Un dia de oración por la reconciliación de Esaü y de Jacob

UNA RECONCILIACIÓN PARA TODA LA VIDA




El papa Francisco, durante su viaje a Jordania, Palestina e Israel hizo muchos gestos que lo reveló en su autenticidad y voluntad de romper las barreras de las divisiones y guerras. Cuando pidió al rey de Jordania que parara la jeep que conducía para ir a hacer una oración frente al muro de la vergüenza, hizo un gesto espontáneo no previsto en el protocolo. Pasó lo mismo con la espontánea invitación del Papa a los líderes de Palestina e Israel, Mahmud Abbas y Simón Pérez de unirse a él en su casa, en Roma, para una oración por la paz.

El Vaticano ha elegido para este encuentro sin precedentes a favor de la paz, un lugar neutral, al aire libre y sin ninguna connotación religiosa. Este tuvo lugar en la esquina en triángulo del jardín maravilloso del Vaticano donde los arbustos y las flores de todas las proveniencias recuerdan las múltiples facetas de un Dios hecho para la belleza y la bondad. Desde este lugar se deja entrever la cúpula de la Basílica de San Pedro.

En este lugar se encontraron los huéspedes del Papa, este domingo, 08 de junio de 2014, a las 18 h 35 de Roma. Este día corresponde a la celebración del día de Pentecostés que recuerda la misteriosa intervención del Espíritu Santo en la historia de la humanidad. Los doce apóstoles y probablemente sus discípulos más cercanos, agrupados en esta área, se vieron investidos del poder del Espíritu de Jesús, transformándolos así en auténticos testigos de Jesús y de su poder en el cielo como en la tierra.

«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos.

Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. » (Ac 2:1-4)

Según el Evangelista San Juan, esta venida del Espíritu Santo es el consolador y abogado que Jesús prometió enviar.

“Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: "¿A dónde vas?". Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes.

Pero si me voy, se lo enviaré. Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. El pecado está en no haber creído en mí.

La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.” (Jn 16:5-11)




La invitación del papa Francisco es una inspiración directa del Espíritu Santo, asegurando por este mismo hecho su presencia de Consolador y Asesor para que los dos hermanos enemigos, Jacob y Esaú, se encuentren en la verdad de sus respectivas misiones. Vale la pena volver a leer aquellos pasajes del libro de Génesis en que se nos cuenta la historia de aquellos dos hermanos, Esaü y Jacob.

“Rebecca cayó embarazada de gemelos y el primero en nacer fue Esaú, convertido en su hermano Jacob. Esaú fue el mayor. Era rojo y peludo como una piel de animal.

Al crecer, Esaú se convirtió en un cazador experimentado y aventurero, mientras que su hermano Jacob era hogareño y pensativo. Isaac había preferido a Esaú, y Rebeca prefería a Jacob. Un día, Esaú volvió hambriento de uno de sus cazas. Jacob, quien estaba preparando la cocina, quería alimentarlo con la condición de cederle inmediatamente su derecho de primogenitura. Esaú estaba de acuerdo.

Esaú había casado a dos mujeres, su prima Mahalat hija de Ismael y Judith, quienes fueron pesadas con Isaac y Rebeca. Más tarde, Isaac, se convirtió en viejo y ciego, quería bendecir a Esaú antes de morir. Le pidió ir a cazar con el fin de prepararle un buen plato para disfrutar de la bendición. Esaú lo hizo y se fue a cazar. Pero Jacob, ayudado por su madre, se presentó primero delante de su padre, quien lo bendijo pensando que se trataba de Esaú y lo hizo jefe de sus hermanos y heredero de su propiedad.

Cuando Esaú volvió de su caza y se presentó a su vez a su padre, era demasiado tarde. Isaac no pudo quitar su bendición a Jacob. Todavía hizo una bendición sobre Esaú, y le profetizó que se liberaría de Jacob. Esaú esperaba la muerte de Isaac para poder matar a Jacob, pero gracias a Rebecca, se trasladó a vivir con su tío Labán y se casó con una de sus hijas. Entendiendo desgastaban a su padre debido a su origen, Esaú se casó con otras dos que venían de otro país, Ada.

