III Domingo de Adviento (14-12-2025) Adviento es la alegría del Dios que se queda en medio de su pueblo
El evangelio de Mateo continua presentando a Juan el Bautista quien ya está encarcelado y manda a preguntarle a Jesús si él es el Mesias
La transformación de las situaciones que viven las personas es la señal visible del reino y por eso Jesús es el Mesías esperado
El reino anunciado por Jesús es para este mundo y se refiere a la transformación de la realidad para que la vida sea abundante para todos
Si Juan el Bautista predicaba la conversión, Jesús va a anunciar la buena noticia del reino
Y esta es la alegría que podemos celebrar en este tiempo de adviento: Con Jesús llegan los tiempos donde el amor de Dios se desborda en el mundo
El reino anunciado por Jesús es para este mundo y se refiere a la transformación de la realidad para que la vida sea abundante para todos
Si Juan el Bautista predicaba la conversión, Jesús va a anunciar la buena noticia del reino
Y esta es la alegría que podemos celebrar en este tiempo de adviento: Con Jesús llegan los tiempos donde el amor de Dios se desborda en el mundo
Y esta es la alegría que podemos celebrar en este tiempo de adviento: Con Jesús llegan los tiempos donde el amor de Dios se desborda en el mundo
Juan oyó hablar en la cárcel de la actividad del Mesías y le envió este mensaje por medio de sus discípulos: ¿Eres tú el que había de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús respondió: Vayan a contar a Juan lo que ustedes ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la Buena Noticia; y, ¡feliz el que no tropieza por mi causa! Cuando se fueron, se puso Jesús a hablar de Juan a la multitud: ¿Qué salieron a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre elegantemente vestido? Miren, los que visten elegantemente habitan en los palacios reales. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Les digo que sí, y más que profeta. A éste se refiere lo que está escrito: Mira, yo envío por delante a mi mensajero para que te prepare el camino. Les aseguro, de los nacidos de mujer no ha surgido aún alguien mayor que Juan el Bautista. Y, sin embargo, el último en el reino de los cielos es mayor que él (Mateo 11, 2-11).
El domingo pasado se nos ofrecía la figura de Juan el Bautista como precursor del Señor que viene. En esta ocasión Mateo continúa hablando del Bautista, pero nos dice que está encarcelado y oye hablar de la actividad del Mesías. Por eso envía a sus discípulos a preguntarle si es él quien ha de venir o han de esperar a otro. Y Jesús le responde con las obras que realiza: los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres reciben la Buena noticia. Como se puede ver, la transformación de las situaciones que viven las personas es la señal visible del reino y por eso Jesús es el Mesías esperado. Caigamos en cuenta de que la buena noticia que recibirán los pobres supone que dejaran de ser pobres, en consonancia con lo que acaba de decir sobre los ciegos, cojos, leprosos, etc. En esta ocasión, como a lo largo del evangelio, al hablar de pobreza es, especialmente socioeconómica, fruto de la “economía que mata” como dijo el papa Francisco, porque es la que roba la dignidad de las personas, las que efectivamente les quita la vida digna a la que todo ser humano está llamado.
Notemos que Jesús dice a los discípulos de Juan, después de señalarles porque él es el Mesías esperado, “feliz el que no tropieza por mi causa” o, en otras traducciones, “dichoso el que no se escandaliza de mí”. Y esto se debe a que muchos esperan que el reino de Dios sea una especie de atmosfera sagrada, alejada del mundo concreto. Pero no, el reino anunciado por Jesús es para este mundo y se refiere a la transformación de la realidad para que la vida sea abundante para todos.
Si el domingo pasado Juan hablaba de Jesús, ahora Jesús habla de Juan y lo avala como profeta. Recordemos, está en la cárcel y, justamente a ese que las autoridades están persiguiendo por lo que predica, Jesús lo reconoce como el mayor de los profetas, nacido de mujer. Una vez más, el evangelio nos presenta el contraste entre lo que esperan los que habitan en palacios y lo que significa el reinado de Dios. Juan Bautista muestra claramente ese contraste. Sin embargo, Jesús también hace una ruptura con Juan, último profeta del Antiguo Testamento. El más pequeño en el reino de los cielos es mayor que Juan Bautista. Con Jesús comienza una buena noticia distinta a la de Juan. Si él predicaba la conversión, Jesús va a anunciar la buena noticia del reino. El énfasis no es el castigo sino el amor, no es el reproche sino la misericordia, no es la destrucción sino la vida en abundancia.
Y esta es la alegría que podemos celebrar en este tiempo de adviento: con Jesús llegan los tiempos donde el amor de Dios se desborda en el mundo, a través de la encarnación de su Hijo en nuestra historia, haciendo posible que Dios viva en medio de su pueblo.
(Foto tomada de: https://iglesiatijuana.org/web/los-ciegos-ven-los-cojos-andan-los-leprosos-quedan-limpios-los-sordos-oyen/)
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