El aura de las cosas (y Vivencias y convivencias 63)

El aura de las cosas es ese ahora fúlgido que las cubre de un halo áureo o dorado, como inquiría W.Benjamin, a través de la mirada estética del humano en el arte. El aura es el brillo o resplandor auroral de la belleza, el esplendor de la cosa que niega su mera cosidad o apariencia en nombre de su transapariencia, a la búsqueda de un sentido recóndito o simbólico. El gran arte es siempre la fusión del tiempo cósico o real atravesado por un espacio simbólico o surreal, así ocurre en el Hermes de Praxíteles o en el Juicio Final de Miguel Ángel, en las Meninas de Velázquez o en los Fusilamientos de Goya, en los Cristos extáticos de Salvador Dalí.

El aura de las cosas es su irradiación artística a través de la mirada humana, revirtiendo así la cosa en causa o asunto, descubriendo sus vestigios o reminiscencias, sus huellas simbólicas y el sentido que encierran cosificado. Y así, nuestro viejo Puente de piedra con su belleza inmóvil exhibe su gracia móvil al reflejarse en las aguas del río Ebro, bajo la mirada humana y un sol radiante. Justo junto a semejante bloque pétreo y en contraste, la refinada piedra de jaspe que compone la grácil columna del Pilar ante la mirada de sus fieles. Ahora bien, para que surja la belleza de las cosas se precisa la mirada humana, sí, pero una mirada morosa y amorosa.

Todo conocimiento de lo real es ya un engendrar del sujeto en el objeto, y, por tanto, un acto de procreación amorosa, el cual demora su fruición en el arte. Es el amor el que insufla alma en las cosas, el que proyecta un sentido y el que ofrece una apertura a su cerrazón. El amor dice oferencia u oblación, y es el responsable de la procreación del alma en el mundo, la cual dice respectivamente aferencia, afección o afición. En realidad no hay alma sin amor, y no hay amor sin alma, de modo que el alma es amorosa y el amor anímico. Pero el alma y su amor no son reducibles al mero funcionamiento de un cerebro mecánico, porque la vida y la existencia son irreductibles a la máquina y su maquinación o manipulación.

Este equívoco contemporáneo que reduce lo anímico a lo robótico, constituye el horizonte clausurado que ha reconvertido el gran arte universal en el arte actual, caracterizado por la expulsión del espacio simbólico respecto al tiempo real. En el Hermes de Praxíteles, el niño Dioniso se estiliza apolíneamente, mientras que en el Juicio Final de Miguel Ángel el Cristo se trasfigura en Hermes mediador. Por su parte, en las Meninas de Velázquez el tiempo real de la realeza reflota extáticamente en un espacio que trasfigura las figuras reales en pictóricas, quedando así pasmadas para la historia; mientras que en los Fusilamientos de Goya el ajusticiado es el que reclama justicia. Finalmente en los Cristos de Dalí el tiempo fluente revierte en espacio cúbico. Pero en el arte actual la realidad carece a menudo de aura, y el tiempo se precipita y confunde con un espacio plano. En verdad este nuestro arte contemporáneo expresa bien que mal nuestro reduccionismo actual, el desencantamiento del mundo vaciado de sentido, la clausura de las cosas impuesta por el hombre impotente, la desilusión o decepción respecto a un más allá de su confinamiento.

Y bien, admitimos que de ilusión no se puede vivir, pero añadamos que sin ilusión tampoco se puede sobrevivir. Así que hay ilusiones e ilusiones, ilusiones verdaderas como el buen amor e ilusiones falsas como el mal amor. Por su parte, el buen arte busca la transparencia sin llegar nunca a alcanzarla, mientras que el mal arte trasparenta su opacidad y el puro simulacro del sinsentido, en plan plano. Cierto, el arte actual trata de denunciar nuestra propia encerrona existencial y nuestro confinamiento, pero a menudo lo hace encerrándonos de un modo reduplicado sin atisbo de salida. Y bueno, está bien que abramos la vieja simetría y la consonancia del arte a la disimetría y disonancia contemporánea, pero sin recaer en el mero feísmo.

