Conferencia en la Universidad Comillas del jesuita máximo experto en protección de menores Hans Zollner: “En España se cree que la de los abusos es una tormenta que va a pasar y que, por lo tanto, lo mejor es esconderse”

Hans Zollner, en la Universidad Comillas
Hans Zollner, en la Universidad Comillas

"Hasta ahora en España han salido unos 50 casos, pero serán muchos más”

"El sistema eclesiástico permitió durante cientos de años la proliferación y el encubrimiento de este mal"

"Es muy triste decir que las víctimas no encuentran misericordia entre los que hablan de la misericordia de Dios. Sólo encuentran puertas cerradas y corazones secos"

“La Iglesia que tendría que ser ejemplo de compasión se presenta como una institución incapaz de empatía”

Para combatir la batalla contra la pederastia, que está arruinando la credibilidad de la Iglesia, el Papa Francisco se rodeó de un equipo de aguerridos colaboradores, entre los que sobresalen el arzobispo maltés monseñor Scicluna, el sacerdote español Jordi Bertomeu, y dos jesuitas: el ex portavoz, padre Lombardi, y el alemán Hans Zollner.

El padre Zollner, miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, estuvo en Comillas, en una conferencia multitudinaria, titulada 'La Iglesia católica universal y la protección de los menores', en la que abordó la temática de los abusos y las principales conclusiones de la cumbre antipederastia, recientemente celebrada en Roma y presidida por el Papa.

Entre los presentes, el obispo responsable de la comisión de protección de menores de la Conferencia episcopal, monseñor Menéndez o el secretario de la Confer, padre Zamora. En medio de la charla del conferenciante llegó el cardenal Osoro que, aunque con retraso, quiso sumarse al acto y refrendarlo con su presencia.

Zollner, que es también presidente del Centre for Child Protection (CCP) de la Pontificia Universidad Gregoriana, dictó una charla emotiva, denunciadora y sugerente. Parecían las Lamentaciones de Jeremías. Y, de hecho, el jesuita daba evidentes muestras de tener que contener su indignación y su 'santa ira' ante el cúmulo de falsas teorías y justificaciones malsanas que utiliza mucha gente de Iglesia, para no hacer frente al tema “doloroso” de los abusos sexuales en la institución.

Por eso, antes de comenzar su disertación puso a los numerosos asistentes (la sala magna de la Universidad Comillas estaba prácticamente llena y su aforo ronda las 500 personas) a rezar en silencio y a tomar conciencia de los “sentimientos” ante el cáncer de los abusos. Sentimientos de angustia, de miedo, de vergüenza o de rabia.

Los tres minutos se hacen eternos, pero en la inmensa estancia se masca el silencio. Un silencio que suena a dolor, pesadumbre, penitencia, culpa, vergüenza o incomodidad. Un silencio sólo roto por las toses de algunos, quizás molestos, porque, como reconocía el ponente, “no es fácil estar en silencio ante esta realidad”.

Una realidad ante la que Zollner comienza acusando a la Iglesia de “huir, colocarse a la defensiva, sin sintonizar con el sufrimiento de las víctimas” y, sobre todo, aferrándose a teorías falsas, que después, desmontaría una a una.

Pero, primero, el padre Zollner quiso colocar a las víctimas en el centro. Por cantidad y por calidad. “Aquí, ahora mismo, hay gente que ha sido abusada”, sentenció, apoyándose en las estadísticas del Consejo de Europa: “En cualquier reunión de más de 10 personas, una como mínima es abusada; uno de cada cinco jóvenes ha sufrido abusos sexuales”.

¿Qué esperan los abusados de la gente de Iglesia, desde el Papa al último feligrés? “Compasión, simpatía, empatía y cercanía, pero lo grave es que muchas veces no encuentran en nosotros esas actitudes básicas. Es muy triste decir que no encuentran misericordia entre los que hablan de la misericordia de Dios. Sólo encuentran puertas cerradas y corazones secos”. Es decir, “la Iglesia que tendría que ser ejemplo de compasión se presenta como una institución incapaz de empatía”.

