"Algo está cambiando en la Iglesia colombiana sin que nos demos demasiada cuenta" La Iglesia colombiana: profética, misionera y solidaria

La Iglesia colombiana: profética, misionera y solidaria
La Iglesia colombiana: profética, misionera y solidaria

" Comienzan diciendo que constatan el grito de nuestro pueblo tan amenazado por los grupos armados al margen de la ley y por la inequidad social"

"Algunos jerarcas de la iglesia y alguna porción del laicado que se precia de ser muy católica no acaban de entender que si queremos que la juventud viva su fe en las estructuras eclesiales, necesitamos salir de los templos y valorar la conciencia sociopolítica que la juventud también tiene"

"Iglesia y gobierno pueden y deben unir esfuerzos para que la conciencia ecológica siga aumentando y, los creyentes, formen parte de esa responsabilidad con la casa común, porque ese compromiso es inherente a nuestra fe en Dios creador"

"Este mensaje no insistió en los temas intraeclesiales sino en el diálogo con la realidad. Los jerarcas están explicitando más su interés por la situación del país y su deseo de comprometerse con la paz"

Los obispos colombianos publicaron el Mensaje Final de su CXIII Asamblea Plenaria el pasado 8 de julio y conviene reflexionarlo y divulgarlo porque a todos nos interesa que la Iglesia tenga un papel más protagónico en nuestra vida social y eclesial. En esta asamblea los obispos sintetizaron los aportes que se recogieron en los encuentros sinodales de las diversas comunidades eclesiales de muchos lugares de Colombia.

Estos aportes, según dicen los obispos, les animan a mantener su labor profética y se sienten confrontados con la dimensión misionera y solidaria que, como iglesia deben tener. Los obispos se sienten llamados a anunciar el evangelio de Cristo Jesús, edificándose en el amor y la auténtica fraternidad.

Plenaria Colombia
Plenaria Colombia

Muy interesante ha sido en este mensaje la manera como lo inician y el lugar desde el que se sitúan. Comienzan diciendo que constatan el grito de nuestro pueblo tan amenazado por los grupos armados al margen de la ley y por la inequidad social. Es decir, se sitúan desde los más afectados en este momento histórico, precisamente por los que el evangelio de Jesús siempre se inclina, en cada momento donde este se anuncia. Definitivamente, la iglesia colombiana no puede estar al margen de la suerte de los más pobres y una iglesia es profética, en la medida que acompaña decididamente la situación social de su pueblo.

Continúa el mensaje refiriéndose a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes. Tienen razón los obispos al denunciar la falta de oportunidades que esta población tiene para favorecer el sentido de sus vidas que se realizaría con mayor éxito, si hubiera caminos posibles para ello. En esta afirmación de los obispos me hizo falta la referencia a esa porción de la juventud colombiana que ha levantado su voz en las protestas del año pasado y en su compromiso en las recientes elecciones. En los jóvenes ha crecido la conciencia política y su compromiso con la realidad no deja nada que desear.

El que algunos sectores sociales se refieren a los jóvenes como vándalos, revela más la falta de conciencia de tantos frente a los cambios que han de hacerse que a la realidad de lo vivido en las calles. Por supuesto que en toda manifestación hay infiltrados y el paso hacia la violencia es muy fácil de darlo. Pero no podemos olvidar que mucho más grave que los actos reprochables de algunos infiltrados, fueron los actos reprochables de las fuerzas antimotines que se ensañaron contra tantos jóvenes inocentes.

Lo definitivo de esto es que algunos jerarcas de la iglesia y alguna porción del laicado que se precia de ser muy católica no acaban de entender que si queremos que la juventud viva su fe en las estructuras eclesiales, necesitamos salir de los templos y valorar la conciencia sociopolítica que la juventud también tiene. Y esos procesos son los que hemos de acompañar y valorar.

