El escritor, premio Nadal 2018, relata los abusos sexuales que sufrió cuando era niño a manos de un religioso La Salle, ante la denuncia de Alejandro Palomas: "Asumiremos responsabilidades, no queremos cubrir ningún tipo de abusos"

Alejandro Palomas, con Aimar Bretos ayer, en La Ser
Alejandro Palomas, con Aimar Bretos ayer, en La Ser

"Yo fui acosado, abusado y agredido sexualmente", denuncia el escritor

"En aquel momento yo no sabía que lo que estaba viviendo era horrible. No sabía si era horrible por mí, no sabía hasta qué punto yo tenía la culpa de eso. Era un niño que buscaba protección e inconscientemente pensaba que era el precio que tenía que pagar"

"A la hora de dormir vino él y lo que hizo fue decirme que como tenía tanto miedo de que yo me hiciera daño, lo que hizo fue atarme las manos (...) Me puso de lado y se fue. A partir de ese momento llegó la noche más larga de mi vida de niño. Entré niño y salí superviviente"

"Allí entré niño y salí superviviente". El escritor Alejandro Palomas, premio Nadal 2018, se desnudó ayer en la cadena Ser, revelando los abusos sufridos en 1975, siendo un niño de ocho años, en el colegio La Salle Premiá de Mar. "Yo fui acosado, abusado y agredido sexualmente" por un religioso, docente del colegio.

Pocos minutos después, la responsable de relaciones institucionales del centro, Isabel Llauger Ribas, entró en Hora 25 para dejar claro que están a disposiciòn de Palomas, subrayando la "absoluta voluntad de transparencia" de la institución: "Asumiremos responsabilidades, no queremos que parezca que dilatamos en el tiempo estas cuestiones. No es nuestro proceder y si lo fue algún día pedimos perdón", apuntó Llauguer.

Investigación iniciada

La portavoz ha confirmado que han iniciado una investigación en cuanto han tenido conocimiento de este caso y están "intentando averiguar" qué hermano fue el que abusó de Palomas. "No tendremos problema en actuar en consecuencia", ha agregado. 

Llauger ha querido resaltado que estos hechos en la actualidad "no ocurrirían" y ha explicado que desde se el centro, para aumentar la transparencia, se le encargó a ella misma "estar al lado de las víctimas y no cubrir nunca atisbo de abuso", así como "colaborar con la justicia".

"En el momento en el que tenemos conocimiento de los hechos, actuales o prescritos, activamos un protocolo para corroborar aquello que nos están contando y si la persona quiere y está dispuesta, trasladar la denuncia a Fiscalía o la Policía, y si no, seguir con el protocolo interno e indagar dónde está la persona acusada para tomar las acciones pertinentes", explicó la portavoz del colegio en La Ser. "Nos pondremos a la disposición de quien quiera ponerse en contacto con nosotros para contarnos cualquier cuestión similar".

La historia del 'hermano L'

El relato del escritor resulta estremecedor. "Vamos a llamarlo 'hermano L', prefiero no decirte su nombre ni si es su inicial real. No te digo que no. El 'hermano L' era un tío como muy popular. Era muy extrovertido, muy afable, era como el gran papá y yo era un niño muy vulnerable (...) Empezó la historia porque yo empecé a enfermar. Empecé a enfermar cuando estaba en el colegio, tenía mucha amigdalitis y enfermaba muy rápido. El proceso era llamar a casa, me llevaban a casa y el que me llevaba era él. Y durante esos viajes ahí empezaron los abusos", señala Palomas.

"Él me estiraba en el asiento trasero del coche, estaba muy débil. Con la mano derecha me iba manoseando mientras conducía. Me bajaba los calzoncillos, me hurgaba y me metía mano. Intercalaba eso mientras se masturbaba (...) Temía ponerme enfermo porque temía estos viajes. Mis padres lo querían mucho", relata.

"¿Ves lo que me haces hacer?"

"Hubo una vez que lo que hizo fue parar el coche. Paramos en una especie de riera, entró en la parte de atrás, me incorporó, me puso la cabeza en sus piernas y a partir de entonces me bajó los pantalones, los calzoncillos, intentó masturbarme. Al mismo tiempo que él se masturbaba. Ahí ocurrió algo y él terminó, eyaculó, entiendo y cuando pasó esto se enfadó muchísimo porque él tenía momentos de violencia. Cambios de humor mientras ocurría esto. De repente me echó a un lado y cuando bajó del coche me dijo una frase que se repitió mucho", denuncia Palomas, que ha confesado la frase: "¿Ves lo que me haces hacer?".

Él asegura que nunca se lo dijo a nadie. Tampoco a su familia. "En aquel momento yo no sabía que lo que estaba viviendo era horrible. No sabía si era horrible por mí, no sabía hasta qué punto yo tenía la culpa de eso. Era un niño que buscaba protección e inconscientemente pensaba que era el precio que tenía que pagar", dice.

"El gran punto de inflexión físico fue la violación. La violación ocurrió en la casa de colonia. Verano, entre cuarto y quinto. Estaba jugando un partido de tenis. Alguien me tiró una piedra y me fue a dar en el ojo, me reventó el cristal de las gafas y tenía todos los cristales incrustados en el ojo. Me llevaron a la enfermería y el encargado era el 'hermano L'. Estuvieron durante mucho rato quitándome los cristales de los ojos. Me quitaron la ropa y me quedé solo en calzoncillos. Él decidió que tenía que quedarme ingresado 24 horas, en observación. Me tumbaron, me pusieron una sábana y ya. A la hora de dormir vino él y lo que hizo fue decirme que como tenía tanto miedo de que yo me hiciera daño, lo que hizo fue atarme las manos (...) Me puso de lado y se fue. A partir de ese momento llegó la noche más larga de mi vida de niño. Entré niño y salí superviviente", cuenta. 

"Durante las siguientes dos semanas no me bañé en ninguna piscina, ni me puse el bañador ni nada. Tenía miedo de que me llevaran al médico o que alguien pudiera ver que sangraba", explica el escritor. "No sé cómo conseguí no contárselo a mis padres. Yo me di cuenta de que era algo super vergonzoso (...) Terminó el verano, volvimos al colegio. En quinto de EGB el 'hermano L' era mi tutor. Yo era muy bueno en la creación literaria. A él le encantaba todo eso y lo que hizo fue decirme que me iba a dar clases particulares para sacar todo mi rendimiento. Durante el recreo de la comida me daba esta clase extra que suponía ir a su habitación. Se sentaba conmigo y repasábamos la redacción. Duraba tres minutos el máster y luego empezaba el infierno (...) Al final lo que quería era sentarme encima de él y masturbarse contra mí. Intentó dos veces que le hiciera una felación", afirma Alejandro Palomas.

"Él está vivo, pero nunca he vuelto a ese pueblo. Nunca he vuelto a ese colegio. Me parece imposible", explica. Añade además que los delitos "están prescritos". "Él es un nombre, uno de muchísimos. Creo que de alguna manera, yo, el Alejandro que tiene cierta relevancia, puede poner un poco de cara a esto. Porque hay muchos 'hermanos L' los hubo y hay. Hay muchos hombres que además han visto mermada su masculinidad. De esta parte nadie habla", sentencia.

"Uno siente que está manchado por dentro, como esas manchas que no salen nunca. O tiro el suéter o me acostumbro a la mancha y no la veo. Vives con esa mancha y piensas que te la van a ver y que la has creado tú, por mucho que la gente te diga que no. Siempre creí que no me querrían por esto", dice finalmente.

Primero, Religión Digital
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