El amor y su misterio (e Irisaciones)

El amor es un enigma que en el hombre comparece como misterio por su oscuridad. El amor es siempre amor oscuro, siquiera alumbrado o iluminado por la llama viva del propio amor. Pero es una iluminación claroscura, que impide captar el amor precisamente porque el amor es nuestro captor, y su esencia envuelve nuestra existencia. Claro que para muchos pseudoilustrados no hay misterio alguno ni en el amor ni en la vida ni en la existencia, pero se trata de iluminados racioempiristas o materialistas que todo lo reducen a cosas, funciones y máquinas. Pero el amor es inatrapable porque nos atrapa como un sátrapa, procreando y concreando nuestra vida. Por eso no es posible trasformar el misterio del amor en un Ministerio del amor, tal y como no es posible un Ministerio de la felicidad, porque el amor no es medible sino inconmensurable.

En la filosofía griega el amor es cósmico y reaparece en el hombre con tal fuerza natural que arriba hasta lo divino y la divinidad. Diotima define el amor como un demon o duende que nos trasporta del eros dionisíaco sensual al logos apolíneo o divino. Pero en el pensamiento griego Dios no es el amante sino lo amado, un Dios externo y espacial, olímpico, de carácter mítico o naturalista. Frente a ello, la nueva divinidad cristiana es un Dios del tiempo interior, íntimo, ya no natural sino místico.

Frente al amor pagano natural, el amor cristiano es sobre-natural, así pues intimidad y apertura de la finitud al infinito. Mientras que el amor griego es inspiración ascensional, el amor cristiano es espiración o descenso, no ya aspiración cuanto gracia o donación. Ahora el amor ya no es un demon o duende que busca lo que le falta y da lo que le sobra, sino que es sagrado o divino porque el propio Dios es amor.

Será san Agustín quien realice una cierta síntesis greco-cristiana, al definir al Dios del amor como exterior o superior e interior o íntimo. Se trata de una visión del amor como cósmico o natural y de una concomitante audición del amor como íntimo o personal. Toda la conciencia humana es una conciencia amorosa, por cuanto afectada por la realidad, de modo que cabe concebir el amor no solo como el camino hacia el bien, sino como el bien mismo universal. El camino del amor es así el sendero como destino, así pues el sentido de la vida y de la existencia. En este contexto del amor radical, este es el que crea el sentido existencial.

El amor comparece como conciencia trascendente y actitud radical, así pues como potencia anímica o afectiva del mundo, frente a la desafección, el rencor y el odio. En su buen libro sobre el amor, el filósofo catalán exiliado en México, Joaquín Xirau, intenta concebir el amor teóricamente como amor puro o puro amor, basado en una concepción trascendental del valor del ser. Sin embargo, no compartimos la pureza del amor humano ni siquiera teóricamente, porque la esencia del amor es existencial, y ello dice impura o encarnada, abigarrada, implicando los bajos fondos de nuestra vida. Por ello el amor resulta un misterio de misterios, gozosos y dolorosos, gloriosos, luminosos y opacos. Pues todo amor es luz oscura, ambivalencia divino-demónica (no necesariamente demoníaca), como la vida misma; lo demás es ingenuidad o beatería.

Incluso el amor místico se realiza entre pucheros y noches oscuras, así pues en medio de los sentidos a la búsqueda febril del sentido. De ahí la ceguera del amor a oscuras, aunque no de los amantes. Pero la mayor ceguera es la del no-amante, el cual juzga el amor desde fuera como un misterio sin misterio, porque no ha sido iniciado por el Dios o Diosa del amor. Es lo que hace el observador aséptico presuntamente científico, desde su abstraccionismo denegador de lo concreto y vital. Ya decía Aristóteles que la ciencia solo es de lo general, pero no de lo concreto y existencial o personal, de modo que intenta reducir la vivencia o experiencia del amor en su urdimbre viva a una estructura o esqueleto muerto. Y es que el análisis cuantitativo disuelve, mientras que la síntesis cualitativa resuelve. El amor es el patrimonio o mejor “fratrimonio” de la razón impura, que es el corazón. Por eso no es el mero camino hacia el bien, sino el camino del bien. Y por lo mismo es el remedio del mal, aunque el propio amor no tiene remedio: porque resulta irremediable al ser el propio medio/mediación amorosa o afectiva del mundo. O el amor como aferencia del sentido en cuanto valor interpersonal.

IRISACIONES

(Para Ibon Zubiaur)

---Me dice Ibon Zubiaur desde Berlín que trato de exprimir las irisaciones del sentido.

