El obispo entra en el debate sobre la ola de violencia en Francia tras la muerte de un joven de origen argelino Munilla o cómo retorcer el Catecismo para que exude intolerancia

José Ignacio Munilla
José Ignacio Munilla

El obispo de Alicante entra en el debate sobre la ola de violencia en Francia, que ha sacudido los suburbios de París tras la muerte de un adolescente de ascendencia argelina a manos de la policía

Munilla utiliza el Catecismo para recordar que las autoridades "pueden subordinar el ejercicio del derecho de inmigración a diversas condiciones jurídicas, especialmente en lo que concierne a los deberes de los emigrantes respecto al país de adopción", en lo que ha sido interpretando como la justificación del discurso que está utilizando la ultraderecha para oponerse a la llega de inmigrantes

Nada de lo humano, y mucho menos de lo divino, le es ajeno al obispo de alicante, José Ignacio Munilla, como bien se desprende de sus intervenciones radiofónicas o su ajetreo en las redes sociales, donde suele cosechar tantos aplausos como críticas. Ha vuelto a pasar a raíz de un tuit en el que, usando un vídeo de 2016, entra a reflexionar sin demasiados filtros (el de la misericordia parece desactivado) sobre la ola de violencia que ha sacudido Francia estos días tras la muerte de un adolescente por el disparo de un policía hace unas semanas en la localidad de Nanterre.

"¿Qué reflexión cabe hacer desde la Doctrina Social Católica en torno a la oleada de violencia vivida en Francia?", se pregunta el pastor, quien reproduce íntegro, aunque 'pedagógicamente' fragmentado para reforzar el mensaje que él pretende subrayar, el punto 2241 del Catecismo de la Iglesia Católica.

Así, después de recordar ese punto del Catecismo, que señala que "Las naciones más prósperas tienen el deber de acoger, en cuanto sea posible, al extranjero que busca seguridad y los medios de vida que no puede encontrar en su país de origen", recitad el prelado que este punto "añade: 'Las autoridades civiles, atendiendo al bien común de aquellos que tienen a su cargo, pueden subordinar el ejercicio del derecho de inmigración a diversas condiciones jurídicas, especialmente en lo que concierne a los deberes de los emigrantes respecto al país de adopción. El inmigrante está obligado a respetar con gratitud el patrimonio material y espiritual del país que lo acoge, a obedecer sus leyes y contribuir a sus cargas'".

Es, en definitiva, el espíritu de la ley y el orden, pero sin glosa alguna ni por las causas, las razones, el contexto... Sólo el espíritu de la letra del Catecismo, que, así empleado, recuerda un tanto a cualquier código penal.

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