Vivencias 47

--- En las cuestiones metafísicas no funciona la razón (Verstand), sino el entendimiento arquetípico: el “intelecto de los principios” clásico, la Vernunft como intelección simbólica de las configuraciones del sentido.

--- Dice Dostoiewski que todos somos corresponsables de todo, así pues también Dios -el máximo responsable (pero no responde).

--- En la Cruz que porta el ángel de Karlskirche en Viena se encarama una sierpe: el bellísimo ángel extático cobija bajo sus alas desplegadas el amor conjuntivo de eros (serpentino) y agape (crucífero).

--- Dícese que el líder de la secta Edelweis, presuntamente homosexual, se presentaba como extraterrestre. Mas, ¿qué podía ser un homosexual en el tardofranquismo sino un extraterrestre? (No hablo de sus actuaciones terrestres).

--- Yo creo que el síndrome de Estocolmo suele atacar a la casta cultural o intelectual, en el sentido de que su mala conciencia trata de limpiarse identificándose con su sombra, negativo o envés: la masa. Pero este síndrome de Estocolmo es el colmo: pues no se trata de identificarse con la masa, sino de diferenciarla y, por tanto, promoverla.

--- Cuando algunos grupos, como el Opus Dei, proyectan cual prototipo las virtudes viriles, suelen adolecer de lo contrario: pasividad, dependencia, feminidad inasumida. Pues, en efecto, cada uno proyecta (para introyectarse) aquello que le complementa -pero conviene asumirlo críticamente.

--- El lema de la hermenéutica es que todo entender es un entenderse. Ahora bien, suele interpretarse este entenderse intersubjetivamente, dialógicamente, estructuralmente. Por mi parte, lo interpretaría como un entendérselas con la realidad: como un entender-se a sí mismo, arquetipalmente y, a raíz de ello, (lo) otro.

--- Toda fundamentación es imaginaria, aunque no lo sea el fundamento. Pero también el fundamento obtiene forma imaginaría, por cuanto es una configuración de la energía.

--- Mientras que la modernidad raciopositivista busca lo profano en lo sagrado, nosotros buscamos -con Eliade y Eranos- lo sagrado en lo profano (profanado).

--- Lo que funda toda fraternidad, como dice G. Durand, es la trascendencia (religiosa): pero una trascendencia inmanente.

--- El contenido de la vida (el bien y el mal) proceden en Freud del amor/desamor de la madre: del Superyo materno (yo ideal), mientras que el Superyo paterno (ideal del yo) representa la estructura, la ley y la sublimación (Germán L. García). Dialéctica de vida y estructura. De todas formas, hay en la visión freudolacaniana un excesivo “corte” entre lo material y lo patrial, lo femenino y lo masculino, la vida y la estructura, la cosa y el lenguaje simbólico. Para Lacan, en efecto, la palabra es el asesinato de la cosa, en cuyo caso “apaga y vámonos”. Ello mismo se manifiesta en la concepción del hombre, basada en la superación de lo olfativo (animal) por lo visual (erección): de aquí se deduce la visualidad típicamente imaginaria del hombre. Pero los jungianos —con H. Corbin a la cabeza— hablamos del imaginal, el cual se caracteriza precisamente por aunar lo olfativo (aferente) y lo visual (eferente), pudiéndoselo definir como visualidad olfativa, i.e., olfato espiritual del sentido. En general, coincido en afirmar el “corte” entre el deseo y la realidad, el placer y el goce, eros y thanatos, el incesto (natural) y su prohibición (cultural). Pero en mi opinión, estos dos ámbitos no se excluyen (absolutamente) sino que se incluyen (correlativamente): de donde su inseparación. La conclu sión es que la con-vivencia de la realidad, además de “esquizoide”, es “catastrófica”, al involucrar términos antagónicos per modum uníus. El hombre es el animal discorde: discorde por demasiado concorde o mejúnjico (mezclado), pues aún no se ha diferenciado e integrado satisfactoriamente. Pero dada su contradicción ontológica, y en esto soy pesimista freudiano, nunca lo logrará del todo.

--- Ciertas doctrinas psicoanalíticas parecen simplemente explicitar la convicción arcaica de que la madre es real (certa) y el padre putativo (incertus). Por eso el padre (putativo) funda el putare: el orden del lenguaje y del pensamiento. Ahora bien, putare dice ordenar y valorar, y toda valoración remite al trasfondo ontoaxiológico materno del bien y del mal, de lo bueno y de lo malo, de lo positivo y negativo, del amor y el desamor.

--- Un icono ortodoxo del siglo XIII resume bien mi pensamiento dualéctico: en la tabla el arcángel Miguel —el lugarteniente de Dios frente a Lucifer— y el arcángel Gabriel —el lugartenido de Dios en la Anunciación— se presentan en dualidad mediada circularmente por el rosetón central de un joven Cristo coímplice: a la vez lugarteniente y lugartenido de Dios, representante y representado, simbolizante y simbolizado.

--- El que no llora no mama, y el que no mama no ama. Llorar para amar: llorar por amar.

--- El silicio como cilicio del pensamiento: el chip como trick (triquiñuela) de nuestra cultura.

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