---Las irisaciones provienen del arco-de-Iris: la diosa mediadora entre las estrellas y el inframundo.

---La hermenéutica proviene del dios mediador Hermes: pero mi filosofía hermenéutica acaba en “irisofía” (la sabiduría de Iris), porque propone la mediación de lo masculino por lo femenino.

---El propio sentido es lo más sutil: lo destilado alquímicamente de nuestra coexistencia.

---Toda irisación precisa de interferencia o difracción, así pues de cierta mediación no exactamente enérgica, sino energética.

---La iridiscencia es una reflexión de la propia luz en ciertas superficies, plantas y animales aptas ad hoc.

---La iridiscencia humana es una reflexión fosforescente: la fosforescencia o fluorescencia es energía radioactiva de carácter luminoso.

---El amor de amistad explicita la amistad implícita en todo amor.

---Si el homosexual ofende al heterosexual por serlo, entonces el heterosexual ofende al homosexual por serlo.

---El gran Inquisidor Torquemada: quemaba a herejes y heterodoxos.

---La cultura entre nosotros como deyección: alea deiecta est (la suerte está desechada).

---Toda teoría crítica tiene que ser autocrítica: de lo contrario es ideología.

---La idea móvil avanza: la idea fija no.

---El ideal es un límite ilímite: un horizonte abierto.

---El hilo más indúctil de la existencia es el destino.

---El sabio duda, dice Aristóteles: el sabiondo no.

---La verdad es objetiva y cósica: el sentido es subjetivo y humanístico.

---La razón está encaramada abstractamente: el sentido está encarnado humanamente.

---Montesquieu defiende tener como dueños a nuestros iguales: pero entonces ya no son dueños (más bien son sueños).

---Supongo que Montesquieu quería decir que nuestros políticos o representantes sean nuestros iguales: ello parece posible pero no tanto factible.

---La melancolía negra del amor: y la melancolía blanca de la amistad.

---Las ilusión y la desilusión: el engaño y el desengaño: la vida y la muerte.

---La realidad es la loca de la casa: la imaginación es su cura y abertura.

---El auténtico filósofo es un indeciso que elige finalmente los dos caminos opuestos a la vez: coimplicadamente.

---La inteligencia consiste en captar la contradicción: y tratar de encauzarla.

---Dudar es ya filosofar: vacilar es ya moralizar.

---El genio crea, el ingenio recrea: y la razón razona.

---El genio tiene inspiración, el ingenio espiración: y la razón expiración.

---Principio jesuítico: retirarse del mundo para influir en el mundo (tomar distancia crítica).

---Nos preocupa tanto la corrupción: porque somos corruptos.

---La injusticia del universo: hay estrellas y estrellados.

---Paradoja: para alcanzar la inmortalidad hay que morir antes.

---Ser fiel no significa ser acrítico: ser crítico no significa no ser autocrítico.

---Saber es especialmente saber lo que aún no sabemos: conocer lo que aún no conocemos.

---La madre natura inspira al genio, el espíritu paterno espira al ingenio: y el intelecto expira en el ingenuo.

---Las ideas son comunes: las ideologías son idiotías particulares y partidistas (idiotas o privativas).

--Según Saint-Exupéry la inteligencia está al servicio del amor: ancilla amoris (intelecto de amor).

---Romper barreras, derribar muros: pero con arietes adecuados que no sean nuevos muros o barreras.

---El sacerdocio poético de V.Hugo: y su sotana iridiscente.

---Según G.Bataille en la poesía sacrificamos las palabras: supongo que a su sentido musical así musitado.

---El poema comienza y acaba en la oscuridad del silencio: el aforismo comienza y acaba en la entreluz fosforescente del sentido.

---El poeta es un vidente, según Rimbaud: el aforista un animal fosforescente.

---El filósofo se parece cada vez más a un iluminado.

---Quiero escribir algo digno de mi don: de mi don de escribir algo no indigno.

---Amo la vida porque aún la tengo / mientras la tengo ella me entretiene: cuando no la tenga nos entretendremos / bañados en el seno de la nada.

---Comparados con mi desmesura aforística otros se quedan cortos: pero quiero ser cortés.

---El aforismo como irisación o fosforescencia del sentido: aludido y eludido (por cuanto elusivo).

---El aforismo se inscribe ante mí ante de inscribirlo.

---La intuición como entrevisión del corazón: una corazonada como sensibilización general.

---Según Marco Aurelio velar por el dios interior es filosofía: y el dios interior es el alma iridiscente.

---Exprime el sentido y acecharemos las estrellas (Ibon Zubiaur).

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