"Solo seremos creíbles si vivimos esa comunión" recalca en su último discurso como presidente Omella se despide de la CEE apelando a la comunión y reclamando "esperanza, humildad, valentía y alegría" a su sucesor

Cobo y Argüello se saludan en presencia del cardenal Omella
Cobo y Argüello se saludan en presencia del cardenal Omella

El Nuncio no acudió a la última plenaria del presidente del episcopado, marcada por las elecciones y por la concentración de víctimas de la pederastia clerical, que exigieron a los obispos claridad, verdad, justicia y reparación

“Los obispos hemos sido particularmente llamados por Cristo a ser portadores de esa esperanza y esa sanación en un mundo “herido”, que sufre ante la violencia, la polarización y la desigualdad”

Omella cita a Juan Pablo II para pedir a los obispos que "tenemos el deber de reunir la familia de los fieles y fomentar en ella la caridad y la comunión fraterna..."

“Alimentar la comunión con el Romano Pontífice y con los demás hermanos obispos, especialmente dentro de la misma Conferencia Episcopal y Provincia eclesiástica” "Siempre, con Pedro y bajo Pedro, para que a nadie se le olvide"

Destacó "la gravedad de la hora presente de proceder con generosidad y resolución colegial a la reforma de nuestros Seminarios”. “Ningún motivo puede distraernos de esta empresa"

“Ruego a Dios que los trabajos de estos días nos ayuden a vivir estrechamente la comunión; y que nos permitan seguir anunciando la Buena Nueva con esperanza, humildad, valentía y alegría”.  Así concluyó el mandato público de Juan José Omella como presidente de la Conferencia Episcopal. En un discurso inusitadamente breve para lo que es tradicional, Omella quiso “dirigir mi mirada preferentemente a nuestras vida de pastores de Iglesia”, en lugar de ofrecer una mirada relativa a la realidad social, como ha sido su costumbre a lo largo de estos cuatro años que ahora tocan a su fin. 

Osoro, Omella y Cobo, en la mesa de la Plenaria
Osoro, Omella y Cobo, en la mesa de la Plenaria

El obispo de Málaga, Jesús Catalá, efímero vicepresidente por la condición de emérito sobrevenida para el cardenal Osoro, en una decisión ciertamente inexplicable, acabó por no sentarse en la mesa presidencial. Se echó en falta al Nuncio en una Plenaria tan especial. Su discurso fue leído por  el consejero de nunciatura Mons. Roman Walczak. Antes, varias asociaciones de víctimas se concentraron a las puertas de la calle Añastro. Apenas el obispo de Bilbao, Joseba Segura, se paró a hablar con los supervivientes. Omella ni las citó en el discurso entregado a los presentes.

Campaña en defensa del Papa: Yo con Francisco

Arrancó Omella sus palabras recordando el tiempo de Cuaresma en el que nos movemos, donde “persiste en el mundo el clamor de tantos hermanos oprimidos. Por eso, el Papa nos hace reflexionar y preguntarnos si ese grito nos llega, si realmente nos conmueve”.

“Los obispos hemos sido particularmente llamados por Cristo a ser portadores de esa esperanza y esa sanación en un mundo “herido”, que sufre ante la violencia, la polarización y la desigualdad”, clamó el arzobispo de Barcelona, animando a los obispos a preparar el Jubileo de 2025 y recordando el 25 aniversario de la exhortación Pastore gregis de Juan Pablo II sobre cómo debe ser un obispo. ¿Cómo? “Tenemos el deber de reunir la familia de los fieles y fomentar en ella la caridad y la comunión fraterna... Aunque se trate de una misión ardua y difícil, nadie debe desalentarse”, recordó el purpurado, quien reclamó a la Plenaria que “para poder transmitir esta esperanza, es necesario que nosotros la vivamos, la custodiemos y no dejemos que nada ni nadie nos la robe”.

