6 de agosto: casi un cuarto de siglo de un documento escondido en el armario de la CDF Dominus Iesus: un documento «non receptus» [es+en+it+pt]

Dominus Iesus
Dominus Iesus

"Sobre el tema, es el último documento del Magisterio eclesiástico autoritativo -aunque no dogmático, pero casi, en la práctica-"

"El Vaticano II reconoció que fuera de la Iglesia hay salvación -¡y mucha!-".

"No habría una «única religión verdadera» en la que todas las demás deberían converger, a la que deberían rendirse las demás y fusionarse en ella, hasta que todos sean un solo rebaño y un solo pastor"

"Casi un cuarto de siglo con un documento oficial, non receptus, escondido vergonzantemente en el armario de la CDF, que nadie quiere que se vuelva a abrir. Pero no, la verdad ha de ser afrontada"

[English below - Sotto in italiano - Em baixo em português]

     El 6 de agosto del año 2000, en plena desactivación europea veraniega, fue lanzada la «Declaración Dominus Iesus», promulgada por la Congregación para la Doctrina de la Fe, firmada por José Ratzinger, cardenal, y Tarsicio Bertone. La Declaración versa «sobre la unicidad y la universalidad de Jesucristo y de la Iglesia». No es un documento pontificio, pero sí de la CDF, la entonces todopoderosa y temida Congregación para la Doctrina de la Fe.

     No es demasiado larga, y puede ser bueno releerla al cumplir casi sus bodas de plata. Sobre el tema, es el último documento del Magisterio eclesiástico autoritativo -aunque no dogmático, evidentemente, pero casi, en la práctica-. Su campo de acción es la llamada «teología de las religiones» o también «teología del pluralismo». 

La Inquisición condena a la hoguera a Giordano Bruno por sus opiniones sobre el pluralismo de los mundos
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     En concreto, en palabras llanas (véase con más detención el texto oficial mismo) ha sido el documento magisterial que ha puesto el freno de mano al desarrollo de la reflexión teológica sobre el pluralismo, deteniendo totalmente el vehículo en el «inclusivismo» al que se había abierto el Concilio Vaticano II. El Concilio puso fin al «exclusivismo», extra Ecclesiam nulla salus, fuera de la Iglesia (Católica) no hay salvación, exclusivismo en el que, groso modo, el cristianismo ha estado viviendo y pensando más de un milenio y medio.

     El Vaticano II reconoció que fuera de la Iglesia hay salvación -¡y mucha!-, y que la salvación también es posible fuera de la Iglesia. Con ello rompió un paradigma milenario, sin que quepan subterfugios de «hermenéuticas de la continuidad»: fue una ruptura, como todo cambio verdadero de paradigma, y abrió la puerta a una nueva posición: el «inclusivismo». Los teólogos y teólogas, las comunidades cristianas de las fronteras de la Iglesia en diálogo con otras religiones, celebraron el nuevo paradigma y comenzaron a elaborarlo y sistematizarlo.

     Fue ya en las últimas décadas del siglo pasado cuando el tema de la teología del pluralismo (que es más profundo y hermenéuticamente anterior al del diálogo inter-religioso) fue el tema bandera de la reflexión teológica. Bandera discutida, pero que se inclinó claramente por la posibilidad de terminar de pasar el puente que el Concilio había tendido. En efecto, la teología denunció que el inclusivismo, en realidad no era sino una forma atemperada de exclusivismo: «reconocemos que hay salvación fuera del cristianismo, pero, atención: esa salvación es nuestra, del cristianismo, porque es de Jesús, el Salvador «universal» y absolutamente «único». 

La Inquisición -primer nombre de la CDF- condena el heliocentrismo
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     Es por eso por lo que lo bueno que hay por fuera es de «cristianos anónimos» (cristianos más bien inconscientes, que no saben qué es lo que tienen, lo que viven, que no saben que en el fondo son cristianos). Y sí, los budistas... -sólo es un ejemplo- «se salvan, pero no por ser budistas, sino por Jesucristo». En el fondo se estaría diciendo que se salvan no por ser budistas sino a pesar de ser budistas...

