que se vive en el país, el color púrpura de sus vestiduras será una memoria a las víctimas en Colombia.

Al arzobispo se le ve con frecuencia en la entrega amorosa a las víctimas de la exclusión, por la falta de distribución equitativa de bienes en nuestro país. Sabemos que su capelo cardenalicio, será un homenaje a estas víctimas, que se elevará a Dios como oración, como reclamo, pero también como esperanza. En las palabras del nuevo cardenal encontramos los signos del camino para la paz, en medio de una nación que ahora experimenta un recrudecimiento de la polarización, un aparente desgobierno, con avance de las guerrillas disidentes y la criminalidad organizada y de una inseguridad que nos desborda.

La anhelada paz, por la que ha clamado el último mensaje de la Conferencia Episcopal de Colombia, presidido por monseñor Rueda, el pasado viernes 7 de julio, es un reclamo y una voz profética pidiendo la paz, con las palabras de san Pedro: “apártense del mal y hagan el bien, busquen la paz y corran tras ella”.

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Porque los grupos armados que supuestamente claman por la justicia, se han desvirtuado, al romper los parámetros del derecho internacional humanitario y al atentar contra la población indefensa. ¿Con quién se podrá hacer la paz? No se puede seguir doblegando a la Nación con las armas. La guerra debe llegar a su final, y el nuevo cardenal, presidente de la Conferencia Episcopal, lidera la voz de la Iglesia, que clama por esta paz.

El arzobispo, que conoce no solo las exclusiones sociales que padece Colombia, sino que además sabe que la Iglesia necesita hacer más ejercicios de inclusión (a los laicos, -en medio del clericalismo-, a la mujer, a las nuevas formas de espiritualidad, a todas las voces que no suelen resonar en los templos, etc.) para renovar su misión evangelizadora, ha tomado muy en serio el proceso sinodal, para que la esperanza de renovación eclesial se haga realidad.

Hay víctimas de exclusión también en la Iglesia y, por tanto, abrir las puertas de la sinodalidad, pondrá un punto de convergencia en una Iglesia que busca renovarse, para superar los anhelos de retroceso, que suelen acechar a los evangelizadores, cuando sienten miedo de avanzar. Por esto las vestiduras del nuevo cardenal, también se tiñen del rojo del Espíritu sinodal.

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De esta manera, las víctimas de violencia y exclusión teñirán de rojo al arzobispo de Bogotá, quien les hará un homenaje, para convocar a la nación a trabajar por la paz, junto con toda la Conferencia Episcopal, como declaraba hace poco el vicepresidente de los obispos colombianos: “Colombia tiene datos tristes de obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos asesinados. Incomodaron por su espíritu de coherencia. Pero lo cierto es que todos estamos bajo riesgo cuando trabajamos por la justicia y la equidad, cuando denunciamos cualquier expresión de corrupción, o cuando nos atrevemos a mirar rutas para encontrar salidas con dignidad.”

Acompañaremos la creación del nuevo cardenal en el Consistorio del 30 de septiembre del presente año en Roma, como lo ha anunciado el Papa.

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