Desayuna conmigo (lunes, 13.1.20) ¿Secta o levadura?

Una lágrima por Julen

Misal

Tengo la seguridad de que las lecturas litúrgicas de ayer, domingo, trazan un camino despejado o un programa alentador que me parece muy válido para encauzar el comportamiento cristiano de nuestro tiempo. El Evangelio nos habla de que, tras ser bautizado por Juan, “apenas salió Jesús del agua, el Espíritu Santo bajó y se posó sobre él (Lc 13: 18-21). El Espíritu Santo es una fuerza divina de la que el cristiano dispone siempre que esté predispuesto a oír su voz y dejarse llevar por su impulso. Es un gran error tomar su irrupción bautismal como puerta de entrada a una comunidad segregada y excluyente. La auténtica Iglesia de Jesús de Nazaret incluye a todos los hombres como fuerza del Espíritu y como proyecto de humanización (bienaventuranzas).

Haciendo el bien

En la segunda lectura vemos a Pedro hablando de un Jesús que, tras ser ungido con el Espíritu Santo, pasó por este mundo haciendo el bien y curando a todos los oprimidos (Hechos 10:34-38). De ahí deberíamos concluir, sin objeciones dogmáticas, jurídicas o rituales, que todo el que hace el bien, es decir, el que trabaja por mejorar y humanizar este mundo, es seguidor de Jesús.

En la primera, es Dios mismo quien proclama que ha puesto su espíritu sobre su siervo y que este manifestará la justicia a las naciones, sin gritar ni vocear por las calles, y sin ni siquiera quebrar la caña cascada ni apagar la mecha vacilante (Is 14:1-4). Ser cristiano, es decir, seguir al siervo de Yahvé, a Jesús, no requiere cargar con un tocho de dogmas, con un voluminoso Derecho Canónico o con un pesado Misal de ritos, sino tener la finura y la suavidad procedimental del bien que predica con el ejemplo.

¿Es realmente la Iglesia católica actual una secta? Tal como está montada, con su estructura social y jurídica, su férrea jerarquía, su encorsetado derecho procedimental, su forma de evangelizar y sus ritos sacramentales excluyentes, es evidente que lo es. Y muchos lo tienen asimilado porque, a la mínima, te sueltan que no eres cristiano o que eres un hereje, incluso refiriéndose al papa. Por muy “universal” que pretenda ser, la forma de ser la reduce a una sección de la humanidad, a una secta.

Fermentando la masa

En cambio, las lecturas litúrgicas a que hemos aludido apuntan a su condición de “lavadura” que, poco a poco y en silencio, sin que apenas se perciba, va logrando que fermente “toda la masa”. La auténtica Iglesia de Jesús es una fuerza vigorosa que suavemente va cambiando nuestra forma de pensar y de obrar, ayudándonos a desechar los atractivos contravalores que nos seducen para dedicar nuestras fuerzas a cultivar más y mejores valores. En otras palabras, la Iglesia de Jesús nos invita y ayuda a mejorar nuestra forma de vida actual. Las “bienaventuranzas” son un programa fácilmente inteligible y, aunque sea difícil de cumplir, muy estimulante y fructífero. De hecho, la condición de discípulo solo se nota en “cómo se aman los unos a los otros”. La Iglesia auténtica de Jesús no puede ser de ninguna manera la secta que todavía hoy es la Iglesia católica, sino la levadura que lentamente va cambiando toda la masa, al margen de definiciones, ordenanzas y ritos varios. No hace falta en absoluto especular sobre cómo debe ser la “nueva evangelización”, pues a los cristianos debería bastarnos con salir ahí fuera y, a imitación de Jesús, “hacer el bien”. Desde luego, es lo que hacen muchos, todos los que con su conducta hacen creíble y efectivo el mensaje de Jesús.

Recordando a Julen

El día nos trae el recuerdo de un hecho sumamente conmovedor y que de hecho conmovió, hoy hace un año, a toda España y a muchos más allende nuestras fronteras: la dolorosa tragedia que el azar hizo que se cebara en un niño, Julen, al caer, mientras jugaba, por un agujero de 70 metros. El comportamiento social de aquellos días y la maestría de la Brigada de Salvamento Minera hacen que uno pueda confiar en una humanidad que se compadece y conduele con todos los afectados, mientras se esfuerza por evitar cuanto golpea la vida humana y mejorar todo lo que la favorece. Vaya como homenaje un recuerdo emocionado para ese niño y el consuelo de compartir el dolor de su ausencia con cuantos formaron parte de su vida.

Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail-com

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