No es tan cierto que los jóvenes no tengan fe, sino que la Iglesia no siempre entiende los caminos que hoy están transitando los jóvenes y, menos las mujeres, en sus búsquedas para cambiar la sociedad patriarcal y todas las estigmatizaciones que dicha sociedad tiene sobre el género femenino. Desde mi punto de vista, habría que profundizar más en esta relación jóvenes e iglesia y, tal vez, se encontrarían mejores caminos para entenderse.

Pero continuemos con el mensaje de los obispos. Los jerarcas reconocen la responsabilidad histórica frente a la protección de la Amazonia colombiana.  En esto se está en sintonía con la encíclica Laudato si del papa Francisco y con los caminos recorridos por la iglesia latinoamericana en el Sínodo de la Amazonia y en la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonia. Sin duda esto es una gran responsabilidad y, el gobierno entrante, tiene conciencia de ello. En este sentido, Iglesia y gobierno pueden y deben unir esfuerzos para que la conciencia ecológica siga aumentando y, los creyentes, formen parte de esa responsabilidad con la casa común, porque ese compromiso es inherente a nuestra fe en Dios creador.

Prtesidencia de la CEC

Los obispos insisten en la construcción de la unidad en medio de la diversidad, incluyendo a todos, especialmente a los más desprotegidos. Llaman al compromiso con la paz –ser artesanos de la paz- y al respeto por la vida. Hay que decirle “no” a toda guerra y defender el diálogo como instrumento de construcción de una democracia incluyente y participativa. En este punto la referencia a la Encíclica Fratelli Tutti de Francisco llama a seguir profundizando este texto, tan iluminador de la dimensión sociopolítica de la fe que tanto falta alimentar en el pueblo creyente. Un aspecto bien importante es la llamada a la reconciliación, cimentada en la verdad que es el alma de la justicia. Estas afirmaciones sintonizan con el reciente Informe sobre la Comisión de la Verdad que bien expresa “que sin verdad no hay futuro”.

Los obispos de la Iglesia colombiana terminan su mensaje renovando su vocación de servicio al “santo pueblo fiel de Dios”, expresión tan usada por Francisco para recordar que en una iglesia sinodal jerarcas y laicado forman el pueblo de Dios y que la voz de todos y todas es la voz de Dios que, los jerarcas han de respaldar, en la medida que el discernimiento hecho por toda la Iglesia señale los caminos que deben recorrerse en cada tiempo presente.

No conozco el informe de los aportes sinodales que los obispos recogieron para enviar a la instancia internacional de este proceso sinodal. Esperemos que dicho informe, siga abriendo caminos a una Iglesia más participativa y donde la voz laical sea más escuchada y valorada. Pero lo que quiero remarcar de este mensaje –que lastimosamente no tiene demasiada divulgación- es que algo está cambiando en la Iglesia sin que nos demos demasiada cuenta.

Colombia

Este mensaje no insistió en los temas intraeclesiales sino en el diálogo con la realidad. Los jerarcas están explicitando más su interés por la situación del país y su deseo de comprometerse con la paz. Esto no es una opción posible sino un compromiso irrenunciable. La fe, definitivamente, no puede mostrar indiferencia u oposición al horizonte vital que hace posible defender la vida. No siempre la iglesia –jerarquía y laicado- han estado en ese apoyo decidido por la paz porque, como miembros de un país dividido, a veces se han puesto de lado de la lógica de la defensa del status quo o de la visión simplista de buenos y malos.

Con este mensaje final, podemos entrar con más decisión en la lógica de mirar la realidad desde los últimos y desde allí buscar ser una iglesia profética, misericordiosa y solidaria. Es tarea de todos pero, con este mensaje, los obispos explícitamente, se comprometen a ello. Que la Virgen de Chiquinquirá, patrona de Colombia, les anime y les sostenga en esa vocación al servicio a la que están llamados.

(Foto tomada de: Obispos de Colombia celebran la CXIII Asamblea Plenaria del Episcopado - Vatican News)

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