Gil Tamayo y Argüello
Gil Tamayo y Argüello

"Todos somos corresponsables"

Omella también hizo referencia al Año de la Oración, convocado este 2024, animando a “una gran ‘sinfonía’ de oración”. “Es un momento privilegiado para redescubrir el valor y la necesidad de la oración diaria en la vida cristiana”. Oración, y anuncio, porque “anunciar a Jesucristo y su Evangelio es una misión que nos incumbe a todos: fieles, hermanos y hermanas de la vida consagrada, así como a los ministros ordenados. Todos somos corresponsables. Pero a los obispos nos corresponde singularmente una misión de impulso y coordinación en estrecha colaboración con los presbíteros y diáconos. Transformar este valle de lágrimas en un jardín de Dios es una tarea preciosa; una misión que solo podremos llevar a cabo si caminamos unidos a Dios y en comunión los unos con los otros”. 

Discurso de Omella en la Plenaria
Discurso de Omella en la Plenaria

Centrándose ya en las elecciones a la CEE, Omella pidió a los obispos que “no olvidemos nunca que la misión le pertenece a Dios. Nosotros solo somos sus colaboradores más directos, llamados a trabajar en comunión con Él y entre nosotros”, y recordó una frase de Juan Pablo II que a buen seguro hará reflexionar a los prelados, especialmente a los que tienen que sufrir los embates de los curas de la 'fachosfera': “Alimentar la comunión con el Romano Pontífice y con los demás hermanos obispos, especialmente dentro de la misma Conferencia Episcopal y Provincia eclesiástica”.

Frente a la soledad y el desaliento

“Además, para superar el riesgo de la soledad y el desaliento ante la magnitud y la desproporción de los problemas, el Obispo necesita recurrir de buen grado, no sólo a la oración, sino también a la amistad y a la comunión fraterna con sus hermanos en el episcopado”, prosiguió Omella, citando de nuevo a Wojtyla, e instando a los prelados a “ser bien conscientes de que la dimensión colegial de nuestro ministerio ha de impulsarnos a practicar entre nosotros, ‘sobre todo en el seno de la propia Conferencia episcopal, las diversas formas de hermandad sacramental, que van desde la acogida y consideración recíprocas hasta las atenciones de caridad y la colaboración concreta’” y “manteniendo la comunión con los demás obispos y con la cabeza del Colegio”. En tiempos de trifulcas, una llamada a la comunión y al consenso.

El abrazo de Osoro y Cobo
El abrazo de Osoro y Cobo

La CEE, semper reformanda

Siguiendo con Juan Pablo II, el todavía presidente de la CEE recordó que “cada obispo ha de sentir como propias las dificultades y los sufrimientos de sus hermanos en el episcopado”.

“Nuestra querida Conferencia Episcopal avanza, como la Iglesia, semper reformanda, depurándose continuamente en el servicio a la comunión entre las diversas Iglesias”, incidió Omella, que animó a una “acción colegial” que se base en “la autoridad de la coordinación”. 

También, en “la gravedad de la hora presente de proceder con generosidad y resolución colegial a la reforma de nuestros Seminarios”. “Ningún motivo puede distraernos de esta empresa, que no podremos llevar a puerto sino desde el dilato horizonte del bien común”, declaró el purpurado.

La última parte de su discurso, dedicado a su despedida, sirvió para “daros las gracias a todos vosotros, hermanos obispos, y a todo el personal que trabaja en esta casa por vuestro apoyo, colaboración y comprensión durante estos cuatro años de servicio”.

Sobre el futuro, “más que correr, prefiero decir que caminamos hacia la meta. Porque, si echáramos a correr, seguramente nos podríamos dejar a mucha gente por el camino”. “Caminamos pues juntos, sinodalmente, guiados por el Espíritu Santo que inspira y conduce a la gran familia de la Iglesia, y que habla a todos los fieles que permanecen unidos en oración. Solo seremos creíbles si vivimos esa comunión que nace del Espíritu Santo”, culminó.

“Miremos adelante dejando el pasado en manos de Dios. Por eso os pido que disculpéis mis errores y sigamos avanzando unidos en el camino que nos lleva a la Pascua definitiva”, finalizó, recordando que “el Señor nos ha confiado a todo el pueblo de Dios y no solo a unos pocos, o solo a los creyentes. Todas las personas, sean de la religión o la cultura que sean, son llamadas por la Santísima Trinidad a alcanzar la meta y a ganar el premio que Dios nos ha revelado por medio de Jesucristo”.

Discurso Cardenal Omella - 124 Asamblea Plenaria - Marzo 2024 by Jesús Bastante on Scribd

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