     Para los últimos años del siglo pasado, la «teología de las religiones», luego llamada «teología del pluralismo» estaba mayoritariamente convencida del nuevo paradigma emergente: ni exclusivismo ni inclusivismo, sino pluralismo, según en cual todas las religiones son respuestas humanas al Misterio, unas mejores otras no tanto, pero todas en pie de igualdad en el plano salvífico. No habría una «única religión verdadera» en la que todas las demás deberían converger, a la que deberían rendirse las demás y fusionarse en ella, hasta que todos sean un solo rebaño y un solo pastor. Este nuevo paradigma es también una «ruptura», quizá la que tendrá que refrendar y consagrar el próximo Concilio Ecuménico, pues según la teología global mejor pensante, en realidad, está de acuerdo. 

     Y no sólo la teología, sino, sobre todo, la sociedad. No somos los pensantes de la Humanidad... Toda ella piensa, y reflexiona, consciente y, sobretodo, subconscientemente, en el subconsciente colectivo (Jung), y hoy es claro que, por ejemplo en la cultura occidental, ya no es aceptable (por inverosímil) que una religión sea «la única verdadera» y todas las demás falsas y dañinas. La cultura ha cambiado. Hoy sabemos historia de las religiones, epistemología, la antropología cree saber cómo se han formado las religiones, y el maravilloso papel que han jugado en la evolución de nuestra especie... especie que, en este momento está experimentando un cambio radical de conciencia. Esto exige mucha matización, pero es algo pacíficamente poseído ya en nuestra cultura. Si hace sólo 100 años, muchos padres católicos se oponían al casamiento de su hija o hijo con una persona de otra religión (o atea), hoy ya no suele casi darse esto. La cultura ha cambiado. 

Juan Pablo II y Ratzinger

     Y la teología ha cambiado con la cultura, y está feliz con que así sea. Se siente teología de este mundo, de esta cultura hodierna. Pero, sigue estando ahí, desde el año 2000, la Declaración Dóminus Iesus, que lo niega todo, que volvió a reafirmar el inclusivismo más recortado y de hecho exclusivista que se podía imaginar en ese momento. Y no sólo eso: los años siguientes fueron de represión a los teólogos del pluralismo religioso, con silenciamientos y otros castigos. De forma que venció la violencia institucional -se suele decir que fueron, fuimos, 500 los teólogos/as represaliados por el tándem Wojtyla-Ratzinger- y se implantó la ley del silencio el toque de queda, hasta que vinieran mejores tiempos. 

     ¿Estamos ya en ellos? El papa Bergoglio no dio muchas esperanzas, de entrada -en este tema del que hablamos-, porque confirmó en su cargo de inquisidor al anterior, incluso lo elevó él mismo a la categoría de cardenal, Müller, hasta que cuando completó su período de 5 años, lo relevó del cargo. Sólo entonces comprendimos que venía un tiempo como de descongelamiento, en que habría que esperar. Quizá habría incluso que olvidar... Mejor, en todo caso, ni mentar aquella Declaración. También en las Iglesias protestantes: después de la gran protesta inicial ante la Declaración, comprendiendo cómo estaba el patio en el campo católico, un consenso se extendió por doquier: dejar a un lado y olvidar aquel documento. 

De hecho, pienso que es sin duda un documento magisterial «non receptus», como se dice técnicamente: un documento no recibido, rechazado mayoritariamente, tanto por los teólogos/as, como principales referentes, como por la misma base del Pueblo de Dios, que, mayoritariamente hoy han asumido la perspectiva del paradigma pluralista, incluso sin haberla estudiado en los varios manuales populares bien accesibles que hay -aunque también hay que reconocer que el estudio de aquel polémico tema sirvió a muchas comunidades cristianas para abrir la puerta a una renovación profunda de su mentalidad en la línea de un nuevo paradigma. Superar el exclusivismo-inclusivismo es comprender todas las religiones son verdaderas, y que, a la vez, todas las religiones son falsas

Müller: de director de la edición de las «obras completas» de Ratzinger, a Inquisidor en jefe.
Müller: de director de la edición de las «obras completas» de Ratzinger, a Inquisidor en jefe.

