"Madre Marimí, de figura venerada a expulsada: El desplome de las HAM sacude a la Iglesia española Las Hijas del Amor Misericordioso bajo la lupa del arzobispado de Madrid: intervención, acusaciones y un futuro incierto

"Su crecimiento ha sido notable: de apenas 15 jóvenes en el barrio de Quintana (Madrid) en 2007, pasaron a contar con unas 60 religiosas, la mitad menores de 30 años, además de una rama masculina, los Hijos del Amor Misericordioso, y una comunidad laica de aproximadamente 300 personas"
"La designación de una comisaria busca garantizar un “mayor acompañamiento eclesial” en un contexto de crisis interna"
"Entre las acusaciones más graves, fuentes periodísticas señalan abuso de poder, abuso de conciencia e “incidencias afectivo-sexuales”, asi como el supuesto carácter sectario de la asociación"
"Entre las acusaciones más graves, fuentes periodísticas señalan abuso de poder, abuso de conciencia e “incidencias afectivo-sexuales”, asi como el supuesto carácter sectario de la asociación"
En el corazón de la vida religiosa madrileña, la Asociación Pública de Fieles Hijas del Amor Misericordioso (HAM) ha sido, hasta hace poco, un referente de espiritualidad ignaciana. Un oasis en medio del desierto vocacional. O eso decían los defensores de un supuesto renacer espiritual, que ahora se demuestra podrido. Por eso, una reciente intervención por parte de la Archidiócesis de Madrid ha sacudido los cimientos de esta agrupación, desatando un torbellino de preguntas sobre su gestión, carisma y futuro.
Fundadas en 1983 por el sacerdote jesuita Antonio Mansilla Casas (1926-2004), las Hijas del Amor Misericordioso son una Asociación Pública de Fieles aprobada en 2007 por el entonces arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela. Con un carisma inspirado en la espiritualidad ignaciana, las HAM se dedican a la promoción de la fe a través de ejercicios espirituales, el acompañamiento espiritual y la dirección espiritual.
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Su crecimiento ha sido notable: de apenas 15 jóvenes en el barrio de Quintana (Madrid) en 2007, pasaron a contar con unas 60 religiosas, la mitad menores de 30 años, además de una rama masculina, los Hijos del Amor Misericordioso, y una comunidad laica de aproximadamente 300 personas.
En la actualidad, la congregación tiene presencia en varias diócesis, incluidas Madrid, Toledo, Sevilla y Getafe, con comunidades en lugares como Sanlúcar La Mayor, Carmona y Ocaña, donde gestionan una casa de espiritualidad en el antiguo convento de las Madres Carmelitas Descalzas.
Su misión se centra en fomentar una relación íntima con Cristo, promoviendo la confianza en Dios y el abandono a su voluntad, según el testimonio de su ex superiora, María Milagrosa Pérez Caballero, quien en 2021 describía su vocación como “un corazón enamorado” que busca ser “testigo de la ternura y la misericordia de Dios”.

¿Qué hacen las HAM?
Las Hijas del Amor Misericordioso se han destacado por impartir Ejercicios Espirituales ignacianos y retiros como Effetá y Emaús, que han atraído a numerosos fieles en busca de profundización espiritual. Estos retiros, especialmente populares entre jóvenes, se enfocan en la renovación de la fe y el encuentro personal con Cristo.
En Ocaña, por ejemplo, la asociación ha transformado un antiguo convento en un centro de espiritualidad, organizando actividades apostólicas que han consolidado su reputación como un referente vocacional. Su trabajo también incluye el acompañamiento espiritual, buscando guiar a los fieles hacia una vida centrada en la oración y la entrega a Dios. Todo muy pío, en apariencia. El arzobispado de Toledo acaba de expulsarlas del convento de Ocaña.
Entre otras cosas, porque, ayer, la Archidiócesis de Madrid, liderada por el cardenal José Cobo, anunció medidas drásticas contra las HAM, tras una visita canónica iniciada en febrero y una investigación previa realizada por el Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica.
Las decisiones incluyeron la disolución del equipo directivo, la designación de la religiosa Pilar Arroyo Carrasco como comisaria extraordinaria con plenos poderes de gobierno por un período inicial de un año (prorrogable) y la expulsión temporal de la superiora general, María Milagrosa Pérez Caballero. Además, se prohibió la admisión de nuevas vocaciones y se suspendieron las actividades pastorales de la asociación.

