El abogado denuncia en el libro las terapias de conversión apoyadas por algunos obispos Saúl Castro: "No somos enfermos ni pecadores, nuestra identidad es válida"

Saúl Castro
Saúl Castro

En el libro 'No es terapia', cita modelos concretos que, por ejemplo, invitan a seguir 270 días de castidad absoluta, en los que a través de un canal de mensajería instantánea de móvil se hace un seguimiento y se cuenta a diario si se tiene ganas de masturbarse o deseos de tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo.

"En estos tres años de investigación hemos identificado a 71 perpetradores y las víctimas con las que he contactado me han comunicado que en los grupos y convivencias había entre 200 y 400 personas, muchas de ellas menores de edad", sostiene. el presidente de la Asociación Española contras las Terapias de Conversión

"Ni enfermos ni pecadores" es el primer libro de Saúl Castro, una obra en la que plasma "muchos de los dogmas y mentiras" de las terapias de conversión para homosexuales y en la que denuncia unas técnicas "absolutamente inefectivas" y que pueden llevar a cuadros ansioso depresivos e incluso al suicidio.

Abogado y presidente de la Asociación Española contras las Terapias de Conversión 'No es terapia', Castro resume los resultados de un trabajo que empezó hablando con periodistas y víctimas e indagando en las web de los promotores de estas terapias -a los que denomina "perpetradores"- para conocer su configuración y sus mensajes.

"Con el titulo del libro -de Ediciones B- quería transmitir que muchos de los dogmas y mentiras en los que se basan los perpetradores y promotores de terapias para justificar la posibilidad de someter a las personas LGTBI+ a estos abusos no son válidos; nosotros somos naturales, nuestra identidad es válida, no somos ni enfermos ni pecadores", resalta.

Basadas en la desinformación

Cuenta Castro que las terapias de conversión "se basan en la desinformación" y siguen un mismo hilo conductor: "El que dice que la homosexualidad o la bisexualidad derivan de una mala o incorrecta maduración de la masculinidad y feminidad a lo largo de la infancia" y que "esas heridas pueden ser revertidas para recuperar la identidad natural".

Partiendo de esa premisa, se han creado diversas asociaciones y hay personas que "ofrecen servicios", como el coaching, con "distintos itinerarios para reparar esta identidad", y explica que suele haber mucha "terapia hablada" para identificar las supuestas causas de la homosexualidad, con estereotipos como haber tenido una madre sobreprotectora, un padre distante, o haber sido víctima de abusos o acoso escolar.

Y tras esa terapia hablada llega "la retrospectiva", aplicando técnicas "que no están validadas" y con las que "los perpetradores" pretende tratar la orientación sexual, pero son "absolutamente inefectivas".

270 días de castidad absoluta 

Cita modelos concretos de terapias que, por ejemplo, invitan a seguir 270 días de castidad absoluta, en los que a través de un canal de mensajería instantánea de móvil se hace un seguimiento y se cuenta a diario si se tiene ganas de masturbarse o deseos de tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo.

También hay reuniones físicas, en las que los asistentes se desnudan "para desexualizar" el cuerpo de personas del mismo género. O ejercicios que incluyen acudir con hachas al bosque para golpear árboles, mientras los participantes gritan el nombre de las personas "que les han producido la herida".

Y si estas técnicas no funcionan, se les deriva a psicólogos o psiquiatras y estos últimos les prescriben medicación con el fin último, dice el autor, de castrarles químicamente.

Entre 200 y 400 personas

La incidencia en España es difícil de cuantificar, por "el propio contexto e idosincrasia de esta práctica, que es absolutamente secreta". En estos tres años de investigación hemos identificado a 71 perpetradores y las víctimas con las que he contactado me han comunicado que en los grupos y convivencias había entre 200 y 400 personas, muchas de ellas menores de edad", sostiene.

Castro alerta de los riesgos de estas terapias, como el aumento de cuadros ansiosos depresivos, auto-odio, refuerzo de la homofobia interiorizada, reducción de los lazos sociales y de las relaciones familiares, imposibilidad de establecer conexiones románticas o afectivas, aumento de la inseguridad, autolesiones y suicido.

"Al final las personas que salen de ahí salen muy dañadas porque no solo sienten que han perdido el tiempo y sus recursos, sino que ven que no se les ha dotado de herramientas para quererse a sí mismas", asegura Castro.

¿Quién hay detrás?

Castro señala que la Iglesia católica no las promociona activamente, pero tampoco hace nada por luchar contra ellas y acabar con la impunidad. Y apunta también a muchas congregaciones evangélicas.

"Dentro de estas agrupaciones, que no están reconocidas por la Iglesia, sí es cierto que hay obispos, personas con mucho poder dentro del clero que sí las validan y han hecho de intermediarios para intentar expandirlas", asegura Castro. No obstante, el autor reconoce que dentro de la Iglesia también hay asociaciones que "luchan por la diversidad y por dar acogida a personas LGTBIQ+, que tienen espiritualidad y creen en Dios".

A su juicio, la futura ley trans, que prohíbe estas prácticas, "no servirá para nada" porque "no las criminaliza".

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