Casi un cuarto de siglo con un documento oficial, non receptus, escondido vergonzantemente en el armario de la CDF, que nadie quiere que se vuelva a abrir. Pero no, la verdad ha de ser afrontada. La teología del pluralismo es una visión plenamente interdisciplinar, transversal, no un sector o una rama de la teología total. Es como un cristal con el que se ven todos los tratados de teología con otra luz, y otro color. (Técnicamente se dice que es teología de ablativo, no de genitivo -para otra vez-). Para pinchar el globo del exclusivismo y del inclusivismo, necesitas tirar de todas las esquinas para remover la inmensa lona que nos mantiene cubiertos y ciegos. La puerta del paradigma pluralista abre la mente a todos los demás paradigmas.

    Es pues éste un aniversario para no pasar por alto. ¿Llegará a cumplir su cuarto de siglo esa Declaración, sin que se pueda dialogar pública y libremente en la Iglesia sobre una posición teológica oficial que fue impuesta unilateralmente en la Iglesia por una CDF que se negó a todo diálogo, que persiguió con «métodos inmorales» a personas que lo único que querían era ayudar a la Iglesia, desde su propia vocación teológica, a ponerse al día, a sacudir paradigmas obsoletos? ¿No es un tema pendiente que debe recoger la nueva CDF?

Fernández, Tucho, teólogo de cabecera de Bergoglio
Fernández, Tucho, teólogo de cabecera de Bergoglio

[English]

     On August 6, 2000, at the height of the European summer recess, the "Declaration Dominus Iesus" was issued by the Congregation for the Doctrine of the Faith, signed by Cardinal Joseph Ratzinger and Tarcisio Bertone. The Declaration is "on the uniqueness and universality of Jesus Christ and the Church". It is not a pontifical document, but a document of the CDF, the then all-powerful and feared Congregation for the Doctrine of the Faith.

     It is not too long, and it may be good to reread it as it is almost its silver jubilee. On the subject, it is the last document of the authoritative ecclesiastical Magisterium - although not dogmatic, obviously, but almost, in practice. Its field of action is the so-called "theology of religions" or also "theology of pluralism".

     Concretely, in plain words (see the official text itself), it was the official document that put the hand brake on the development of theological reflection on pluralism, completely stopping the vehicle in the "inclusivism" to which the Second Vatican Council had opened itself. The Council put an end to "exclusivism", extra Ecclesiam nulla salus, outside the (Catholic) Church there is no salvation, exclusivism in which, roughly speaking, Christianity has been living and thinking for more than a millennium and a half.

     Vatican II recognized that outside the Church there is salvation - and much of it - and that salvation is also possible outside the Church. With this it broke a millenary paradigm, without any subterfuge of "hermeneutics of continuity": it was a rupture, like any true change of paradigm, and opened the door to a new position: "inclusivism". Theologians and theologians, Christian communities on the frontiers of the Church in dialogue with other religions, celebrated the new paradigm and began to elaborate and systematize it.

     It was already in the last decades of the last century when the theme of the theology of pluralism (which is deeper and hermeneutically prior to that of inter-religious dialogue) was the flagship theme of theological reflection. This banner was debated, but it was clearly inclined towards the possibility of crossing the bridge that the Council had built. In fact, theology denounced that inclusivism, in reality, was nothing but a tempered form of exclusivism: "we recognize that there is salvation outside of Christianity, but, attention: this salvation is ours, of Christianity, because it is of Jesus, the only Universal Savior".

     That is why the good that is outside is of "anonymous Christians" (rather unconscious Christians, who do not know what they have, what they live, who do not know that deep down they are Christians). And yes, Buddhists... -it is only an example- "are saved, but not because they are Buddhists, but because of Jesus Christ". Basically, it would be saying that they are saved not because they are Buddhists, but in spite of being Buddhists....

