PENTECOSTÉS 8-05-2025 Anunciar a Jesús con la fuerza de su mismo Espíritu

Anunciar a Jesús con la fuerza de su mismo Espíritu
Anunciar a Jesús con la fuerza de su mismo Espíritu

Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió "Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan" (Juan 20, 19-23)

Hoy celebramos la fiesta de Pentecostés y, en consonancia con lo que Jesús les dijo a los discípulos en la lectura del domingo pasado, de que él cumpliría la promesa del Padre, en el texto de hoy, se hace real esa promesa. Jesús sopla sobre los discípulos e infunde en ellos el Espíritu Santo, don de Dios, cumplimiento de la promesa del Padre, con el que podrán discernir los desafíos que comienzan para ellos en la tarea que han de realizar. Previo a darles el espíritu, les ha dado el don de la paz, saludo que usa cuando se les aparece, adelantando posiblemente los dones que vienen del Espíritu. Recordemos, según la carta a los gálatas 5, 22, los dones o frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, paciencia. afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí.

Un detalle importante: el texto nos dice que los discípulos estaban encerrados por temor a los judíos. Precisamente será el espíritu el que les ayude a vencer el miedo y a abrir todas las puertas para llegar hasta los confines de la tierra.

El evangelio no nos ofrece más detalles, pero en este día se lee también Hechos (2, 1-13) donde se relata de otra manera este acontecimiento. Están en Jerusalén porque es el lugar donde los judíos van a celebrar sus fiestas (las tiendas, la pascua) y, en este caso, la fiesta de pentecostés. Y justamente estando todos reunidos comienzan a sentir un ruido como de una ráfaga de viento impetuoso que llena toda la casa. Junto a esto se les aparecen unas lenguas como de fuego que, al posarse sobre cada uno de los presentes, los llena del Espíritu Santo. Recordemos que al inicio de Hechos se nos dice que todos estaban reunidos en Jerusalén, incluidas algunas mujeres, María la madre de Jesús y sus hermanos. De ahí viene que se reconozca que María está presente en la experiencia de Pentecostés.Lamentablemente, esta presencia de mujeres no ha tenido como consecuencia que se reconozca su protagonismo en los inicios de la Iglesia y en su estar llenas del Espíritu Santo, al igual que los doce, para realizar la misión encomendada.  

Volviendo al relato de Hechos, los presentes comienzan a hablar en otras lenguas y lo maravilloso es que todos les entienden en su propia lengua. Es una forma de mostrar la predicación que han de realizar los discípulos a todos los confines de la tierra y cómo, este mensaje, puede ser entendido por todos a pesar de las diferencias. Eso no significa que no vayan a encontrar también rechazo. En este mismo texto vemos que algunos no ven nada extraordinario, sino que aducen que están borrachos, sin entender el don de Dios que se está haciendo presente.

En definitiva, esta fiesta nos recuerda que estamos en el tiempo del Espíritu y sus dones no le faltan a nadie que acoja su presencia y siga sus insinuaciones. El espíritu nos invita a predicar a Jesús y esas palabras, respaldadas por el testimonio, pueden ser entendidas por muchos. Como ya lo dijimos el domingo pasado, Jesús ya no está entre nosotros. Su espíritu es quien puede hacerlo presente. Que nos abramos a su acción y lo dejemos actuar en el aquí y ahora de nuestra historia.

(Foto tomada de: Pentecostés. - Santoral AICA.org)

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