Y eso que el drama de los abusos viene de lejos, aunque, según Zollner, el año 2018 fue el 'annus horribilis' en este tema. Primero, porque se constató que los abusos en la Iglesia no son cuestión de unas cuantas manzanas podridas, sino “de un sistema, que permitió durante cientos de años la proliferación y el encubrimiento de este mal”.

Un mal, que, a su juicio, es como “un cáncer con metástasis por todas partes”, como se comprobó el año pasado. Primero, al caso de Chile, ante el que “el propio Papa pone sobre la mesa el tema del sistema”. Tras Chile, vienen otras bombas, como McCarrick, las resoluciones del Gran Jurado de Pensilvania o la reciente condena de un cardenal, el australiano Pell, a la cárcel por este crimen.

Ante la plaga, según Zollner, la postura de las Iglesias católicas de los diversos países son diferentes, aunque plasmadas en falsas tesis, que el jesuita va desmintiendo una a una.

Por ejemplo, “en España se cree que esta es una tormenta que va a pasar y que, por lo tanto, lo mejor es esconderse”. Y Zollner asegura tajante: “No es verdad. No es una tormenta que vaya a pasar ni en España ni en Asia o en África, donde, por ahora, no están muy afectadas, per les llegará. Estamos empezando, no acabando con este tema”.

De hecho, a su juicio, hasta ahora en España han salido unos 50 casos, “pero serán muchos más”, entre otras cosas, “porque las víctimas sólo hablan, cuando están convencidas de que hay otras muchas como ellas”

Lo que sí parece demostrado es que el punto álgido de los casos de abusos se ha desplazado de Estados Unidos a los países de habla española, África y Asia. Por eso, invita a un ejercicio de voluntad de comprometerse en el tema, contar mejor hacia afuera las medidas que se están tomando para hacerle frente (“ninguna institución tiene tantas medidas de prevención”) y compartir experiencias entre las iglesias de los diversos países. “Polonia no aprendió nada de Alemania y está cometiendo los mismos errores que cometieron los alemanes hace 9 años”, explicó.

A juicio de Zollner, “en la Iglesia hay una manifiesta pasividad, que procede del miedo a abordar nuestros crímenes”. De ahí que señalase las medidas ya aprobadas en la última cumbre antipederastia. Por ejemplo, la responsabilidad de los ordinarios (obispos y provinciales) en aplicar las normas canónicas que ya existen. O que los obispos diocesanos tenga que dar cuenta y ser supervisados por los metropolitanos. O mantener transparencia ante los medios y ante la sociedad. O, como propuso monseñor Scicluna (la máxima autoridad en el tema) en la cumbre vaticana, eliminar el secreto pontificio para estos casos.

Tampoco es verdad que haya muchas acusaciones falsas ni que el celibato sea la causa de los abusos. “El celibato no produce el abuso, no lleva al abuso, pero puede ser un factor de riesgo, si el celibato no se vive con el compromiso necesario”. De hecho, según explicó Zollner, “la edad media del clérigo que abusa por primera vez es de 39 años, 15 años más que la media de los abusadores laicos”.

También negó el experto alemán que la homosexualidad conduzca a los abusos o que “los medios quieran destruir a la Iglesia con este tema”, porque los periodistas cumplen con su deber de informar. “Ellos no inventan los escándalos. Somos nosotros los que los hacemos”, sentenció. Y en la sala se seguía mascando el silencio.

En la presentación del conferenciante, el rector de la Universidad Comillas, Julio Martínez, subrayaba que los jesuitas siempre han estado en las fronteras y “aunque éstas son todas difíciles, la de los abusos es especialmente desoladora”. Por eso, alaba la presencia en ella de sus compañeros, entre ellos el padre Zollner, y pide “justicia y reparación de los daños causados a las víctimas”.

Por su parte, el decano de la Faculta de Teología, organizadora del evento, Enrique Sanz, presentó al padre Zollner como “un hombre preparado y competente, siempre en búsqueda y aprendiendo, humano, bueno y religioso”. En definitiva, un hombre con entrañas de misericordia, que se indigna ante la pasividad de la Iglesia y, en este tema, es la voz del Papa.

Volver arriba