     By the last years of the last century, the "theology of religions", later called "the theology of pluralism" was mostly convinced of the new emerging paradigm: neither exclusivism nor inclusivism, but pluralism, according to which all religions are human responses to the Mystery, some better, others less so, but all on an equal footing in the salvific plane. There would be no "one true religion" in which all the others should converge, to which the others should surrender and merge in it, until all are one flock and one shepherd. This new paradigm is also a "rupture", perhaps the one that will have to be endorsed and consecrated by the next Ecumenical Council, for according to the best thinking global theology, in fact, it is in agreement.

     And not only theology, but, above all, society. We are not the thinkers of the Humanity.... All of it thinks, and reflects, consciously and, above all, subconsciously, and today it is clear that, for example in Western culture, it is no longer acceptable (because it is implausible) that one religion is "the only true one" and all the others are false and harmful. Culture has changed. Today we know the history of religions, epistemology, anthropology believes we know how religions have been formed, and the marvelous role they have played in the evolution of our species... a species that is currently undergoing a radical change of consciousness. This requires much nuance, but it is something peacefully possessed already in our culture. If only 100 years ago, many Catholic parents opposed the marriage of their daughter or son to a person of another religion (or atheist), today this is hardly ever the case. The culture has changed. 

     And theology has changed with the culture, and is happy that it has. It feels that it is the theology of this world, of this today's culture. But, it is still there, since the year 2000, the Declaration Dominus Iesus, which denies everything, which reaffirmed again the most cutback and in fact exclusivist inclusivism that could be imagined at that time. And not only that: the following years were years of repression of the theologians of religious pluralism, with silencing and other punishments. So that institutional violence prevailed - it is often said that there were 500 theologians repressed by the Wojtyla-Ratzinger tandem - and the law of silence and curfew was implemented, until better times came.

     Are we already in them? Pope Bergoglio did not give much hope at the outset - on this subject we are talking about - because he confirmed the previous inquisitor in his post, even elevated him to the rank of cardinal, Müller, until when he completed his 5-year term, he relieved him of the post. Only then did we understand that a time of thawing was coming, in which we had to wait. Maybe we even had to forget. It was better not to mention that statement. Also in the Protestant Churches: after the great initial protest against the Declaration, understanding how the situation was in the Catholic camp, a consensus spread everywhere: to put aside and forget that document.

      In fact, I think that it is undoubtedly a magisterial document "non receptus", as it is technically said: a document not received, rejected by the majority, both by theologians, as the main referents, and by the very base of the People of God, who, for the most part today, have assumed the perspective of the pluralist paradigm, even without having studied it in the various popular and accessible manuals that exist - although it must also be recognized that the study of that polemic topic served many Christian communities to open the door to a profound renewal of their mentality along the lines of a new paradigm. To overcome exclusivism-inclusivism is to understand that all religions are true, and that, at the same time, all religions are false.

     Almost a quarter of a century with an official document, non receptus, shamefully hidden in the closet of the CDF, which no one wants to be reopened. But no, the truth must be faced. The theology of pluralism is a fully interdisciplinary, transversal vision, not a sector or a branch of total theology. It is like a glass through which all the treatises of theology are seen with another light, and another color. (Technically it is said that it is theology of ablative, not of genitive -for another time-). To puncture the balloon of exclusivism and inclusivism, you need to pull all the corners to remove the immense canvas that keeps us covered and blind. The door of the pluralistic paradigm opens the mind to all other paradigms.

     It is an anniversary not to be overlooked. Will it reach its quarter century without being able to dialogue publicly and freely in the Church on a topic that was unilaterally imposed on the Church by a CDF that refused all dialogue, that persecuted with "immoral methods" people who only wanted to help the Church to catch up, to shake obsolete paradigms? Is it not a pending issue to be picked up by the new CDF? 

[Italiano]

    Il 6 agosto 2000, in piena pausa estiva europea, la Congregazione per la Dottrina della Fede ha emanato la "Dichiarazione Dominus Iesus", firmata dai cardinali Joseph Ratzinger e Tarcisio Bertone. La Dichiarazione è "sull'unicità e l'universalità di Gesù Cristo e della Chiesa". Non si tratta di un documento pontificio, ma di un documento della CDF, l'allora onnipotente e temuta Congregazione per la Dottrina della Fede.