Uno piensa que el más interesante arte contemporáneo es el surreal, porque no se queda en lo meramente real reproducido o fotocopiado, sino que indaga en su secreto secretar, en su transapariencia que refleja al hombre en su búsqueda de salida. El mejor arte actual o inactual expresa la realidad a través de una mirada humana estrábica, representando la reproducción humana de la realidad y por tanto proyectando su-realidad, así pues la realidad del hombre en medio de las cosas y su decadencia. Así que el arte, incluso el más abstracto, depende de la mirada humana, pero el auténtico arte depende de la mirada amorosa del hombre, la cual puede y debe ser también crítica y rebelde, incluso corrosiva, pero no corroída.

Frente al viejo gran sentido del mundo, el arte moderno se rebeló críticamente desbancando al hombre del centro de la cosmovisión. Pero frente al nuevo gran sinsentido del mundo, el arte actual debe rebelarse contracríticamente. Pues del aura no se puede vivir, pero sin aura no se puede sobrevivir. Ahora bien, el aura tiene un trasfondo religioso o sagrado, convive con la ilusión verdadera, la cual es la ilusión del amor. El aura de las cosas no es cósica, no debe cosificarnos ni acosarnos, el aura de las cosas nos acucia y nos acusa de reísmo o cosismo, porque es un asunto o trasunto humano de origen ritual, la presencia oblicua de una ausencia de sentido que sentimos desgarradoramente. Ya Baudelaire expresó a su manera el dolor por la actual decadencia del aura o aureola de existir; una aureola que ya no puede ser auroral, pero que al menos puede ser crepuscular: un reflejo de la luz suspendida del Cristo de Velázquez, tal y como aún puede entreverse en los gritos de E.Munch y socios.

VIVENCIAS Y CONVICENCIAS 63

---Dios nos da el tiempo: y el diablo nos lo quita.

---Dios mío, ayúdame: o quizás te debo ayudar yo a ti.

---En cuestiones axiológicas y existenciales la humanidad tiene déficit: pero en su recurso a solemnes tonterías obtiene superávit.

---La ambivalencia del hombre: rostro y contrarostro, cara y cruz, elevación y defecación.

---El rostro sublima el contrarostro y arrostra el mundo.

---La religión es religación y no apresamiento.

---En la tradición el yo es la juntura de la y griega rotando en torno a sí misma.

---En la posmodernidad el yo es la junción y la disjunción: y-o.

---Seré feliz cuando me pregunten qué tal estás: y ya no esté.

---La difícil relación entre sano y enfermo: aquel vive el folklore, este las cenizas.

---La quimioterapia: el olor y el sabor de las cenizas mortuorias.

---Con el cáncer se acaban todas las retóricas: solo queda ya el reto.

---La quimioterapia como montaña rusa: tan pronto estoy en Siberia como en San Petersburgo.

---El cielo se desploma en la enfermedad sobre el enfermo: que sobrevive entre ruinas.

---Quiero asumir mi destino final: humanamente.

---Pienso platónicamente en mi liberación corporal: el cuerpo como una cárcel.

---Propugno un radicalismo no literal: un radicalismo simbólico.

---Declaran a la persona sagrada y luego la profanan: defienden la vida y no asumen la muerte.

---Yo amo la dinámica de la vida y la extática de la muerte: pero no la esvástica del morir.

---Ahora vuelvo a mi ser, aquella fiesta brava del vivir y el morir: lo demás sobra (Blas de Otero).

---He enseñado: pero no he aprendido lo suficiente.

---Los hombres no hacen lo que saben: o acaso no saben y es peor.

---La sexualidad humana es biológica y simbólica: biosimbólica.

---Quisiera haber sido yo mismo en el mundo: pero ya lo seré en el trasmundo.

---Me gustaría ilusamente acabar con todo antes que todo acabe conmigo.

---(Epitafio) Soy un radical ya radicado, y por tanto erradicado.

---Con la iglesia hemos dado, le dice don Quijote a Sancho: pero no topaban con la Iglesia, sino con la iglesia del Toboso.

---Dice Tolstoi que la felicidad es igual y la infelicidad distinta: porque la felicidad es la deferencia del destino y la infelicidad su indiferencia.

---La verdad como sensus communis: sentido común/comunitario.

---La infelicidad como lo distinto y diferente, lo marginal y disidente.

---Dios juega amablemente con nosotros como con una pelota, dice Teresa de Lisieux: un Dios lúdico.

---D. Neria a I.Arsuaga: ¿cree que Dios es el monstruo que pretenden vendernos?

---El recurso a Dios debería ser el recurso a lo humano: elevado a la máxima potencia.

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