Poemas víricos

DESTELLO

(respuesta a un soneto de A.Gala
en que recuerda su ciudad enamorada
y no encuentra ya nada: pero yo sí en la mía).

Recuerdo hoy la ciudad enamorada
donde entonces los lares me invitaban
su catedral y torres que brillaban
siguen brillando aún amuralladas.

De lo que aún recuerdo queda todo
de lo que no recuerdo queda nada
marcharon aves de plumaje huero
quedaron aves de mejor agüero.

Cómo puede permanecer aún tan exacta
cómo puedo permanecer aún tan proclive
proclive al aire de tu ciudad cara
y abierto al viento corazón adentro.

Nunca pudo perderse tanto ensueño
nunca pudo olvidarse tanto empeño
jamás podrá anegarse tanto juego
conjugado por este amor aún tierno.

(Recuerdo hoy la ciudad enamorada
y a ti en el centro de su pensamiento:
siempre estarás conmigo en el destello).

QUERER


(ejercicios espirituales en un laberinto)

Puedes amarme o puedes no amarme
puedes quererme o puedes no quererme
no te pienso querer porque me quieras
ya no te pienso amar porque me ames.

Si quieres te amo y si no te amo
te amo de todas formas y maneras
aunque no me quisieras te quisiera
aunque tú no me amaras yo te amara.

Yo te amo por dos por tres por cuatro
por una caravana de amantes
y otra caravana de amados
bajo los cielos rasos y brillantes.

Dime que sí dime que estás conmigo
en este mi fragor y mi entusiasmo
en esta porfía del querer contigo
en esta incertidumbre certidumbre.

Dime que sí y que no así acabaremos
asumiendo tu sino y mi destino
como una encrucijada de caminos:

querer o no querer es la cuestión
querer y no querer la solución
disolutora de toda escisión.

MATER AMABILIS


Alguien me pide auxilio y no sé darlo
alguien me llama adentro y estoy fuera
por qué no puedo amigo ayudarte
no puedo ayudarme ni a mi mismo.

Ya lo sé te diré lo que me digo
cuando estoy desolado y en remojo
cuando estoy socarrado y hundido
y ando con el rabo entre las piernas.

Me digo ánimo valor y miedo
y me tumbo en la cama boca arriba
pensando en la belleza de su rostro.

Es un rostro que arrostra los laureles
es un rostro que arrastra los vaivenes
y es un rostro que nunca he olvidado:

el rostro de la Mater dolorosa
Pietá de Miguel Ángel Buonarroti
un rostro que a la vez sonríe y llora.

(El rostro de mi madre rediviva
y el rastro de mi padre zaherido).

VIRULENCIA

(con el propósito vano de revertir
nuestra grave situación en menos grave o ingrávida)

Os lo dije en su día pues lo sabía oscuramente
este mundo no tiene solución sino resolución
la solución final como disolución
pero no me creíais y os reíais de ello
incluso yo mismo me creía un locuelo
por entrever las entretelas negras de la vida viuda
desde aquella posguerra incivil y maldita.

Ahora nos encontramos como casi siempre
infectados por un virus que es el coronavirus
de nuestra existencia compartida y corrompida
por naturales virulencias y sobrenaturales políticas
religiones técnicas y ciencias apocalípticas
culturales e inculturales sabiondas y necias.

Yo lo sabía pero apenas si podía decirse
en aquel manicomio de sujetos fatuos
ahora lo redigo aunque ya no importa
lo saben todos mas lo olvidarán cuán presto
para ir al cine y a la peluquería y al marasmo todo
en nombre de la nada revertida en jerga y juerga.

Lo único que aún resta es un poco de amor entumecido
el arrullo del alma y el murmullo del aire liberado
la belleza del niño y del viejo ensimismado
el corazón del cosmos en un globo que flota.

Solo nos queda un poco de aire fresco
el fulgor de la luz y el rojo azul del fuego
la reverberación de la naturaleza y un poema
el lento suicidio de las sombras que atraviesan el mar
y el vago crepúsculo del alma que aún respira a Dios.

Todo lo demás son fuegos fatuos y enfermos
alquileres vacíos y pompas de jabón
solo nos queda este leve suspiro
el amor que aún no encuentra su cauce verdadero
el reflejo de luz que se cuela en tus ojos
y el verso recabado de un poeta que afirma:

me gustaría ser como no soy y no ser lo que soy
un hombre intramuros e intravirus
una mujer infectada por el hombre
y un hombre afectado por una mujer
un niño traído a este mundo sin su consentimiento
el viejo descartado y ya destartalado
el tonto que se cree listo de envergadura
y el listo que se cree un genio o un ingenio
porque simplemente rejunta las letras
de estos versos ingenuos ridículos sinceros.

Este mundo no merece la pena de otros versos más tersos
que digan lo que no es y nos sigan mintiendo
porque a la gente le gusta ser engañada
que le doren la píldora y le cuenten un cuento
para no caer en la cuenta pendiente y solamente aplazada.
La vida del hombre es una hecatombe
que clama al cielo incluso al infierno:
no me importa morir no nos dejéis sufrir.

VOLTAIRE


Tras aquel terremoto de Lisboa
Voltaire pasó la cuenta al Dios supremo
pero este se calló avergonzado
y avergonzado sigue en su buen feudo.

En la pandemia del coronavirus
le pasamos la cuestión al mismo Dios
y otra vez se nos calla encallado
en su ficción suprema: Relojero.