     Non è troppo lungo, e potrebbe essere utile rileggerlo visto che è quasi il suo giubileo d'argento. Si tratta dell'ultimo documento autorevole - anche se non dogmatico, ovviamente, ma quasi, in pratica - del Magistero ecclesiastico. Il suo campo d'azione è la cosiddetta "teologia delle religioni" o anche "teologia del pluralismo".

     Concretamente, in parole povere (si veda più in dettaglio lo stesso testo ufficiale) è stato il documento magisteriale che ha messo il freno a mano allo sviluppo della riflessione teologica sul pluralismo, arrestando completamente il veicolo dell'"inclusivismo" a cui il Concilio Vaticano II si era aperto. Il Concilio ha posto fine all'"esclusivismo", extra Ecclesiam nulla salus, fuori dalla Chiesa (cattolica) non c'è salvezza, un esclusivismo nel quale, grosso modo, il cristianesimo ha vissuto e pensato per più di un millennio e mezzo.

     Il Vaticano II ha riconosciuto che al di fuori della Chiesa c'è salvezza - e in abbondanza - e che la salvezza è possibile anche al di fuori della Chiesa. Così facendo, ha rotto un paradigma millenario, senza alcun sotterfugio di "ermeneutica della continuità": è stata una rottura, come ogni vero cambio di paradigma, e ha aperto la porta a una nuova posizione: l'"inclusivismo". I teologi, le comunità cristiane alle frontiere della Chiesa in dialogo con le altre religioni, celebrarono il nuovo paradigma e iniziarono a elaborarlo e sistematizzarlo.

     È già negli ultimi decenni del secolo scorso che il tema della teologia del pluralismo (che è più profondo ed ermeneuticamente precedente a quello del dialogo interreligioso) diventa il tema di punta della riflessione teologica. Si trattava di una bandiera contestata, ma chiaramente incline alla possibilità di attraversare il ponte che il Concilio aveva costruito. La teologia, infatti, denunciava l'inclusivismo, che in realtà non era altro che una forma temperata di esclusivismo: "riconosciamo che c'è salvezza al di fuori del cristianesimo, ma attenzione: questa salvezza è nostra, del cristianesimo, perché appartiene a Gesù, il Salvatore "universale" e assolutamente "unico"".

     Ecco perché il bene che c'è in giro viene da "cristiani anonimi" (piuttosto cristiani inconsapevoli, che non sanno cosa hanno, cosa vivono, che non sanno che in fondo sono cristiani). E sì, i buddisti... -è solo un esempio- "sono salvati, ma non perché sono buddisti, bensì per merito di Gesù Cristo". In pratica, si direbbe che sono salvati non perché sono buddisti, ma nonostante siano buddisti....

     Negli ultimi anni del secolo scorso, la "teologia delle religioni", più tardi chiamata "teologia del pluralismo", era ampiamente convinta del nuovo paradigma emergente: né esclusivismo né inclusivismo, ma pluralismo, secondo il quale tutte le religioni sono risposte umane al Mistero, alcune migliori, altre meno, ma tutte sullo stesso piano sul piano salvifico. Non ci sarebbe "una sola vera religione" in cui tutte le altre dovrebbero confluire, a cui tutte le altre dovrebbero arrendersi e fondersi, fino a quando tutte saranno un unico gregge e un unico pastore. Anche questo nuovo paradigma è una "rottura", forse quella che dovrà essere avallata e consacrata dal prossimo Concilio Ecumenico, perché secondo la migliore teologia globale pensante, è effettivamente condivisa. 

     E non solo della teologia, ma soprattutto della società. Non siamo noi i pensatori dell'umanità.... Tutto pensa, e riflette, consciamente e soprattutto inconsciamente, nel subconscio collettivo (Jung), e oggi è chiaro che, per esempio nella cultura occidentale, non è più accettabile (in quanto implausibile) che una religione sia "l'unica vera" e tutte le altre siano false e dannose. La cultura è cambiata. Oggi conosciamo la storia delle religioni, l'epistemologia, l'antropologia ritiene di sapere come si sono formate le religioni e il ruolo meraviglioso che hanno avuto nell'evoluzione della nostra specie... una specie che attualmente sta vivendo un cambiamento radicale di coscienza. Questo richiede molte sfumature, ma è qualcosa di pacificamente posseduto già nella nostra cultura. Se solo 100 anni fa molti genitori cattolici si opponevano al matrimonio della propria figlia o del proprio figlio con una persona di un'altra religione (o atea), oggi non è quasi mai così. La cultura è cambiata.