Estas medidas fueron comunicadas a las diócesis de Toledo, Sevilla y Getafe, donde las HAM tienen presencia. La intervención responde a la necesidad de “revisar y reconducir” aspectos clave de la congregación, incluyendo su estructura de gobierno, plan de formación, vida comunitaria, acompañamiento espiritual, estatutos y gestión económica. Mientras, la designación de una comisaria busca garantizar un “mayor acompañamiento eclesial” en un contexto de crisis interna.
Acusaciones contra las HAM
La intervención se desencadenó tras “numerosas denuncias” recibidas por la Archidiócesis de Madrid, que llevaron a una investigación que encontró “verosimilitud” en hechos cuya competencia recae en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Entre las acusaciones más graves, fuentes periodísticas señalan abuso de poder, abuso de conciencia e “incidencias afectivo-sexuales”.
Sin embargo, un elemento recurrente en las quejas, especialmente de los padres de las religiosas, es el supuesto carácter sectario de la asociación. Diversas familias a lo largo de estos últimos años han denunciado prácticas que generaron “heridas psicológicas y afectivas” en jóvenes que abandonaron las HAM o permanecen en ellas, así como en sus familias.
Estas denuncias apuntan a un control excesivo sobre las decisiones personales de las religiosas, manipulación psicológica y una dinámica de aislamiento que habría alejado a las jóvenes de sus entornos familiares y sociales, características asociadas comúnmente a comportamientos sectarios. Por ejemplo, en un intento claro de alejarlas de sus familias, las visitas son limitadas a un total máximo de 10 horas al año (dos horas cada dos meses), mientras que las llamadas telefónicas están restringidas a 6 horas anuales (una hora cada dos meses).
Aunque la Archidiócesis madrileña no ha detallado públicamente los hechos específicos, la gravedad de las acusaciones llevó a especular incluso sobre el posible cierre de la asociación. Las denuncias de carácter sectario, junto con posibles abusos espirituales y de autoridad, representan una desviación significativa del carisma original de las HAM, generando un impacto profundo en su reputación.

Madre Marimí
María Milagrosa Pérez Caballero, conocida informalmente como Madre Marimí, nació en Sevilla en 1967 y asumió el rol de superiora general de las HAM. Desde los 19 años, sintió su vocación a la vida consagrada, y su liderazgo fue clave en el crecimiento de la asociación. En entrevistas previas, como una en 2021 para la Archidiócesis de Sevilla, destacó la importancia de “deslizarse del centro de la propia vida” para poner a Cristo en el núcleo, a través de la oración y el abandono a la voluntad de Dios. Su carisma personal y su enfoque en la espiritualidad ignaciana la convirtieron en una figura central de las HAM.
Sin embargo, tras las denuncias y la investigación, fue destituida y separada temporalmente de la asociación, una medida que ha sorprendido a muchos por su carácter drástico.
Relación con Effetá y Emaús
Las Hijas del Amor Misericordioso han estado estrechamente vinculadas a los retiros Effetá y Emaús, dos iniciativas de evangelización que han ganado popularidad en España en los últimos tiempos. Effetá, inspirado en el pasaje bíblico de Marcos 7:34 (“Ábrete”), busca abrir el corazón de los participantes a la fe a través de experiencias transformadoras. Emaús, basado en el encuentro de Jesús con los discípulos en el camino a Emaús (Lucas 24:13-35), promueve un reencuentro con Cristo mediante la reflexión y la comunidad.
Las HAM han sido responsables de organizar y predicar estos retiros, consolidándolos como herramientas clave de su apostolado. Sin embargo, con la intervención de la Archidiócesis y la suspensión de las actividades pastorales, el futuro de estas iniciativas bajo la gestión de las HAM es incierto.
Y es que la intervención de las Hijas del Amor Misericordioso marca un punto de inflexión para una asociación que, hasta hace poco, era vista como un modelo de vitalidad vocacional. La designación de Pilar Arroyo como comisaria extraordinaria y la expulsión de María Milagrosa Pérez Caballero reflejan la gravedad de las acusaciones y la determinación de la Iglesia de abordarlas.
Por ahora, la Iglesia apuesta por un “acompañamiento eclesial” que busca sanar las heridas y reconducir el carisma de las Hijas del Amor Misericordioso hacia su propósito original: ser testigos de la misericordia de Dios en un mundo que tanto la necesita.
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