Probablemente Dios esté infectado
y el Relojero muy desconcertado
porque el reloj del mundo está averiado.

Dioses reflejan un mundo ignaro
hombres reflejan unos dioses raros
cuyo proyecto es el desbarajuste.

(Por eso no podemos adorarlos:
que se veneren solos entre ellos
hasta que se aclaren en su dicterio).

INMORTALIDAD


Nuestra inmortalidad no es patente
nuestra inmortalidad solo es latente
implícita en el cosmos y su esfinge
implicada en el ser omnipariente.

Nuestra inmortalidad basa en amor
porque solo el amor es transmortal
pues mientras que el poder triunfa en lo externo
el amor es el triunfo de lo interno.

Solo venero al dios del corazón
corazón que es mi propia co-razón
solo venero al dios del alma mía
los demás no son dioses sino démones:

dioses de un viejo averno muy oscuro
o bien dioses de un nuevo acerbo abstracto.

Mi aliado en este mundo es el duende
que es un dios interior y no exterior
el dios de mis contornos transfinitos
el dios de mis adentros infinitos.


ASTEROIDEA

Existe una sal redentora
que liga lo bueno y lo malo:
(F.Nietzsche, Zaratustra)

I

La vida es un despliegue terrestre
extrovertido
y la muerte es un repliegue marino
introvertido
en busca del destino de su alma en pena.
Mas su destino yace en las estrellas
caídas y estrelladas contra la tierra
de cuyo choque cósmico nació el alma
humana
zaherida de brillo y oscuridad nocturna.
El hombre es el efecto de este cruce
el hombre y la mujer con sus dos almas
buscando un troquelaje a su collage
un colaje que encaje este cruel cisco.

Quizá la clave apunta a la estrella de mar asteroidea
que ajunta lo terrestre y lo celeste en armonía
y disarmonía
que brilla oscura en el fondo de las aguas
marinas
que originaron la vida para luego anegarla.
La estrella de mar reúne como el alma
el polvo de estrellas celestes y la tierra
que le sirvió de alunizaje telúrico
en el médium salubre del agua que liga
los contrarios.

La estrella de mar es una mezcla de animal
y mineral poroso con su piel calcificada
un erizo que se eriza como el alma humana
frente al cielo puro y la impura tierra
y cuya simetría radial es colorista
mas su cuerpo es tan terso como terco.
Somos una estrella de mar
entre el despliegue extrovertido
de la vida terrestre
y el repliegue marino
de la muerte inmortal.

II

El alma es nuestra estrella marina
física fuera y metafísica adentro
brillante y dura vibrante y tierna
como una esponja que se esponja
y desponja.
El alma es nuestra estrella marítima
luminosa y oscura blanda y dura
entre el supramundo y el inframundo
al borde de un misterio sin velos.
Al borde de un enigma secreto
que secreta y decreta nuestro sino
interior
y que ajunta entre sus aguas madres
el aire del empíreo y el fuego de los ínferos
llámese hades, sheol o el mismo infierno.

Salve, estrella matutina y vespertina,
que nos despiertas del sopor del sol
y adormeces en un claro de luna
nuestro furor con tu fulgor de Iris
y las irisaciones de un sentido íntimo
y abierto.
El alma es nuestra frontera y límite
entre la vida afuera y la muerte adentro:
una estrella salina que liga la eternidad
y el tiempo
la eternidad azul y el tiempo ralo.
El alma es nuestro asteroide o figura
estelar
entre lo divino y lo demónico:
nuestro duende interior ambivalente
y fluctuante
nuestra estrella estrellada entre el espacio
ancho y un tiempo estrecho y recluido.

El alma es nuestra estrella estrellada
en la tierra y caída hasta el fondo del mar
donde adolece
el resplandor de una luz sometida a cálculo
y medida
atrapada por un caparazón que le subyuga
el corazón
y atrinchera su pulso y su pulsión
ante el abismo de la muerte eterna.
El alma es nuestra estrella sumergida
y erguida en medio de la mar-madre
nuestra consciencia terrena emergiendo
de su inconsciencia marina
nuestra inconsciencia haciéndose consciente
hasta arribar a la supraconciencia anímica
del hombre
atribulado por su vivir anémico.

III

El alma es la estrella de nuestro mar interior
al que los germanos siguen llamando See-le
y los latinos ánima o aliento húmedo:
el que perdura hasta su exhalación cósmica
que lo devuelve al nada-todo que llamamos nirvana.

Nuestra alma es el punto de encuentro
entre el espíritu encarnado y la materia
sublimada
el cruce de la vertical y la horizontal
la pasión y la cruz de la vida y de la muerte:
el alma es de algún modo todas las cosas
decía Aristóteles
el todo y la nada que lo ahueca y conciencia
la nada y el todo que la articula y funde
fundando así el ser junto a la nada
refundando así la nada junto al ser
como sugirió Heidegger aunque olvidando
que el ser flota marítimamente sobre
la nada
y la nada reflota marinamente sobre el ser
así amortecido o amortiguado por un no-ser
que sigue empero siendo anímicamente.

El alma es la clave y solución del gran enigma
ya que es el ser que no es y el no ser que es:
entitáculo anímico, agua salina o aliento húmedo,
estrella de mar y amor de los contrarios: alma
del mundo.

(Para José Luis Calvo Carilla por su conspiración).

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