¡Que viene el nuncio! Antonio Aradillas: "Lo que más urge en el nuevo nuncio es que sea 'emisario' de Francisco"

Bernardito Auza ya es nuncio en España
Bernardito Auza ya es nuncio en España

"El interés por el tema se lo reparten equitativamente el pueblo de Dios y las autoridades civiles y políticas"

"Hay todavía obispos en España que “pasaron, pasan y pasarán” del Vaticano II y del papa Francisco, pensando que la Iglesia son ellos y sus adláteres"

Más que en literalidad  de la frase “¡que viene el Nuncio!”, la noticia-noticia está en las interjecciones (¡¡) que la cortejan o “acolitean”, es decir,  “que van por el mismo camino”. A su tiempo se informó sobre la substitución del extinto y cesado Nuncio Renzo Fratini, italiano, por el nuevo Bernardito C. Auza, de nacionalidad filipina. Y ya en vísperas de su  “toma de posesión”, las susodichas interjecciones les confieren renovado y renovador interés, valor e importancia, no solo para los obispos que lo sean ya o puedan serlo,  gracias a sus “diplomáticas” gestiones. El interés por el tema se lo reparten equitativamente el pueblo de Dios y las autoridades civiles y políticas, por aquello del Estado Vaticano independiente, a la vez –antes o después-  que por la indecisa confusión de la verdadera Iglesia de Jesús.

Al tan esperado nuevo Nuncio en España, su pueblo, aquí y ahora, le reza una y otra vez, la densa y piadosa letanía de peticiones de las necesidades que ha de afrontar, para que su misión resulte ser al menos ciertamente cristiana. El propio concepto de “nuevo” –“reformador y renovador”, las entraña y define.

En el listado de las imprescindibles, más urgentes, está, por supuesto, la de que siempre y en todo, sea y se comporte como Nuncio, es decir, como “emisario  y anunciador” del papa que es, actúa y se llama Francisco. En el mismo plano de urgencias se sitúa la petición de que cuanto antes ponga en su sitio “franciscano” a los obispos nombrados en conformidad con otras pautas, entre ellas,  aquellas no coincidentes con las determinadas o sugeridas por el Concilio Vaticano II.

Visto lo visto, a nadie le podrá parecer sorprendente, extraño, rechazable e inadmisible que los obispos, por obispos, fueron y son todos, devotos y fieles seguidores del Vaticano II, y no del Vaticano I y hasta del celebrado en la ciudad de Trento hace una brazada de años. Hay todavía obispos en España que “pasaron, pasan y pasarán” del Vaticano II y del papa Francisco, pensando que la Iglesia son ellos y sus adláteres y que los demás, y por definición, son herejes, sin necesidad de haber sido así declarados con los requisitos canónicos.

"Es deber de conciencia que el Nuncio no viva –resida habitualmente- enclaustrado en el palacio-embajada de la nunciatura"

La novedad que encarne el nuevo Nuncio incluirá la mejor y más ordenada información acerca de los episcopables, lo que le exigirá automáticamente prescindir de los asesores a las órdenes del Nuncio Fratini, quien en sus diez años en España hizo posible y “ejemplar” un episcopologio cuyos frutos “pastorales” son desdichadamente constatables  en noticias frecuentes  en áreas católicas, agnósticas y ateas. Culpar de ello al anticlericalismo y a la “prensa impía y blasfema” constituye un acto y una actitud de irreligiosidad y de falta de sensatez y civismo.

El nuevo Nuncio tendrá claro, al menos en su intención, que el vigente método de nombramientos en virtud de la “dedocracia”, y no de la democracia, carece de consistencia y es de por sí nefasta e irreligiosa. La condición de servidores, y más de los pobres, y no la del premio, simpatías, antipatías o incoincidencias pastorales,  jamás deberán justificar decisiones episcopales y menos en la selección de candidatos.

Para eso, y para tantas otras decisiones- ministerios, es deber de conciencia que el Nuncio no viva –resida habitualmente- enclaustrado en el palacio-embajada de la nunciatura, no salga de la misma y apenas si se trate con los componentes que no sean de su camarilla, o se limite a hacer visitas “oficiales” con motivos más o menos ficticiamente religiosos y como sujetos-objetos de lujo. La imagen del Nuncio, “amigo de sus amigos” y en disponibilidad permanente de impartir y recomendar ternas curiales para prebendas y ascensos, es tarea pasada y de siglos pretéritos, aunque próximos y vigentes.

Nítida será su misión en orden al esclarecimiento difícil de si su oficio es fundamentalmente el de embajador de un tan mínimo estado independiente como es el Vaticano, o el representante de la Iglesia, cuyo interlocutor parece que debiera ser el Presidente de la Conferencia Episcopal.

El Nuncio y la nunciatura precisan de mayor transparencia y claridad. En la del Reino de España sobran cerrojos, misterios y archivos en palacios-embajadas- nunciaturas de tanto clamor y “representación”, aún superiores a las de los estados libres e independientes, como en los casos de Estados Unidos, Rusia, Francia, Italia, Inglaterra…, con sus respectivos intercambios comerciales, culturales, de información o de cualquier otro signo y condición.

Al nuevo Nuncio debe ya constarle que, para bien o para mal, España ya no es la España católica, apostólica y romana de tiempos recientes, al igual que la Iglesia del papa Francisco tampoco es, en ella, para muchos, y por la gracia de Dios, la Iglesia del nacional-catolicismo de antes y parte de ahora…

Monseñor Bernardito Auza
Monseñor Bernardito Auza

Volver arriba