     E la teologia è cambiata con la cultura, ed è felice di averlo fatto. La teologia si sente teologia di questo mondo, di questa cultura umana. Ma c'è ancora, dal 2000, la Dichiarazione Dominus Iesus, che nega tutto, che riafferma l'inclusivismo più ristretto e addirittura esclusivista che si potesse immaginare all'epoca. E non solo: gli anni successivi sono stati anni di repressione dei teologi del pluralismo religioso, con silenzi e altre punizioni. Prevalse quindi la violenza istituzionale - si dice spesso che furono 500 i teologi repressi dal tandem Wojtyla-Ratzinger - e si attuò la legge del silenzio e del coprifuoco, fino a tempi migliori.

     Li stiamo già vivendo? Papa Bergoglio non ha dato molte speranze, all'inizio - su questo tema stiamo parlando - perché ha confermato il precedente inquisitore, lo ha addirittura elevato lui stesso al rango di cardinale, Müller, fino a quando, terminato il suo mandato di 5 anni, lo ha sollevato dall'incarico. Solo allora ci siamo resi conto che stava arrivando un periodo di disgelo, in cui avremmo dovuto aspettare. Forse dovremmo addirittura dimenticare... In ogni caso, sarebbe meglio non menzionare quella Dichiarazione. Anche nelle Chiese protestanti: dopo la grande protesta iniziale contro la Dichiarazione, comprendendo la situazione in campo cattolico, si è diffuso ovunque un consenso: mettere da parte il documento e dimenticarlo.

     In realtà, credo che si tratti indubbiamente di un documento magisteriale "non receptus", come si dice tecnicamente: un documento non recepito, rifiutato dalla maggioranza, sia dai teologi, in quanto principali referenti, sia dalla base stessa del Popolo di Dio, che per la maggior parte oggi ha assunto la prospettiva del paradigma pluralista, anche senza averlo studiato nei vari manuali divulgativi e accessibili che esistono - anche se bisogna riconoscere che lo studio di quell'argomento polemico è servito a molte comunità cristiane per aprire la porta a un profondo rinnovamento della loro mentalità sulla linea di un nuovo paradigma. Superare l'esclusivismo-inclusivismo significa capire che tutte le religioni sono vere e che, allo stesso tempo, tutte le religioni sono false.

     Quasi un quarto di secolo con un documento ufficiale, non receptus, vergognosamente nascosto nell'armadio della CDF, che nessuno vuole che venga riaperto. Ma no, la verità va affrontata. La teologia del pluralismo è una visione pienamente interdisciplinare, trasversale, non un settore o una branca della teologia totale. È come un vetro attraverso il quale tutti i trattati teologici sono visti in una luce diversa, e con un colore diverso (tecnicamente si dice che è una teologia ablativa, non genitiva - per un'altra volta). Per bucare il pallone dell'esclusivismo e dell'inclusivismo, è necessario tirare in ogni angolo per rimuovere l'immenso telone che ci tiene coperti e ciechi. La porta del paradigma pluralista apre la mente a tutti gli altri paradigmi.

     Questa Dichiarazione raggiungerà il suo quarto di secolo senza poter dialogare pubblicamente e liberamente nella Chiesa su una posizione teologica ufficiale che è stata imposta unilateralmente alla Chiesa da una CDF che ha rifiutato ogni dialogo, che ha perseguitato con "metodi immorali" persone che volevano solo aiutare la Chiesa, a partire dalla sua stessa vocazione teologica, a recuperare il ritardo, a scrollarsi di dosso paradigmi obsoleti? Non è forse una questione in sospeso che la nuova CDF dovrebbe affrontare? 

