Omella es el candidato que más apoyos recaba, aunque el sector ultraconservador insiste en Sanz, sin desdeñar dar su apoyo a un Cañizares que insiste en no postularse

Iceta, García Beltrán y, en menor medida, Jesús Catalá, posibles nombres si se produce algún veto

La dupla Omella-Cañizares, y un mayor protagonismo del Consejo de Cardenales (con Osoro y Blázquez), opción preferida desde Roma para desencallar las relaciones con el Gobierno y dejar de ser la excepción 'anti-francisquista' del sur de Europa

"Deberían ser las elecciones más sencillas desde los tiempos de Rouco Varela, pero nada más lejos de la realidad". Varios obispos resumen así el sentir mayoritario de una Conferencia Episcopal que afrontará, justo dentro de un mes, y profundamente dividida, las elecciones que renovarán todos sus cargos -excepto el del secretario general- para los próximos cuatro años.

Unas elecciones que vendrán marcadas por la salida de Blázquez, y por la necesidad (que muchos consideran ya urgencia) de que los obispos españoles, al fin, se coloquen decididamente del lado de las reformas del Papa Francisco. También, por el hecho (innegable) de que la legislatura que ha arrancado este lunes será crucial para el futuro de las relaciones Iglesia-Estado en materias como el IBI, la memoria histórica, la financiación de la Iglesia y su presencia en ámbitos públicos (escuela, ejército, hospitales....).

Apoyo al Papa y negociación con el Gobierno

A día de hoy, el 'candidato' (nadie se presenta oficialmente) mejor colocado es el cardenal de Barcelona, Juan José Omella, sin duda uno de los 'hombres' del Papa Francisco en España. El purpurado, miembro de la Congregación de Obispos, es el obispo residencial español con mayor acceso al pontífice, y quien aglutina un mayor número de consenso en el episcopado de nuestro país. 

El Papa saluda a Omella
El Papa saluda a Omella

Omella, con el apoyo de Osoro (el cardenal de Madrid está llamado a ejercer la tutela en el día a día de los contactos con el Gobierno, que ya se está produciendo en materia de migraciones, por ejemplo), se encuentra ante el cometido de llevar a la Conferencia Episcopal al grupo de episcopados que apoyen, sin fisuras, el actual pontificado. En un momento, además, en el que las relaciones Iglesia-Gobierno pasarán por una etapa de dificultad innegable para cualquier observador de la realidad.

Los rigoristas, al acecho

La lógica episcopal lleva a pensar que Omella será el elegido... pero el sector ultraconservador del episcopado, que conserva buena parte de su fuerza, volverá a dar la batalla. En esta ocasión, el candidato vuelve a ser el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, que seguirá contando con el apoyo del grupo de prelados afín a Rouco Varela, aunque ya no contará con la presencia activa del arzobispo de Burgos, Fidel Herráez.  Los prelados más conservadores -más de una veintenta-, tratarán de influir en las elecciones y, si bien parece improbable que Sanz obtenga la presidencia, sí presionarán para que no sea Omella. 

Cañizares y Sanz
Cañizares y Sanz

En esta tesitura, gana enteros la opción del cardenal Cañizares. El arzobispo de Valencia, que no tiene previsto hacer campaña en su favor, ni quisiera aceptar el nombramiento, sí podría influir entre ambos sectores para alcanzar un candidato de consenso. En un caso extremo, incluso, podría asumir la presidencia aunque nunca para cuatro años. El purpurado valenciano, que se ha enfrentado en varias cartas pastorales al nuevo Gobierno, es paradójicamente reconocido por el PSOE (y por la propia Carmen Calvo) como un buen negociador, y un buen aliado en cuestiones como la fiscalidad y, especialmente, la lucha por la acogida a los inmigrantes y refugiados. Más allá de posibles diferencias, su sintonía y fidelidad con el Papa están fuera de toda duda. De hecho, Francisco lo recibió en Roma el pasado sábado.

Omella-Cañizares y Consejo de Cardenales

Con todo, la opción con más posibilidades hasta la fecha sería una dupla Omella-Cañizares, con un mayor protagonismo (así lo permiten los estatutos de la CEE, recientemente reformados) del Consejo de Cardenales, donde Osoro y Blázquez continuarían teniendo una influencia decisiva. Y, aunque se contaría con la pesencia de Rouco Varela, las visiones de Amigo o Bocos, con una especial sensibilidad por la vida religiosa, llevaría a la Igelsia española a una mayor pluralidad.

Monseñor Iceta
Monseñor Iceta

Pero... ¿qué ocurre si ambos sectores se enrocan? Llegado el momento, podrían surgir algunas figuras de consenso, que en todo caso estarían llamadas a formar parte del Comité Ejecutivo, máximo órgano de decisión en la CEE entre plenarias. Se trata del obispo de Bilbao, Mario Iceta -que en los últimos meses ha multiplicado su presencia pública y moderado su posición en el interior del episcopado-; el obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, que por edad y por sensibilidad podría tener una especial relevancia en los próximos años; y, en menor medida, el obispo de Málaga, Jesús Catalá.

Sea como fuere, justo dentro de un mes, habrá nuevo presidente de la Conferencia Episcopal. Con muchas tareas pendientes, tanto en lo político (¿enfrentamiento o diálogo con el Gobierno?) como en lo religioso (¿por fin una Iglesia pro Francisco, o seguirá la sensación de esperar a que pase la 'primavera' de Bergoglio?), y poco margen de maniobra. Especialmente, en una sociedad como la nuestra, donde avanza la laicidad y donde la Iglesia está corriendo el riesgo -cada vez más cierto- de convertirse en un ente irrelevante para la sociedad española. 

Ginés García Beltrán, en el Cerro de los Ángeles
Ginés García Beltrán, en el Cerro de los Ángeles

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