Veinte años más tarde, Esaú encontró a Jacob y le hizo comprender que él lo había perdonado. Ambos se habían enriquecido considerablemente durante el intervalo. Enterraron juntos a su padre Isaac, y Esaú se trasladó a la tierra de Edom, fuera de la presencia de su hermano, porque la suma de sus dos rebaños era demasiado importante para ser alimentados por un solo país.”
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Nos recordamos esta historia como una iluminación profética de la gran dominación del pueblo salido de Jacob sobre él de Esaú. A Rebeca que se quejaba acerca de los dos niños que se removían fuertemente en su vientre, Iahvé había tenido estas palabras:


"Dos pueblos hay en tu vientre, dos naciones que, al salir de tus entrañas, se dividirán. La una oprimirá a la otra; el mayor servirá al pequeño." (Gen.25, 22)

En estos tiempos que son los nuestros, este enfrentamiento entre los dos hermanos gemelos ha alcanzado sus límites donde sólo una conversión hacia la verdad y el amor permitirán el advenimiento de una paz de todos los días. Aquí, la maravillosa historia de esta primera gran reconciliación entre los dos hermanos enemigos desde muchos años.

Jacob levantó los ojos y al ver que venía Esaú con cuatrocientos hombres, repartió a los niños entre Lía y Raquel y las dos siervas. Puso a las siervas y sus niños al frente; después a Lía y sus niños, y a Raquel y José en la zaga, y él se les adelantó y se inclinó en tierra siete veces, hasta llegar donde su hermano.

Esaú, a su vez, corrió a su encuentro, le abrazó, se le echó al cuello, le besó y lloró. Levantó luego los ojos, y al ver a las mujeres y a los niños, dijo: "¿Qué son de ti éstos?" — "Son los hijos que ha otorgado Dios a tu siervo." Entonces se acercaron las siervas con sus niños, y se inclinaron.

Se acercó también Lía con sus niños, y se inclinaron. Y por último se acercaron José y Raquel y se inclinaron.

Dijo Esaú: "¿Qué pretendes con toda esta caravana que acabo de encontrar?" — "Es para hallar gracias a los ojos de mi señor."
Dijo Esaú: "Tengo bastante, hermano mío; sea para ti lo tuyo."

Replicó Jacob: "De ninguna manera. Si he hallado gracias a tus ojos, toma mi regalo de mi mano, ya que he visto tu rostro como quien ve el rostro de Dios, y me has mostrado simpatía.

Acepta, pues, el obsequio que te he traído; pues Dios me ha favorecido y tengo de todo." Y tanto insistió, que Esaú acabó aceptando.

Dijo Esaú: "Vámonos de aquí, y yo te daré escolta."

Él le dijo: "Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo conmigo ovejas y vacas criando; un día de ajetreo bastaría para que muriese todo el rebaño.

Vaya, pues, mi señor delante de su siervo, y yo iré poco a poco, al paso de las ovejas que llevo delante de mí, y al paso de los niños, hasta alcanzar a mi señor en Seír."

Dijo Esaú: "Entonces voy a destacar contigo a parte de la gente que me acompaña." — "¿Para qué tal? Con que halle yo gracia a los ojos de mi señor..."


Y aquel mismo día regresó Esaú a Seír.
Por su parte Jacob partió para Sucot donde edificó para sí una casa y para su ganado hizo cabañas. Por donde se llamó aquel lugar Sucot.
"
(Gn 33,1-17)

Ojala que este encuentro de oración por la paz y la reconciliación abre los corazones y los brazos de estos dos pueblos cuyos padres gemelos han hallado, en su tiempo, el poder de la reconciliación y del amor fraternal.

Oscar Fortín
El 8 de junio 2014
Traductor, Marius Morin

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