[Português]

   Em 6 de agosto de 2000, no auge das férias de verão na Europa, a "Declaração Dominus Iesus" foi emitida pela Congregação para a Doutrina da Fé, assinada pelo Cardeal Joseph Ratzinger e Tarcisius Bertone. A Declaração é "sobre a unicidade e a universalidade de Jesus Cristo e da Igreja". Não é um documento pontifício, mas um documento da CDF, a então toda-poderosa e temida Congregação para a Doutrina da Fé.

     Não é muito longo, e talvez seja bom relê-lo, já que está quase em seu jubileu de prata. Sobre o assunto, é o último documento de autoridade - embora não dogmático, obviamente, mas quase na prática - do Magistério eclesiástico. Seu campo de ação é a chamada "teologia das religiões" ou também "teologia do pluralismo".

     Concretamente, em palavras simples (veja mais detalhadamente o próprio texto oficial), foi o documento magisterial que colocou o freio de mão no desenvolvimento da reflexão teológica sobre o pluralismo, fazendo com que o veículo parasse completamente no "inclusivismo" ao qual o Concílio Vaticano II havia se aberto. O Concílio pôs um fim ao "exclusivismo", extra Ecclesiam nulla salus, fora da Igreja (Católica) não há salvação, um exclusivismo no qual, grosso modo, o cristianismo tem vivido e pensado por mais de um milênio e meio.

     O Vaticano II reconheceu que fora da Igreja há salvação - e muita - e que a salvação também é possível fora da Igreja. Ao fazer isso, quebrou um paradigma milenar, sem nenhum subterfúgio de "hermenêutica da continuidade": foi uma ruptura, como toda verdadeira mudança de paradigma, e abriu a porta para uma nova posição: o "inclusivismo". Os teólogos, as comunidades cristãs nas fronteiras da Igreja em diálogo com outras religiões, celebraram o novo paradigma e começaram a elaborá-lo e sistematizá-lo.

     Foi já nas últimas décadas do século passado que o tema da teologia do pluralismo (que é mais profunda e hermeneuticamente anterior à do diálogo inter-religioso) tornou-se o carro-chefe da reflexão teológica. Era uma bandeira disputada, mas que se inclinava claramente para a possibilidade de cruzar a ponte que o Concílio havia construído. De fato, a teologia denunciava o inclusivismo, que na realidade nada mais era do que uma forma atenuada de exclusivismo: "reconhecemos que há salvação fora do cristianismo, mas atenção: essa salvação é nossa, do cristianismo, porque pertence a Jesus, o Salvador "universal" e absolutamente "único"".

     É por isso que o que há de bom por aí vem de "cristãos anônimos" (ou seja, cristãos inconscientes, que não sabem o que têm, o que vivem, que não sabem que no fundo são cristãos). E sim, os budistas... - este é apenas um exemplo - "são salvos, mas não porque são budistas, mas por causa de Jesus Cristo". Basicamente, isso seria dizer que eles são salvos não porque são budistas, mas apesar de serem budistas...

     Nos últimos anos do século passado, a "teologia das religiões", mais tarde chamada de "teologia do pluralismo", estava amplamente convencida do novo paradigma emergente: nem exclusivismo nem inclusivismo, mas pluralismo, segundo o qual todas as religiões são respostas humanas ao Mistério, algumas melhores, outras menos, mas todas em pé de igualdade no plano salvífico. Não haveria "uma religião verdadeira" para a qual todas as outras deveriam convergir, para a qual todas as outras deveriam se render e se fundir, até que todas fossem um só rebanho e um só pastor. Esse novo paradigma também é uma "ruptura", talvez a que terá de ser endossada e consagrada pelo próximo Concílio Ecumênico, pois, de acordo com o melhor pensamento da teologia global, ele está realmente de acordo. 

     E não apenas a teologia, mas, acima de tudo, a sociedade. Não somos os pensadores da humanidade.... Toda ela pensa e reflete, conscientemente e, acima de tudo, subconscientemente, no subconsciente coletivo (Jung), e hoje está claro que, por exemplo, na cultura ocidental, não é mais aceitável (como implausível) que uma religião seja "a única verdadeira" e todas as outras sejam falsas e prejudiciais. A cultura mudou. Hoje conhecemos a história das religiões, a epistemologia, a antropologia acredita que sabemos como as religiões foram formadas e o papel maravilhoso que desempenharam na evolução de nossa espécie... uma espécie que atualmente está passando por uma mudança radical de consciência. Isso requer muitas nuances, mas é algo que já está pacificamente presente em nossa cultura. Se há apenas 100 anos, muitos pais católicos se opunham ao casamento de sua filha ou filho com uma pessoa de outra religião (ou ateu), hoje isso quase nunca acontece. A cultura mudou.

   E a teologia mudou com a cultura, e está feliz com isso. Ela sente que é uma teologia deste mundo, desta cultura moderna. Mas ainda está lá, desde 2000, a Declaração Dominus Iesus, que nega tudo, que reafirmou o inclusivismo mais estreito e de fato exclusivista que se podia imaginar na época. E não foi só isso: os anos seguintes foram de repressão aos teólogos do pluralismo religioso, com silenciamento e outras punições. Assim, a violência institucional prevaleceu - costuma-se dizer que houve 500 teólogos reprimidos pela dupla Wojtyla-Ratzinger - e a lei do silêncio e do toque de recolher foi implementada, até que tempos melhores viessem.

     Será que já estamos neles? O Papa Bergoglio não deu muita esperança, para começar - sobre esse assunto de que estamos falando - porque confirmou o inquisidor anterior, até mesmo o elevou ao posto de cardeal, Müller, até que, quando completou seu mandato de 5 anos, o destituiu do cargo. Só então nos demos conta de que estava chegando um tempo de degelo, no qual teríamos de esperar. Talvez devêssemos até esquecer... De qualquer forma, seria melhor não mencionar essa Declaração. Também nas Igrejas Protestantes: após o grande protesto inicial contra a Declaração, entendendo como era a situação no campo católico, um consenso se espalhou por toda parte: deixar o documento de lado e esquecê-lo. De fato, acho que é indiscutível que o documento não seja mencionado.

     De fato, acho que ele é, sem dúvida, um documento magisterial "non receptus", como é tecnicamente chamado: um documento não recebido, rejeitado pela maioria, tanto pelos teólogos, como principais referentes, quanto pela própria base do Povo de Deus, que hoje, em sua maioria, assumiu a perspectiva do paradigma pluralista, mesmo sem tê-lo estudado nos vários manuais populares e acessíveis que existem - embora se deva reconhecer também que o estudo desse tema polêmico serviu para que muitas comunidades cristãs abrissem as portas para uma profunda renovação de sua mentalidade na linha de um novo paradigma. Superar o exclusivismo-inclusivismo é entender que todas as religiões são verdadeiras e, ao mesmo tempo, todas as religiões são falsas

     Quase um quarto de século com um documento oficial, non receptus, vergonhosamente escondido no armário da CDF, que ninguém quer que seja aberto novamente. Mas não, a verdade tem que ser encarada. A teologia do pluralismo é uma visão totalmente interdisciplinar e transdisciplinar, não um setor ou um ramo da teologia total. É como um vidro por meio do qual todos os tratados teológicos são vistos sob uma luz diferente e em uma cor diferente (tecnicamente, diz-se que é uma «teologia de ablativo», não uma teologia genitiva - para outra ocasião). Para furar o balão do exclusivismo e do inclusivismo, é preciso puxar cada canto para remover a imensa lona que nos mantém cobertos e cegos. A porta do paradigma pluralista abre a mente para todos os outros paradigmas.

    Portanto, este é um aniversário que não deve ser ignorado. Será que esta Declaração chegará ao seu quarto de século sem poder dialogar pública e livremente na Igreja sobre uma posição teológica oficial que foi imposta unilateralmente à Igreja por uma CDF que recusou todo diálogo, que perseguiu com "métodos imorais" pessoas que só queriam ajudar a Igreja, a partir de sua própria vocação teológica, a se atualizar, a se livrar de paradigmas obsoletos? Não é esta uma questão pendente que a nova CDF deveria assumir?

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